/ domingo 7 de enero de 2024

En Puebla falta legislar la certificación de animales de apoyo emocional

La falta de leyes en torno a esta terapia también se traduce en que ningún lugar tiene la obligación de permitir el acceso a estos animales

En Puebla, la inexistente legislación para regular la certificación de animales de apoyo emocional provocó que cualquier persona, con el capricho de llevar a su mascota a todas partes, pueda acreditarla. Esto generó una restricción en el acceso a diferentes sitios, incluso para quienes sí necesitan de este apoyo, pues no hay forma de comprobar la autenticidad de sus documentos.

En esta postura coinciden abogadas, psicólogas y académicos en la entidad. La limitación que sufren las personas con algún trastorno emocional y que necesitan la compañía de estos animales (en su mayoría perros), no es únicamente un acto de discriminación, sino también un demérito al trabajo de esta terapia recomendada por especialistas en Psiquiatría, convirtiéndola en una moda.

La falta de leyes en torno a esta terapia también se traduce en que ningún lugar (restaurantes, centros de trabajo, escuelas e iglesias, entre otros) tiene la obligación de permitir el acceso a estos animales, lo que puede afectar el proceso de recuperación de quienes atraviesan por un trastorno de depresión, ansiedad, entre otros, sostiene Guadalupe Gómez Robles, abogada especializada en maltrato animal.

La movilidad de estos animales tiene que ser legislada. No son mascotas, son un apoyo emocional y no tenemos leyes, solo reglamentos. Urgen sanciones para quienes no permitan el acceso y para quienes lucren con estos documentos”, insiste.

Además, quienes abusan de esta ventaja, que no necesitan, pueden incurrir en maltrato animal, pues no todos los perros o gatos pueden ser de apoyo emocional, algunos se estresan al salir de casa o al convivir con más personas. “Lucrar con estos animales no es un juego”, advierte María del Rayo Torralba Zavaleta, especialista en Adiestramiento Profesional de Perros de Asistencia y Terapia y representante del Centro de Terapia Asistida con Perros (Psicotap).

Rechazo es discriminación

La negligencia de quienes abusan de esta ventaja provocó una discriminación ‘justificada’ para quienes sí tienen un animal de apoyo emocional, pues ¿cómo saber quiénes mienten y quiénes no?

Para el representante del Centro Psicopedagógico de Equinoterapia y Desarrollo Asistencial y académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Francisco Zepeda Astorga, el rechazo generado hacia estos animales limita la inclusión social y se traduce en un acto de discriminación hacia los pacientes al llevar su tratamiento.

Por eso resulta urgente regular estos documentos, para evitar el abuso y los falsos señalamientos.

Quienes abusan de esta ventaja, que no necesitan, pueden incurrir en maltrato animal. Foto: Daniela Hernández | El Sol de Puebla


“Califican como un capricho el meter a un perro y desconocen que se trata de un proceso de acompañamiento emocional, sería una discriminación limitar el acceso porque no saben cuál es la función específica del animal, pero peor aún es que aun sabiendo esto prohíban la entrada, considero que esto sería doblemente peligroso”, afirma.

Esta discriminación parte de la desinformación, ya que, incluso en internet, es difícil conseguir datos sobre estos animales, su función y aportación en el tratamiento de enfermedades mentales, opina.

El rechazo hacia estos animales también se debe a que, por cultura, el acompañamiento estaba desvinculado de los seres humanos. Hasta hace algunos años no se podía ni imaginar a un perro al interior de una casa, su sitio era en la azotea, amarrado en el patio, mucho menos se podía pensar en que su compañía resultaría sanadora para algunas personas, agrega Ericka Ileana Escalante Izeta, coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Apoyo emocional se tradujo en lucro


El lucro que acompaña a estos animales pone en riesgo la continuidad del tratamiento psiquiátrico. Un ejemplo de esto es que, en su mayoría, los sitios que se denominan petfriendly no toman esta idea con el fin de abonar al mejoramiento de dichos pacientes, solo buscan vender.

Tal es el interés económico en estos animales que no solo es visible en los comercios, también en los pseudo especialistas que emiten “certificados” para cobrar hasta mil pesos por ellos. Pero esto forma parte de una irresponsabilidad colectiva, en donde el falso paciente es el inicio del problema, afirma Torralba Zavaleta.

