/ sábado 31 de diciembre de 2022

Cine de La Margarita, un sueño que duró dos años | Los tiempos idos

En distintos intentos, el cine de La Margarita buscó establecerse como una opción de entretenimiento, pero no logró consolidarse

La Unidad Habitacional La Margarita vio nacer en 1984 un cinema que prometía ser un espacio familiar y atractivo para la zona. Este sueño solo duró dos años, pues se dice que en 1986 dejó de funcionar debido a que los menores de edad acudían a ver películas para adultos.

El inmueble fue construido con las cooperaciones de los vecinos en la calle 59 Oriente del Infonavit La Margarita durante el periodo de Blas Chumacero Sánchez, entonces líder sindical de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en Puebla, que se hacía cargo de la unidad habitacional.

Las primeras películas que se proyectaron fueron las del cine de oro, con actores como Pedro Infante y Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes mejor conocido como “Cantinflas”. El costo de la entrada era de apenas 20 centavos y lo único que se podía comprar eran palomitas y refresco cuyo precio no superaba el de la función.

La asociación de vecinos tenía a resguardo el lugar, así como su funcionamiento. Esto desencadenó que los estudiantes pudieran ingresar a las salas que tenían la capacidad de albergar a más de 400 personas (juntas) y vieran películas que no eran aptas para su edad. Los vecinos del lugar aseguran que la permisión de este tipo de acciones impulsó a que las puertas fueran cerradas.

Volvió a ser cine

Fue hasta noviembre de 1999 cuando Marcos Espinoza Bonilla, un ciudadano interesado en el cine retomó las riendas de las salas. Firmó varios acuerdos con la asociación de vecinos y emprendió una meta, reactivar las funciones.

Según relató a El Sol de Puebla, tuvo que invertir más de 100 mil pesos para poder echar a andar las funciones, ya que las tuberías y sistema eléctrico se descompusieron luego de que el espacio quedara olvidado.

Para principios del año 2000 se colocaron carteleras de las películas que podían verse, se pintó el inmueble y volvió la vida del cinema, aunque de nueva cuenta no duró mucho.

En aquellos días había conflictos constantes entre los sindicalizados y vecinos del lugar, lo que ocasionó que la asociación representante de La Margarita se disolviera y surgiera un grupo que buscaba que se diera trabajo a las familias desempleadas en las salas de cine, no obstante, los ingresos no eran muchos, por lo que Marcos se negó y se creó un problema mayor.

Pasaron seis meses para que la actividad que ya se había retomado se volviera a frenar, pues los pleitos provocaron que tomara la decisión de solo abrir los viernes, sábados y domingos de las 16:00 a las 20:00 horas.

Se convirtió en centro comunitario

El paso del tiempo fue apagando poco a poco el cine, pues la gente dejó de acudir y luego en el 2001 con el presidente municipal de Puebla, Mario Marín Torres, el ayuntamiento pidió permiso para ocupar una de las salas a fin de dar clases de estilismo, manicura, repostería entre otros. Así fue como comenzó a desaparecer el cinema.

Al finalizar la gestión de Marín el lugar no fue devuelto al administrador de los cines, por lo que continuó como un espacio de enseñanza y para el 2008 la alcaldesa Blanca Alcalá Ruiz ordenó la remodelación de la sala, donde se quitaron bancas, pantallas y proyectores.

Lo anterior bajo el Plan de Atención a Unidades Habitacionales del Municipio de Puebla (PIANUH), con lo que de tener butacas, pantallas y proyectores, la sala pasó a albergar a mujeres que se interesaron en cursos de belleza.

Mientras tanto, la otra sala de cine se quedó a resguardo de Marcos Espinoza, quien siguió con funciones muy de vez en cuando, posterior a ello la gente buscó el lugar para ocuparlo como un salón de fiestas y eventos. Y en el 2014 un grupo cristiano lo alquiló para ocuparlo los domingos, desde entonces éste funciona de tal forma.

