/ sábado 7 de octubre de 2023

El edificio que pasó de colegio pontificio a Palacio Episcopal | Los tiempos idos

El edificio, ubicado sobre 16 de Septiembre y 5 Oriente, está conectado con los Colegios de San Pedro, San Juan y la Biblioteca Palafoxiana.

El papel que jugó la iglesia durante el virreinato no solo fue de apostolado, también de acción civilizadora y política. Los obispos y arzobispos eran dignatarios eclesiásticos con la facultad de dirigir a los naturales, y tenían bajo su mando territorios conocidos como diócesis.

Después de fundarse la nueva ciudad de españoles, la Angelópolis se convirtió en el obispado más relevante de la Nueva España. La diócesis tenía que tener una sede, pero los obispos que radicaron en la antigua Ciudad de los Ángeles, construyeron sus propias casas. Cuando llegó Juan de Palafox y Mendoza, en 1640, estableció permanentemente el obispado en el edificio del Palacio Episcopal.


El Palacio Episcopal fue la residencia oficial de los obispos de Puebla desde 1643 hasta 1917. En la foto se aprecia uno de los patios del recinto. Foto: Colección David Ramírez Huitrón

El obispado en el Virreinato

Tras el descubrimiento del nuevo continente en 1492, el reino de Castilla y León, exploró y conquistó grandes extensiones de territorio en América.

La religión católica fue clave en la expansión del imperio español y fundamental en su desarrollo, porque el papel que jugó la iglesia no solo fue de apostolado, también de acción civilizadora y política.

Las órdenes religiosas que llegaron a la Nueva España fueron el clero secular y el clero regular. Este último, tenía como misión evangelizar y educar. Los misioneros enseñaron a los naturales el castellano, también a leer y a escribir y a ganarse la vida mediante labores agrícolas o artesanales.

El clero secular también realizaba una misión evangelizadora, pero en menor medida. Su función principal era construir catedrales y nombrar curas, es decir, designaban a los obispos o arzobispos que tendrían a su mando un territorio. Dicho territorio era conocido cómo diócesis, y podía dividirse en varios territorios que formaban una provincia eclesiástica.



Los obispos y arzobispos eran funcionarios con atribuciones espirituales, pero también con un considerable poder político. Eran dignatarios eclesiásticos con la facultad de dirigir a los naturales. De ahí la importancia de establecer un obispado durante la Conquista.

La primera diócesis de la Nueva España fue la Carolensis (1518) y se estableció en las costas de Yucatán. Pero el territorio estaba completamente inexplorado y los conquistadores no sabían si era una isla o un nuevo continente, así que el obispado Carolense pronto fue abandonado.

Al tener un conocimiento más preciso del territorio de la Nueva España, después de la Conquista se erigió la diócesis de Tlaxcala, en recompensa a la lealtad que los tlaxcaltecas habían mostrado a los conquistadores. En una cédula fechada el 19 de septiembre de 1526, el rey Carlos I, señaló que el obispado se extendería por este territorio hacia Veracruz, Tabasco y parte de Chiapas.

En 1527, llegó a la Nueva España fray Julián Garcés, para tomar posesión de su diócesis en la iglesia de los franciscanos de Tlaxcala. Erigió la catedral de Santa María de la Purísima Concepción (actualmente en ruinas) y fundó la diócesis de México, en septiembre de 1530.

El obispo Julián Garcés, primer obispo de Puebla, tuvo su casa en la acera norte de la calle 5 Oriente 1, el sitio que hoy ocupa el atrio de la catedral. En la imagen se aprecia al fondo el Palacio Episcopal que habilitado por Juan de Palafox como residencia obispal. Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Nace la nueva sede episcopal

Después de la Conquista, en busca de un lugar adecuado para que se asentaran los españoles que vagaban por la Nueva España, y de una ruta comercial más corta entre la gran Tenochtitlán y Veracruz, se fundó la antigua Ciudad de los Ángeles (1531) en el valle de Cuetlaxcoapan.

La ciudad se trazó en torno de la Plaza Mayor (Zócalo) y alrededor de ella se levantaron los poderes coloniales (Iglesia, Cabildo y Audiencia).



El desarrollo de la nueva ciudad de españoles fue tan rápido que los canónigos del Cabildo de la catedral de Tlaxcala exhortaron al obispo para que promoviera el traslado definitivo de la sede episcopal a la Angelópolis.

