“La convivencia entre los individuos de la ciudad (no los del campo), era bastante amena y sencilla. Si una persona usaba levita (indumentaria elegante) y sombrero de copa, podía estar sin problema junto a alguien con las ropas rotas, no había confrontación entre ellos. Puebla era una ciudad pacífica no había malos modos”, expone el investigador, Pedro Sardá.
No había diferencia de estratos sociales en cuanto al trato entre las personas, a menos que fuera dentro de la organización de una casa o un negocio. Dentro de la casa estaba el espacio destinado a la servidumbre, y en un negocio, cada quien tenía roles específicos.
“El señor que anda limpiando la grasa de las máquinas no tenía por qué estar en la oficina porque no había grasa ahí, no es que tuviera prohibido estar ahí o se viera feo, es porque no tenía nada que hacer en la oficina. Así de sencillo, cada quien tenía sus roles”, asegura
Dice que los domingos las personas se ataviaban con sus mejores vestimentas para ir a misa. Asistía toda la sociedad en su conjunto, desde los de mayor poder adquisitivo hasta los menos favorecidos económicamente, la convivencia era total. Lo mismo se hacía (vestirse elegantemente) cuando se trataba de un evento familiar o social.
“Cuál era la diferencia? La vida de cada quién. ¿Cuál era la similitud? El compartir los mismos espacios”, señala.
Refiere que las diferentes actividades que la gente realizaba a manera de diversión o entretenimiento, las acotó dentro del porfiriato porque se supone que la Revolución (lucha armada y acontecimiento posteriores) lo transformó todo.
Estas actividades las divide en: Fiestas religiosas y civiles, Espectáculos de paga y gratuitos, Competencias y Ocio.
¿CÓMO SE ENTRETENÍA LA GENTE?
Sardá dice que lo principal en Puebla era la Catedral, con todo su calendario de eventos y que además regia la vida religiosa de la ciudad.
“En San Baltazar Campeche, se festeja al rey mago San Baltazar cada 6 de enero y también se celebra: “Los doce pares de Francia”, aun se hace la representación de este acontecimiento como catequización a los lugareños, sobre todo porque era una zona apartada de la parte central de la ciudad”, asegura.
“En esa época el mercado de San Baltazar solo funcionaba en esa fecha, venían los mercaderes a ofrecer sus mercancías, el resto del año era la cancha de beisbol de la colonia”, agrega.
Había también celebraciones políticas o desfiles de personajes, cuando llegaba un nuevo obispo o jefe político y toda la población iba a entretenerse. Como ejemplo tenemos cuando vino Porfirio Díaz a inaugurar la estación del ferrocarril, el Palacio Municipal o el Monumento de la Paz y Reconciliación del Panteón Francés.
“Algo que llamaba mucho la atención y que era parte del entretenimiento de los poblanos era todo lo relacionado con la muerte. Los sepelios llamaban la atención de la población, sobre todo dependiendo del personaje motivo del cortejo fúnebre. Los carruajes circulaban y la gente se acercaba”, refiere.
“Había dos góndolas, una muy sencilla para los cortejos fúnebres de poco costo y la población en general, y uno muy ornado para las personas que pagaban un sepelio más costoso e iban para al Panteón Municipal”, agrega.
ACTIVIDADES DIVERSAS
“En 1895 se llevó a cabo la primera edición del Combate de Flores. En este primero hubo una competencia no hablada entre los poblanos, tratando de mostrar su mejor carruaje y su mejor decoración. Además era la ocasión de presentar a las hijas que estaban en edad casadera. Los coches iban y venían sobre la Avenida Reforma del Paseo Bravo al zócalo, los carruajes se paseaba en un sentido y luego daban la vuelta para regresar por el sentido opuesto. Se podían ver jóvenes de ambos sexos. Por cerca de un siglo fue un evento amigable y ameno”, señala.
Relata que en el zócalo se instalaban juegos mecánicos y dice que los circos se anunciaban por los barrios, por ejemplo, un hombre con un acordeón pasaba caminando por las calles y con la música atraía la atención de la gente que cuando salía de sus casas veían que el hombre iba acompañado de un oso.
Los cines iniciaron con el Pathé y el Lux, después se adaptaron los teatros para hacer cines como el Variedades. También había tiendas departamentales en las que, aunque no se comprara nada, la gente iba a distraerse, como las Fábricas de Francia ubicadas en la 2 norte y 2 oriente.
Todas las actividades de los ranchos y las haciendas eran presentadas en eventos de la ciudad, para los charros era motivo de orgullo poder mostrar que se era un buen jinete. Esto generalmente era gratuito. La cacería que era muy socorrida, sobretodo porque se usaba como abasto, era fuente de proteína.
DEPORTES
El Parque España era un espacio adecuado para practicar deportes o realizar acontecimientos sociales como las tradicionales romerías. Estaba ubicado a un costado del Paseo Bravo. Cuando se cambió al mirador se convirtió en campo de beisbol.
Las corridas de toros en la plaza del Paseo Bravo contaban con localidades de diferentes precios, y siempre había una rendija por donde se podía ver sin pagar o los niños se trepaban a un poste para ver la corrida sin pagar.
William O. Jenkins practicaba tenis en el Club Alpha 1, del cual fue fundador y propietario, para lo cual se ataviaba muy elegantemente de blanco.
“Hubo muchas carreras de autos desde 1908 sobre todo en 1909 y 1910 entre la ciudad de México y Puebla. Algunos autos fueron requisados por los revolucionarios posteriormente y perdían partes que ellos iban adaptando en la forma que se podía, con lo que encontraban. Los impuestos de guerra son lo que los revolucionarios obtenían por la fuerza y los automóviles fueron uno de ellos”, puntualiza.
ALIMENTACIÓN
Ya existía el mercado de “la plaza”, hoy La Victoria y la Plazuela de Los Sapos que era mercado de abasto, ahí llegaba la gente a vender alimentos.
El lugar para banquetes más afamado era el restaurante francés Magloire. Otros lugares para socializar eran el Hotel Arronte, hoy casa de los cañones de la Buap, era también restaurante. Hotel del Jardín, actualmente hotel Colonial. Hotel restaurante Diligencias. La Cantina de Cano, en la esquina de Portal Juárez y 3 poniente. La Cantina Giacopello, hoy hotel Royalty.
Pero la gente también se dedicaba al arte, como la pintura, y además le gustaba hacer turismo, iban a Cholula, visitaban el Paseo Bravo, usaban el tranvía para ir y venir en la ciudad y distraerse un poco o hacían viajes especiales.