A veces es necesario contrariar o decepcionar a los demás si eso te permite existir como persona. Identifícate con estos cuatro tipos de personalidades y encuentra como afirmas tu personalidad.
PERSONALIDAD REPRIMIDA: Renuncias a ser tú, eso te causa frustración y confusión en los demás, que captan una imagen turbia y no te valoran como te mereces; pero no todo es negativo, tu actitud te permite desarrollar la empatía, la escucha, el respeto, lo que te lleva a ser una agradable compañía. Debes afirmarte: haz entender a los demás que tienes tus ideas, emociones, necesidades.
PERSONALIDAD SIMULADA: Haces como si fueras tú, pero no lo eres, quieres corresponder con la imagen que tienen de ti. Así la controlas y eso te permite adaptarte a los ambientes, ser integrado, apreciado y activo. Pero quizás seas prisionero de tu imagen. ¿Por qué no te arriesgas a disgustar o decepcionar? Complacer es grato, pero también alienante si no sabes cambiar cuando toca.
PERSONALIDAD IMPUESTA: Eres tú mismo… un poco demasiado. Conoces tus derechos y no dudas en hacérselos saber a los demás. Tu personalidad es fuerte y normalmente te quieren y te admiran. Pero también irritas, no buscas ser agradable ni tienes en cuenta a tus interlocutores, por lo que te pueden reprochar cierto egoísmo. ¿Por qué no te impones a escuchar a los demás y ponerte en el lugar del otro? Eso te conducirá aún más lejos.
PERSONALIDAD ASUMIDA: Vives tu personalidad tal como es, no te avergüenzan tus límites y defectos, ni te incomoda hablar de ellos tanto como de tus virtudes. Eres estable, seguro y agradable, pero ojo, tu autocomplacencia excesiva podría conducirte al inmovilismo. Asegúrate un mínimo de sorpresas y cambios en tu vida.
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