/ domingo 14 de julio de 2019

¡Ante la cultura de la vida, ni un paso atrás!

“La consecuencia de tus actos, son la evidencia de tus valores.”

Conyflores


La forma en que la gente administra su cotidianidad pública y privada es la que le permite sentir -o no- plenitud emocional, espiritual, física, mental y moralmente armonía; libertad, paz, felicidad. En ese estado podemos sostener posturas sin que nos afecten las contrarias.

Regularmente deseamos que los demás piensen y actúen como quisiéramos, pero no sólo no es posible, sino que incluso sería tan aburrido como decepcionante vivir en un mundo paradigmático. Estoy convencido que la divergencia es necesaria para poder distinguir los diferentes fenómenos socio-culturales y el propio mundo.

Sin embargo, no es lo mismo discrepar o tener criterio propio que cada quién haga literalmente lo que le venga en ganas so pretexto de libertad de acción, de pensamiento y expresión; porque sería y es -desde la moral- transgredir el espacio de los demás.

La moral pública se define como “conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social, que funciona como guía para obrar. (…) La moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta.”

Cuando se opta por irrumpirla sin importar nada con los demás (tal cual), es poner en riesgo la convivencia pacífica de la sociedad, lo cual es actuar de manera antagónica al ser pacífico; es decir, lo contrario a tener paz es promover comportamientos irascibles, hostiles, incluso belicosos.

Por ello, cuando no se tiene paz, se es intolerante, saltan de inmediato los enojos y conceptos relativos a la moral como si fuera algo fuera la realidad envolvente.

Esto me lleva a referir que, participando en el Círculo de Escritores (Sabersinfin.com), grupo-taller de estudio y discusión literaria y -por supuesto- aspectos socio-culturales, salió el tema de las preferencias sexuales, donde una compañera feminista (qué bueno), argumentó su aceptación que haya adopción de menores por personas del mismo sexo unidas como pareja. Dijo que conoce a una pareja de homosexuales que adoptaron a un niño que está siendo educado tan normal como sus hijos.

Me llamó la atención que expresara el concepto “normal”; porque evidenció que hay algo que no es normal. Y es que -en efecto- no es un vínculo normal que dos personas del mismo sexo hagan ver que hay una situación que no lo es.

Hago constar que no hablo de la relación entre ellos (los adultos). Ese es su elección, su decisión, sus gustos, incluso su satisfacción como adultos, pero porqué involucrar en su decisión a personas (niños) que no tienen conciencia de lo que quieren o son. Pues, ni ellos mismos (los adultos) saben qué son ni qué quieren con certeza.

Por lo mismo salen a las calles a validarse exigiendo que los demás aceptemos su conducta fuera de las normas convenidas por la moral social. Término éste que les molesta porque no se ajusta a su conducta.

Y es que sus preferencias no forman parte de la cultura de la vida por su propia naturaleza de que dos seres humanos del mismo sexo no pueden procrear vida; por más que sea el deseo de la ideología de género.

¿Que cambiemos el lenguaje, el pensamiento, la actitud, los hábitos, los procedimientos, la vida misma en virtud el interés y satisfacción contra la vida misma? La vida llega por la perforación de un espermatozoide a un óvulo, aún la inseminación artificial. Ello infiere la existencia de un hombre y una mujer.

Aquí el asunto es el papel de la OEA y la ONU en la imposición de la ideología de género. ¿Qué hay detrás? ¿Quiénes están detrás? ¿Por qué están detrás? (Sigue)


*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf

“La consecuencia de tus actos, son la evidencia de tus valores.”

Conyflores


La forma en que la gente administra su cotidianidad pública y privada es la que le permite sentir -o no- plenitud emocional, espiritual, física, mental y moralmente armonía; libertad, paz, felicidad. En ese estado podemos sostener posturas sin que nos afecten las contrarias.

Regularmente deseamos que los demás piensen y actúen como quisiéramos, pero no sólo no es posible, sino que incluso sería tan aburrido como decepcionante vivir en un mundo paradigmático. Estoy convencido que la divergencia es necesaria para poder distinguir los diferentes fenómenos socio-culturales y el propio mundo.

Sin embargo, no es lo mismo discrepar o tener criterio propio que cada quién haga literalmente lo que le venga en ganas so pretexto de libertad de acción, de pensamiento y expresión; porque sería y es -desde la moral- transgredir el espacio de los demás.

La moral pública se define como “conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social, que funciona como guía para obrar. (…) La moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta.”

Cuando se opta por irrumpirla sin importar nada con los demás (tal cual), es poner en riesgo la convivencia pacífica de la sociedad, lo cual es actuar de manera antagónica al ser pacífico; es decir, lo contrario a tener paz es promover comportamientos irascibles, hostiles, incluso belicosos.

Por ello, cuando no se tiene paz, se es intolerante, saltan de inmediato los enojos y conceptos relativos a la moral como si fuera algo fuera la realidad envolvente.

Esto me lleva a referir que, participando en el Círculo de Escritores (Sabersinfin.com), grupo-taller de estudio y discusión literaria y -por supuesto- aspectos socio-culturales, salió el tema de las preferencias sexuales, donde una compañera feminista (qué bueno), argumentó su aceptación que haya adopción de menores por personas del mismo sexo unidas como pareja. Dijo que conoce a una pareja de homosexuales que adoptaron a un niño que está siendo educado tan normal como sus hijos.

Me llamó la atención que expresara el concepto “normal”; porque evidenció que hay algo que no es normal. Y es que -en efecto- no es un vínculo normal que dos personas del mismo sexo hagan ver que hay una situación que no lo es.

Hago constar que no hablo de la relación entre ellos (los adultos). Ese es su elección, su decisión, sus gustos, incluso su satisfacción como adultos, pero porqué involucrar en su decisión a personas (niños) que no tienen conciencia de lo que quieren o son. Pues, ni ellos mismos (los adultos) saben qué son ni qué quieren con certeza.

Por lo mismo salen a las calles a validarse exigiendo que los demás aceptemos su conducta fuera de las normas convenidas por la moral social. Término éste que les molesta porque no se ajusta a su conducta.

Y es que sus preferencias no forman parte de la cultura de la vida por su propia naturaleza de que dos seres humanos del mismo sexo no pueden procrear vida; por más que sea el deseo de la ideología de género.

¿Que cambiemos el lenguaje, el pensamiento, la actitud, los hábitos, los procedimientos, la vida misma en virtud el interés y satisfacción contra la vida misma? La vida llega por la perforación de un espermatozoide a un óvulo, aún la inseminación artificial. Ello infiere la existencia de un hombre y una mujer.

Aquí el asunto es el papel de la OEA y la ONU en la imposición de la ideología de género. ¿Qué hay detrás? ¿Quiénes están detrás? ¿Por qué están detrás? (Sigue)


*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf