/ sábado 17 de junio de 2023

Arco de Loreto, la entrada a la casa santa del cerro | Los tiempos idos

El arco que reposa sobre el camino que lleva a la zona de Los Fuertes sobrevivió a la modernidad del siglo XX, que pudo haberlo destruido por obstruir las nuevas vialidades y por no ser considerado monumento virreinal

El arco que reposa sobre el camino que lleva a la zona de Los Fuertes pudo haber sido destruido por obstruir las nuevas vialidades y por no ser considerado un monumento virreinal.

Pero una investigación realizada a principios del siglo XX, en la que se descifraron cada uno de los elementos que contiene, concluyó que data del siglo XVII y es contemporáneo a la iglesia de la Virgen de Loreto.


Por siglos, el arco delimitó la ciudad y era la entrada al camino que llevaba a los poblanos al Santuario de Nuestra Señora de Loreto, que hoy son los Fuertes de Loreto y Guadalupe.

En la imagen se alcanzan a ver los altorrelieves del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, a la izquierda, y el alcalde Rodrigo de la Mota y Priego que gobernó la ciudad en 1685. Ca. 1950. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

Dos historias opuestas

Aunque no existen antecedentes del arco, dos personajes importantes en la historia de Puebla hablan de él.

Hugo Leicht estableció una hipótesis de cuándo fue construido el Arco de Loreto, pero no ahondó en el tema, él no se iba a detener a hacer una investigación particular porque estaba muy ocupado en su libro de Las Calles de Puebla, expone el investigador Gustavo Velarde Tritschler.

“En la página 221 de su libro, Hugo Leicht dice que su construcción es contemporánea a la del Cuartel de San José (hoy edificio del IMSSS, en contra esquina del templo) que se inició en 1781 y se terminó en 1788. Agrega que el arco era la portada (entrada o fachada) del fuerte que se construyó en 1815 para defender a la ciudad de los insurgentes”, señala.

Pero Velarde enfatiza que el arco es mucho más antiguo. De acuerdo a la investigación y descubrimiento de Ángel Paz y Puente, que fue un importante investigador de inicios del siglo XX, se saca en conclusión que el Arco de Loreto no es contemporáneo al Cuartel de San José.

El arco se construyó al mismo tiempo que la capilla dedicada a esta advocación. Fue levantado en 1685 y se hizo para señalar el camino a la Casa Santa de Loreto. Por lo que la historia de ambos está relacionada.

Antigua iglesia de Nuestra Señora de Loreto dentro del Fuerte. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

De ermita a Casa Santa

Se presume que el Arco de Loreto era la entrada para el camino hacia la ermita de Loreto que reposaba en lo alto del cerro (hoy Fuerte de Loreto) y que fue levantada por un vecino de la Resurrección en el siglo XVII.

El investigador cuenta que en el año 1655 un vecino de La Resurrección llamado José de la Cruz, cruzaba por las faldas del cerro de Belén (conocido así por una capilla que se encontraba del otro lado de la montaña) cuando se vino una tempestad. Al buscar refugio fue alcanzado por un rayo. Su caballo quedó fulminado y sus gallinas terminaron hechas cenizas. Él había salido ileso, en ese momento hizo una oración a la Virgen de Loreto de la cual era devoto y prometió levantarle una ermita.


“Una ermita es un pequeño templo que no tiene calidad de iglesia y cuando un civil tiene la iniciativa de erigir una, necesita autorización. José de la Cruz contó su historia sobrenatural y en 1659 obtuvo la autorización de la iglesia, del cabildo y del virrey para iniciar la construcción de la ermita dedicada a la Virgen de Loreto y cumplir su promesa”, asegura.

Panorámica de la zona entre 1930 y 1940. De lado izquierdo se aprecia el Arco de Loreto. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

Treinta años después, hacia 1690, el padre Baltazar Rodríguez Sambrano fue nombrado capellán y como él tenía gran devoción a Nuestra Señora de Loreto, decidió edificar una bonita capilla porque la ermita era muy sencilla.

“El padre Baltazar imitó los templos que ya había en México en honor a la Virgen de Loreto. Adentro construyó un recinto con las medidas exactas de la casa que habitaron Jesús, María y José. Si entras a lo que fue la antigua capilla que está en el fuerte te das cuenta que hay una construcción dentro de otra”, detalla.