Vecinos recuerdan la experiencia

Quienes tienen más presente las memorias de aquellos días cuando funcionaba el cinema La Margarita son las personas de la tercera edad, como Euleterio Aca Alonso, quien fue el primer habitante de La Margarita. Relató que tras inaugurarse los cines, la gente iba de manera constante, aunque al cerrarse todo cambió y cuando volvieron a abrir las puertas ya no hubo tanto interés.

“Venía mucha gente al principio, pero yo creo que unas personas no supieron manejar bien los cines y se echaron a perder, no estuvo bien. Si se hubiera quedado como antes todo estaría bien, yo recuerdo que fui a ver una película de Cantinflas y había muchas personas, nos gustaba el cine”, comentó.

La nostalgia también invade a los vecinos que llevan más de 30 años viviendo en La Margarita, pues recuerdan con gusto sus visitas al cine y relatan que fue algo que jamás olvidarán, aún cuando no quede nada de lo que era antes el cinema.

Javier Castillo es uno de los habitantes que contó pudo ir a la segunda época del cine ahí, ya que como joven era “divertido” ir a distraerse. Luego de casarse llevaba a toda su familia, pues el precio era de 10 pesos la función y le parecía algo sano para convivir y disfrutar el fin de semana.

“Fuimos muchas veces, el ambiente era bonito porque era familiar y el precio era accesible. Llevaba a mis hijos allá y de verdad valía la pena, estaba muy padre, tanto que el cine siempre estaba a tope”, opinó.

El auge era tanto que si iban más de ocho personas al cine, dos no pagaban la entrada, lo que animaba a la gente a ir al cine.

David Castillo de 45 años de edad mencionó que cuando era pequeño su hermano lo llevaba al cine, pasaban a unos toboganes que hay en la unidad y luego de jugar finalizaban el día viendo una película. Si bien no recuerda alguna película que pudo ver, sí destaca que ansiaba los fines de semana para poder ir al cine.

“No recuerdo mucho, pero sí fui varias veces al cine, me llevaban los domingos. Primero jugaba en unos toboganes de cemento que están detrás del cine y luego ya iba a ver una película, salíamos de ahí ya en la tarde, pero muy contentos”, dijo.

Actualmente los habitantes sugieren que pudiera retomarse el funcionamiento del cine con películas pasadas, pues no buscan una gran cadena comercial, sino que sea el lugar de hace más de una década.

La Unidad Habitacional La Margarita vio nacer en 1984 un cinema que prometía ser un espacio familiar y atractivo para la zona. Este sueño solo duró dos años, pues se dice que en 1986 dejó de funcionar debido a que los menores de edad acudían a ver películas para adultos.

El inmueble fue construido con las cooperaciones de los vecinos en la calle 59 Oriente del Infonavit La Margarita durante el periodo de Blas Chumacero Sánchez, entonces líder sindical de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en Puebla, que se hacía cargo de la unidad habitacional.

Las primeras películas que se proyectaron fueron las del cine de oro, con actores como Pedro Infante y Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes mejor conocido como “Cantinflas”. El costo de la entrada era de apenas 20 centavos y lo único que se podía comprar eran palomitas y refresco cuyo precio no superaba el de la función.

La asociación de vecinos tenía a resguardo el lugar, así como su funcionamiento. Esto desencadenó que los estudiantes pudieran ingresar a las salas que tenían la capacidad de albergar a más de 400 personas (juntas) y vieran películas que no eran aptas para su edad. Los vecinos del lugar aseguran que la permisión de este tipo de acciones impulsó a que las puertas fueran cerradas.

Volvió a ser cine

Fue hasta noviembre de 1999 cuando Marcos Espinoza Bonilla, un ciudadano interesado en el cine retomó las riendas de las salas. Firmó varios acuerdos con la asociación de vecinos y emprendió una meta, reactivar las funciones.

Según relató a El Sol de Puebla, tuvo que invertir más de 100 mil pesos para poder echar a andar las funciones, ya que las tuberías y sistema eléctrico se descompusieron luego de que el espacio quedara olvidado.

Para principios del año 2000 se colocaron carteleras de las películas que podían verse, se pintó el inmueble y volvió la vida del cinema, aunque de nueva cuenta no duró mucho.

