/ sábado 9 de septiembre de 2017

Los refrescos de Puebla | El Rincón de Zalacaín

Dicen los médicos de los refrescos cosas muy malas, lesatribuyen el origen de las caries en los niños, de aumentar laobesidad, de provocar diabetes, osteoporosis y problemas en elriñón. En su niñez Zalacaín fue privado en el consumo de lasaguas gaseosas derivadas de las “colas”, pero curiosamente lasfamilias poblanas aceptaban el consumo de otras, por desgracia enextinción.

El aventurero Zalacaín, poco afecto a eso de las redessociales, como el llamado “Facebook”, renombrado por él como“el libro de jetas”, cayó en la página de “PueblaAntigua” y una fotografía de un anuncio comercial le trajo a lamente el consumo de los refrescos.

“Neo Ferro Fosfatado” era el nombre del líquido elaboradoen Puebla en el siglo pasado y cuya frase para captar el interésdecía así: “Antes de emprender un viaje ponga Ud. en el bagaje,para quedar encantado y hacerse la vida amena, al menos una docenade Neo-Ferro Fosfatado”.

Durante la niñez del aventurero las comidas se acompañaban deagua natural a lo más con el jugo de algunas frutas como naranja olimón, tal vez papaya o sandía, melón, quizá se hacía unahorchata casera, y rara vez se bebía el agua de Jamaica, puesestaba considerada más como un remedio para los riñones y notanto para calmar la sed.

Los refrescos embotellados no eran comunes en la mesa, salvo losdomingos y en ocasiones especiales como santos y cumpleaños, puesla comida cambiaba, el Mole Poblano, o las Carnitas y Chicharronesy demás guisos al horno demandaban una bebida diferente a lacotidiana; los mayores bebían cerveza, pulques naturales o curadosy los niños el refresco de grosella, tamarindo, piña…

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/09/Neo-ferro-fostfatado_Puebla-Antigua.jpeg

Los “Jarritos” y los “Barrilitos O-key” se acomodaban enlas mesas de los mayores y con ellos “se curaba” el pulque, esdecir se agregaba al néctar del maguey, se le daba color ycambiaba su sabor de una forma rápida, los sobrantes de lasbotellas llegaban a parar a las bocas de los niños, quienes asíempezaban a probar algo diferente.

Con el tiempo en las casas se llegaron a consumir otras marcascuyo sabor, decían, estaba garantizado por haber sido elaboradascon auténticas frutas, y no sólo con colorantes, saborizantes,azúcares o colas. Así Zalacaín conoció El Soldado de Chocolate,las Chaparritas del Naranjo, El Pato Pascual, pero los pulquesseguían “curándose” con Jarritos y Barrilitos O-key.

A los enfermos les daban Sidral Mundet, bebida recomendada porlos médicos, tal vez basados en algún conocimiento poco divulgadoo restringido sólo para iniciados, pues antes de llegar el Sidralse acostumbraba el jugo natural de manzana.

Con el paso de los años, el Neo Fosfato desapareció, llegaronotras marcas, los refrescos de cola empezaron a dominar el mercado,entre otras razones se debió a la mezcla sugerida en los anunciostelevisivos y de los promotores de bebidas alcohólicas con clarasintenciones para desplazar al pulque, al tequila, al aguardiente;llegaron así el brandy el ron y ambos fueron “mezclados” conlos refrescos de cola con lo cual a los niños ya no les tocó elJarrito de tamarindo o el Barrilito de grosella, sino los residuosde las “colas”, en el mejor de los casos las mamás mezclabanel refresco con agua de limón, o simplemente con nieve. Famosasfueron las copas de nieve de limón con refresco de cola de laheladería y cafetería Gilda de la zona de San José.

La cultura del consumo de bebidas refrescantes en Puebla elsiglo pasado aumentó entre otras cosas por los sabores dulces, lospaladares infantiles fueron un mercado creciente y constante; laburocracia, los albañiles, los choferes y una buena cantidad deoficios, vieron en el “casco” de refresco una manera cómoda,rápida y de fácil adquisición para acompañar la torta del mediodía. En aquellas épocas aún no aparecían los envases decartón, lo hicieron primero asociados a la leche y después a losjugos de frutas.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/09/Barrilitos_PueblaAntigua.jpg

Los tamaños de los refrescos eran similares, hasta la llegadade los envases conocidos como “tamaño familiar”, con ello seacabó por dominar el mercado, las familias se reunían en torno auna botella de agua con gas y en el mejor de los casos un sabornatural.

Zalacaín repasó los anuncios aparecidas en la página“Puebla Antigua”, muchos recuerdos, las embotelladoras estabanen la zona oriente de la ciudad, tal vez por la facilidad paraobtener el agua, las colonias Humboldt, América, y la zona de LaGarita, entre otras, fueron conocidas a mediados del siglo pasadoprecisamente por la industria refresquera.