Por ejemplo, el acreditar a una mascota como un animal de apoyo emocional ha servido a muchas personas para beneficiarse con las ventajas que esto supone. Por ejemplo: viajar con perros o gatos en las cabinas de los aviones o en el asiento de un autobús sin pagar un precio extra, explica.

Para esta “estrategia” resulta muy fácil preguntar en grupos de Facebook o con algún psiquiatra (incluso con psicólogos, aunque no son aptos para recomendar esta terapia) y pagar por la expedición de un certificado, del que resulta imposible acreditar su autenticidad y, fácilmente, es igual a la de alguien que sí necesita de este apoyo.

A diferencia de otros animales, como el perro guía o de terapias asistidas (por ejemplo: la equinoterapia), los de apoyo emocional no se diferencian del resto con facilidad, pues no tienen ningún tipo de entrenamiento previo.

Los de apoyo emocional son prescritos incluso por psicólogos que no tienen ni idea de lo que están hablando, tanto en Puebla, como en México, desgraciadamente están lucrando con ello, ante tanta tergiversación de la información y falta de seriedad perjudican a las personas que sí lo necesitan”, insiste.

No hay un registro ni un padrón oficial de animales certificados de apoyo emocional. Foto: Daniela Hernández | El Sol de Puebla



No hay un registro ni un padrón oficial de animales certificados de apoyo emocional. Por esta razón cualquier persona que cobre por uno de estos documentos, sin que exista un historial médico que lo avale, miente.

Urge una ley que regule la expedición irresponsable de estos documentos. Lucrar con esta actividad tiene severas afectaciones, entre ellas el maltrato animal, advierte la especialista.

“En lo legal hay dos necesidades: que las instituciones y establecimientos tengan más apertura y eviten la discriminación, y por otro lado que se tenga consciencia de que esto no es un juego, no es un tema de moda y que sí realmente necesitas la compañía de ese animal debes presentar un documento que avale que estás en un proceso terapéutico, necesitamos regular esos permisos”, apunta Escalante Izeta.

Sobre el maltrato animal

El capricho por llevar a una mascota a todas partes haciéndola pasar como un apoyo emocional es maltrato, porque coloca los intereses de una persona por encima del bienestar del animal.

No todos los perros y gatos pueden desarrollar esta tarea, pese a que no deben tener un entrenamiento previo. Ni siquiera todos los pacientes, aunque piensen que sí, son aptos para tener uno de estos compañeros, subraya el investigador de la BUAP.

Para recomendar esta terapia, los especialistas evalúan las características del usuario con base en su historial. No hay que olvidar que quienes se apoyan de estos animales atraviesan por un trastorno mental.

No todos son candidatos al proceso de rehabilitación a través de animales, porque a lo mejor la persona puede tener antecedentes de maltrato animal y sería un riesgo colocarle un compañero, o a lo mejor el paciente no tiene control de sus impulsos y, de forma accidental, puede quitarle la vida”, alerta.

Estos seres vivos no son objetos ni accesorios, no son para traerse de un lado a otro, ni mucho menos existen para el servicio de los humanos. Quienes se apoyan en ellos para un proceso de recuperación emocional lo hacen con base en sus características o atributos, sin caer en la cosificación. “Hay que dejar las cosas claras y usar los términos correctos”, señala.

Como un acto de empatía, incluso sin una ley de por medio, quienes lucran con estos animales deben reflexionar sobre los daños que están causando a su mascota. No únicamente por el ámbito económico, sino porque, al igual que otro ser vivo, no todos tienen la capacidad de socialización.

Algunos también sufren ansiedad o temor al salir de casa. No hay que priorizar la negligencia ni olvidar los derechos de los animales.

No es amor, es salud mental

El apoyo de terapia no está relacionado con el amor a los animales. Para su recomendación, no será más apto quien se considere animalista o quien más quiera pasar tiempo con su mascota, es un tema relacionado estrictamente con la salud mental, defiende Zepeda Astorga.

“Lo importante es que el animal de acompañamiento sea el puente del paciente para que pueda ejecutar actividades de la vida diaria que, a lo mejor sin la seguridad y confianza que le brinda la especie, no se atrevería a hacer”, explica.

