/ martes 11 de julio de 2023

Generación 'centennials', desprotegidos del sistema económico y social; prefieren rentar todo

La precariedad laboral y el despojo de prestaciones a los trabajadores ha mermado la posibilidad de acceder a bienes inmuebles

La precariedad laboral, el despojo de las prestaciones y el encarecimiento del coste de la vida son algunos de los principales factores que dificultan a la población tener acceso a bienes inmuebles, principalmente a una vivienda, hecho que, advierten los especialistas, será aún más difícil para las nuevas generaciones.

"Esta dificultad no solo está relacionada con el poder adquisitivo, sino también con un modelo económico y político que ha estado vigente durante más de 40 años y que determina la posibilidad o imposibilidad de acceder a este tipo de bienes, los cuales tienen precios más altos que otros", asegura Anayuri Güemes Cruz, licenciada en Antropología Social y Maestra en Sociología.

La especialista destaca que a medida que la población creció y se extendió, los lugares que solían ser más accesibles y asequibles se volvieron cada vez más costosos. En el pasado, dice, el Estado protegía ciertas variables económicas de los trabajadores y les brindaba facilidades para mejorar sus condiciones de vida, como lo es la adquisición de una vivienda.

En este sentido, agrega que esto era relativamente más accesible debido a que existía una estructura que permitía a los trabajadores destinar una parte de sus ingresos para esta necesidad mediante el uso de créditos a través de organismos como el INFONAVIT o el FOVISSSTE, prestaciones que se instauraron en la década de los 70 y que actualmente ya no todas las empresas otorgan a sus empleados.

"Muchas personas aprovecharon y compraron casa en ese momento, sin embargo, en la actualidad, ese estado de bienestar ya no existe debido a la transición hacia el neoliberalismo, que eliminó los beneficios que los trabajadores solían tener para mejorar su condición salarial, de salud, de vivienda y de otras prestaciones. La flexibilización laboral ha despojado a los trabajadores de estos beneficios y el Estado ha dejado de asumir esa responsabilidad dejando que el sector privado se haga cargo" , indica la especialista.

Acceso a la vivienda, una necesidad social

Este escenario toma relevancia en el marco del Día Mundial de la Población, que se conmemora cada 11 de julio, iniciativa que tiene como objetivo crear conciencia sobre todas las problemáticas que en la actualidad afectan a la población y que están relacionadas principalmente con el crecimiento y desarrollo demográfico.

Bajo esta línea, y teniendo como enfoque el acceso de la población a un techo digno, las cifras más recientes de la Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI, 2020) -la cual se realizó en colaboración con el INFONAVIT y la Sociedad Hipotecaria Federal- revelaron que, de las 35.3 millones de viviendas particulares habitadas en el país, 57.1% son propias pagadas; 16.4% son rentadas; 14.2% prestadas por familiares, amistades o por el trabajo; 10.7% son propias, pero siguen pagándose, y 1.7% está en otra situación.

Al aterrizar la incidencia al plano local, los datos muestran que Puebla se encuentra en el lugar número siete nacional al registrar el 60% de las viviendas particulares habitadas rentadas, cuyo principal motivo es no tener acceso a un crédito o no tener recursos para adquirir una vivienda propia.

Cabe precisar que en la entidad se tienen censados un millón 713 mil 381 hogares ocupados, por lo que el 60 por ciento de viviendas rentadas equivaldría a un millón 028 mil hogares bajo este tipo de tenencia.

Otro dato que resulta importante son los factores que obligan a las personas a no tener una vivienda propia: no tienen acceso a un crédito o no tienen recursos (51.4%), por la facilidad de poder mudarse (22.0%), la mensualidad es menor que una hipoteca (7.9%), no le interesa comprar (5.4%) o prefiere invertir en su persona, ya sea en viajes, estudios, negocio o diversión (3.3%).

En contraste, aquellos que sí cuentan con este bien, lo han adquirido principalmente bajo la siguiente modalidad: recursos propios (65%), crédito Infonavit (18%), crédito de institución financiera privada (9.1%), préstamos familiares o amistades (4.6%), subsidio federal o estatal (2.8%) y crédito FOVISSSTE (2.7%).