Y cómo olvidar las charolas de hojalata, redondas conimpresiones en colores de mujeres, charros, paisajes, los volcanesy la marca del refresco… elrincondezalacain@gmail.com

Dicen los médicos de los refrescos cosas muy malas, lesatribuyen el origen de las caries en los niños, de aumentar laobesidad, de provocar diabetes, osteoporosis y problemas en elriñón. En su niñez Zalacaín fue privado en el consumo de lasaguas gaseosas derivadas de las “colas”, pero curiosamente lasfamilias poblanas aceptaban el consumo de otras, por desgracia enextinción.

El aventurero Zalacaín, poco afecto a eso de las redessociales, como el llamado “Facebook”, renombrado por él como“el libro de jetas”, cayó en la página de “PueblaAntigua” y una fotografía de un anuncio comercial le trajo a lamente el consumo de los refrescos.

“Neo Ferro Fosfatado” era el nombre del líquido elaboradoen Puebla en el siglo pasado y cuya frase para captar el interésdecía así: “Antes de emprender un viaje ponga Ud. en el bagaje,para quedar encantado y hacerse la vida amena, al menos una docenade Neo-Ferro Fosfatado”.

Durante la niñez del aventurero las comidas se acompañaban deagua natural a lo más con el jugo de algunas frutas como naranja olimón, tal vez papaya o sandía, melón, quizá se hacía unahorchata casera, y rara vez se bebía el agua de Jamaica, puesestaba considerada más como un remedio para los riñones y notanto para calmar la sed.

Los refrescos embotellados no eran comunes en la mesa, salvo losdomingos y en ocasiones especiales como santos y cumpleaños, puesla comida cambiaba, el Mole Poblano, o las Carnitas y Chicharronesy demás guisos al horno demandaban una bebida diferente a lacotidiana; los mayores bebían cerveza, pulques naturales o curadosy los niños el refresco de grosella, tamarindo, piña…

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/09/Neo-ferro-fostfatado_Puebla-Antigua.jpeg

Los “Jarritos” y los “Barrilitos O-key” se acomodaban enlas mesas de los mayores y con ellos “se curaba” el pulque, esdecir se agregaba al néctar del maguey, se le daba color ycambiaba su sabor de una forma rápida, los sobrantes de lasbotellas llegaban a parar a las bocas de los niños, quienes asíempezaban a probar algo diferente.

Con el tiempo en las casas se llegaron a consumir otras marcascuyo sabor, decían, estaba garantizado por haber sido elaboradascon auténticas frutas, y no sólo con colorantes, saborizantes,azúcares o colas. Así Zalacaín conoció El Soldado de Chocolate,las Chaparritas del Naranjo, El Pato Pascual, pero los pulquesseguían “curándose” con Jarritos y Barrilitos O-key.

A los enfermos les daban Sidral Mundet, bebida recomendada porlos médicos, tal vez basados en algún conocimiento poco divulgadoo restringido sólo para iniciados, pues antes de llegar el Sidralse acostumbraba el jugo natural de manzana.

Con el paso de los años, el Neo Fosfato desapareció, llegaronotras marcas, los refrescos de cola empezaron a dominar el mercado,entre otras razones se debió a la mezcla sugerida en los anunciostelevisivos y de los promotores de bebidas alcohólicas con clarasintenciones para desplazar al pulque, al tequila, al aguardiente;llegaron así el brandy el ron y ambos fueron “mezclados” conlos refrescos de cola con lo cual a los niños ya no les tocó elJarrito de tamarindo o el Barrilito de grosella, sino los residuosde las “colas”, en el mejor de los casos las mamás mezclabanel refresco con agua de limón, o simplemente con nieve. Famosasfueron las copas de nieve de limón con refresco de cola de laheladería y cafetería Gilda de la zona de San José.

La cultura del consumo de bebidas refrescantes en Puebla elsiglo pasado aumentó entre otras cosas por los sabores dulces, lospaladares infantiles fueron un mercado creciente y constante; laburocracia, los albañiles, los choferes y una buena cantidad deoficios, vieron en el “casco” de refresco una manera cómoda,rápida y de fácil adquisición para acompañar la torta del mediodía. En aquellas épocas aún no aparecían los envases decartón, lo hicieron primero asociados a la leche y después a losjugos de frutas.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/09/Barrilitos_PueblaAntigua.jpg

Los tamaños de los refrescos eran similares, hasta la llegadade los envases conocidos como “tamaño familiar”, con ello seacabó por dominar el mercado, las familias se reunían en torno auna botella de agua con gas y en el mejor de los casos un sabornatural.

Zalacaín repasó los anuncios aparecidas en la página“Puebla Antigua”, muchos recuerdos, las embotelladoras estabanen la zona oriente de la ciudad, tal vez por la facilidad paraobtener el agua, las colonias Humboldt, América, y la zona de LaGarita, entre otras, fueron conocidas a mediados del siglo pasadoprecisamente por la industria refresquera.

Y cómo olvidar las charolas de hojalata, redondas conimpresiones en colores de mujeres, charros, paisajes, los volcanesy la marca del refresco… elrincondezalacain@gmail.com

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