/ lunes 10 de junio de 2024

La legitimidad y el triunfo de Morena

La realidad puede maquillarse, negarse y hasta ignorarse, pero solo por un tiempo. La constante de esa condición es que sin importar cuánto se postergue, esta termina por imponerse tarde o temprano y eso fue exactamente lo que sucedió en México el pasado 2 de junio.

Las cifras del conteo final en las votaciones en el Instituto Nacional Electoral (INE) y las correspondientes al mismo ejercicio en el estado de Puebla dan perfecta cuenta de que la mal llamada “oposición partidista” solo montó una farsa más en su vergonzoso papel de esta obra llamada democracia mexicana.

Los números son contundentes y por mucho reveladores en el verdadero sentir de los votantes que salieron a emitir sus sufragios en la jornada electoral; de una lista nominal de 98 millones 468 mil 105 votantes, el movimiento de la cuarta transformación logró atraer con su discurso de continuidad a 36 por ciento de ese padrón, es decir, la presidenta electa obtuvo la cifra histórica de 35 millones 923 mil 984 votos.

Claudia Sheinbaum se abre paso en la historia de México como la primera mujer en llegar a la primera magistratura del país con la mayor cantidad de sufragios obtenidos en unas elecciones libres y democráticas, no se le puede regatear nada en absoluto.

La comedia de la mal llamada “oposición partidista” en México solo logró 16.5 millones de votos, menos de la mitad de Morena y solo 11 por ciento más que lo obtenido por un partido esquirol y un candidato desconocido que fue sacado de la manga en el último minuto.

El PAN, el PRI y el PRD quedaron desnudados y exhibidos en su falsedad, en su incongruencia y en su vulgar voracidad. El discurso de “buscar salvar a México” no fue tomado en serio por una mayoría desconfiada y harta, eso sí, de sus desaseadas negociaciones cupulares.

El mensaje de los votantes fue claro: no hay razón para creer en los priistas, panistas o perredistas quienes tuvieron la responsabilidad de manejar gobiernos y no pudieron resistir la tentación de servirse y abusar desde el poder.

Está claro que el llamado voto duro de la fallida alianza opositora los abandonó, sin embargo, resulta muy interesante revisar el papel que decidió jugar la llamada “clase media” de un país supuestamente balcanizado, dividido y harto de la inseguridad, la corrupción, la mediocridad, la improvisación y el abuso de poder que tanto criticó y atacó desde las redes sociales.

La clase “media alta” votó en un 49 por ciento por MORENA, 41 por ciento por los partidos “opositores” y 10 por ciento por el partido de la pantomima naranja.

La tan agraviada “clase media” le dio al partido en el poder 59 por ciento de sus votos, 30 por ciento a los del PAN, PRI y PRD y concedió 11 por ciento a Movimiento Ciudadano.

La clase “media baja” de este país también se fue por el camino de la 4T entregándoles 61 por ciento de sus sufragios, contra 28 por ciento a la “oposición” y 11 por ciento al partido de Dante Delgado.

Y por último, la clase “popular” fue fiel a su causa, al defender sus intereses votando con un 71 por ciento a favor del movimiento transformador, y concediendo solo un 18 por ciento a las demás opciones de la boleta.

Con este desglose, queda muy claro que sí existió un voto oculto de los mexicanos “indignados” con el actual gobierno federal, solo que de manera por demás sorpresiva, ese voto “fifi” fue para Andrés Manuel López Obrador, el presidente más agraviado en la historia, según las propias palabras del mandatario.

La historia de Puebla es un fiel reflejo de las votaciones federales, ayer Alejandro Armenta recibió su constancia de mayoría que lo acredita no solo como gobernador electo, sino como el político con más votos recibidos al obtener 1 millón 908 mil 954 sufragios, de acuerdo con el cómputo final del Instituto Electoral del Estado.

En su mensaje, el mandatario electo afirmó que la democracia en México y en Puebla evolucionó y por ello se debe poner espacial atención en el mandato y confianza entregados por los electores, Alejandro Armenta añadió que la etapa de la competencia quedó cerrada y por ello se debe dar paso a la construcción de una nueva gobernabilidad.

El ganador indiscutible de la contienda puso particular énfasis en la legitimidad alcanzada y en la Puebla que no puede admitir demora en la atención a todos los retos y necesidades expuestas durante las campañas.

Alejandro reconoció la vocación conciliadora del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina en el proceso de una transición exitosa y respetuosa, destacó el liderazgo alcanzado por la presidenta electa Claudia Sheinbaum y por supuesto, enfatizó la guía del presidente López Obrador en este incuestionable momento estelar de Morena.

Las condiciones son inmejorables para las autoridades electas, ellos y ellas lo saben. El bono democrático es total, por lo que ahora resta acompañar y apoyar en todo lo posible el proyecto que promete un mejor país.

Y es que en la medida en la que las nuevas autoridades tengan éxito, en esa misma proporción el territorio dejará de ser una nación de falsos estadistas y ciudadanos mediocres.