En 1539, el obispo Julián Garcés trasladó la diócesis de Tlaxcala a Puebla con permiso del virrey Antonio de Mendoza. El Cabildo aprobó definitivamente recibir el obispado en 1541 y la cédula real se emitió el 6 de junio de 1543. Cuando esto sucedió, la Angelópolis se convirtió en uno de los obispados más relevantes de la Nueva España.

“En el lugar donde ahora está la catedral estaban la casa del obispo Julián Garcés y las casas de los tres vecinos más influyentes, que eran Alonso Galeote, Diego de Ordaz y Martín Pérez ‘El Partidor’ (partió los solares para distribuirlos)”, detalla el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

Refiere que, pese a que el derecho eclesiástico dice que el obispado debe tener una sede, los obispos que radicaron en la antigua Ciudad de los Ángeles de 1539 a 1643, vivieron en casas particulares.

En la foto se aprecia la casa que habitó el obispo Diego Romano. Se encontraba en la acera norte de la calle 3 Poniente esquina con 5 Sur, frente a la iglesia de San Agustín. Fue demolida y hoy es el hotel NH. Foto: Cortesía Fernando Mario Salazar Aranda. Puebla de Antaño

Las casas de los obispos

El obispo Julián Garcés (1519-1542) tuvo su casa en la acera norte de la calle 5 Oriente 1, en el sitio que hoy ocupa el atrio de la catedral. Se cree que ese mismo edificio fue ocupado por el fray Martín Sarmiento de Ojacastro (1548-1557), quien mandó demoler esa casa para que ahí se construyera la primera catedral de la ciudad y se hizo su casa en la 7 Poniente 500.

Diego Romano (1578-1606) tenía su casa en la acera norte de la calle 3 Poniente, esquina con 5 Sur, frente a la iglesia de San Agustín (hoy es el hotel NH). El obispo Alonso de la Mota y Escobar (1608-1625), construyó su casa en la esquina de las calles 2 Poniente y 3 Norte.

“Todos los obispos que llegaban a Puebla, previamente compraban uno de los mejores inmuebles de la ciudad para acondicionarlo y convertirlo en Palacio Episcopal. Los fueron construyendo cada vez más suntuosos hasta que llegó el obispo Palafox y puso orden. Compró un predio a un costado de lo que hoy es la catedral para establecer permanentemente el obispado”, asegura el investigador.


Juan de Palafox y Mendoza (1640-1653) compró las casas que colindaban con el Colegio de San Juan, sobre la calle 5 Oriente esquina con la avenida 16 de Septiembre (hoy oficinas de Correos y SAT). La catedral estaba en construcción y él estaba supervisando personalmente los avances de la obra. Esas casas estaban justo enfrente, y él las convirtió en Palacio Episcopal.

“Palafox era una persona práctica y excesivamente controladora. Aparte de sus tareas como obispo, Palafox vigilaba que los estudiantes del colegio de San Juan entraran a sus clases y que no estuvieran echando relajito; vigilaba las obras de catedral, también escribía y todavía se daba tiempo para ir a ver a sus hermanas que eran monjas carmelitas. Se paraba a las 4 de la mañana y dormía a las 10 de la noche. En 6 años terminó la catedral”, advierte.

Cuando el obispo Juan de Palafox y Mendoza dejó el territorio poblano, sus sucesores continuaron habitando el Palacio Episcopal. Solo hubo una excepción y fue el obispo Francisco Pablo Vázquez, quien construyó su propia casa a un costado del templo de la Candelaria, en Xonaca. Fue considerada como casa de campo y el inmueble es famoso por hospedar a Maximiliano y Carlota en varias ocasiones.

El obispo Manuel Fernández de Santa Cruz reformó el Palacio Episcopal, construyó los tribunales eclesiásticos, añadió una cárcel para los clérigos y abrió la puerta de entrada sobre la 5 Oriente. En la imagen se aprecia el costado del Palacio Episcopal sobre la 5 Oriente. Foto: Colección David Ramírez Huitrón

De colegio pontificio a Palacio Episcopal

El 16 de julio de 1643, el cabildo eclesiástico aceptó las casas que había adquirido Palafox como propiedad particular del obispo y oficialmente, el edificio quedó constituido como Palacio Episcopal.

