/ sábado 9 de diciembre de 2023

¿Cómo llegó el culto de la Virgen Morena a Puebla? | Los tiempos  idos

Durante trescientos años la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe ha sido la fortaleza de la devoción mariana en la Angelópolis, pero ¿cómo llegó su culto?

Diez años después de la Conquista de México la Virgen Morena se le apareció a Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, el 12 de diciembre de 1531. Tras suceder el milagro del ayate, el obispo de la Nueva España le dedicó una ermita en donde hoy es la Basílica de Guadalupe.

La morenita fue venerada por indígenas y criollos, pero la devoción ferviente a la Virgen de Guadalupe surgió hasta el siglo XVII cuando sucedió el diluvio de San Mateo, que mantuvo sumergida a la ciudad de México durante cinco años.

Las crónicas relatan que, tras el trágico acontecimiento natural que dejó miles de muertos, la Virgen de Guadalupe obró un milagro. Entonces muchas personas se volvieron guadalupanas y su devoción se comenzó a expandir en la Nueva España como una imagen de identidad mexicana. ¿Cuándo llegó su culto a Puebla?

La devoción ferviente a la Virgen de Guadalupe broto hasta el siglo XVII, cuando se comenzó a expandir en la Nueva España como una imagen de una identidad mexicana. Imagen sacada de la original como se veía en 1888 y 1895. Foto: D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia

La Virgen Morena del Tepeyac

Habían pasado escasos 10 años después de la toma de la gran Tenochtitlán durante la Conquista, en 1521, cuando comenzaron a suceder las apariciones marianas en el cerro del Tepeyac.

El 9 de diciembre de 1531, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un indígena originario del barrio de Tlayacac, Cuautitlán, bordeaba el Cerro del Tepeyac cuando una imagen resplandeciente se apareció ante él, era la Virgen de Guadalupe, quien le pidió edificar en ese mismo lugar un templo en su honor.

La diócesis de la ciudad de México, en ese entonces capital de la Nueva España, era dirigido por fray Juan de Zumárraga, quien había sido nombrado por el rey Carlos I como obispo y Protector de los Indios.

Juan Diego se presentó ante Zumárraga para manifestarle el deseo de la virgen, pero este se negó a creer en su palabra y fue hasta la tercera ocasión cuando el obispo le pidió al indígena un milagro.

La virgen se le apareció por cuarta ocasión a Juan Diego el 12 de diciembre, lo mandó a cortar rosas, mismas que él colocó sobre su tilma o ayate, y así la morenita obró el milagro.

Cuando el indígena se presentó nuevamente ante Zumárraga y se halló delante de él, el obispo abrió la tilma y al desparramarse las rosas apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe en su ayate. Entonces, el obispo mandó construir una ermita (hoy Basílica) a los pies del Cerro del Tepeyac, donde fue colocada la imagen que fue venerada por criollos e indígenas, y se ha mantenido intacta durante cinco siglos.

De esta forma surgió el culto a Nuestra Señora de Guadalupe, pero el fervor mariano por la Patrona de México brotó hasta el siglo XVII, cuando se comenzó a forjar como un rasgo de identidad para el país.

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, era un indígena originario del barrio de Tlayacac, Cuautitlán, a quien se le apareció la Virgen Morena del 9 al 12 de diciembre de 1531, mismo año de la fundación de la antigua Ciudad de los Ángeles. Foto: Cortesía Wikipedia

Primera imagen venerada en México

La Virgen de los Remedios fue la primera imagen mariana venerada en México. Llegó a estas tierras cuando ocurrió la Conquista, en 1519, como objeto de devoción de un soldado de Hernán Cortés. Fue invocada como “patrona de las lluvias y temporales, defensora de los españoles, abogada de los indios, y conquistadora de México”.