Gráfico: El Sol de Puebla


Vivienda y materiales de construcción se encarecieron

Al considerar estos datos, la especialista, quien además es doctora en Ciencias Antropológicas, destaca que quienes han tenido la posibilidad de comprar viviendas en años recientes lo han hecho a través de instituciones bancarias, pero las condiciones y los precios no son los mismos debido a que la vivienda se ha encarecido.

Al analizar los datos del Índice Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), respecto a los precios de la vivienda nueva, dicha sentencia se confirma.

Tan solo en el primer semestre de 2022 se dieron a conocer los resultados por entidad federativa, de tal manera que 16 estados presentaron variaciones mayores a la media nacional, entre ellos Puebla.

Los datos del Índice SHF de Precios de la Vivienda revelaron que en dicho periodo (primer semestre de 2022) hubo un aumento a nivel nacional de 7.9% en comparación con el mismo periodo de 2021.

No obstante, en la Zona Metropolitana del Valle de México el Índice SHF creció 6.4%, en la de Guadalajara 8.1%, en la de Monterrey 8.0% , en tanto que en la Zona Metropolitana de Puebla-Tlaxcala el crecimiento fue de 8.1%.

La especialista agrega que a aquellos que ya cuentan con terreno y construyen tampoco les resulta tan fácil "levantar una vivienda" , pues van construyendo gradualmente hasta tener un hogar.

"Vemos que cuando una persona tiene un terreno para construir, no lo hace todo de una vez, ¿por qué? debido a la necesidad de contar con el capital necesario, entonces, van construyendo poco a poco. Primero van levantando un muro, y cuando pueden levantan otro, y cuando les llega la oportunidad realizan el colado, que es lo más caro, y por eso vemos casas que se van armando gradualmente, lo que refleja la capacidad de pago", indica.

De acuerdo con el dato más reciente del Centro de Estudios del Sector de la Construcción (Ceesco) -que mide la variación del costo de los materiales- en marzo de este año se registró un aumento porcentual del 7.5 puntos, en comparación con el mismo mes del año anterior.

Pero incluso hubo algunos materiales que estuvieron por arriba de este incremento, como lo fueron ladrillos y tabiques, con una variación del 9.9 por ciento; el concreto premezclado, 12.1; la grava, 13.4; cemento, 17.1, y la cal, con un 20.5 por ciento.

Gráfico: El Sol de Puebla


Nuevas generaciones no se preocupan por el deterioro de las condiciones laborales

Aunado a estos elementos, Anayuri Güemes considera que las nuevas generaciones no se han preocupado a detalle por el deterioro de las condiciones laborales y al no tener esto en cuenta permiten que el sector privado avance y dificulte aún más la adquisición de la vivienda.

Además, el crecimiento demográfico complica la situación, ya que al haber mayor índice poblacional la ciudadanía requiere más espacio, agua y recursos. En este sentido, solo aquellos que tienen dinero para pagar pueden acceder a estos, mientras que las personas que no tienen acceso son enviadas a la periferia, lo cual genera consecuencias negativas.

"Si comparamos la situación de México con otros países, como Argentina, podemos ver que las condiciones no son mejores. Hay personas mayores de 70 u 80 años en Argentina que tienen que seguir trabajando porque no hay jubilaciones. Imaginemos qué tipo de calidad de vida se le va a ofrecer a las personas si se eliminan las jubilaciones en México", subraya.

Pero esto, explica, también depende del tipo de trabajo y de la protección que el Estado brinde al trabajador. Incluso puntualiza que con la flexibilización laboral (outsourcing), donde el trabajador asume todos los gastos de salud, transporte, gasolina y educación, es difícil para un joven que con los salarios que ofrecen las empresas pueda comprar una vivienda, especialmente cuando los precios están en aumento.

"Las prestaciones laborales solían generar una mejor calidad de vida, y aunque aún existen algunos trabajos que ofrecen estas prestaciones, son pocos y ya no se reproducen ni se replican. La precarización laboral, como se le ha denominado a este proceso en el que se despoja a las personas de estos beneficios, ha afectado directamente aspectos como la salud, la vivienda y la eliminación de otras prestaciones, como el pago de aguinaldos, utilidades, primas vacacionales, entre otros", comenta.

Recuerda que, anteriormente, si un hijo del trabajador iba a la escuela, se les apoyaba mínimamente con útiles escolares y uniformes; se aseguraba al trabajador y a su familia; había servicio de transporte, e incluso existía servicio de comedor.

