La ciudad ha cambiado en los últimos 50 años. Específicamente en el Centro Histórico, ha habido remodelaciones a los edificios, retiro de algunos ambulantes y establecimiento de otros, cambio de sentido a las vialidades y nueva gente. María Joaquina Armenta Urbano ha estado ahí, en el Pasaje del Ayuntamiento, para ver pasar el tiempo, compartir su gusto por la cocina y subsistir económicamente.
Sus tacos, hechos con 16 guisos, han sido consumidos por los políticos que ocuparon la presidencia municipal capitalina, como Blanca Alcalá, Antonio Gali y, más recientemente, Luis Banck .También son una opción económica de comida rápida, pero hecha en casa.
Armenta Urbano tiene un espacio comercial en el Pasaje Ignacio Zaragoza –como en realidad se llama el Pasaje del Ayuntamiento-,que es visitado incluso por los turistas internacionales, pero no siempre fue así. Cuando ella rondaba en los 26 años, vendía tacos en la Central de Abasto para mantener a sus hijos, ya que estaba separada de su primer esposo.
Uno de esos malos días en los negocios, decidió caminar desdela Central hasta llegar al Zócalo de Puebla para ver si concluía con los tacos que no había comercializado. Encontró a voceadores que la impulsaron a quedarse a vender en la zona, en la que se ha mantenido desde el 30 de octubre de 1967.
Doña Joaquina celebró este lunes con sus clientes la permanencia en el negocio. Dice que hasta el final de sus días atenderá en él porque le ha dado todo lo que tiene (específicamente, bienestar para ella y los suyos).
Recuerda con aprecio a los voceadores, que fueron quienes gestionaron su estancia junto al Ayuntamiento.
Para Joaquina, el negocio es su vida
Cuando joven, doña Joaquina se trasladaba desde la colonia Clavijero –al oriente de la capital- en transporte público con todos los insumos para sus tacos. Recuerda cómo subía y bajaba de los camiones con una cubeta y una canasta de tortillas. Tenía más fuerza que ahora.
A los 76 años, no ha perdido su vitalidad, pues cada sábado regresa a la Central de Abasto a comprar su materia prima de la semana: chiles, jitomates, papas, aguacate...
Prefiere no revelar cuántos tacos vende al día, pero sí cuenta un poco sobre el proceso de elaboración. Todos los guisos(chiles rellenos, lengua, bistec, chorizo con papas, barbacoa adobada, carnitas de res, rajas poblanas con huevo, moronga y pechuga a la mexicana, entre otros) son preparados a partir de las3:30 horas, cuando se levanta con su hija Maricela.
Abre el negocio a las 9:00 horas y lo cierra a las 16:00. Trabaja con tortillas recién hechas y busca pequeñas estrategias para mantenerlas a temperatura.
Se acuesta a las 22:30 para descansar un poco y retomar sus actividades en la madrugada del día siguiente.
Ahora, uno de sus 10 hijos se encarga de trasladarla hasta el primer cuadro, lo que le facilita el proceso. Sábados y domingos, ella no atiende el negocio; su hija y sus nietas se hacen cargo.
Dice que no imagina su vida sin el puesto: “Cuando empecé era puro caminar y caminar para vender. Me ha gustado el trabajo. Nunca he pensado en dejar de vender, es el sostén de mis hijos y es el sostén de la casa. No puedo dejar abandonado el trabajo, y ahorita menos, pues ya me pusieron mi placa, un lugarcito”.
La vez que sintió miedo porque iba ser retirada
En los 50 años que lleva en este espacio, solo con el expresidente municipal Rafael Cañedo Benítez (periodo de 1993 a1996) hubo alguna complicación, pues la retiró del lugar, aun que los siguientes ediles le han permitido mantenerse.
“En general, con todos me he llevado muy bien; me han dejado vender, y no he tenido problemas hasta ahorita. Me han tenido consideración porque soy una mujer sola que me dediqué a mis hijos, a mi venta de mi canasta, a trabajar”, señala.
Debido a que uno de los accesos claves del Palacio Municipal se encuentra justo en el Pasaje del Ayuntamiento, exediles como Guillermo Pacheco Pulido (1987-1990), Mario Marín Torres(1999-2000), Blanca Alcalá Ruiz (2008-2011), Antonio Gali Fayad(2014-2016) y Luis Banck (2016 a la fecha) han sido algunos de sus comensales.
Doña Joaquina recuerda que el panista Eduardo Rivera no comía tacos, pero sí se detenía a saludarla. También otros políticos han sido sus clientes.
Manifiesta que nunca ha sido presa de la delincuencia, pero ha sido testigo de actos vandálicos en el corazón de la ciudad; no obstante, apunta que uno no puede vivir con miedo, pues hay que salir a trabajar y seguir adelante.
“Hola, señora, ¿de qué tiene?”, le pregunta un muchacho que no pasa de los 20 años. Le habla por su nombre y se despide amistosamente. Es uno de tantos clientes asiduos que ven en ella más que a una proveedora, a un personaje que es parte del folclore de la ciudad.