El apoyo de terapia no está relacionado con el amor a los animales. Foto: Daniela Hernández | El Sol de Puebla

Algunos beneficios de esta terapia, y por las cuales resulta importante que los pacientes puedan ser acompañados por sus animales, es que desarrollan mayor socialización y seguridad en sí mismos. Además, ayuda en el control de crisis nerviosas o de ansiedad, coinciden Zepeda, Escalante y Gómez.

“A veces es más notorio que se requiere del apoyo de un animal, porque ellos no te juzgan, ni cómo te ves, ni cómo te sientes, cómo hueles, tu apariencia, simplemente responde a la necesidad emocional porque te identifica como un líder y eso genera un sano vínculo”, comparte el especialista de la BUAP.

La acción inmediata sin legislación

Además de la urgente legislación para el control de certificados, resulta prudente que, mientras eso sucede, quienes estén en proceso de apoyarse en estos animales se aseguren de que quien emitirá dicha recomendación tenga un historial profesional que acredite su experiencia en el trabajo con animales, que posea una cédula profesional en dicho rubro, y que su padecimiento personal respalde dicha recomendación.

Para los encargados de instituciones, empresas y establecimientos que niegan el acceso para estos pacientes (y que temen no poder diferenciar un certificado real) una recomendación es que, junto al certificado, pida al usuario la cartilla de vacunación actualizada del animal que asegure que puede ingresar sin representar un riesgo para las demás personas o para otros animales, es indispensable.

Habitualmente, quienes ocupan a estos seres como un capricho dejan de lado la salud del propio animal, por lo que puede ser una alternativa para darse cuenta de quién miente.


También pueden sugerir la presentación de una receta médica, pues en casos más severos de trastornos mentales los psiquiatras sugieren el consumo de medicamentos. Así, también pueden diferenciar un documento falso, pues los psicólogos no son aptos para recetar algún fármaco, insiste el académico.

Incluso, si observan a detalle, en las propias características del documento pueden darse cuenta si son apócrifos. Regularmente, los especialistas entregan una carta física con sello, firma y datos indispensables como el número de cédula profesional y su profesión, si en este último se observa el nombre de algún especialista que no está relacionado con el tema ya es mala señal.

“No hay que dejarnos llevar por quienes, desde mi perspectiva, utilizan a los animales para un beneficio humano”, concluye Torralba.

En Puebla, la inexistente legislación para regular la certificación de animales de apoyo emocional provocó que cualquier persona, con el capricho de llevar a su mascota a todas partes, pueda acreditarla. Esto generó una restricción en el acceso a diferentes sitios, incluso para quienes sí necesitan de este apoyo, pues no hay forma de comprobar la autenticidad de sus documentos.

En esta postura coinciden abogadas, psicólogas y académicos en la entidad. La limitación que sufren las personas con algún trastorno emocional y que necesitan la compañía de estos animales (en su mayoría perros), no es únicamente un acto de discriminación, sino también un demérito al trabajo de esta terapia recomendada por especialistas en Psiquiatría, convirtiéndola en una moda.

La falta de leyes en torno a esta terapia también se traduce en que ningún lugar (restaurantes, centros de trabajo, escuelas e iglesias, entre otros) tiene la obligación de permitir el acceso a estos animales, lo que puede afectar el proceso de recuperación de quienes atraviesan por un trastorno de depresión, ansiedad, entre otros, sostiene Guadalupe Gómez Robles, abogada especializada en maltrato animal.

La movilidad de estos animales tiene que ser legislada. No son mascotas, son un apoyo emocional y no tenemos leyes, solo reglamentos. Urgen sanciones para quienes no permitan el acceso y para quienes lucren con estos documentos”, insiste.

Además, quienes abusan de esta ventaja, que no necesitan, pueden incurrir en maltrato animal, pues no todos los perros o gatos pueden ser de apoyo emocional, algunos se estresan al salir de casa o al convivir con más personas. “Lucrar con estos animales no es un juego”, advierte María del Rayo Torralba Zavaleta, especialista en Adiestramiento Profesional de Perros de Asistencia y Terapia y representante del Centro de Terapia Asistida con Perros (Psicotap).

Rechazo es discriminación

La negligencia de quienes abusan de esta ventaja provocó una discriminación ‘justificada’ para quienes sí tienen un animal de apoyo emocional, pues ¿cómo saber quiénes mienten y quiénes no?