"Sin embargo, estos apoyos se han atomizado y fragmentado hasta desaparecer por completo. Actualmente vemos el fenómeno del outsourcing, que ha ido quitando estas prestaciones. Antes uno trabajaba directamente en una empresa y existía un contrato donde se establecían responsabilidades, derechos y obligaciones, tanto del trabajador como de la empresa. Pero ahora, estos contratos pueden o no existir o ser muy laxos, abunda.

"Por ejemplo, en los servicios de plataformas o en una empresa de venta por catálogo, no hay ninguna responsabilidad. Si algo le sucede a la persona mientras lleva un producto a un cliente, la empresa no se hace responsable de nada. Los traslados, la salud y la vivienda no son responsabilidad de la empresa, y estos esquemas se han vuelto cada vez más comunes" , destaca.

En Puebla, más de 100 mil personas subcontratadas

De acuerdo con el dato más reciente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2021 Puebla registró 102 mil 693 personas subcontratadas: 64 mil 265 hombres y 38 mil 428 mujeres, es decir, contratados por una razón social diferente a la que en realidad trabajan.

Esta cifra colocó al estado entre las 10 entidades con menos actividades laborales bajo la modalidad de outsourcing después de Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Tlaxcala y Guerrero.

"La vida es más cara, pero más cómoda"

Desde la comida de su hogar, situado en la colonia Lomas de San Miguel, la señora Guadalupe Martínez, de 82 años de edad, comparte los retos que enfrentó años atrás para hoy tener un techo donde vivir.

Recuerda que a los 30 años ya tenía un pequeño cuarto de adobe en la colonia Los Ángeles Mayorazgo, el cual construyeron entre sus hijos mayores y su esposo. Incluso menciona que antes era común que las mismas familias hicieran manualmente la mezcla del adobe para construir "un cuartito".

Después de un tiempo el espacio ya era insuficiente para los seis integrantes de la familia por lo que decidieron hacer un esfuerzo para comprar un terreno en Lomas de San Miguel.

Cuando llegaron a la nueva colonia no había servicios públicos como agua, luz y gas. A pesar de ello, estuvieron dispuestos a padecer con tal de tener una casa.

En un inicio, la vivienda era de láminas y cartón, e incluso recuerda que con los fuertes vientos estas se volaban constantemente, lo que generaba una gran molestia e incomodidad.

En aquel entonces su esposo, el señor Mauro Hernández, trabajaba en una hacienda y durante unos años estuvieron con un ingreso bajo. Posteriormente, el señor tuvo la posibilidad de entrar a trabajar a Volkswagen y su salario mejoró, el cual lo destinaron a la compra de material para construir la casa.

"La mayor parte se destinaba a la construcción. Antes no pagábamos agua, la recolectábamos de la lluvia. También usábamos leña y no gastábamos en gas; pero cuando empezó a entrar el servicio a la zona, teníamos que caminar 20 minutos para ir a donde se paraba el camión y conseguir un tanque. Los alimentos eran más baratos, uno caminaba por la calle y encontrábamos en los campos los quelites, elotes, frijol y le comprábamos a los señores, pero ahora todo ya está más caro", expresa.

Desde su perspectiva, anteriormente se sufría más ante la inexistencia de servicios básicos y tecnológicos que hoy existen; muestra de ello es que las nuevas generaciones no saben qué representa el sacar agua del pozo para hidratarse, cocinar o lavar; andar con velas ante la falta de luz, caminar por horas ante la falta de servicio de transporte público, o de abstenerse de lujos para comprar un millar de block, como sucedió con la señora Lupita.

El esfuerzo les permitió tener una casa de concreto con cuatro recámaras, sala y comedor independiente y un patio donde disfruta cuidar de sus plantas.

En su caso, asume que a ella le tocó sufrir junto con sus hijos para tener una casa donde pasar sus días en calma; por ello agradece que con el paso del tiempo las cosas vayan evolucionando para facilitar la vida de las personas; comodidades que sin duda, tienen un alto precio.

"La vida es más cómoda, pero más cara. Si me preguntas si las nuevas generaciones lo tienen más fácil, yo te digo que sí, pero ahora ellos ya tienen otro tipo de gastos que yo no tenía", alerta.

¿Qué son los servicios de leasing?