Cuenta la historia que los ángeles trasladaron esa casa, de Nazaret a Dalmacia, y luego la depositaron en un bosque de laureles en Italia, de ahí su nombre, “Loreto”, que significa lugar poblado de laureles. El Santuario de la Virgen de Loreto se levantó en el siglo XIV y en su interior se encuentra la Santa Casa.

“El padre Baltazar no culminó esa obra, pero sí su sucesor, Benito Ordóñez Guerrero, quien además anexó una casa muy amplia con un pequeño claustro y una cisterna para una huerta de buen tamaño. Entonces la Casa Santa de Loreto (hoy Fuerte de Loreto y Guadalupe) se convirtió rápidamente en un lugar de devoción y paseo obligado, sobre todo los domingos y fiestas”, dice.

Fachada norte del arco con la imagen de San José, el niño Jesús y la vara florida. AL fondo se aprecia la iglesia de San José. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

La autoridad gobernante

Los padres Baltazar y Benito construyeron por iniciativa propia la iglesia de Loreto. Pero en esa época la arquidiócesis de Puebla era gobernada por el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún (1676-1699). Por consiguiente, la obra se realizó bajo su autorización.

“El obispo era muy querido, después de Palafox y Mendoza no hubo otro más importante que Manuel Fernández de Santa Cruz, que fue el fundador de la orden de Santa Mónica, él construyó el convento y les heredó su corazón a las monjas que está en exhibición en el museo. Fue la explosión del Barroco en Puebla. Él adornó la catedral, terminó la Capilla del Rosario, se hizo San Francisco Acatepec y Tonatzintla, y se construyó el Arco de Loreto”, advierte.


“Es de suponer que el arco es contemporáneo a la iglesia porque además de tener representada la Casa Santa de Loreto, tiene los rostros en alto relieve del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, y del regidor de entonces, Rodrigo de la Mota y Priego. Es decir, tiene representada la autoridad civil y religiosa de la época”, añade.

Sabemos el año exacto en que se hizo el arco porque en esa época los alcaldes fungían solo un año y Rodrigo de la Mota y Priego gobernó la ciudad en 1685.

“Ángel Paz y Puente descifró cada uno de los elementos que tiene y así identificó a los personajes. Por eso se puede presumir que la historia de la capilla y del arco de Loreto van de la mano. El arco era la entrada al camino que llevaba a la Casa Santa de Loreto”, subraya.

Hombres cruzando el lecho del río que en ese momento estaba casi seco. De lado izquierdo se aprecia la Calzada de Loreto, hoy 2 Norte. Las esquinas de casas serían derrumbadas después para ampliar la calle. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

Significado del arco

El arco, que se ubica en la que antiguamente era la Calzada de Loreto (hoy 2 Norte), comunicaba la ciudad con el templo de Nuestra Señora de Loreto. El camino se podía tomar desde el zócalo en línea recta sobre la 2 Norte, pasaba por la iglesia de San José, se cruzaba el río San Francisco y llegabas al Arco de Loreto para subir a la iglesia.

La mayor parte de la construcción del Arco de Loreto es de cal y canto, revocado, con resaltes, molduras y figuras de mortero de cal.

“Al centro, en la parte superior de la fachada que mira al norte aparece la imagen de San José, que indica a quien baja del cerro, que va hacia San José (templo y cuartel). La fachada que mira al sur, la decoran una paloma representando al Espíritu Santo y a la Casa Santa de Loreto. A la izquierda está el retrato del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún y el escudo del obispado formado por un cojín y un báculo. Del lado derecho está el retrato del alcalde Rodrigo de la Mota y Priego y el escudo de la ciudad”, detalla el investigador.

El arco estaba rematado por una escultura en piedra del arcángel San Miguel, patrono de la ciudad, que fue destruida en medio de una tempestad por un rayo, en 1904-05. El obispo Pedro Vera y Zuria regaló otra escultura semejante en 1933, misma que fue dañada por otro rayo, pero después la restauraron porque es la que destaca hasta arriba.

“La indumentaria de los personajes tallados en el monumento no deja lugar a dudas de la época en que fue levantado el arco. En la base de la columna del lado oriente del Arco de Loreto, al centro, tenía grabada en la piedra y por la parte de afuera la fecha de 1685”, sentencia.

A mediados del siglo XX, se formó un pequeño jardín a su alrededor en forma de rotonda y se reparó. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

La iglesia se fortifica

A finales del siglo XVIII se comenzó a gestar el movimiento por la Independencia de México. En todo el reino de la Nueva España había revueltas. Para defender la ciudad de Puebla de los insurgentes, la iglesia de Loreto fue fortificada.