Para el representante del Centro Psicopedagógico de Equinoterapia y Desarrollo Asistencial y académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Francisco Zepeda Astorga, el rechazo generado hacia estos animales limita la inclusión social y se traduce en un acto de discriminación hacia los pacientes al llevar su tratamiento.

Por eso resulta urgente regular estos documentos, para evitar el abuso y los falsos señalamientos.

Quienes abusan de esta ventaja, que no necesitan, pueden incurrir en maltrato animal. Foto: Daniela Hernández | El Sol de Puebla


“Califican como un capricho el meter a un perro y desconocen que se trata de un proceso de acompañamiento emocional, sería una discriminación limitar el acceso porque no saben cuál es la función específica del animal, pero peor aún es que aun sabiendo esto prohíban la entrada, considero que esto sería doblemente peligroso”, afirma.

Esta discriminación parte de la desinformación, ya que, incluso en internet, es difícil conseguir datos sobre estos animales, su función y aportación en el tratamiento de enfermedades mentales, opina.

El rechazo hacia estos animales también se debe a que, por cultura, el acompañamiento estaba desvinculado de los seres humanos. Hasta hace algunos años no se podía ni imaginar a un perro al interior de una casa, su sitio era en la azotea, amarrado en el patio, mucho menos se podía pensar en que su compañía resultaría sanadora para algunas personas, agrega Ericka Ileana Escalante Izeta, coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Apoyo emocional se tradujo en lucro


El lucro que acompaña a estos animales pone en riesgo la continuidad del tratamiento psiquiátrico. Un ejemplo de esto es que, en su mayoría, los sitios que se denominan petfriendly no toman esta idea con el fin de abonar al mejoramiento de dichos pacientes, solo buscan vender.

Tal es el interés económico en estos animales que no solo es visible en los comercios, también en los pseudo especialistas que emiten “certificados” para cobrar hasta mil pesos por ellos. Pero esto forma parte de una irresponsabilidad colectiva, en donde el falso paciente es el inicio del problema, afirma Torralba Zavaleta.

Por ejemplo, el acreditar a una mascota como un animal de apoyo emocional ha servido a muchas personas para beneficiarse con las ventajas que esto supone. Por ejemplo: viajar con perros o gatos en las cabinas de los aviones o en el asiento de un autobús sin pagar un precio extra, explica.

Para esta “estrategia” resulta muy fácil preguntar en grupos de Facebook o con algún psiquiatra (incluso con psicólogos, aunque no son aptos para recomendar esta terapia) y pagar por la expedición de un certificado, del que resulta imposible acreditar su autenticidad y, fácilmente, es igual a la de alguien que sí necesita de este apoyo.

A diferencia de otros animales, como el perro guía o de terapias asistidas (por ejemplo: la equinoterapia), los de apoyo emocional no se diferencian del resto con facilidad, pues no tienen ningún tipo de entrenamiento previo.

Los de apoyo emocional son prescritos incluso por psicólogos que no tienen ni idea de lo que están hablando, tanto en Puebla, como en México, desgraciadamente están lucrando con ello, ante tanta tergiversación de la información y falta de seriedad perjudican a las personas que sí lo necesitan”, insiste.

No hay un registro ni un padrón oficial de animales certificados de apoyo emocional. Foto: Daniela Hernández | El Sol de Puebla



No hay un registro ni un padrón oficial de animales certificados de apoyo emocional. Por esta razón cualquier persona que cobre por uno de estos documentos, sin que exista un historial médico que lo avale, miente.

Urge una ley que regule la expedición irresponsable de estos documentos. Lucrar con esta actividad tiene severas afectaciones, entre ellas el maltrato animal, advierte la especialista.

“En lo legal hay dos necesidades: que las instituciones y establecimientos tengan más apertura y eviten la discriminación, y por otro lado que se tenga consciencia de que esto no es un juego, no es un tema de moda y que sí realmente necesitas la compañía de ese animal debes presentar un documento que avale que estás en un proceso terapéutico, necesitamos regular esos permisos”, apunta Escalante Izeta.

Sobre el maltrato animal

El capricho por llevar a una mascota a todas partes haciéndola pasar como un apoyo emocional es maltrato, porque coloca los intereses de una persona por encima del bienestar del animal.