El edificio del Palacio Episcopal, ubicado sobre la avenida 16 de Septiembre, esquina con la calle 5 Oriente, forma parte de los Antiguos Colegios Pontificios de Puebla. Está conectado con los Colegios de San Pedro, San Juan y la Biblioteca Palafoxiana.

Arquitectónicamente, su portada es ejemplo del Barroco Poblano, presume una combinación de ladrillos rojos en petatillo con azulejos de talavera que representan al obispado, simbolizado con flores de azucena.

“Fue la residencia oficial de los obispos de Puebla desde 1643 hasta 1917. Al ser el obispado más grande e importante, el Palacio Episcopal tenía que tener un lucimiento y fue lo que hizo el obispo Santa Cruz en la segunda mitad del siglo XVII. Lo decoró con azulejos, puso los tableros que están en el exterior sobre a fachada”, detalla Ramírez Huitrón.

Refiere que el edificio del Palacio Episcopal fue habilitado como tal por Juan de Palafox y Mendoza, pero su sucesor, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1700), lo perfeccionó. Arregló los corredores, construyó los tribunales eclesiásticos, añadió una cárcel para los clérigos y abrió la puerta de entrada (sobre la 5 Oriente) para los alumnos de la Escuela Real.

El 9 de agosto de 1903, la diócesis de Puebla cambió su rango al de Arquidiócesis, entonces el obispo Ramón Ibarra y González, se convirtió en el primer arzobispo de Puebla. Permaneció en el Palacio Episcopal hasta que llegaron los revolucionarios, en agosto de 1914, y lo desterraron. Foto: Colección David Ramírez Huitrón

La historia y el palacio

Agustín de Iturbide fue recibido en Puebla por el obispo Antonio Joaquín Pérez Martínez, quien lo alojó en el Palacio Episcopal del 2 al 5 de agosto 1821. Puebla se convirtió en la primera ciudad de la Nueva España en declararse independiente mediante tres actos solemnes públicos de Jura de la Independencia ante él. Uno de ellos se realizó desde el balcón principal del Palacio Episcopal, donde después de efectuarse una misa en la catedral, dicen que se ofreció un festín para el insurgente en el que se sirvió el Chile en Nogada.

A mediados del siglo XIX, debido a las leyes de desamortización y nacionalización de bienes eclesiásticos, las propiedades que habían pertenecido a la iglesia católica desde el virreinato, pasaron a ser propiedad federal. El entonces obispo Antonio de Labastida y Dávalos, fue desterrado, y el Palacio Episcopal sirvió como Palacio de Gobierno de 1861 a 1863. Después de la caída del segundo Imperio de Maximiliano (1867), el edificio le fue regresado al prelado.

A principios del siglo XX, llegó a la Angelópolis el obispo Ramón Ibarra y González quien se instaló en el Palacio Episcopal. El 9 de agosto de 1903, el Papa Pío X elevó la diócesis de Puebla al rango de Arquidiócesis, entonces el obispo se convirtió en el primer arzobispo de Puebla.

El arzobispo Ramón Ibarra y González siguió despachando en el Palacio Episcopal hasta que llegaron los revolucionarios y lo sacaron, el 23 de agosto de 1914. A partir de entonces, despacho durante un tiempo en la casa que compró en la calle 5 Poniente, casi enfrente del Congreso del Estado”, detalla.

“Cuando falleció, su sucesor atendió ahí provisionalmente pero luego se cambió de inmueble. Los arzobispos estuvieron cambiando de ubicación hasta finales del siglo XX que es cuando ocuparon la casa actual del Arzobispado, en la avenida 16 de Septiembre 901”, concluye el investigador.

Durante la primera mitad del siglo XX, el edificio del antiguo Palacio Episcopal se convirtió en Palacio Federal. Entonces se instaló la Hacienda Pública, la Dirección General de Tránsito (hoy oficina de Turismo) y la oficina del servicio público de Correos (1935). En el espacio que ocuparon los jardines del Palacio Episcopal durante la época colonial, hoy se encuentra el famoso restaurante El Mural de los Poblanos.

