/ miércoles 9 de febrero de 2022

Industria textil de mezclilla, una de las grandes contaminantes del río Atoyac

El 24 por ciento de las 2 mil industrias que contaminan este río son de tipo textil

Para el lavado de un pantalón de mezclilla, que es la etapa final en su fabricación, se ocupan entre seis y hasta 18.6 litros de agua, es decir, el equivalente a lo que podría tomar una persona durante tres o 10 días; no obstante, el daño ecológico provocado por la industria textil va más allá, ya que representa el 24 por ciento de las fuentes contaminantes del Río Atoyac, según el último informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

¿Alguna vez te has preguntado qué tanto afectan tus hábitos de consumo al medio ambiente? Debes saber que en el caso de la mezclilla, cuando eliges una prenda con colores claros estás adquiriendo un producto que representó mayor gasto de agua para su producción, ya que las tonalidades y efectos requieren más químicos y procesos de enjuague.

Para la moda no hay estándares, siempre está en constante evolución y por lo tanto hay infinidad de procesos para la elaboración de pantalones de mezclilla, cada día surge la necesidad de competir creando nuevos colores, texturas y diseños, así que el consumo de agua no puede parar.

Alfonso Méndez López lleva 25 años trabajando en la industria textil en Puebla, aunque las empresas en donde ha laborado son medianas o pequeñas lavanderías en las que el procedimiento de teñido y lavado se hace con maquinaria que no está actualizada y que es la predominante en este sector.

“Las lavanderías o empresas usan máquinas que cuestan unos 800 mil o 900 mil pesos, todo es manual, uno tiene que ir trabajando las prendas, existe maquinaria sofisticada que si reduce el uso de agua pero son muy caras, cuestan mínimo cuatro millones de pesos y realmente es imposible adquirirlas, mucha de la ropa que se hace se vende en mercados o tianguis, entonces el precio al cliente no da para costearlas”, explicó.

Los pequeños y medianos talleres textiles representan la mayor preocupación en materia de impacto ambiental, ya que en la mayoría de los casos envían sus aguas residuales a la red de drenaje sanitario de los municipios sin dar el tratamiento pertinente, lo que termina por perjudicar al Atoyac, explicó María Eugenia Ibarrarán Viniegra, quien forma parte del Instituto de investigaciones en Medio Ambiente “Xavier Gorostiaga SJ”, de la Universidad Iberoamericana.

LA MEZCLILLA AZUL CLARO, LA MAYOR CONSUMIDORA DE AGUA

Si bien en la industria textil hay diversos procesos, los más utilizados para generar las prendas que toda persona adquiere son el suavizado, el stone, teñido, barrido y blins, siendo este último el aplicado a los pantalones de color azul claro.

Méndez detalló que aunque cada empresa aplica sus propias técnicas, el hecho es que el consumo de agua es similar en las pequeñas y medianas lavanderías de la entidad, así que para dimensionar el consumo en cada prenda, explicó dichos procedimientos tomando como base una máquina o lavadora con capacidad para 200 pantalones de adulto.

El suavizado, es un proceso básico que sirve para eliminar la rigidez de la mezclilla y es el que menos consume agua, ya que de acuerdo con Alfonso, para 200 prendas se ocupan mil 200 litros del vital líquido, que se distribuyen de la siguiente forma: “Inicia con un primer lavado en 400 litros de agua por 15 minutos, al que se le llama desgome porque se desprenden las impurezas de la tela, con eso se le quita lo rígido y posteriormente pasa por un primer enjuague con otros 400 litros de agua por cinco minutos, para terminar se vuelve a lavar en otros 400 litros de agua y se le agrega el suavizante industrial, para que quede flexible”.

Enseguida, dijo, está el teñido, que requiere de mil 500 litros de agua y es de los procesos más básicos, ya que las prendas en “crudo” pasan por el “desgome” en 400 litros de agua, después son sumergidas en una tina con capacidad para 500 litros que contiene el color a aplicar y sal, se enjuagan con 400 litros más y finalmente en 200 litros se les aplica un fijador “para que el color dure y no se despinten cuando los lavan en las casas”.

Alfonso explicó que en el “ston” se utilizan unos mil 700 litros de agua porque lleva un proceso adicional de enjuague, mientras que el “barrido” requiere hasta 2 mil litros porque la prenda se lava dos veces, ya que “se deja secar y después se pasa por piedra pómez y químicos para darle otras tonalidades, pero como queda prácticamente con lodo hay que enjuagarla bien y entonces se ocupa mucha agua”.

Por último, dijo, está el “blins”, en el que se emplean hasta 3 mil 700 litros de agua porque hay más etapas de enjuague, dado que se usa cloro para lograr aclarar la prenda y ácido oxálico para evitar que el uso del primer producto oxide los botones, cierres o accesorios de metal del pantalón.

El trabajador de la industria textil refirió que las prendas con tonalidades oscuras regularmente son las que requieren menor cantidad de agua, sin embargo las más demandadas son aquellas con procesos de suavizado, stone y blins.

