Dejaron el estado de Puebla un aproximado de 450 migrantes que acamparon a un costado de las vías del tren en la colonia La Loma de la capital poblana. En un total de 12 góndolas se dirigieron a Manzanillo, Colima, y de ahí, seguirán buscando alternativas para llegar al país vecino de Estados Unidos.
➡️ Únete al canal de El Sol de Puebla en WhatsApp para no perderte la información más importante
En su mayoría se pudieron ver familias completas: madres y padres con sus infancias, pero también jóvenes que viajaban solos con la esperanza de encontrar trabajo y dejar la violencia de sus países. Los migrantes dijeron ser principalmente de Venezuela, Guatemala, El Salvador, Cuba y hasta de Haití.
Con llagas en los pies, con problemas en la piel por el sol intenso, con hambre y mucha sed, los migrantes aprovecharon los minutos previos a la salida del tren para pedir ayuda de los ciudadanos. No todos quisieron ayudar, pero los que sí lo hicieron, entregaron papel higiénico, agua y comida.
No se vio la presencia de ni una autoridad para auxiliarlos, ni de la CDH, del Ayuntamiento de Puebla, del DIF (estatal o municipal), solo se vieron tres policías estatales que fotografiaron todo lo que sucedió y un dron estuvo volando la zona, pero se desconoce a quien pertenecía. “No están vigilando para caernos de sorpresa”, fue una de sus inquietudes.
Mujeres e infancias en la caravana migrante
Desde el 22 de mayo se vieron diferentes caravanas migrantes que llegaron a la entidad y la ubicada en La Loma era la última que faltaba por partir. Dentro de sus planes, no está quedarse en el país, aunque los han recibido “muy bien”, están convencidos de que lograrán el “sueño americano”.
Hay diversas historias, desde los que dejaron su país porque tenían miedo que el narcotráfico los obligara a enlistarse en sus filas, hasta los que dejaron su casa por hambre y falta de empleo. La mala economía de sus países fue el detonante para tomar sus cosas, hacer una mochila llena de recuerdos y emprender este viaje que puede durar meses o hasta años.
Katiana Sandoval, “Katy”, es una mujer de Apure, Venezuela, que viaja con su pareja y su bebé, en su país se quedaron sus otros dos hijos mayores. La idea es llegar a Estados Unidos, encontrar un trabajo estable para vivir y cuando tengan todo eso, enviar dinero para que los otros dos niños de 13 y 7 años puedan alcanzarlos.
Si dejó su hogar fue porque lleva años sin encontrar trabajo y en el barrio en donde vive, la violencia se ha desatado por la falta de víveres. “Te pueden matar por un pan”, declaró. Le partió el corazón dejar a sus otros dos niños, pero llevarlos, implicaba dinero extra que no tiene y también ponerlos en riesgo.
“No ha sido fácil, pero todos los días le pido a Dios que nos dé ese privilegio de llegar a nuestro destino. Allá no tenemos conocidos, vamos a empezar a buscar por nuestra cuenta. Muchos nos juzgan, pero de verdad, no saben todo lo que hemos vivido en nuestros países, no se los deseo a nadie”, comentó.
Otra mujer que viaja sola con sus tres hijos fue Joseline Arredondo de Guatemala. Tampoco encontró trabajo y esta situación se agudizó cuando sus hijos registraron una discapacidad y no había servicios médicos gratuitos. El médico de su barrio, le dijo que la situación de los menores tal vez fue a raíz de su mala alimentación, pero ella no tenía dinero para comer.
En los últimos años, los servicios médicos en Guatemala han registrado varias problemáticas, hay escasez de especialistas, de medicamentos y solo la población con dinero puede acceder a ellos. Este panorama hizo que se uniera a la caravana, ya que le han dicho que en Estados Unidos sí pueden tratar a sus hijos y que ella encontrará trabajo para sacarlos adelante.
“Ha sido muy duro, bien complicado. No tengo familia que me envíe plata, cargo a tres niños, soy madre soltera y los tres son casos especiales, una sufre del corazón, uno es autista y la menor tiene microcefalia, pero ahí voy, voy luchando en este camino por ellos. Muchos me critica, pero no saben lo dura que está la situación en mi país”, agregó.
El Sol de Puebla también pudo platicar con dos menores de edad, Samuel de 15 años y Joss de 9 años. Ambos relataron que lo más difícil de este viaje es cuando se quedan sin agua, tener sed, ¡mucha sed!, es algo que no se lo desean a nadie. Su piel tiene manchas blancas por el sol y su cabello y sus pestañas se han quemado.
Extrañan sus países, Venezuela y El Salvador, ellos los recuerdan “bonito”, en donde salían a jugar, en donde tenían amigos. Ahora sus compañeros de juego son personas adultas y niños también, con quienes comparten los vagones de tren o las largas caminatas. No saben cuando terminará su viaje, sólo esperan dormir pronto en una cama y volver a tener juguetes, ya que los pocos que tenían, sus padres los tiraron porque ya era mucho peso para los vagones.
“Gracias, hermanos poblanos, no los vamos a olvidar”
Alrededor de las 12:00 horas, los migrantes empezaron a subirse a los vagones de Ferromex para seguir su siguiente parada: Manzanillo. Están emocionados, les han dicho que “es muy bonito” y tienen la esperanza de que ahí, su trayecto para Estados Unidos sea más rápido. Como varios poblanos se enteraron que estaban esperando la salida del tren, acudieron a este lugar para regalarles comida, agua y artículos de higiene personal.
Se vio la presencia de comerciantes de la Central de Abastos, un grupo de vecinos de San Pablo Xochimehuacan y Olga Méndez Juárez, expresidenta de la Canirac, ella llevó fruta, tortas y aguas. No se vio la presencia de ningún otro personaje poblano, alguna organización, la Iglesia, las autoridades locales, ni siquiera de la CDH, aunque emitió un comunicado asegurando que estaría pendiente de sus necesidades.
Sólo una vez intentaron las autoridades municipales acercarse a los migrantes de este grupo y los invitaron a acudir a sus albergues, pero sus conocidos les dijeron que no confiaran en ellos, pues les “dan el pitazo” a los del Instituto Nacional de Migración (INM) los encierra y deportan a sus países.
“Gracias a todos los hermanos poblanos que nos ayudaron, que nos regalaron comida, jamás los vamos a olvidar, de todos los estados en México que hemos estado, ustedes han sido de los más solidarios, pero no vamos a confiar en sus albergues, mejor nos quedamos aquí, entiéndanos, les tenemos miedo a las autoridades desde nuestro país”, expresaron.
A las 12:30 horas todos empezaron a subirse a los vagones, a repartir la comida, a instalarse para que el viaje de más de 10 horas sea menos complicado. Pusieron sabanas para taparse del sol, acomodaron cobijas para que no les salgan mas llagas y se despidieron de todas las personas que fueron a ayudarlos.