La imagen presidió la primera misa celebrada por los conquistadores en la Villa Rica de la Vera Cruz, y cuando las tropas entraron a Tenochtitlán para tomar la ciudad, en 1521, Cortés ordenó colocar una cruz y la virgen en el Templo Mayor, donde fue venerada por los españoles ante el asombro de los indígenas.

“En sus cartas, fray Juan de Zumárraga relata que en el año de la fundación de la antigua Ciudad de los Ángeles (1531) se apareció la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac. Pero la devoción por la virgen surgió en Puebla hasta la primera mitad del siglo XVII, incluso en la ciudad de México”, expone el investigador David Ramírez Huitrón.

La Virgen de los Remedios fue la primera imagen mariana venerada en México. Llegó a estas tierras cuando ocurrió la Conquista, en 1519, fue invocada como “patrona de las lluvias y temporales, defensora de los españoles, abogada de los indios, y conquistadora de México”. Grabado de la Virgen de los Remedios de 1891. Foto: Wikipedia

Refiere que como buena ciudad española, Puebla era devota de la Virgen de los Remedios. Había una ermita dedicada a ella en el lindero sur de la ciudad, donde ahora está la iglesia de Nuestra Señora del Carmen.

“La ermita había sido levantada por el capitán Hernando de Villanueva hacia 1547, quien se encomendó a la Virgen de los Remedios cuando estuvo a punto de ser corneado por un toro. Por eso, como manda y con permiso del ayuntamiento, la construyó”, señala, y agrega que, antiguamente la zona del Carmen estaba deshabitada y ahí se acostumbraba hacer corridas de toros en redondeles portátiles y cada quien llevaba su silla para ver a los matadores hacer sus suertes.

Las ermitas eran sostenidas por particulares y la de Nuestra Señora de los Remedio estaba abandonada y lejos de la ciudad, por eso se les entregó a los carmelitas que fueron los últimos en llegar (1586), para que construyeran su iglesia y su convento.

En 1629, la ciudad de México quedó inundaba después de un diluvio, permaneció bajo el agua durante cinco años en los que el virrey pensó en trasladar la capital de la Nueva España a Puebla. Muchas personas se volvieron guadalupanas y el culto por la virgen se comenzó a expandir en la Nueva España. Foto: D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia

El diluvio de San Mateo

Como es de todos sabido, Tenochtitlán fue fundada en medio de un lago, y debido a su origen lacustre era común que sufriera inundaciones, pero ninguna como la que ocurrió del 21 al 22 de septiembre de 1629, cuando llovió sin parar durante 40 horas y la ciudad quedó sumergida.

“Se conoció como El diluvio de San Mateo y miles de personas perdieron la vida. El nivel del agua alcanzó un poco más de dos metros y la ciudad permaneció bajo el agua durante cinco años, hasta 1634. En la Plaza Mayor sobresalía un pedazo que se le llamó ´La isla de los perros´ porque hasta ahí nadaron para salvarse de la inundación. Las casas estaban inundadas y las familias solo podían estar en el segundo piso y entrar por las azoteas”, detalla.

Bajo la creencia de que las lluvias eran un castigo por los pecados de la ciudad, se comenzaron a oficiar misas en azoteas y balcones para que las personas la escucharan desde sus casas. En un hecho sin precedentes, el arzobispo Francisco Manso y Zúñiga, permitió que bajaran a la virgen en procesión.

“Bajaron a la Virgen de Guadalupe del Tepeyac en canoa hasta el centro de la ciudad de México. Entonces el agua comenzó a bajar y para la gente fue un milagro. La empezaron a considerar como la salvadora de México, muchas personas se volvieron guadalupanas y el culto por la virgen se comenzó a expandir en la Nueva España”, subraya.

En los años siguientes, la ciudad de México se mantuvo en condiciones insalubres y surgieron enfermedades que causaron la muerte de 30 mil personas. Además, la inundación provocó que muchas personas emigraran.

“La ciudad de México se veía perdida y mucha gente se vino a Puebla, porque debido a esa crisis se pensó en trasladar la capital de la Nueva España a la Angelópolis. Pero el ayuntamiento dijo que costaba más dinero cambiar de lugar la capital que reconstruirla”, dice.