No todos los perros y gatos pueden desarrollar esta tarea, pese a que no deben tener un entrenamiento previo. Ni siquiera todos los pacientes, aunque piensen que sí, son aptos para tener uno de estos compañeros, subraya el investigador de la BUAP.

Para recomendar esta terapia, los especialistas evalúan las características del usuario con base en su historial. No hay que olvidar que quienes se apoyan de estos animales atraviesan por un trastorno mental.

No todos son candidatos al proceso de rehabilitación a través de animales, porque a lo mejor la persona puede tener antecedentes de maltrato animal y sería un riesgo colocarle un compañero, o a lo mejor el paciente no tiene control de sus impulsos y, de forma accidental, puede quitarle la vida”, alerta.

Estos seres vivos no son objetos ni accesorios, no son para traerse de un lado a otro, ni mucho menos existen para el servicio de los humanos. Quienes se apoyan en ellos para un proceso de recuperación emocional lo hacen con base en sus características o atributos, sin caer en la cosificación. “Hay que dejar las cosas claras y usar los términos correctos”, señala.

Como un acto de empatía, incluso sin una ley de por medio, quienes lucran con estos animales deben reflexionar sobre los daños que están causando a su mascota. No únicamente por el ámbito económico, sino porque, al igual que otro ser vivo, no todos tienen la capacidad de socialización.

Algunos también sufren ansiedad o temor al salir de casa. No hay que priorizar la negligencia ni olvidar los derechos de los animales.

No es amor, es salud mental

El apoyo de terapia no está relacionado con el amor a los animales. Para su recomendación, no será más apto quien se considere animalista o quien más quiera pasar tiempo con su mascota, es un tema relacionado estrictamente con la salud mental, defiende Zepeda Astorga.

“Lo importante es que el animal de acompañamiento sea el puente del paciente para que pueda ejecutar actividades de la vida diaria que, a lo mejor sin la seguridad y confianza que le brinda la especie, no se atrevería a hacer”, explica.

El apoyo de terapia no está relacionado con el amor a los animales. Foto: Daniela Hernández | El Sol de Puebla

Algunos beneficios de esta terapia, y por las cuales resulta importante que los pacientes puedan ser acompañados por sus animales, es que desarrollan mayor socialización y seguridad en sí mismos. Además, ayuda en el control de crisis nerviosas o de ansiedad, coinciden Zepeda, Escalante y Gómez.

“A veces es más notorio que se requiere del apoyo de un animal, porque ellos no te juzgan, ni cómo te ves, ni cómo te sientes, cómo hueles, tu apariencia, simplemente responde a la necesidad emocional porque te identifica como un líder y eso genera un sano vínculo”, comparte el especialista de la BUAP.

La acción inmediata sin legislación

Además de la urgente legislación para el control de certificados, resulta prudente que, mientras eso sucede, quienes estén en proceso de apoyarse en estos animales se aseguren de que quien emitirá dicha recomendación tenga un historial profesional que acredite su experiencia en el trabajo con animales, que posea una cédula profesional en dicho rubro, y que su padecimiento personal respalde dicha recomendación.

Para los encargados de instituciones, empresas y establecimientos que niegan el acceso para estos pacientes (y que temen no poder diferenciar un certificado real) una recomendación es que, junto al certificado, pida al usuario la cartilla de vacunación actualizada del animal que asegure que puede ingresar sin representar un riesgo para las demás personas o para otros animales, es indispensable.

Habitualmente, quienes ocupan a estos seres como un capricho dejan de lado la salud del propio animal, por lo que puede ser una alternativa para darse cuenta de quién miente.


También pueden sugerir la presentación de una receta médica, pues en casos más severos de trastornos mentales los psiquiatras sugieren el consumo de medicamentos. Así, también pueden diferenciar un documento falso, pues los psicólogos no son aptos para recetar algún fármaco, insiste el académico.

Incluso, si observan a detalle, en las propias características del documento pueden darse cuenta si son apócrifos. Regularmente, los especialistas entregan una carta física con sello, firma y datos indispensables como el número de cédula profesional y su profesión, si en este último se observa el nombre de algún especialista que no está relacionado con el tema ya es mala señal.

“No hay que dejarnos llevar por quienes, desde mi perspectiva, utilizan a los animales para un beneficio humano”, concluye Torralba.

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