Durante la primera mitad del siglo XX, el edificio del antiguo Palacio Episcopal se convirtió en Palacio Federal. Se instalaron dependencias como la oficina del servicio público de Correos en 1935. Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Aspecto actual del Palacio Episcopal, hoy conocido como Palacio Federal. Se aprecian los trabajos de peatonalización de la avenida 16 de Septiembre. Foto: Bibiana Díaz. El Sol de Puebla

El papel que jugó la iglesia durante el virreinato no solo fue de apostolado, también de acción civilizadora y política. Los obispos y arzobispos eran dignatarios eclesiásticos con la facultad de dirigir a los naturales, y tenían bajo su mando territorios conocidos como diócesis.

Después de fundarse la nueva ciudad de españoles, la Angelópolis se convirtió en el obispado más relevante de la Nueva España. La diócesis tenía que tener una sede, pero los obispos que radicaron en la antigua Ciudad de los Ángeles, construyeron sus propias casas. Cuando llegó Juan de Palafox y Mendoza, en 1640, estableció permanentemente el obispado en el edificio del Palacio Episcopal.


El Palacio Episcopal fue la residencia oficial de los obispos de Puebla desde 1643 hasta 1917. En la foto se aprecia uno de los patios del recinto. Foto: Colección David Ramírez Huitrón

El obispado en el Virreinato

Tras el descubrimiento del nuevo continente en 1492, el reino de Castilla y León, exploró y conquistó grandes extensiones de territorio en América.

La religión católica fue clave en la expansión del imperio español y fundamental en su desarrollo, porque el papel que jugó la iglesia no solo fue de apostolado, también de acción civilizadora y política.

Las órdenes religiosas que llegaron a la Nueva España fueron el clero secular y el clero regular. Este último, tenía como misión evangelizar y educar. Los misioneros enseñaron a los naturales el castellano, también a leer y a escribir y a ganarse la vida mediante labores agrícolas o artesanales.

El clero secular también realizaba una misión evangelizadora, pero en menor medida. Su función principal era construir catedrales y nombrar curas, es decir, designaban a los obispos o arzobispos que tendrían a su mando un territorio. Dicho territorio era conocido cómo diócesis, y podía dividirse en varios territorios que formaban una provincia eclesiástica.



Los obispos y arzobispos eran funcionarios con atribuciones espirituales, pero también con un considerable poder político. Eran dignatarios eclesiásticos con la facultad de dirigir a los naturales. De ahí la importancia de establecer un obispado durante la Conquista.

La primera diócesis de la Nueva España fue la Carolensis (1518) y se estableció en las costas de Yucatán. Pero el territorio estaba completamente inexplorado y los conquistadores no sabían si era una isla o un nuevo continente, así que el obispado Carolense pronto fue abandonado.

Al tener un conocimiento más preciso del territorio de la Nueva España, después de la Conquista se erigió la diócesis de Tlaxcala, en recompensa a la lealtad que los tlaxcaltecas habían mostrado a los conquistadores. En una cédula fechada el 19 de septiembre de 1526, el rey Carlos I, señaló que el obispado se extendería por este territorio hacia Veracruz, Tabasco y parte de Chiapas.

En 1527, llegó a la Nueva España fray Julián Garcés, para tomar posesión de su diócesis en la iglesia de los franciscanos de Tlaxcala. Erigió la catedral de Santa María de la Purísima Concepción (actualmente en ruinas) y fundó la diócesis de México, en septiembre de 1530.

El obispo Julián Garcés, primer obispo de Puebla, tuvo su casa en la acera norte de la calle 5 Oriente 1, el sitio que hoy ocupa el atrio de la catedral. En la imagen se aprecia al fondo el Palacio Episcopal que habilitado por Juan de Palafox como residencia obispal. Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Nace la nueva sede episcopal

Después de la Conquista, en busca de un lugar adecuado para que se asentaran los españoles que vagaban por la Nueva España, y de una ruta comercial más corta entre la gran Tenochtitlán y Veracruz, se fundó la antigua Ciudad de los Ángeles (1531) en el valle de Cuetlaxcoapan.

La ciudad se trazó en torno de la Plaza Mayor (Zócalo) y alrededor de ella se levantaron los poderes coloniales (Iglesia, Cabildo y Audiencia).



El desarrollo de la nueva ciudad de españoles fue tan rápido que los canónigos del Cabildo de la catedral de Tlaxcala exhortaron al obispo para que promoviera el traslado definitivo de la sede episcopal a la Angelópolis.