Velarde Tritschler dice que dado el panorama estratégico que desde ahí se domina, en 1798 se acondicionó la casa del capellán de Loreto como prisión y resguardo militar. Nada pasó hasta febrero de 1815 (siglo XIX), cuando accidentalmente se incendió el depósito de pólvora que existía en el Real Colegio Carolino, cuyo estallido alarmó a la ciudad y causó muchas víctimas.


Fue entonces que el síndico del ayuntamiento, Clemente Francisco Espino, ordenó que se sacaran del casco urbano los almacenes de municiones y artillería y fueran llevados a los anexos del Santuario de Loreto, que habilitaron como polvorín. Por su ubicación estratégica decidieron convertirlo en fuerte.

“Al conocer el proyecto, el cabildo de la catedral decidió entregar a la milicia el recinto, según consta en el acta del 25 de junio de 1815. Por la guerra de independencia paso de manos del clero al ejército”, asienta.

El ayuntamiento ordenó que todos los vecinos de los barrios adyacentes realizaran trabajo comunal y forzoso los domingos y días festivos, y que los presos adelantaran condenas a cambio de faenas. La obra se concluyó totalmente el 11 de julio de 1817. Dos meses antes de que estallara la guerra de Independencia.

“Para lo que se construyó no se utilizó (el Fuerte de Loreto y Guadalupe), pero sí formó parte de las operaciones bélicas entre conservadores y liberales. No obstante, sería hasta el 5 de Mayo de 1862 cuando fue parte importante de la célebre batalla en la que los franceses se vieron humillados y las armas nacionales se cubrieron de gloria”, asegura.

“Cuando los franceses se fueron, los estrategas militares (mexicanos) sabían que iban a regresar. Entonces, para que el Ejército Francés no tuviera puntos de referencia tiraron la bóveda y las torres de la iglesia de Loreto y también las de la iglesia de Guadalupe (que está del otro lado). Por eso el fuerte no parece templo, pero si te fijas, su entrada tiene un estilo Barroco Salomónico”, advierte.

El Arco de Loreto estuvo a punto de ser destruido en diferentes ocasiones hasta que fue protegido por el Departamento Federal de Monumentos. Entonces se pensó en trasladarlo para ampliar la vialidad. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Evitan su destrucción

De acuerdo con Ángel Paz y Puente, el lugar sirvió como garita y según datos que le fueron proporcionados por personas mayores de su época, durante los conflictos bélicos sucedidos en la ciudad entre 1862 y 1867 había un muro junto al arco que fortificaba la ciudad.

“El muro obligaba a pasar por el Arco de Loreto para entrar a la ciudad. En 1808 fue destruido por obreros confederados paracaidistas que formaron la colonia Mártires del Trabajo, que está junto al arco. Pero en 1904 aún existía un tramo que por un lado de la portada de Loreto se prolongaba al oriente hasta Las Piadosas (capilla) y por el Poniente hasta cerca del río San Francisco”, comenta.

La Calzada de Loreto, que atravesaba el arco, fue cortada en el siglo XIX al ponerse en explotación las canteras que eran propiedad de José Cosío y Francisco y Dionisio de Velazco, refiere Velarde, y agrega que estos dos señores tenían esas minas de piedra entre el fuerte y el arco y nunca se preocuparon por conservar íntegro el camino que ya existía. Después se hizo difícil la comunicación de la ciudad con Los Fuertes, porque el camino estaba lleno de cráteres. El fuerte quedó incomunicado y abandonado.

A mediados del siglo XX, durante la administración de Carlos Betancourt Molina, gobernador de Puebla, al abrir la avenida 30 Oriente, que cruza a la altura del arco, se le formó un pequeño jardín a su alrededor en forma de rotonda y se reparó, taparon los desperfectos que tenía por los impactos de las balas de fusil de la Revolución y lo pintaron. Incluso hicieron un jardín para niños.

“Borraron la leyenda que el arco tenía en el centro, quizá por considerarla antiestética. La fecha que tenía en la parte de afuera la alteraron, cambiaron el segundo número ‘6’ por un ‘8’. En vez de 1685, la cambiaron a 1885. Se cree que esta maniobra (borrar la fecha de su construcción), fue para facilitar su destrucción, para que no se considerara una obra virreinal, porque el Arco de Loreto varias veces estuvo en peligro de desaparecer. Pero Carlos y Ángel Paz y Puente (eran dos hermanos) y Juan Moreno, lograron que el Departamento Federal de Monumentos lo protegiera y evitara su destrucción”, concluye el investigador.

