/ lunes 8 de enero de 2024

Las precampañas, el presidente y su hermano el gobernador

Las precampañas se cumplieron en tiempo y forma para el estado de Puebla por lo que hace a los aspirantes a la gubernatura de Puebla, de hecho, el reporte del INE documentó que de los 8.5 millones de pesos autorizados para financiamiento, solo se gastaron 2 millones 467 mil 512 pesos en total, lo que lo hace el primer hecho positivo.

Sobre las actividades e impacto de los 10 días de precampañas, estos permitieron ver la primera talla y peso de las dos figuras importantes, pero también comienzan a dibujarse las fortalezas y debilidades de los protagonistas antes de entrar de lleno a la contienda por la gubernatura.

Alejandro Armenta, virtual candidato de Morena, PT y PVEM al gobierno de Puebla, aprovechó este singular periodo para reafirmar su compromiso con la 4T, con el presidente López Obrador y con la candidata Claudia Sheinbaum, pero lo hizo posicionando aún más términos como “humanismo mexicano” al cual calificó como el hilo conductor clave para alcanzar un estado de bienestar, paz y prosperidad.

El hoy precandidato único del partido en el poder dejó muy claro el conocimiento que guarda del estado tras sus 34 años de trabajo en la política y en el servicio público, pero también puso sobre la mesa temas torales como la seguridad, la procuración e impartición de justicia, tolerancia cero a la corrupción, modernización de la administración pública, inclusión, diversidad, educación, deporte, salud y su visión sostenible 2030.

En la marcha, Armenta Mier también aprovechó el periodo para seguir sembrando semillas de “unidad” entre sus simpatizantes, alentó a todos los convocados en sus encuentros a pensar no solo en un triunfo para la presidencia y la gubernatura, sino en la estratégica mayoría calificada en la cámara de diputados (orden directa del presidente a todos los aspirantes de Morena en el país).

En este breve lapso, Alejandro Armenta logró, pues, mostrarse aún más como un político y un aspirante legítimo de la 4T, un hecho positivo para el poblano que ya tiene efectos importantes a cuidar, porque lo malo es que en cada evento aparecieron aplaudiendo en todo lo alto y gritando a todo pulmón más y más personajes que ni siquiera han abandonado formalmente al PRI y ya están en franca postura arribista.

Morena y sus aliados deberán ser firmes e inteligentes para aceptar a aquellos que pueden sumar a su causa pero sin perder la “fuerza moral” de la que tanto insiste su máximo líder al afirmar que en la 4T no son iguales a los del viejo régimen.

De hecho, no es casualidad que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya iniciado el año justamente en Puebla, donde oficialmente vino a supervisar programas y acciones coordinadas de gobierno con su amigo (a decir del propio AMLO) el gobernador Sergio Salomón Céspedes, quien, no cabe duda, ya goza de la simpatía y una buena dosis de confianza del ejecutivo federal.

Sin embargo y más allá del afecto político hacia el mandatario poblano, desde el mismo sábado trascendió que el ejecutivo federal aprovechó su presencia en Puebla para supervisar su proyecto de transición y evitar el arribismo masivo de priistas poblanos desesperados. Con ello, el mandatario habría dejado el mensaje tajante de que a su movimiento no van a entrar todos los arrepentidos y menos los impresentables.

En el otro frente, el precandidato Eduardo Rivera Pérez apostó por mostrarse en este periodo como un político experimentado al ser electo en un par de ocasiones como alcalde de Puebla capital; en muchos lugares de la ciudad y zona metropolitana lo saludaron con afecto y en otros al interior del estado, tuvo que presentarse como el panista que en coalición con el PRI, PRD y PSI busca llegar a la gubernatura.

Lo bueno para el abanderado Rivera Pérez es que lució fresco y sonriente en sus recorridos, decidido pues, a conquistar la empresa más difícil de su carrera política. Lo malo es que en estos días, sus ideas quedaron opacadas por la crítica y señalamientos al partido en el poder y de manera particular, a la pasada administración municipal de Puebla; una estrategia si bien lógica y obligada desde la oposición, hasta ahora, poco redituable.

