Chanquetes y pulpo de pedrero | El Rincón de Zalacaín

Último día en Madrid, horas dignas de ser aprovechadas máxime al ser domingo

Jesús Manuel Hernández | El Sol de Puebla

  · jueves 13 de febrero de 2020

Madrid, España.- Último día en Madrid, horas dignas de ser aprovechadas máxime al ser domingo. Llevar las vivencias y el sabor en la boca de alimentos prácticamente exclusivos de estas tierras y mares.

Siendo domingo, se había puesto de acuerdo para un recorrido por El Rastro, el tradicional mercadillo ubicado cada semana, entre la Plaza del Cascorro y la Rivera de Curtidores, de la calle Embajadores a la Ronda de Toledo.

Cada semana en esta amplia zona de se ubican vendedores de los más diversos giros, desde artesanía derivadas de la hoja lata, acetatos y cassettes convertidos en bolsos, ropa militar, gorros rusos, pashminas, zapatos, sombreros, antigüedades, miles de productos al alcance del bolsillo común.

Toma de protesta del nuevo comité. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Foto: Jesús Manuel Hernández | El Sol de Puebla

Y por supuesto, algunos establecimientos simbólicos donde el paseante se detiene para beber alguna cerveza, un vermut o un vino. Amadeo con sus caracoles, y Malacatín, con su interminable cocido madrileño.

El rastro nació hace unos 400 años, debe su nombre al uso de la Ribera de Curtidores, calle donde estaban ubicados los negocios de curtiduría; las reses pasaban por ahí rumbo al Matadero y cuando las pieles eran transportadas, dejaban un “rastro de sangre”, de donde la gente empezó a llamarle a la zona como “El Rastro”.

Zalacaín había programado comer en un sitio relativamente nuevo y céntrico, El Barril de las Cortes, un espacio del Grupo Oter con varios establecimientos distribuidos en Madrid, todos especializados en buenos mariscos y famoso por su arroz con bogavante.

Parte de los postres que se presentaron. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Dos cosas le llamaron la atención, los “Huevos camperos con chanquetes del mar menor” por 18.50 euros; más abajo aparecía el “Pulpo Pedrero a las brasas y alioli suave” por 19.75 euros.

Se trataba de dos productos raros, sobre todo los chanquetes, declarados en veda desde 1988 por la Junta de Andalucía.

El ofertado en El Barril proviene de Murcia del llamado Mar Menor, una albufera de agua salada del Mediterráneo, mide un máximo de 5 centímetros de largo, es blanco rosado o amarillento, traslúcido, muy fino; pese a la veda se consigue a veces ilegalmente y alcanza precios de uno 80 euros el kilo.

La prohibición se debe a la forma de capturarlo, con redes muy finas, al momento de recogerlo, con los chanquetes vienes larvas de alevines de unas 60 especies.

Disfruta de tu platillo. Foto: Chef Aldo Gómez Ruíz

Foto: Jesús Manuel Hernández | El Sol de Puebla

De ahí, han surgido imitaciones, “chanquetes chinos”, pez plata, traídos de China; o en lugar de chanquetes el comensal recibe un plato con algo parecido, los especialistas le llaman “inmaduros de boquerones y sardinas”.

Zalacaín pidió los chanquetes, la verdad, muy buenos, fueran o no realmente chanquetes.

Y después apareció el lujo gallego, el pulpo de Pedrero. Los pecadores se mueven por las rías bajas, en bajamar, buscan el mar tranquilo y claro y dotados con una vara en una mano y un “gaxarte” en la otra; el gaxarte es un palo con un garfio.

Y la comida fluyó, el Gran Bazán fue el compañero ideal, varias botellas se consumieron.

Y Zalacaín se despidió de Madrid.

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