El auge de los servicios de leasing, es decir, aquellos que ofrecen un arrendamiento financiero para el uso de un bien, mueble o inmueble, ha constituido una nueva modalidad que se ha adaptado a los gustos y necesidades actuales de la población.

"Lo que observamos es que los muchachos tienen menos apego hacia las cosas, ¿por qué? porque tienen satisfactores que se están generando en el medio ambiente y que les permiten cubrir sus necesidades inmediatas: salgo de fiesta y no tengo auto, pago un Uber o un Didi; necesito comida, solicito servicio a domicilio; necesito una casa, rento un espacio", asienta Anselmo Chávez Capó, Maestro en Administración y doctor en Dirección y Finanzas.

Añade que esta dinámica también obedece al hecho de que las nuevas generaciones se adaptan a sus propias condiciones económicas: no puedo comprar auto, rento uno; no puedo adquirir vivienda, comparto gastos con roomies.

"Nos damos cuenta de que las condiciones económicas de las empresas se reflejan en una menor calidad de vida de sus empleados, y esto obliga a las personas a tener que buscar más de un ingreso. Y entonces, los muchachos, no tan solo es porque no quieran, sino porque no tienen la capacidad económica de acuerdo a la realidad que estamos viviendo en la actualidad y que les permita tener acceso a esos satisfactores de manera fija", señala.

Steve Muñoz, de 27 años de edad, reconoce que él forma parte del 3.3% de la población que ha decidido invertir en su educación y en las experiencias, principalmente en viajes.

Aunque adquirir casa es algo que trae en mente, también reflexiona sobre el hecho de cambiar de residencia constantemente debido a sus actividades laborales, por lo que por ahora le resulta más accesible rentar una vivienda en el tiempo y lugar que él necesite.

A la fecha labora en una empresa de Relaciones Públicas -especialidad para la que estudió-, hecho que lo obliga a mudarse regularmente. En su mente no hay interés de casarse en el corto plazo, por lo que rentar un departamento con los servicios básicos para él es suficiente.

Además, analiza el hecho de tener que hacer un desembolso fuerte que no puede cubrir. En su caso, no tiene acceso a prestaciones de vivienda, por lo que la vía mediante la cual podría lograrlo es a través de instituciones bancarias o con recursos propios.

"Me es más fácil pagar una renta y tener dinero para otras experiencias que comprometerme a una hipoteca que no voy a poder cubrir. Y no es que no me interese tener una casa, de hecho sí lo deseo, pero las condiciones salariales que vivimos actualmente no son las mejores. Hay colegas a los que apenas les alcanza para cubrir sus necesidades básicas aún trabajando en dos empleos", indicó Steve.

Chávez Capó coincide en que las condiciones laborales complican el hecho de "que los muchachos tengan siquiera la idea de enfocarse hacia la decisión de sus activos, porque su realidad económica es tal que no les permite adquirir una vivienda y conforme van creciendo también va creciendo el precio de los satisfactores".

Como ejemplo menciona que si ahorita un joven compra un carro nuevo de 300 mil pesos y le piden el 20% de enganche, debería dar 60 mil pesos para quedar con un pendiente de 240 mil pesos para pagar a tres años, con una mensualidad de 6 mil pesos.

"Son cosas que gran parte de los muchachos ven y dicen ‘yo no le entro porque no tengo la posibilidad de meterme en un reto económico como este, además me estoy comprometiendo durante cuatro o cinco años para pagarlo’; y si te hablo de una casa te estoy hablando de que son 15 años, y si tienen otra expectativa respecto a su vida… Hay quienes dicen, ‘yo no me voy a casar, yo tengo a mi perrhijo y ya’, o ‘para qué compro casa, mejor disfruto lo que gano’. Y no es no es que carezcan de compromiso, yo sigo pensando que el muchacho no se compromete porque sus expectativas económicas para llevar una vida en pareja aún juntando los salarios no les permite a la gran mayoría adquirir de estos bienes", advierte.

Es por ello que bajo este panorama los especialistas entrevistados por este diario refieren que el modelo económico y político, junto con la falta de un estado de bienestar, ha dejado a los trabajadores sin las prestaciones y facilidades que solían tener para adquirir vivienda.