Esa misma estrategia fue ejecutada al pie de la letra el pasado miércoles en la junta auxiliar Ignacio Romero Vargas, donde acompañado de la virtual candidata a la presidencia Xóchitl Gálvez, el dirigente Marko Cortés y el precandidato a la alcaldía, Mario Riestra, hablaron de quitar piedras en el camino y mover troncos echados a perder para retomar el “Rumbo para Puebla”, marca que, por cierto, no acompaña al eslogan nacional de “Fuerza y corazón por México”.

Lo feo es tener que escribir algunas líneas sobre una Xóchitl Gálvez diferente. Por lo menos la semana pasada vimos a una Xóchitl sonriente pero incómoda, dicharachera pero cada vez más limitada, entrona pero visiblemente amarrada de manos y lo peor, de mente. La que vimos no es a la Senadora mal hablada pero legítima que conecta con la gente por ser simplemente ella, por lo menos en esta ocasión, no transmitió su energía irreverente y por lo tanto creíble.

En lo personal, he tenido la oportunidad de entrevistar en muchas ocasiones a la hoy aspirante a la presidencia y recuerdo que antes de iniciar cada charla, siempre pensé: “esta no es cualquier plática al aire y lo que pueda decir Xóchitl, no será tampoco una declaración más”; siempre me generó una gran expectativa y hasta emoción poder entrevistarla, pero en esta ocasión no vi ni escuché a esa protagonista de mente ágil y verdades incómodas pero ciertas.

Resultaría muy interesante que quienes manejan la campaña de la hidalguense, la suelten, le permitan volver a ser ella; lo suyo es improvisar, retar, exhibir y por ende conectar. Tratar de “protegerla” dándole discursos armados y guiones palomeados solo seguirá desdibujando a la mujer que logró esperanzar a los inconformes de este país.

Suéltenla, apóyenla, empújenla y vayan a la contienda con todos los riesgos que una candidatura de estas características implica y sobre todo, no cometan el error histórico de adoptar el papel de los conformistas mediocres y traicioneros, de esos que ante el riesgo de perderlo todo, prefieren aceptar las migajas para sobrevivir desde la traición.

La sociedad mexicana entera los está observando como nunca antes, no la subestimen.


Las precampañas se cumplieron en tiempo y forma para el estado de Puebla por lo que hace a los aspirantes a la gubernatura de Puebla, de hecho, el reporte del INE documentó que de los 8.5 millones de pesos autorizados para financiamiento, solo se gastaron 2 millones 467 mil 512 pesos en total, lo que lo hace el primer hecho positivo.

Sobre las actividades e impacto de los 10 días de precampañas, estos permitieron ver la primera talla y peso de las dos figuras importantes, pero también comienzan a dibujarse las fortalezas y debilidades de los protagonistas antes de entrar de lleno a la contienda por la gubernatura.

Alejandro Armenta, virtual candidato de Morena, PT y PVEM al gobierno de Puebla, aprovechó este singular periodo para reafirmar su compromiso con la 4T, con el presidente López Obrador y con la candidata Claudia Sheinbaum, pero lo hizo posicionando aún más términos como “humanismo mexicano” al cual calificó como el hilo conductor clave para alcanzar un estado de bienestar, paz y prosperidad.

El hoy precandidato único del partido en el poder dejó muy claro el conocimiento que guarda del estado tras sus 34 años de trabajo en la política y en el servicio público, pero también puso sobre la mesa temas torales como la seguridad, la procuración e impartición de justicia, tolerancia cero a la corrupción, modernización de la administración pública, inclusión, diversidad, educación, deporte, salud y su visión sostenible 2030.

En la marcha, Armenta Mier también aprovechó el periodo para seguir sembrando semillas de “unidad” entre sus simpatizantes, alentó a todos los convocados en sus encuentros a pensar no solo en un triunfo para la presidencia y la gubernatura, sino en la estratégica mayoría calificada en la cámara de diputados (orden directa del presidente a todos los aspirantes de Morena en el país).

En este breve lapso, Alejandro Armenta logró, pues, mostrarse aún más como un político y un aspirante legítimo de la 4T, un hecho positivo para el poblano que ya tiene efectos importantes a cuidar, porque lo malo es que en cada evento aparecieron aplaudiendo en todo lo alto y gritando a todo pulmón más y más personajes que ni siquiera han abandonado formalmente al PRI y ya están en franca postura arribista.