El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, ha sido la fortaleza del culto mariano en Puebla durante tres siglos, desde 1722. Foto: Cortesía Fotos de Puebla

Primer indicio del culto guadalupano

El primer indicio del culto mariano a la Virgen de Guadalupe llegó a Puebla en la segunda mitad de siglo XVII, cuando por su devoción, el obispo Diego Osorio de Escobar, construyó la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe al interior de la Catedral.

“Está del lado del evangelio, entrando por la calle 3 Oriente del lado izquierdo, es la primera. Las rejas son de forja con lámina de plata dorada, anteriormente eran de madera. Como todas las capillas de la Catedral, en la parte de arriba tiene un arco de medio punto, al que se le llama abanico, con una cruz papal y el símbolo de la Virgen María, que es una estrella de seis picos”, comenta Alejandro Flores Gómez, guía de turistas.

Refiere que es una capilla neoclásica renovada por José Manzo Jaramillo, que al centro tiene una pintura de la Virgen de Guadalupe, hecha por el oaxaqueño Miguel Cabrera, en 1756, quien tuvo en sus manos la original y la calcó.

“La pintura es idéntica en dimensiones a la original y tiene aplicada una corona de oro que se coloca en ocasiones especiales y es sostenida de manera simbólica por dos angelitos. Debajo de ella hay una urna con la ´Rosa de Oro´ que fue un regalo especial de Juan Pablo II en su visita a Puebla, en enero de 1979”, detalla.

“En la parte principal, frente al altar, descansan los restos del primer arzobispo de Puebla, Ramón Ibarra y González. La capilla permanece cerrada, pero se puede observar desde afuera”, puntualiza.

En el interior de la capilla se aprecian las esculturas Santa Catalina de Sena, San Juan Bautista, el Beato Bartolomé Gutiérrez y San Felipe de Jesús. También los lienzos de Lara acerca de las apariciones de la virgen, una pintura de San Andrés Apóstol y otra de la Sagrada Familia de Cristóbal de Villalpando, de finales del siglo XVII. De igual forma, un vitral de Juan Diego y un lienzo de la coronación de la virgen en la que aparece de pie sobre el mundo y es coronada por la Santísima Trinidad.

Acto cívico en las afueras de la iglesia de Guadalupe después del gran proyecto de restauración patrocinado por la Fundación Jenkins. Foto: Archivo General Municipal de Puebla

La fortaleza del culto mariano

Ubicado al poniente del centro histórico de la ciudad, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como La Villita, ha sido la fortaleza del culto guadalupano en Puebla durante tres siglos.

“Hay dos versiones acerca de su origen. La primera dice que la devoción del herrero y cohetero, Juan Antonio Martínez Peredo, hizo que este solicitara el permiso al obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, para construir un templo dedicado a la Virgen de Guadalupe. Fue autorizado en 1694, y lo comenzó a construir con ayuda de Alfonso de Dávila, cura de Tlatlauquitepec. Otra versión apunta al licenciado Marcos de Madrigal, quien administraba un mayorazgo y compró el terreno para construirlo con dinero propio y lo edificó con limosnas”, detalla Ramírez Huitrón.

Cuando la obra de la iglesia había concluido, en 1714, se le informó al entonces obispo Pedro Nogales Dávila, pero este se negó a autorizar el uso del templo. Argumentó que se había autorizado una capilla y no un santuario ostentoso.

“La devoción de la gente fue tal que aportaron mucho dinero y la iglesia pasó de ser el proyecto de una capilla a un santuario. En 1722, falleció Nogales Dávila y llegó el obispo Juan Antonio de Lardizabal y Elorsa, quien bendijo la iglesia el 12 de diciembre de 1722. Hubo una gran verbena en honor a la Virgen Guadalupe que se volvió tradición”, asegura.