Que venga pues, la mejor versión de Puebla y de México.

La realidad puede maquillarse, negarse y hasta ignorarse, pero solo por un tiempo. La constante de esa condición es que sin importar cuánto se postergue, esta termina por imponerse tarde o temprano y eso fue exactamente lo que sucedió en México el pasado 2 de junio.

Las cifras del conteo final en las votaciones en el Instituto Nacional Electoral (INE) y las correspondientes al mismo ejercicio en el estado de Puebla dan perfecta cuenta de que la mal llamada “oposición partidista” solo montó una farsa más en su vergonzoso papel de esta obra llamada democracia mexicana.

Los números son contundentes y por mucho reveladores en el verdadero sentir de los votantes que salieron a emitir sus sufragios en la jornada electoral; de una lista nominal de 98 millones 468 mil 105 votantes, el movimiento de la cuarta transformación logró atraer con su discurso de continuidad a 36 por ciento de ese padrón, es decir, la presidenta electa obtuvo la cifra histórica de 35 millones 923 mil 984 votos.

Claudia Sheinbaum se abre paso en la historia de México como la primera mujer en llegar a la primera magistratura del país con la mayor cantidad de sufragios obtenidos en unas elecciones libres y democráticas, no se le puede regatear nada en absoluto.

La comedia de la mal llamada “oposición partidista” en México solo logró 16.5 millones de votos, menos de la mitad de Morena y solo 11 por ciento más que lo obtenido por un partido esquirol y un candidato desconocido que fue sacado de la manga en el último minuto.

El PAN, el PRI y el PRD quedaron desnudados y exhibidos en su falsedad, en su incongruencia y en su vulgar voracidad. El discurso de “buscar salvar a México” no fue tomado en serio por una mayoría desconfiada y harta, eso sí, de sus desaseadas negociaciones cupulares.

El mensaje de los votantes fue claro: no hay razón para creer en los priistas, panistas o perredistas quienes tuvieron la responsabilidad de manejar gobiernos y no pudieron resistir la tentación de servirse y abusar desde el poder.

Está claro que el llamado voto duro de la fallida alianza opositora los abandonó, sin embargo, resulta muy interesante revisar el papel que decidió jugar la llamada “clase media” de un país supuestamente balcanizado, dividido y harto de la inseguridad, la corrupción, la mediocridad, la improvisación y el abuso de poder que tanto criticó y atacó desde las redes sociales.

La clase “media alta” votó en un 49 por ciento por MORENA, 41 por ciento por los partidos “opositores” y 10 por ciento por el partido de la pantomima naranja.

La tan agraviada “clase media” le dio al partido en el poder 59 por ciento de sus votos, 30 por ciento a los del PAN, PRI y PRD y concedió 11 por ciento a Movimiento Ciudadano.

La clase “media baja” de este país también se fue por el camino de la 4T entregándoles 61 por ciento de sus sufragios, contra 28 por ciento a la “oposición” y 11 por ciento al partido de Dante Delgado.

Y por último, la clase “popular” fue fiel a su causa, al defender sus intereses votando con un 71 por ciento a favor del movimiento transformador, y concediendo solo un 18 por ciento a las demás opciones de la boleta.

Con este desglose, queda muy claro que sí existió un voto oculto de los mexicanos “indignados” con el actual gobierno federal, solo que de manera por demás sorpresiva, ese voto “fifi” fue para Andrés Manuel López Obrador, el presidente más agraviado en la historia, según las propias palabras del mandatario.

La historia de Puebla es un fiel reflejo de las votaciones federales, ayer Alejandro Armenta recibió su constancia de mayoría que lo acredita no solo como gobernador electo, sino como el político con más votos recibidos al obtener 1 millón 908 mil 954 sufragios, de acuerdo con el cómputo final del Instituto Electoral del Estado.

En su mensaje, el mandatario electo afirmó que la democracia en México y en Puebla evolucionó y por ello se debe poner espacial atención en el mandato y confianza entregados por los electores, Alejandro Armenta añadió que la etapa de la competencia quedó cerrada y por ello se debe dar paso a la construcción de una nueva gobernabilidad.

El ganador indiscutible de la contienda puso particular énfasis en la legitimidad alcanzada y en la Puebla que no puede admitir demora en la atención a todos los retos y necesidades expuestas durante las campañas.

Alejandro reconoció la vocación conciliadora del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina en el proceso de una transición exitosa y respetuosa, destacó el liderazgo alcanzado por la presidenta electa Claudia Sheinbaum y por supuesto, enfatizó la guía del presidente López Obrador en este incuestionable momento estelar de Morena.

Las condiciones son inmejorables para las autoridades electas, ellos y ellas lo saben. El bono democrático es total, por lo que ahora resta acompañar y apoyar en todo lo posible el proyecto que promete un mejor país.

Y es que en la medida en la que las nuevas autoridades tengan éxito, en esa misma proporción el territorio dejará de ser una nación de falsos estadistas y ciudadanos mediocres.

Que venga pues, la mejor versión de Puebla y de México.