Morena y sus aliados deberán ser firmes e inteligentes para aceptar a aquellos que pueden sumar a su causa pero sin perder la “fuerza moral” de la que tanto insiste su máximo líder al afirmar que en la 4T no son iguales a los del viejo régimen.

De hecho, no es casualidad que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya iniciado el año justamente en Puebla, donde oficialmente vino a supervisar programas y acciones coordinadas de gobierno con su amigo (a decir del propio AMLO) el gobernador Sergio Salomón Céspedes, quien, no cabe duda, ya goza de la simpatía y una buena dosis de confianza del ejecutivo federal.

Sin embargo y más allá del afecto político hacia el mandatario poblano, desde el mismo sábado trascendió que el ejecutivo federal aprovechó su presencia en Puebla para supervisar su proyecto de transición y evitar el arribismo masivo de priistas poblanos desesperados. Con ello, el mandatario habría dejado el mensaje tajante de que a su movimiento no van a entrar todos los arrepentidos y menos los impresentables.

En el otro frente, el precandidato Eduardo Rivera Pérez apostó por mostrarse en este periodo como un político experimentado al ser electo en un par de ocasiones como alcalde de Puebla capital; en muchos lugares de la ciudad y zona metropolitana lo saludaron con afecto y en otros al interior del estado, tuvo que presentarse como el panista que en coalición con el PRI, PRD y PSI busca llegar a la gubernatura.

Lo bueno para el abanderado Rivera Pérez es que lució fresco y sonriente en sus recorridos, decidido pues, a conquistar la empresa más difícil de su carrera política. Lo malo es que en estos días, sus ideas quedaron opacadas por la crítica y señalamientos al partido en el poder y de manera particular, a la pasada administración municipal de Puebla; una estrategia si bien lógica y obligada desde la oposición, hasta ahora, poco redituable.

Esa misma estrategia fue ejecutada al pie de la letra el pasado miércoles en la junta auxiliar Ignacio Romero Vargas, donde acompañado de la virtual candidata a la presidencia Xóchitl Gálvez, el dirigente Marko Cortés y el precandidato a la alcaldía, Mario Riestra, hablaron de quitar piedras en el camino y mover troncos echados a perder para retomar el “Rumbo para Puebla”, marca que, por cierto, no acompaña al eslogan nacional de “Fuerza y corazón por México”.

Lo feo es tener que escribir algunas líneas sobre una Xóchitl Gálvez diferente. Por lo menos la semana pasada vimos a una Xóchitl sonriente pero incómoda, dicharachera pero cada vez más limitada, entrona pero visiblemente amarrada de manos y lo peor, de mente. La que vimos no es a la Senadora mal hablada pero legítima que conecta con la gente por ser simplemente ella, por lo menos en esta ocasión, no transmitió su energía irreverente y por lo tanto creíble.

En lo personal, he tenido la oportunidad de entrevistar en muchas ocasiones a la hoy aspirante a la presidencia y recuerdo que antes de iniciar cada charla, siempre pensé: “esta no es cualquier plática al aire y lo que pueda decir Xóchitl, no será tampoco una declaración más”; siempre me generó una gran expectativa y hasta emoción poder entrevistarla, pero en esta ocasión no vi ni escuché a esa protagonista de mente ágil y verdades incómodas pero ciertas.

Resultaría muy interesante que quienes manejan la campaña de la hidalguense, la suelten, le permitan volver a ser ella; lo suyo es improvisar, retar, exhibir y por ende conectar. Tratar de “protegerla” dándole discursos armados y guiones palomeados solo seguirá desdibujando a la mujer que logró esperanzar a los inconformes de este país.

Suéltenla, apóyenla, empújenla y vayan a la contienda con todos los riesgos que una candidatura de estas características implica y sobre todo, no cometan el error histórico de adoptar el papel de los conformistas mediocres y traicioneros, de esos que ante el riesgo de perderlo todo, prefieren aceptar las migajas para sobrevivir desde la traición.

La sociedad mexicana entera los está observando como nunca antes, no la subestimen.