En 1539, el obispo Julián Garcés trasladó la diócesis de Tlaxcala a Puebla con permiso del virrey Antonio de Mendoza. El Cabildo aprobó definitivamente recibir el obispado en 1541 y la cédula real se emitió el 6 de junio de 1543. Cuando esto sucedió, la Angelópolis se convirtió en uno de los obispados más relevantes de la Nueva España.

“En el lugar donde ahora está la catedral estaban la casa del obispo Julián Garcés y las casas de los tres vecinos más influyentes, que eran Alonso Galeote, Diego de Ordaz y Martín Pérez ‘El Partidor’ (partió los solares para distribuirlos)”, detalla el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

Refiere que, pese a que el derecho eclesiástico dice que el obispado debe tener una sede, los obispos que radicaron en la antigua Ciudad de los Ángeles de 1539 a 1643, vivieron en casas particulares.

En la foto se aprecia la casa que habitó el obispo Diego Romano. Se encontraba en la acera norte de la calle 3 Poniente esquina con 5 Sur, frente a la iglesia de San Agustín. Fue demolida y hoy es el hotel NH. Foto: Cortesía Fernando Mario Salazar Aranda. Puebla de Antaño

Las casas de los obispos

El obispo Julián Garcés (1519-1542) tuvo su casa en la acera norte de la calle 5 Oriente 1, en el sitio que hoy ocupa el atrio de la catedral. Se cree que ese mismo edificio fue ocupado por el fray Martín Sarmiento de Ojacastro (1548-1557), quien mandó demoler esa casa para que ahí se construyera la primera catedral de la ciudad y se hizo su casa en la 7 Poniente 500.

Diego Romano (1578-1606) tenía su casa en la acera norte de la calle 3 Poniente, esquina con 5 Sur, frente a la iglesia de San Agustín (hoy es el hotel NH). El obispo Alonso de la Mota y Escobar (1608-1625), construyó su casa en la esquina de las calles 2 Poniente y 3 Norte.

“Todos los obispos que llegaban a Puebla, previamente compraban uno de los mejores inmuebles de la ciudad para acondicionarlo y convertirlo en Palacio Episcopal. Los fueron construyendo cada vez más suntuosos hasta que llegó el obispo Palafox y puso orden. Compró un predio a un costado de lo que hoy es la catedral para establecer permanentemente el obispado”, asegura el investigador.


Juan de Palafox y Mendoza (1640-1653) compró las casas que colindaban con el Colegio de San Juan, sobre la calle 5 Oriente esquina con la avenida 16 de Septiembre (hoy oficinas de Correos y SAT). La catedral estaba en construcción y él estaba supervisando personalmente los avances de la obra. Esas casas estaban justo enfrente, y él las convirtió en Palacio Episcopal.

“Palafox era una persona práctica y excesivamente controladora. Aparte de sus tareas como obispo, Palafox vigilaba que los estudiantes del colegio de San Juan entraran a sus clases y que no estuvieran echando relajito; vigilaba las obras de catedral, también escribía y todavía se daba tiempo para ir a ver a sus hermanas que eran monjas carmelitas. Se paraba a las 4 de la mañana y dormía a las 10 de la noche. En 6 años terminó la catedral”, advierte.

Cuando el obispo Juan de Palafox y Mendoza dejó el territorio poblano, sus sucesores continuaron habitando el Palacio Episcopal. Solo hubo una excepción y fue el obispo Francisco Pablo Vázquez, quien construyó su propia casa a un costado del templo de la Candelaria, en Xonaca. Fue considerada como casa de campo y el inmueble es famoso por hospedar a Maximiliano y Carlota en varias ocasiones.

El obispo Manuel Fernández de Santa Cruz reformó el Palacio Episcopal, construyó los tribunales eclesiásticos, añadió una cárcel para los clérigos y abrió la puerta de entrada sobre la 5 Oriente. En la imagen se aprecia el costado del Palacio Episcopal sobre la 5 Oriente. Foto: Colección David Ramírez Huitrón

De colegio pontificio a Palacio Episcopal

El 16 de julio de 1643, el cabildo eclesiástico aceptó las casas que había adquirido Palafox como propiedad particular del obispo y oficialmente, el edificio quedó constituido como Palacio Episcopal.

El edificio del Palacio Episcopal, ubicado sobre la avenida 16 de Septiembre, esquina con la calle 5 Oriente, forma parte de los Antiguos Colegios Pontificios de Puebla. Está conectado con los Colegios de San Pedro, San Juan y la Biblioteca Palafoxiana.