“La construcción del santuario permitió que la ciudad comenzara a crecer hacia el lado poniente de la ciudad, porque los primeros 150 años a partir de la fundación, las construcciones solo llegaban hasta la 9 Sur-Norte. En 1744 se construyó la iglesia de San Javier, después la penitenciaria y todo lo del Paseo Bravo”, subraya.

En el segundo tomo del libro “Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles”, escrito por Eduardo Merlo y Juan Antonio Quintana, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla, dice que, al inicio de la segunda mitad del siglo XVIII, se construyó un colegio contiguo al templo que fue ocupado por niñas en 1765, y se le llamó Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe.

El investigador dice que toda la manzana de la iglesia estaba rodeada por construcciones y se le conocía como “la Guadalupita”. Por su ubicación, el santuario fue testigo de revueltas, fusilamientos, manifestaciones y un sinfín de peregrinaciones.

Por su ubicación, el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe fue testigo de revueltas, fusilamientos, además de manifestaciones y un sinfín de peregrinaciones. En la litografía se aprecia la iglesia y los escombros de las construcciones a su alrededor durante el Sitio de Puebla de 1863. Foto: David Ramírez Huitrón

En defensa de la ciudad

Cuando los franceses tomaron la penitenciaria de San Javier, el 29 de marzo de 1863, las tropas mexicanas se reagrupan en la manzana de la Guadalupita, donde continuó la defensa de la ciudad.

De acuerdo con los relatos del oficial Francisco de Paula Troncoso Pancardo, en su “Diario de Operaciones Militares del Sitio de Puebla”, que escribió al ser testigo presencial de los hechos acontecidos durante la Segunda Intervención Francesa, por una inexplicable razón le ordenaron a los vigías del Ejército Mexicano que estaba atrincherado en Colegio de Guadalupe, que hicieran cambio de guardia a media noche. Eso permitió que los franceses se metieran a la manzana por los boquetes que se habían hecho en las paredes.

“Los soldados mexicanos no se habían dado cuenta que los franceses estaban adentro hasta que ya los tenían encima. La anécdota dice que alguien estornudó y un zuavo contestó: ´¡Salud!´, en francés, entonces comenzó el combate adentro del colegio. La manzana se perdió y las tropas mexicanas tuvieron que replegarse hacia la avenida Reforma y sobre la 11 Sur. El colegio quedó destruido y a la iglesia la tocaron sus cañonazos en la cúpula lateral, pero por la misma devoción a la virgen la repararon muy rápido”, detalla.

En el libro “Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles”, también se lee que: “Al producirse la leyes de Reforma, se vendieron la iglesia y el colegio en 1870 en la cantidad de 6 mil 400 pesos, hasta que en 1903, toma posesión del templo la orden de Misioneros Guadalupanos, creados por el primer arzobispo de Puebla, don Ramón Ibarra y González, dándose la última remodelación en 1922”.

“Manuel Toussaint, dice que en 1922, hicieron una renovación a la fachada, por ejemplo, la decoración de azulejos fue renovada con cintillos de talavera hechos en Uriarte, fue un cambio muy discreto. Pusieron un mini atrio frente a la iglesia, construyeron una especia de jardinera y dos fuentecitas”, narra.

“Pero exactamente frente a la iglesia, un particular construyó la Gasolinera los Virreyes de arquitectura estilo neocolonial. Tenía servicio automotriz, hacían cambio de neumáticos, lavado de autos, había baños, boleadores y una oficina turística. Tapaba completamente el santuario, y como se había instalado de forma ilegal, lo tiraron en 1964 para recuperar el espacio. También quitaron los comercios que estaban a los lados del templo y que lo afeaban”, agrega.

Esto se logró gracias al comité Pro Restauración de Monumentos y Zonas Típicas de Puebla, promovido por la Junta de Mejoramiento, Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla.

Hacia finales de la década de los sesenta del siglo XX, bajo el patrocinio de la Fundación Mary Street Jenkins, se llevó a cabo el gran proyecto de restauración de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.