Ante esta situación consideran importante analizar y mejorar las condiciones salariales que se ofrecen actualmente con el fin de que la población tenga acceso a un mejor estilo de vida, no solo en la vivienda, sino también en la salud y la educación, que son primordiales para un desarrollo social

La precariedad laboral, el despojo de las prestaciones y el encarecimiento del coste de la vida son algunos de los principales factores que dificultan a la población tener acceso a bienes inmuebles, principalmente a una vivienda, hecho que, advierten los especialistas, será aún más difícil para las nuevas generaciones.

"Esta dificultad no solo está relacionada con el poder adquisitivo, sino también con un modelo económico y político que ha estado vigente durante más de 40 años y que determina la posibilidad o imposibilidad de acceder a este tipo de bienes, los cuales tienen precios más altos que otros", asegura Anayuri Güemes Cruz, licenciada en Antropología Social y Maestra en Sociología.

La especialista destaca que a medida que la población creció y se extendió, los lugares que solían ser más accesibles y asequibles se volvieron cada vez más costosos. En el pasado, dice, el Estado protegía ciertas variables económicas de los trabajadores y les brindaba facilidades para mejorar sus condiciones de vida, como lo es la adquisición de una vivienda.

En este sentido, agrega que esto era relativamente más accesible debido a que existía una estructura que permitía a los trabajadores destinar una parte de sus ingresos para esta necesidad mediante el uso de créditos a través de organismos como el INFONAVIT o el FOVISSSTE, prestaciones que se instauraron en la década de los 70 y que actualmente ya no todas las empresas otorgan a sus empleados.

"Muchas personas aprovecharon y compraron casa en ese momento, sin embargo, en la actualidad, ese estado de bienestar ya no existe debido a la transición hacia el neoliberalismo, que eliminó los beneficios que los trabajadores solían tener para mejorar su condición salarial, de salud, de vivienda y de otras prestaciones. La flexibilización laboral ha despojado a los trabajadores de estos beneficios y el Estado ha dejado de asumir esa responsabilidad dejando que el sector privado se haga cargo" , indica la especialista.

Acceso a la vivienda, una necesidad social

Este escenario toma relevancia en el marco del Día Mundial de la Población, que se conmemora cada 11 de julio, iniciativa que tiene como objetivo crear conciencia sobre todas las problemáticas que en la actualidad afectan a la población y que están relacionadas principalmente con el crecimiento y desarrollo demográfico.

Bajo esta línea, y teniendo como enfoque el acceso de la población a un techo digno, las cifras más recientes de la Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI, 2020) -la cual se realizó en colaboración con el INFONAVIT y la Sociedad Hipotecaria Federal- revelaron que, de las 35.3 millones de viviendas particulares habitadas en el país, 57.1% son propias pagadas; 16.4% son rentadas; 14.2% prestadas por familiares, amistades o por el trabajo; 10.7% son propias, pero siguen pagándose, y 1.7% está en otra situación.

Al aterrizar la incidencia al plano local, los datos muestran que Puebla se encuentra en el lugar número siete nacional al registrar el 60% de las viviendas particulares habitadas rentadas, cuyo principal motivo es no tener acceso a un crédito o no tener recursos para adquirir una vivienda propia.

Cabe precisar que en la entidad se tienen censados un millón 713 mil 381 hogares ocupados, por lo que el 60 por ciento de viviendas rentadas equivaldría a un millón 028 mil hogares bajo este tipo de tenencia.

Otro dato que resulta importante son los factores que obligan a las personas a no tener una vivienda propia: no tienen acceso a un crédito o no tienen recursos (51.4%), por la facilidad de poder mudarse (22.0%), la mensualidad es menor que una hipoteca (7.9%), no le interesa comprar (5.4%) o prefiere invertir en su persona, ya sea en viajes, estudios, negocio o diversión (3.3%).

En contraste, aquellos que sí cuentan con este bien, lo han adquirido principalmente bajo la siguiente modalidad: recursos propios (65%), crédito Infonavit (18%), crédito de institución financiera privada (9.1%), préstamos familiares o amistades (4.6%), subsidio federal o estatal (2.8%) y crédito FOVISSSTE (2.7%).

Gráfico: El Sol de Puebla


Vivienda y materiales de construcción se encarecieron

Al considerar estos datos, la especialista, quien además es doctora en Ciencias Antropológicas, destaca que quienes han tenido la posibilidad de comprar viviendas en años recientes lo han hecho a través de instituciones bancarias, pero las condiciones y los precios no son los mismos debido a que la vivienda se ha encarecido.

