Hola queridos lectores gracias por recibirme nuevamente este sábado en la calidad y la calidez de sus hogares. En esta entrega te preguntarás el porqué de este título tan dicharachero… bueno, es porque el tema tiene relación: es la historia de un templo al norte del Centro Histórico, otro gran tesoro oculto en nuestra ciudad, que por los distintos usos que tuvo en su devenir, se me ocurrió titularlo así, espero que sea de tu agrado.
SAN PABLO DE LOS FRAILES, EL ORIGEN
Esta es la historia breve de un templo y monasterio localizado al norte del centro, es más, es el límite norponiente de lo que el H. Ayuntamiento califica como Centro Histórico: la Avenida 18 Poniente, entre las Calles 9 y 11 Norte.
Iniciada su construcción en el año de 1551 y terminado en el año de 1563 por los frailes dominicos, el templo de San Pablo de los Frailes funcionó específicamente para atender hospitalariamente a los indígenas pobres de los alrededores del norte de la ciudad; posteriormente se establece como casa de asistencia, escuela y albergue para las familias de escasos recursos del naciente barrio de San Pablo, todo esto bajo la administración del arzobispo Fernando de Villagómez.
La construcción del templo corrió bajo la dirección del maestro cantero José del Valle, con el apoyo de un maestro de obra de nombre Diego García Figueroa. Terminada la fachada en el año de 1664, tuvo una remodelación en 1678 bajo la dirección del capitán Francisco Alberto Belderraín, quien anteriormente, en el año de 1655, financió el encañado y toda la obra hidráulica del templo y monasterio.
Así es como funcionó este templo y monasterio hasta 1823, año de la consumación de la independencia cuando, aparte de seguir funcionando como hospital para pobres, comienza a fungir como escuela para la misma comunidad necesitada del barrio. Al igual que todas las instalaciones de la iglesia, su función principal fue la ayuda a la clase más baja de la sociedad, pero…
LA ÉPOCA JUARISTA
A partir del año de 1862 se establecen por las autoridades juaristas las Leyes de Reforma, dictando la inmediata expropiación y venta a particulares de los bienes de la iglesia y cerrar así en todo el país las únicas instituciones educativas y de salud que les brindaban apoyo a los pobres de las pequeñas comunidades y grandes urbes en todo México.
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Es en ese mismo año de 1862 cuando el templo y monasterio es cerrado y puesto en venta, adquirido por el gobernador poblano y general del ejército José María Gonzáles Mendoza quien, después de adquirirlo, lo vacía completamente; los retablos del templo son desmontados y la totalidad de la madera de estos es puesta en venta y, según crónicas, es adquirida para fabricar puertas para propiedades privadas. El inmueble permanece abandonado hasta el año de 1880.
SAN PABLO DE LAS BODEGAS
A partir de este año, el general y dueño del inmueble lo renta para bodegas de mercancías de la naciente estación de ferrocarril mexicano, localizada unos metros adelante sobre la actual 11 Norte y también al ferrocarril interoceánico, ubicado en la misma 11 Norte, entre la 2, 4 y 6 Poniente.
Existe una crónica un poco extraña para tu servidor: según se cuenta, también funcionó como bodega para máquinas de ferrocarril, cosa que es inverosímil, porque para ello debieron tender vías desde sus patios de maniobras hacia el templo; además, es imposible, porque entre el templo de San Pablo y la terminal del interoceánico, por decir un ejemplo, existe un desnivel orientado norte-sur mayor a cinco metros.
Tan solo empujar una máquina descompuesta desde sus patios hacia el templo hubiera sido costosísimo y ¿para qué?, si las dos terminales tenían sus respectivas casas redondas. Para mí, hubiera sido además de costoso, inútil, pero bueno… eso está escrito en crónicas existentes. Lo que sí es creíble es que hayan utilizado todo el inmueble como bodegas de granos y mercancías, porque este cuenta con más de 32 habitaciones enormes; recuerden que originalmente fue construido como hospital y monasterio.
EL REGRESO AL CULTO CATÓLICO
Fue hasta el año de 1962 en que los herederos del dueño del inmueble, una familia de apellidos Reyes Hernández, lo regresan al culto religioso. La información que existe es un poco ambigua, pues según unas crónicas fue donado a la iglesia, cosa muy rara, porque el propietario de todos los templos religiosos es la federación y es la iglesia la que los administra, sostiene y conserva.
Otras crónicas indican que fue adquirido por la iglesia, por los mismos motivos yo lo dudo; el caso es que es reconstruido y vuelve a celebrar ceremonias eucarísticas a partir del año de 1965, lo que sí es un dato preciso, porque un familiar mío fue testigo. Gran parte del patrocinio de su remodelación lo realizó una empresa vulcanizadora que existía en la esquina de la 9 Norte y la 10 Poniente, que era propiedad de una familia de apellido Contreras.
EL TEMPLO ACTUAL
El inmueble actual cuenta con un gran patio colonial, bello en su diseño como toda construcción novohispana, rodeado en sus cuatro lados por bellas y enormes arcadas, su clásicas fuente ornamental. Una escalera un poco rara en su diseño, pero muy original, está construida sobre la línea de cuartos, inicia como una gran escalinata, se bifurca al medio, conteniendo en este una bella talla en cantera y luego se reencuentra para formar una elegante escalera.
Todo el patio forma una gran postal, regalo ideal para nuestros ojos; se puede visitar solamente los domingos ya que es el único día en que hay cultos religiosos y, por lo mismo, está abierto al público este domingo. ¡No dejes de visitarlo!, para que conozcas otro gran tesoro oculto en nuestra ciudad.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.
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