Pese a las presiones sociales, no todas las mujeres quieren ser madres, esto es lo que indica el movimiento libre de hijos, encabezado por quienes están conscientes que en su plan de vida no tienen contemplada la idea de traer bebés a este mundo.
Las razones de cada una son diferentes, puede ser porque tienen miedo, no se sienten preparadas en lo económico o simplemente no están interesadas. Ellas saben que convertirse en mamá no es una tarea sencilla.
En el discurso de este movimiento se menciona que las mujeres sin hijos suelen ser estigmatizadas, incluso de forma involuntaria; cuando ven a alguien mayor sin descendencia la gente la relaciona con la soledad, y de acuerdo con ellas, esto no tiene nada que ver.
Existe el caso de una chica que desde muy joven entendió cuál sería su destino, pero que al intentar hacer valer los derechos sobre su cuerpo, se enfrentó a muchos obstáculos, y tardó varios años en cumplir su objetivo, conoce su historia completa.
LA JOVEN QUE A LOS 27 AÑOS PUDO LIGARSE LAS TROMPAS DE FALOPIO
Belén Álvarez originaria de Argentina, cuenta que cuando iba en la secundaria escuchó por primera vez a una mujer mayor hablar sobre este tema, este evento hizo que su perspectiva se aclarara y pudiera tomar una mejor decisión.
Comenta que un día normal de clases, una de sus compañeras descubrió que su maestra era soltera y sin hijos, su primera reacción fue compadecerla al decir la frase: “'Qué feo que usted no tuvo hijos.”
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Al escuchar eso, la profesora interrumpió la sesión para decir que no debían sentirse mal por ella, porque no estaba pasando por nada triste, al contrario, ella al poder decidir que no quería casarse ni formar una familia pudo ser feliz y sentirse completa.
Belén inspirada por esta conversación, decidió buscar un procedimiento que no le permitiera tener niños, es entonces que desde los 18 años intentó conseguir información sobre estos tratamientos para realizarse una intervención.
Sin embargo, comenta que no fue nada sencillo, ya que los médicos le negaron la operación de ligamento de las trompas de Falopio en repetidas ocasiones; ella relata que los especialistas le decían cosas incongruentes, como que debía cumplir 30 años o incluso, que tuviera al menos tres bebés.
Al final, logró hacer que sus esfuerzos rindieran frutos, y a los 27 años por fin pudo ligárselas y asegura que desde entonces sintió una gran liberación. Por otro lado, menciona que las mujeres de este movimiento no se unen a él porque odien a los niños, en su caso, ella quiere mucho a sus sobrinos.