Cómo enseñar a tus hijos la gratitud | CONSTRUYENDO MI FELICIDAD

Una de las enfermedades que experimentamos en la actualidad es la ingratitud

Mara Rodríguez Masdefiol / Psicóloga tanatoterapeuta*

  · jueves 6 de junio de 2019

La gratitud es una apreciación, una alabanza, de las energías con más alta frecuencia de vibración, la que nos abre las puertas del cielo. Todo en la naturaleza la expresa al ser lo que es, y sólo el ser humano se olvida de expresarla. No sólo me refiero a la gratitud por estar vivos y tener todo lo que tenemos, sino a la acción de agradecer a las personas que nos atienden, nos ayudan, nos regalan, nos aconsejan, nos apoyan, nos dan el paso, y todas las experiencias que vamos viviendo, aun cuando estas no nos gusten y sean dolorosas, porque ahí están los aprendizajes y la evolución.

¿Por qué es importante la gratitud? Primero, porque se siente bien; date cuenta del bienestar físico, emocional, mental y espiritual que experimentas cuando agradeces algo, también, porque además de ser un valor relacionado con la buena educación, es una poderosa fuerza que abre puertas y caminos.

Cuando agradeces, creas un camino para que por ahí venga más de lo mismo, pones una gran cantidad de poderosa energía en eso que estás apreciando y “notando”, y aquello en donde pones tu atención, crece y se multiplica.

Te des cuenta de ello o no, eso sucede cuando agradeces; cuando viene en dirección contrario y es a ti a quien agradecen, se pueden experimentar muy claro los efectos de esta poderosa fuerza sanadora y armonizadora. Date cuenta cómo, cuando te agradecen, quieres seguir dando, haciendo, apoyando.

¿Cómo enseñar a tus hijos gratitud? ¡Agradeciendo! que te vean y oigan agradeciendo y que a ellos les agradezcas también. Decir cosas como: “gracias hijo, porque tendiste tu cama, porque recogiste tus trastes, o tu ropa”. La reacción de estos padres es: “¡pero es su obligación!, ¡eso es lo que le toca hacer en casa!” y mi respuesta es: tu obligación es mantenerlos, hacerles de comer y, sin embargo, esperas y les pides que agradezcan por ello.

Aunque tu hijo haga cosas que son “su obligación”, agradécele. Los padres también debemos dar las gracias a nuestros hijos cada vez que la situación lo requiera, y no suponer que hacerlo nos resta autoridad, poder o fuerza. Al contrario, ellos internalizarán esta hermosa actitud, que más que un valor es una fuerza armonizadora, que les traerá muchas cosas buenas en la vida.

Así mismo, te recomiendo que la gratitud se vuelva parte de tu estilo de vida. En lo personal, cada que voy en mi coche y llego a mi destino, doy gracias por el servicio que me dio, cuando me deshago de ropa o cosas, les agradezco por todo lo que me dieron, y no se diga las personas que trabajan para mí, a quien les digo que les agradezco y aprecio mucho cómo hacen mi vida más fácil.

Si tus hijos ven en ti esa actitud, ten por seguro que también la desarrollarán. La apreciación y la gratitud se sienten extremadamente bien, pero además echan a andar en nuestra vida la “Ley del Incremento”. Su nombre lo define: lo que agradeces y aprecias, regresa multiplicado.

Cómo frecuentemente digo: no me creas nada, experiméntalo.

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