En aquellos días había conflictos constantes entre los sindicalizados y vecinos del lugar, lo que ocasionó que la asociación representante de La Margarita se disolviera y surgiera un grupo que buscaba que se diera trabajo a las familias desempleadas en las salas de cine, no obstante, los ingresos no eran muchos, por lo que Marcos se negó y se creó un problema mayor.

Pasaron seis meses para que la actividad que ya se había retomado se volviera a frenar, pues los pleitos provocaron que tomara la decisión de solo abrir los viernes, sábados y domingos de las 16:00 a las 20:00 horas.

Se convirtió en centro comunitario

El paso del tiempo fue apagando poco a poco el cine, pues la gente dejó de acudir y luego en el 2001 con el presidente municipal de Puebla, Mario Marín Torres, el ayuntamiento pidió permiso para ocupar una de las salas a fin de dar clases de estilismo, manicura, repostería entre otros. Así fue como comenzó a desaparecer el cinema.

Al finalizar la gestión de Marín el lugar no fue devuelto al administrador de los cines, por lo que continuó como un espacio de enseñanza y para el 2008 la alcaldesa Blanca Alcalá Ruiz ordenó la remodelación de la sala, donde se quitaron bancas, pantallas y proyectores.

Lo anterior bajo el Plan de Atención a Unidades Habitacionales del Municipio de Puebla (PIANUH), con lo que de tener butacas, pantallas y proyectores, la sala pasó a albergar a mujeres que se interesaron en cursos de belleza.

Mientras tanto, la otra sala de cine se quedó a resguardo de Marcos Espinoza, quien siguió con funciones muy de vez en cuando, posterior a ello la gente buscó el lugar para ocuparlo como un salón de fiestas y eventos. Y en el 2014 un grupo cristiano lo alquiló para ocuparlo los domingos, desde entonces éste funciona de tal forma.

Vecinos recuerdan la experiencia

Quienes tienen más presente las memorias de aquellos días cuando funcionaba el cinema La Margarita son las personas de la tercera edad, como Euleterio Aca Alonso, quien fue el primer habitante de La Margarita. Relató que tras inaugurarse los cines, la gente iba de manera constante, aunque al cerrarse todo cambió y cuando volvieron a abrir las puertas ya no hubo tanto interés.

“Venía mucha gente al principio, pero yo creo que unas personas no supieron manejar bien los cines y se echaron a perder, no estuvo bien. Si se hubiera quedado como antes todo estaría bien, yo recuerdo que fui a ver una película de Cantinflas y había muchas personas, nos gustaba el cine”, comentó.

La nostalgia también invade a los vecinos que llevan más de 30 años viviendo en La Margarita, pues recuerdan con gusto sus visitas al cine y relatan que fue algo que jamás olvidarán, aún cuando no quede nada de lo que era antes el cinema.

Javier Castillo es uno de los habitantes que contó pudo ir a la segunda época del cine ahí, ya que como joven era “divertido” ir a distraerse. Luego de casarse llevaba a toda su familia, pues el precio era de 10 pesos la función y le parecía algo sano para convivir y disfrutar el fin de semana.

“Fuimos muchas veces, el ambiente era bonito porque era familiar y el precio era accesible. Llevaba a mis hijos allá y de verdad valía la pena, estaba muy padre, tanto que el cine siempre estaba a tope”, opinó.

El auge era tanto que si iban más de ocho personas al cine, dos no pagaban la entrada, lo que animaba a la gente a ir al cine.

David Castillo de 45 años de edad mencionó que cuando era pequeño su hermano lo llevaba al cine, pasaban a unos toboganes que hay en la unidad y luego de jugar finalizaban el día viendo una película. Si bien no recuerda alguna película que pudo ver, sí destaca que ansiaba los fines de semana para poder ir al cine.

“No recuerdo mucho, pero sí fui varias veces al cine, me llevaban los domingos. Primero jugaba en unos toboganes de cemento que están detrás del cine y luego ya iba a ver una película, salíamos de ahí ya en la tarde, pero muy contentos”, dijo.

Actualmente los habitantes sugieren que pudiera retomarse el funcionamiento del cine con películas pasadas, pues no buscan una gran cadena comercial, sino que sea el lugar de hace más de una década.

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