Al analizar los datos del Índice Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), respecto a los precios de la vivienda nueva, dicha sentencia se confirma.

Tan solo en el primer semestre de 2022 se dieron a conocer los resultados por entidad federativa, de tal manera que 16 estados presentaron variaciones mayores a la media nacional, entre ellos Puebla.

Los datos del Índice SHF de Precios de la Vivienda revelaron que en dicho periodo (primer semestre de 2022) hubo un aumento a nivel nacional de 7.9% en comparación con el mismo periodo de 2021.

No obstante, en la Zona Metropolitana del Valle de México el Índice SHF creció 6.4%, en la de Guadalajara 8.1%, en la de Monterrey 8.0% , en tanto que en la Zona Metropolitana de Puebla-Tlaxcala el crecimiento fue de 8.1%.

La especialista agrega que a aquellos que ya cuentan con terreno y construyen tampoco les resulta tan fácil "levantar una vivienda" , pues van construyendo gradualmente hasta tener un hogar.

"Vemos que cuando una persona tiene un terreno para construir, no lo hace todo de una vez, ¿por qué? debido a la necesidad de contar con el capital necesario, entonces, van construyendo poco a poco. Primero van levantando un muro, y cuando pueden levantan otro, y cuando les llega la oportunidad realizan el colado, que es lo más caro, y por eso vemos casas que se van armando gradualmente, lo que refleja la capacidad de pago", indica.

De acuerdo con el dato más reciente del Centro de Estudios del Sector de la Construcción (Ceesco) -que mide la variación del costo de los materiales- en marzo de este año se registró un aumento porcentual del 7.5 puntos, en comparación con el mismo mes del año anterior.

Pero incluso hubo algunos materiales que estuvieron por arriba de este incremento, como lo fueron ladrillos y tabiques, con una variación del 9.9 por ciento; el concreto premezclado, 12.1; la grava, 13.4; cemento, 17.1, y la cal, con un 20.5 por ciento.

Gráfico: El Sol de Puebla


Nuevas generaciones no se preocupan por el deterioro de las condiciones laborales

Aunado a estos elementos, Anayuri Güemes considera que las nuevas generaciones no se han preocupado a detalle por el deterioro de las condiciones laborales y al no tener esto en cuenta permiten que el sector privado avance y dificulte aún más la adquisición de la vivienda.

Además, el crecimiento demográfico complica la situación, ya que al haber mayor índice poblacional la ciudadanía requiere más espacio, agua y recursos. En este sentido, solo aquellos que tienen dinero para pagar pueden acceder a estos, mientras que las personas que no tienen acceso son enviadas a la periferia, lo cual genera consecuencias negativas.

"Si comparamos la situación de México con otros países, como Argentina, podemos ver que las condiciones no son mejores. Hay personas mayores de 70 u 80 años en Argentina que tienen que seguir trabajando porque no hay jubilaciones. Imaginemos qué tipo de calidad de vida se le va a ofrecer a las personas si se eliminan las jubilaciones en México", subraya.

Pero esto, explica, también depende del tipo de trabajo y de la protección que el Estado brinde al trabajador. Incluso puntualiza que con la flexibilización laboral (outsourcing), donde el trabajador asume todos los gastos de salud, transporte, gasolina y educación, es difícil para un joven que con los salarios que ofrecen las empresas pueda comprar una vivienda, especialmente cuando los precios están en aumento.

"Las prestaciones laborales solían generar una mejor calidad de vida, y aunque aún existen algunos trabajos que ofrecen estas prestaciones, son pocos y ya no se reproducen ni se replican. La precarización laboral, como se le ha denominado a este proceso en el que se despoja a las personas de estos beneficios, ha afectado directamente aspectos como la salud, la vivienda y la eliminación de otras prestaciones, como el pago de aguinaldos, utilidades, primas vacacionales, entre otros", comenta.

Recuerda que, anteriormente, si un hijo del trabajador iba a la escuela, se les apoyaba mínimamente con útiles escolares y uniformes; se aseguraba al trabajador y a su familia; había servicio de transporte, e incluso existía servicio de comedor.