Aspecto actual del Arco de Loreto. Foto: Julio César Martínez. El Sol de Puebla

El arco que reposa sobre el camino que lleva a la zona de Los Fuertes pudo haber sido destruido por obstruir las nuevas vialidades y por no ser considerado un monumento virreinal.

Pero una investigación realizada a principios del siglo XX, en la que se descifraron cada uno de los elementos que contiene, concluyó que data del siglo XVII y es contemporáneo a la iglesia de la Virgen de Loreto.


Por siglos, el arco delimitó la ciudad y era la entrada al camino que llevaba a los poblanos al Santuario de Nuestra Señora de Loreto, que hoy son los Fuertes de Loreto y Guadalupe.

En la imagen se alcanzan a ver los altorrelieves del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, a la izquierda, y el alcalde Rodrigo de la Mota y Priego que gobernó la ciudad en 1685. Ca. 1950. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

Dos historias opuestas

Aunque no existen antecedentes del arco, dos personajes importantes en la historia de Puebla hablan de él.

Hugo Leicht estableció una hipótesis de cuándo fue construido el Arco de Loreto, pero no ahondó en el tema, él no se iba a detener a hacer una investigación particular porque estaba muy ocupado en su libro de Las Calles de Puebla, expone el investigador Gustavo Velarde Tritschler.

“En la página 221 de su libro, Hugo Leicht dice que su construcción es contemporánea a la del Cuartel de San José (hoy edificio del IMSSS, en contra esquina del templo) que se inició en 1781 y se terminó en 1788. Agrega que el arco era la portada (entrada o fachada) del fuerte que se construyó en 1815 para defender a la ciudad de los insurgentes”, señala.

Pero Velarde enfatiza que el arco es mucho más antiguo. De acuerdo a la investigación y descubrimiento de Ángel Paz y Puente, que fue un importante investigador de inicios del siglo XX, se saca en conclusión que el Arco de Loreto no es contemporáneo al Cuartel de San José.

El arco se construyó al mismo tiempo que la capilla dedicada a esta advocación. Fue levantado en 1685 y se hizo para señalar el camino a la Casa Santa de Loreto. Por lo que la historia de ambos está relacionada.

Antigua iglesia de Nuestra Señora de Loreto dentro del Fuerte. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

De ermita a Casa Santa

Se presume que el Arco de Loreto era la entrada para el camino hacia la ermita de Loreto que reposaba en lo alto del cerro (hoy Fuerte de Loreto) y que fue levantada por un vecino de la Resurrección en el siglo XVII.

El investigador cuenta que en el año 1655 un vecino de La Resurrección llamado José de la Cruz, cruzaba por las faldas del cerro de Belén (conocido así por una capilla que se encontraba del otro lado de la montaña) cuando se vino una tempestad. Al buscar refugio fue alcanzado por un rayo. Su caballo quedó fulminado y sus gallinas terminaron hechas cenizas. Él había salido ileso, en ese momento hizo una oración a la Virgen de Loreto de la cual era devoto y prometió levantarle una ermita.


“Una ermita es un pequeño templo que no tiene calidad de iglesia y cuando un civil tiene la iniciativa de erigir una, necesita autorización. José de la Cruz contó su historia sobrenatural y en 1659 obtuvo la autorización de la iglesia, del cabildo y del virrey para iniciar la construcción de la ermita dedicada a la Virgen de Loreto y cumplir su promesa”, asegura.

Panorámica de la zona entre 1930 y 1940. De lado izquierdo se aprecia el Arco de Loreto. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

Treinta años después, hacia 1690, el padre Baltazar Rodríguez Sambrano fue nombrado capellán y como él tenía gran devoción a Nuestra Señora de Loreto, decidió edificar una bonita capilla porque la ermita era muy sencilla.

“El padre Baltazar imitó los templos que ya había en México en honor a la Virgen de Loreto. Adentro construyó un recinto con las medidas exactas de la casa que habitaron Jesús, María y José. Si entras a lo que fue la antigua capilla que está en el fuerte te das cuenta que hay una construcción dentro de otra”, detalla.

Cuenta la historia que los ángeles trasladaron esa casa, de Nazaret a Dalmacia, y luego la depositaron en un bosque de laureles en Italia, de ahí su nombre, “Loreto”, que significa lugar poblado de laureles. El Santuario de la Virgen de Loreto se levantó en el siglo XIV y en su interior se encuentra la Santa Casa.

