La familia Martínez empezó a vender donas en la ciudad de Puebla para pagar el tratamiento de autismo que tiene el más pequeño de su hogar: Héctor, y hace algunos meses, el menor sugirió que parte de las ganancias se destinaran para darle de comer a las personas que no tienen hogar. Hoy en día, brindan ayuda a un aproximado de 100 personas que no tienen recursos económicos.
Nelly Carrasco y Uziel Martínez son los padres de Héctor, quien está diagnosticado con síndrome de asperger (un trastorno del espectro autista) y con déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Actualmente Héctor tiene nueve años, pero cuando tenía seis y entró a la primaria, tuvo un conflicto con uno de sus profesores, está situación hizo que lo llevaran a una clínica de su comunidad y los especialistas confirmaron que se trataba de autismo. Posteriormente acudieron al Hospital psiquiátrico Dr. Rafael Serrano "El Batán” para realizarle exámenes, así como estudios y de nueva cuenta confirmaron el transformo.
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La familia ya se dedicaba a vender cócteles de fruta y aguas de sabores desde antes de la noticia, pero al enterarse que tenían que comprar medicamentos para Héctor y llevarlo a consultas, empezaron a idear planes para ganar dinero extra.
Fue ahí que surgió la idea de “Donas Elite”, un negocio de donas de varios sabores que se venden desde un automóvil. La familia Martínez se coloca todos los días en la calle 11 Sur en la esquina con la Avenida Cuauhtémoc y ofertan sus productos. Para Héctor, estas donas son las “más ricas de Puebla”, ya que todo está hecho en casa y tiene sabor hogareño.
Aunque el autismo en algunas ocasiones causa problemas en la interacción social y la comunicación, Héctor es muy bondadoso y le gusta ayudar a los demás. Prueba de ello es que sugirió a sus padres que parte de sus ganancias las invirtieran para darle de comer a las personas que piden limosna o que no tienen un lugar para vivir.
Esta petición sorprendió a los padres, los conmovió y los hizo darse de que tiene un hijo extraordinario. “Esta idea nació de él, de nadie más y la lección que nos dejó es que aunque tengamos poco, si lo compartimos, se devuelve. Nosotros necesitamos vender para ayudar a nuestro hijo, pero si ayudamos a más personas nunca nos faltará el trabajo”, comentó.
Ahora todos los integrantes de la familia apoyan en la vendimia, Nelly, Uziel, Héctor y sus dos hermanas. Y antes de que empiecen a vender, principalmente de lunes a viernes, regalan comida para personas que más lo necesitan. “Hay que ayudar a quien más lo necesita y más en estos tiempos de pandemia en donde hay mucha falta de trabajo, mucha falta de amor, si ayudamos todo se regresará con creces”, compartió la familia.