"Sin embargo, estos apoyos se han atomizado y fragmentado hasta desaparecer por completo. Actualmente vemos el fenómeno del outsourcing, que ha ido quitando estas prestaciones. Antes uno trabajaba directamente en una empresa y existía un contrato donde se establecían responsabilidades, derechos y obligaciones, tanto del trabajador como de la empresa. Pero ahora, estos contratos pueden o no existir o ser muy laxos, abunda.

"Por ejemplo, en los servicios de plataformas o en una empresa de venta por catálogo, no hay ninguna responsabilidad. Si algo le sucede a la persona mientras lleva un producto a un cliente, la empresa no se hace responsable de nada. Los traslados, la salud y la vivienda no son responsabilidad de la empresa, y estos esquemas se han vuelto cada vez más comunes" , destaca.

En Puebla, más de 100 mil personas subcontratadas

De acuerdo con el dato más reciente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2021 Puebla registró 102 mil 693 personas subcontratadas: 64 mil 265 hombres y 38 mil 428 mujeres, es decir, contratados por una razón social diferente a la que en realidad trabajan.

Esta cifra colocó al estado entre las 10 entidades con menos actividades laborales bajo la modalidad de outsourcing después de Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Tlaxcala y Guerrero.

"La vida es más cara, pero más cómoda"

Desde la comida de su hogar, situado en la colonia Lomas de San Miguel, la señora Guadalupe Martínez, de 82 años de edad, comparte los retos que enfrentó años atrás para hoy tener un techo donde vivir.

Recuerda que a los 30 años ya tenía un pequeño cuarto de adobe en la colonia Los Ángeles Mayorazgo, el cual construyeron entre sus hijos mayores y su esposo. Incluso menciona que antes era común que las mismas familias hicieran manualmente la mezcla del adobe para construir "un cuartito".

Después de un tiempo el espacio ya era insuficiente para los seis integrantes de la familia por lo que decidieron hacer un esfuerzo para comprar un terreno en Lomas de San Miguel.

Cuando llegaron a la nueva colonia no había servicios públicos como agua, luz y gas. A pesar de ello, estuvieron dispuestos a padecer con tal de tener una casa.

En un inicio, la vivienda era de láminas y cartón, e incluso recuerda que con los fuertes vientos estas se volaban constantemente, lo que generaba una gran molestia e incomodidad.

En aquel entonces su esposo, el señor Mauro Hernández, trabajaba en una hacienda y durante unos años estuvieron con un ingreso bajo. Posteriormente, el señor tuvo la posibilidad de entrar a trabajar a Volkswagen y su salario mejoró, el cual lo destinaron a la compra de material para construir la casa.

"La mayor parte se destinaba a la construcción. Antes no pagábamos agua, la recolectábamos de la lluvia. También usábamos leña y no gastábamos en gas; pero cuando empezó a entrar el servicio a la zona, teníamos que caminar 20 minutos para ir a donde se paraba el camión y conseguir un tanque. Los alimentos eran más baratos, uno caminaba por la calle y encontrábamos en los campos los quelites, elotes, frijol y le comprábamos a los señores, pero ahora todo ya está más caro", expresa.

Desde su perspectiva, anteriormente se sufría más ante la inexistencia de servicios básicos y tecnológicos que hoy existen; muestra de ello es que las nuevas generaciones no saben qué representa el sacar agua del pozo para hidratarse, cocinar o lavar; andar con velas ante la falta de luz, caminar por horas ante la falta de servicio de transporte público, o de abstenerse de lujos para comprar un millar de block, como sucedió con la señora Lupita.

El esfuerzo les permitió tener una casa de concreto con cuatro recámaras, sala y comedor independiente y un patio donde disfruta cuidar de sus plantas.

En su caso, asume que a ella le tocó sufrir junto con sus hijos para tener una casa donde pasar sus días en calma; por ello agradece que con el paso del tiempo las cosas vayan evolucionando para facilitar la vida de las personas; comodidades que sin duda, tienen un alto precio.

"La vida es más cómoda, pero más cara. Si me preguntas si las nuevas generaciones lo tienen más fácil, yo te digo que sí, pero ahora ellos ya tienen otro tipo de gastos que yo no tenía", alerta.

¿Qué son los servicios de leasing?

El auge de los servicios de leasing, es decir, aquellos que ofrecen un arrendamiento financiero para el uso de un bien, mueble o inmueble, ha constituido una nueva modalidad que se ha adaptado a los gustos y necesidades actuales de la población.