“El padre Baltazar no culminó esa obra, pero sí su sucesor, Benito Ordóñez Guerrero, quien además anexó una casa muy amplia con un pequeño claustro y una cisterna para una huerta de buen tamaño. Entonces la Casa Santa de Loreto (hoy Fuerte de Loreto y Guadalupe) se convirtió rápidamente en un lugar de devoción y paseo obligado, sobre todo los domingos y fiestas”, dice.

Fachada norte del arco con la imagen de San José, el niño Jesús y la vara florida. AL fondo se aprecia la iglesia de San José. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

La autoridad gobernante

Los padres Baltazar y Benito construyeron por iniciativa propia la iglesia de Loreto. Pero en esa época la arquidiócesis de Puebla era gobernada por el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún (1676-1699). Por consiguiente, la obra se realizó bajo su autorización.

“El obispo era muy querido, después de Palafox y Mendoza no hubo otro más importante que Manuel Fernández de Santa Cruz, que fue el fundador de la orden de Santa Mónica, él construyó el convento y les heredó su corazón a las monjas que está en exhibición en el museo. Fue la explosión del Barroco en Puebla. Él adornó la catedral, terminó la Capilla del Rosario, se hizo San Francisco Acatepec y Tonatzintla, y se construyó el Arco de Loreto”, advierte.


“Es de suponer que el arco es contemporáneo a la iglesia porque además de tener representada la Casa Santa de Loreto, tiene los rostros en alto relieve del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, y del regidor de entonces, Rodrigo de la Mota y Priego. Es decir, tiene representada la autoridad civil y religiosa de la época”, añade.

Sabemos el año exacto en que se hizo el arco porque en esa época los alcaldes fungían solo un año y Rodrigo de la Mota y Priego gobernó la ciudad en 1685.

“Ángel Paz y Puente descifró cada uno de los elementos que tiene y así identificó a los personajes. Por eso se puede presumir que la historia de la capilla y del arco de Loreto van de la mano. El arco era la entrada al camino que llevaba a la Casa Santa de Loreto”, subraya.

Hombres cruzando el lecho del río que en ese momento estaba casi seco. De lado izquierdo se aprecia la Calzada de Loreto, hoy 2 Norte. Las esquinas de casas serían derrumbadas después para ampliar la calle. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

Significado del arco

El arco, que se ubica en la que antiguamente era la Calzada de Loreto (hoy 2 Norte), comunicaba la ciudad con el templo de Nuestra Señora de Loreto. El camino se podía tomar desde el zócalo en línea recta sobre la 2 Norte, pasaba por la iglesia de San José, se cruzaba el río San Francisco y llegabas al Arco de Loreto para subir a la iglesia.

La mayor parte de la construcción del Arco de Loreto es de cal y canto, revocado, con resaltes, molduras y figuras de mortero de cal.

“Al centro, en la parte superior de la fachada que mira al norte aparece la imagen de San José, que indica a quien baja del cerro, que va hacia San José (templo y cuartel). La fachada que mira al sur, la decoran una paloma representando al Espíritu Santo y a la Casa Santa de Loreto. A la izquierda está el retrato del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún y el escudo del obispado formado por un cojín y un báculo. Del lado derecho está el retrato del alcalde Rodrigo de la Mota y Priego y el escudo de la ciudad”, detalla el investigador.

El arco estaba rematado por una escultura en piedra del arcángel San Miguel, patrono de la ciudad, que fue destruida en medio de una tempestad por un rayo, en 1904-05. El obispo Pedro Vera y Zuria regaló otra escultura semejante en 1933, misma que fue dañada por otro rayo, pero después la restauraron porque es la que destaca hasta arriba.

“La indumentaria de los personajes tallados en el monumento no deja lugar a dudas de la época en que fue levantado el arco. En la base de la columna del lado oriente del Arco de Loreto, al centro, tenía grabada en la piedra y por la parte de afuera la fecha de 1685”, sentencia.

A mediados del siglo XX, se formó un pequeño jardín a su alrededor en forma de rotonda y se reparó. Foto: Cortesía Gustavo Velarde Tritschler

La iglesia se fortifica

A finales del siglo XVIII se comenzó a gestar el movimiento por la Independencia de México. En todo el reino de la Nueva España había revueltas. Para defender la ciudad de Puebla de los insurgentes, la iglesia de Loreto fue fortificada.

