Pasaban ya los primeros días de enero y como en el término de las vacaciones anteriores yo ya te añoraba, quizá tu sonrisa, tu mirada fulminante o simplemente mis ganas de tenerte entre mis brazos otra vez.
Y es que, en contraste con las vacaciones pasadas, en donde ya cuestionabas insistentemente la fecha de mi regreso, en esta ocasión no fue así, llamaba mi atención tu tranquilidad y paciencia, contrario a mis ansias de volver a la ciudad y correr a buscarte.
Era irremediable tenerte en mi mente todo el tiempo y necesitar de ti, lo admito, pero no era lo común, ya que si bien te extrañaba cuando no estabas cerca, en esta ocasión, ese sentido de necesidad se apoderaba de mí al punto de sentirme incompleto.
Finalmente llegó el día de mi regreso y al aterrizar, no pude evitar ir directo hacia ti, no importaba la hora, tenía claro que necesitaba verte ya, y no había nada que pudiera postergar mi plan, mi deseo.
Al abrir la puerta, tus ojos se iluminaron, me abrazaste dulcemente, pero de inmediato me besaste desesperadamente, tal y como la primera vez que sentí tus labios, a lo que yo te correspondí aliviado, porque fue entonces cuando tuve la certeza de que tú también me necesitabas tanto como yo a ti.
"Te extrañe mucho" me dijiste, enseguida me tomaste de la mano y me dirigiste a la habitación, por un momento solo nos observamos, pero enseguida el silencio se rompió cuando ambos buscamos nuestros labios de manera instintiva, nada podría frenar mis intensas ganas de ti, entonces instantáneamente te despoje de ese vestido rosa que prometiste en navidad usarías a mi regreso y es que nada como la sensación de tu cuerpo desnudo, junto al mío, estremeciéndose en perfecta sintonía.
Y así, entre arrebatos de pasión y dulces muestras de amor, me llevaste a ese el punto en el que anhelaba día a día, y fue entonces cuando recapitule mi intensa adicción a ti, entonces te pregunté aquello que no dejaba a mi mente "¿Acaso no te importaba que estuviera lejos?" a lo que referiste "Claro que sí, pero tú eres libre de estar donde tú quieras, lo cierto es que puedes ir a donde tú quieras, y ambos sabemos que regresarás y aquí estaré para ti, porque este es tu lugar" sellaste mis labios con un beso enorme a lo que no tuve más que un rotundo sí de respuesta.
CONTACTO:
- Dr. Joaquín Alejandro Soto Chilaca
- Médico Psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra Forense y Psicoterapeuta
- Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología
- www.vivemindful.com
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