Arquitectónicamente, su portada es ejemplo del Barroco Poblano, presume una combinación de ladrillos rojos en petatillo con azulejos de talavera que representan al obispado, simbolizado con flores de azucena.

“Fue la residencia oficial de los obispos de Puebla desde 1643 hasta 1917. Al ser el obispado más grande e importante, el Palacio Episcopal tenía que tener un lucimiento y fue lo que hizo el obispo Santa Cruz en la segunda mitad del siglo XVII. Lo decoró con azulejos, puso los tableros que están en el exterior sobre a fachada”, detalla Ramírez Huitrón.

Refiere que el edificio del Palacio Episcopal fue habilitado como tal por Juan de Palafox y Mendoza, pero su sucesor, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1700), lo perfeccionó. Arregló los corredores, construyó los tribunales eclesiásticos, añadió una cárcel para los clérigos y abrió la puerta de entrada (sobre la 5 Oriente) para los alumnos de la Escuela Real.

El 9 de agosto de 1903, la diócesis de Puebla cambió su rango al de Arquidiócesis, entonces el obispo Ramón Ibarra y González, se convirtió en el primer arzobispo de Puebla. Permaneció en el Palacio Episcopal hasta que llegaron los revolucionarios, en agosto de 1914, y lo desterraron. Foto: Colección David Ramírez Huitrón

La historia y el palacio

Agustín de Iturbide fue recibido en Puebla por el obispo Antonio Joaquín Pérez Martínez, quien lo alojó en el Palacio Episcopal del 2 al 5 de agosto 1821. Puebla se convirtió en la primera ciudad de la Nueva España en declararse independiente mediante tres actos solemnes públicos de Jura de la Independencia ante él. Uno de ellos se realizó desde el balcón principal del Palacio Episcopal, donde después de efectuarse una misa en la catedral, dicen que se ofreció un festín para el insurgente en el que se sirvió el Chile en Nogada.

A mediados del siglo XIX, debido a las leyes de desamortización y nacionalización de bienes eclesiásticos, las propiedades que habían pertenecido a la iglesia católica desde el virreinato, pasaron a ser propiedad federal. El entonces obispo Antonio de Labastida y Dávalos, fue desterrado, y el Palacio Episcopal sirvió como Palacio de Gobierno de 1861 a 1863. Después de la caída del segundo Imperio de Maximiliano (1867), el edificio le fue regresado al prelado.

A principios del siglo XX, llegó a la Angelópolis el obispo Ramón Ibarra y González quien se instaló en el Palacio Episcopal. El 9 de agosto de 1903, el Papa Pío X elevó la diócesis de Puebla al rango de Arquidiócesis, entonces el obispo se convirtió en el primer arzobispo de Puebla.

El arzobispo Ramón Ibarra y González siguió despachando en el Palacio Episcopal hasta que llegaron los revolucionarios y lo sacaron, el 23 de agosto de 1914. A partir de entonces, despacho durante un tiempo en la casa que compró en la calle 5 Poniente, casi enfrente del Congreso del Estado”, detalla.

“Cuando falleció, su sucesor atendió ahí provisionalmente pero luego se cambió de inmueble. Los arzobispos estuvieron cambiando de ubicación hasta finales del siglo XX que es cuando ocuparon la casa actual del Arzobispado, en la avenida 16 de Septiembre 901”, concluye el investigador.

Durante la primera mitad del siglo XX, el edificio del antiguo Palacio Episcopal se convirtió en Palacio Federal. Entonces se instaló la Hacienda Pública, la Dirección General de Tránsito (hoy oficina de Turismo) y la oficina del servicio público de Correos (1935). En el espacio que ocuparon los jardines del Palacio Episcopal durante la época colonial, hoy se encuentra el famoso restaurante El Mural de los Poblanos.

Durante la primera mitad del siglo XX, el edificio del antiguo Palacio Episcopal se convirtió en Palacio Federal. Se instalaron dependencias como la oficina del servicio público de Correos en 1935. Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Aspecto actual del Palacio Episcopal, hoy conocido como Palacio Federal. Se aprecian los trabajos de peatonalización de la avenida 16 de Septiembre. Foto: Bibiana Díaz. El Sol de Puebla

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