Velarde Tritschler dice que dado el panorama estratégico que desde ahí se domina, en 1798 se acondicionó la casa del capellán de Loreto como prisión y resguardo militar. Nada pasó hasta febrero de 1815 (siglo XIX), cuando accidentalmente se incendió el depósito de pólvora que existía en el Real Colegio Carolino, cuyo estallido alarmó a la ciudad y causó muchas víctimas.


Fue entonces que el síndico del ayuntamiento, Clemente Francisco Espino, ordenó que se sacaran del casco urbano los almacenes de municiones y artillería y fueran llevados a los anexos del Santuario de Loreto, que habilitaron como polvorín. Por su ubicación estratégica decidieron convertirlo en fuerte.

“Al conocer el proyecto, el cabildo de la catedral decidió entregar a la milicia el recinto, según consta en el acta del 25 de junio de 1815. Por la guerra de independencia paso de manos del clero al ejército”, asienta.

El ayuntamiento ordenó que todos los vecinos de los barrios adyacentes realizaran trabajo comunal y forzoso los domingos y días festivos, y que los presos adelantaran condenas a cambio de faenas. La obra se concluyó totalmente el 11 de julio de 1817. Dos meses antes de que estallara la guerra de Independencia.

“Para lo que se construyó no se utilizó (el Fuerte de Loreto y Guadalupe), pero sí formó parte de las operaciones bélicas entre conservadores y liberales. No obstante, sería hasta el 5 de Mayo de 1862 cuando fue parte importante de la célebre batalla en la que los franceses se vieron humillados y las armas nacionales se cubrieron de gloria”, asegura.

“Cuando los franceses se fueron, los estrategas militares (mexicanos) sabían que iban a regresar. Entonces, para que el Ejército Francés no tuviera puntos de referencia tiraron la bóveda y las torres de la iglesia de Loreto y también las de la iglesia de Guadalupe (que está del otro lado). Por eso el fuerte no parece templo, pero si te fijas, su entrada tiene un estilo Barroco Salomónico”, advierte.

El Arco de Loreto estuvo a punto de ser destruido en diferentes ocasiones hasta que fue protegido por el Departamento Federal de Monumentos. Entonces se pensó en trasladarlo para ampliar la vialidad. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Evitan su destrucción

De acuerdo con Ángel Paz y Puente, el lugar sirvió como garita y según datos que le fueron proporcionados por personas mayores de su época, durante los conflictos bélicos sucedidos en la ciudad entre 1862 y 1867 había un muro junto al arco que fortificaba la ciudad.

“El muro obligaba a pasar por el Arco de Loreto para entrar a la ciudad. En 1808 fue destruido por obreros confederados paracaidistas que formaron la colonia Mártires del Trabajo, que está junto al arco. Pero en 1904 aún existía un tramo que por un lado de la portada de Loreto se prolongaba al oriente hasta Las Piadosas (capilla) y por el Poniente hasta cerca del río San Francisco”, comenta.

La Calzada de Loreto, que atravesaba el arco, fue cortada en el siglo XIX al ponerse en explotación las canteras que eran propiedad de José Cosío y Francisco y Dionisio de Velazco, refiere Velarde, y agrega que estos dos señores tenían esas minas de piedra entre el fuerte y el arco y nunca se preocuparon por conservar íntegro el camino que ya existía. Después se hizo difícil la comunicación de la ciudad con Los Fuertes, porque el camino estaba lleno de cráteres. El fuerte quedó incomunicado y abandonado.

A mediados del siglo XX, durante la administración de Carlos Betancourt Molina, gobernador de Puebla, al abrir la avenida 30 Oriente, que cruza a la altura del arco, se le formó un pequeño jardín a su alrededor en forma de rotonda y se reparó, taparon los desperfectos que tenía por los impactos de las balas de fusil de la Revolución y lo pintaron. Incluso hicieron un jardín para niños.

“Borraron la leyenda que el arco tenía en el centro, quizá por considerarla antiestética. La fecha que tenía en la parte de afuera la alteraron, cambiaron el segundo número ‘6’ por un ‘8’. En vez de 1685, la cambiaron a 1885. Se cree que esta maniobra (borrar la fecha de su construcción), fue para facilitar su destrucción, para que no se considerara una obra virreinal, porque el Arco de Loreto varias veces estuvo en peligro de desaparecer. Pero Carlos y Ángel Paz y Puente (eran dos hermanos) y Juan Moreno, lograron que el Departamento Federal de Monumentos lo protegiera y evitara su destrucción”, concluye el investigador.

Aspecto actual del Arco de Loreto. Foto: Julio César Martínez. El Sol de Puebla

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