FALTAN SANCIONES EJEMPLARES PARA CONTAMINANTES: IBERO

Para María Eugenia Ibarrarán Viniegra, del Instituto de investigaciones en Medio Ambiente “Xavier Gorostiaga SJ”, de la Universidad Iberoamericana, el problema de contaminación que provoca la industria textil ha crecido a falta de sanciones ejemplares por parte de la autoridad.

De inicio, refirió que prácticamente no hay un estudio detallado de las fuentes contaminantes y sus niveles de aportación porque varios de los sitios en donde se lava mezclilla son domicilios particulares o pequeñas empresas que no están reguladas y arrojan sus residuos sin tratar a los drenajes municipales, lo que termina por convertirse en un problema mayor porque los Ayuntamientos tampoco cuentan con la infraestructura para realizar el proceso.

Ibarrarán explicó que la falta de regulación ha motivado que al Atoyac lleguen metales pesados que están enfermando a la población, ya que los contaminantes “se van a los tejidos de las personas y empiezan a provocar problemas como cáncer, leucemia y de tipo neurológico”.

Por lo anterior, dijo que de inicio se deben aplicar sanciones ejemplares para quienes contaminan de esta forma el río, de tal manera que a los empresarios les resulte más barato invertir en el tratamiento de sus aguas residuales que pagar una multa.

Enseguida, señaló, es importante que la gente conozca cómo influyen sus hábitos de consumo en el medio ambiente, ya que la industria está atendiendo la demanda del mercado a pesar de la huella ecológica que esto significa.

La investigadora criticó los nulos resultados en el saneamiento de la cuenca y sostuvo que solo controladas o eliminadas las fuentes de contaminación se podría comenzar un plan para rescatar el río Atoyac y, sobre todo, garantizar la seguridad hídrica.

“Se firman convenios interestatales, porque al final no es un problema nada más de Puebla, pero tristemente se firman convenios y ya (…) se tiene que tener un presupuesto federal y estatal para ello, porque los municipios con lo que tienen no pueden y no es con plantas de tratamiento como se resuelve porque hay muchas que ni siquiera funcionan, se trata de hacer un plan integral”, acotó.

En el “Estudio sobre protección de ríos, lagos y acuíferos desde la perspectiva de derechos humanos”, la CNDH destacó que el 24 por ciento de las 2 mil industrias que contaminan el Atoyac son de tipo textil, pero además mencionó la existencia de compañías irregulares, como las dedicadas al lavado de mezclilla.

Para el lavado de un pantalón de mezclilla, que es la etapa final en su fabricación, se ocupan entre seis y hasta 18.6 litros de agua, es decir, el equivalente a lo que podría tomar una persona durante tres o 10 días; no obstante, el daño ecológico provocado por la industria textil va más allá, ya que representa el 24 por ciento de las fuentes contaminantes del Río Atoyac, según el último informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

¿Alguna vez te has preguntado qué tanto afectan tus hábitos de consumo al medio ambiente? Debes saber que en el caso de la mezclilla, cuando eliges una prenda con colores claros estás adquiriendo un producto que representó mayor gasto de agua para su producción, ya que las tonalidades y efectos requieren más químicos y procesos de enjuague.

Para la moda no hay estándares, siempre está en constante evolución y por lo tanto hay infinidad de procesos para la elaboración de pantalones de mezclilla, cada día surge la necesidad de competir creando nuevos colores, texturas y diseños, así que el consumo de agua no puede parar.

Alfonso Méndez López lleva 25 años trabajando en la industria textil en Puebla, aunque las empresas en donde ha laborado son medianas o pequeñas lavanderías en las que el procedimiento de teñido y lavado se hace con maquinaria que no está actualizada y que es la predominante en este sector.

“Las lavanderías o empresas usan máquinas que cuestan unos 800 mil o 900 mil pesos, todo es manual, uno tiene que ir trabajando las prendas, existe maquinaria sofisticada que si reduce el uso de agua pero son muy caras, cuestan mínimo cuatro millones de pesos y realmente es imposible adquirirlas, mucha de la ropa que se hace se vende en mercados o tianguis, entonces el precio al cliente no da para costearlas”, explicó.

Los pequeños y medianos talleres textiles representan la mayor preocupación en materia de impacto ambiental, ya que en la mayoría de los casos envían sus aguas residuales a la red de drenaje sanitario de los municipios sin dar el tratamiento pertinente, lo que termina por perjudicar al Atoyac, explicó María Eugenia Ibarrarán Viniegra, quien forma parte del Instituto de investigaciones en Medio Ambiente “Xavier Gorostiaga SJ”, de la Universidad Iberoamericana.

LA MEZCLILLA AZUL CLARO, LA MAYOR CONSUMIDORA DE AGUA

Si bien en la industria textil hay diversos procesos, los más utilizados para generar las prendas que toda persona adquiere son el suavizado, el stone, teñido, barrido y blins, siendo este último el aplicado a los pantalones de color azul claro.