"Lo que observamos es que los muchachos tienen menos apego hacia las cosas, ¿por qué? porque tienen satisfactores que se están generando en el medio ambiente y que les permiten cubrir sus necesidades inmediatas: salgo de fiesta y no tengo auto, pago un Uber o un Didi; necesito comida, solicito servicio a domicilio; necesito una casa, rento un espacio", asienta Anselmo Chávez Capó, Maestro en Administración y doctor en Dirección y Finanzas.

Añade que esta dinámica también obedece al hecho de que las nuevas generaciones se adaptan a sus propias condiciones económicas: no puedo comprar auto, rento uno; no puedo adquirir vivienda, comparto gastos con roomies.

"Nos damos cuenta de que las condiciones económicas de las empresas se reflejan en una menor calidad de vida de sus empleados, y esto obliga a las personas a tener que buscar más de un ingreso. Y entonces, los muchachos, no tan solo es porque no quieran, sino porque no tienen la capacidad económica de acuerdo a la realidad que estamos viviendo en la actualidad y que les permita tener acceso a esos satisfactores de manera fija", señala.

Steve Muñoz, de 27 años de edad, reconoce que él forma parte del 3.3% de la población que ha decidido invertir en su educación y en las experiencias, principalmente en viajes.

Aunque adquirir casa es algo que trae en mente, también reflexiona sobre el hecho de cambiar de residencia constantemente debido a sus actividades laborales, por lo que por ahora le resulta más accesible rentar una vivienda en el tiempo y lugar que él necesite.

A la fecha labora en una empresa de Relaciones Públicas -especialidad para la que estudió-, hecho que lo obliga a mudarse regularmente. En su mente no hay interés de casarse en el corto plazo, por lo que rentar un departamento con los servicios básicos para él es suficiente.

Además, analiza el hecho de tener que hacer un desembolso fuerte que no puede cubrir. En su caso, no tiene acceso a prestaciones de vivienda, por lo que la vía mediante la cual podría lograrlo es a través de instituciones bancarias o con recursos propios.

"Me es más fácil pagar una renta y tener dinero para otras experiencias que comprometerme a una hipoteca que no voy a poder cubrir. Y no es que no me interese tener una casa, de hecho sí lo deseo, pero las condiciones salariales que vivimos actualmente no son las mejores. Hay colegas a los que apenas les alcanza para cubrir sus necesidades básicas aún trabajando en dos empleos", indicó Steve.

Chávez Capó coincide en que las condiciones laborales complican el hecho de "que los muchachos tengan siquiera la idea de enfocarse hacia la decisión de sus activos, porque su realidad económica es tal que no les permite adquirir una vivienda y conforme van creciendo también va creciendo el precio de los satisfactores".

Como ejemplo menciona que si ahorita un joven compra un carro nuevo de 300 mil pesos y le piden el 20% de enganche, debería dar 60 mil pesos para quedar con un pendiente de 240 mil pesos para pagar a tres años, con una mensualidad de 6 mil pesos.

"Son cosas que gran parte de los muchachos ven y dicen ‘yo no le entro porque no tengo la posibilidad de meterme en un reto económico como este, además me estoy comprometiendo durante cuatro o cinco años para pagarlo’; y si te hablo de una casa te estoy hablando de que son 15 años, y si tienen otra expectativa respecto a su vida… Hay quienes dicen, ‘yo no me voy a casar, yo tengo a mi perrhijo y ya’, o ‘para qué compro casa, mejor disfruto lo que gano’. Y no es no es que carezcan de compromiso, yo sigo pensando que el muchacho no se compromete porque sus expectativas económicas para llevar una vida en pareja aún juntando los salarios no les permite a la gran mayoría adquirir de estos bienes", advierte.

Es por ello que bajo este panorama los especialistas entrevistados por este diario refieren que el modelo económico y político, junto con la falta de un estado de bienestar, ha dejado a los trabajadores sin las prestaciones y facilidades que solían tener para adquirir vivienda.

Ante esta situación consideran importante analizar y mejorar las condiciones salariales que se ofrecen actualmente con el fin de que la población tenga acceso a un mejor estilo de vida, no solo en la vivienda, sino también en la salud y la educación, que son primordiales para un desarrollo social

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Locales y viviendas de diversas colonias de Puebla terminaron inundados a causa de los aguaceros