Méndez detalló que aunque cada empresa aplica sus propias técnicas, el hecho es que el consumo de agua es similar en las pequeñas y medianas lavanderías de la entidad, así que para dimensionar el consumo en cada prenda, explicó dichos procedimientos tomando como base una máquina o lavadora con capacidad para 200 pantalones de adulto.

El suavizado, es un proceso básico que sirve para eliminar la rigidez de la mezclilla y es el que menos consume agua, ya que de acuerdo con Alfonso, para 200 prendas se ocupan mil 200 litros del vital líquido, que se distribuyen de la siguiente forma: “Inicia con un primer lavado en 400 litros de agua por 15 minutos, al que se le llama desgome porque se desprenden las impurezas de la tela, con eso se le quita lo rígido y posteriormente pasa por un primer enjuague con otros 400 litros de agua por cinco minutos, para terminar se vuelve a lavar en otros 400 litros de agua y se le agrega el suavizante industrial, para que quede flexible”.

Enseguida, dijo, está el teñido, que requiere de mil 500 litros de agua y es de los procesos más básicos, ya que las prendas en “crudo” pasan por el “desgome” en 400 litros de agua, después son sumergidas en una tina con capacidad para 500 litros que contiene el color a aplicar y sal, se enjuagan con 400 litros más y finalmente en 200 litros se les aplica un fijador “para que el color dure y no se despinten cuando los lavan en las casas”.

Alfonso explicó que en el “ston” se utilizan unos mil 700 litros de agua porque lleva un proceso adicional de enjuague, mientras que el “barrido” requiere hasta 2 mil litros porque la prenda se lava dos veces, ya que “se deja secar y después se pasa por piedra pómez y químicos para darle otras tonalidades, pero como queda prácticamente con lodo hay que enjuagarla bien y entonces se ocupa mucha agua”.

Por último, dijo, está el “blins”, en el que se emplean hasta 3 mil 700 litros de agua porque hay más etapas de enjuague, dado que se usa cloro para lograr aclarar la prenda y ácido oxálico para evitar que el uso del primer producto oxide los botones, cierres o accesorios de metal del pantalón.

El trabajador de la industria textil refirió que las prendas con tonalidades oscuras regularmente son las que requieren menor cantidad de agua, sin embargo las más demandadas son aquellas con procesos de suavizado, stone y blins.

FALTAN SANCIONES EJEMPLARES PARA CONTAMINANTES: IBERO

Para María Eugenia Ibarrarán Viniegra, del Instituto de investigaciones en Medio Ambiente “Xavier Gorostiaga SJ”, de la Universidad Iberoamericana, el problema de contaminación que provoca la industria textil ha crecido a falta de sanciones ejemplares por parte de la autoridad.

De inicio, refirió que prácticamente no hay un estudio detallado de las fuentes contaminantes y sus niveles de aportación porque varios de los sitios en donde se lava mezclilla son domicilios particulares o pequeñas empresas que no están reguladas y arrojan sus residuos sin tratar a los drenajes municipales, lo que termina por convertirse en un problema mayor porque los Ayuntamientos tampoco cuentan con la infraestructura para realizar el proceso.

Ibarrarán explicó que la falta de regulación ha motivado que al Atoyac lleguen metales pesados que están enfermando a la población, ya que los contaminantes “se van a los tejidos de las personas y empiezan a provocar problemas como cáncer, leucemia y de tipo neurológico”.

Por lo anterior, dijo que de inicio se deben aplicar sanciones ejemplares para quienes contaminan de esta forma el río, de tal manera que a los empresarios les resulte más barato invertir en el tratamiento de sus aguas residuales que pagar una multa.

Enseguida, señaló, es importante que la gente conozca cómo influyen sus hábitos de consumo en el medio ambiente, ya que la industria está atendiendo la demanda del mercado a pesar de la huella ecológica que esto significa.

La investigadora criticó los nulos resultados en el saneamiento de la cuenca y sostuvo que solo controladas o eliminadas las fuentes de contaminación se podría comenzar un plan para rescatar el río Atoyac y, sobre todo, garantizar la seguridad hídrica.

“Se firman convenios interestatales, porque al final no es un problema nada más de Puebla, pero tristemente se firman convenios y ya (…) se tiene que tener un presupuesto federal y estatal para ello, porque los municipios con lo que tienen no pueden y no es con plantas de tratamiento como se resuelve porque hay muchas que ni siquiera funcionan, se trata de hacer un plan integral”, acotó.

En el “Estudio sobre protección de ríos, lagos y acuíferos desde la perspectiva de derechos humanos”, la CNDH destacó que el 24 por ciento de las 2 mil industrias que contaminan el Atoyac son de tipo textil, pero además mencionó la existencia de compañías irregulares, como las dedicadas al lavado de mezclilla.

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