“La iglesia estaba en muy mal estado y la renovaron completa. Estuvo cerrada parcialmente dos años, porque no suspendieron el culto. A través de un fideicomiso, que en aquel entonces eran 4 millones de pesos y ahora son como 60, la fundación Jenkins la reparó desde la punta de la torres hasta los cimientos. El Santuario de Guadalupe se abrió tal cual la conocemos actualmente, en diciembre de 1969”, concluye el investigador.

Aspecto actual del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe ubicado en avenida Reforma 1108, frente al Paseo Bravo de la ciudad de Puebla. Diciembre 2023. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Diez años después de la Conquista de México la Virgen Morena se le apareció a Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, el 12 de diciembre de 1531. Tras suceder el milagro del ayate, el obispo de la Nueva España le dedicó una ermita en donde hoy es la Basílica de Guadalupe.

La morenita fue venerada por indígenas y criollos, pero la devoción ferviente a la Virgen de Guadalupe surgió hasta el siglo XVII cuando sucedió el diluvio de San Mateo, que mantuvo sumergida a la ciudad de México durante cinco años.

Las crónicas relatan que, tras el trágico acontecimiento natural que dejó miles de muertos, la Virgen de Guadalupe obró un milagro. Entonces muchas personas se volvieron guadalupanas y su devoción se comenzó a expandir en la Nueva España como una imagen de identidad mexicana. ¿Cuándo llegó su culto a Puebla?

La devoción ferviente a la Virgen de Guadalupe broto hasta el siglo XVII, cuando se comenzó a expandir en la Nueva España como una imagen de una identidad mexicana. Imagen sacada de la original como se veía en 1888 y 1895. Foto: D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia

La Virgen Morena del Tepeyac

Habían pasado escasos 10 años después de la toma de la gran Tenochtitlán durante la Conquista, en 1521, cuando comenzaron a suceder las apariciones marianas en el cerro del Tepeyac.

El 9 de diciembre de 1531, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un indígena originario del barrio de Tlayacac, Cuautitlán, bordeaba el Cerro del Tepeyac cuando una imagen resplandeciente se apareció ante él, era la Virgen de Guadalupe, quien le pidió edificar en ese mismo lugar un templo en su honor.

La diócesis de la ciudad de México, en ese entonces capital de la Nueva España, era dirigido por fray Juan de Zumárraga, quien había sido nombrado por el rey Carlos I como obispo y Protector de los Indios.

Juan Diego se presentó ante Zumárraga para manifestarle el deseo de la virgen, pero este se negó a creer en su palabra y fue hasta la tercera ocasión cuando el obispo le pidió al indígena un milagro.

La virgen se le apareció por cuarta ocasión a Juan Diego el 12 de diciembre, lo mandó a cortar rosas, mismas que él colocó sobre su tilma o ayate, y así la morenita obró el milagro.

Cuando el indígena se presentó nuevamente ante Zumárraga y se halló delante de él, el obispo abrió la tilma y al desparramarse las rosas apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe en su ayate. Entonces, el obispo mandó construir una ermita (hoy Basílica) a los pies del Cerro del Tepeyac, donde fue colocada la imagen que fue venerada por criollos e indígenas, y se ha mantenido intacta durante cinco siglos.

De esta forma surgió el culto a Nuestra Señora de Guadalupe, pero el fervor mariano por la Patrona de México brotó hasta el siglo XVII, cuando se comenzó a forjar como un rasgo de identidad para el país.

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, era un indígena originario del barrio de Tlayacac, Cuautitlán, a quien se le apareció la Virgen Morena del 9 al 12 de diciembre de 1531, mismo año de la fundación de la antigua Ciudad de los Ángeles. Foto: Cortesía Wikipedia

Primera imagen venerada en México

La Virgen de los Remedios fue la primera imagen mariana venerada en México. Llegó a estas tierras cuando ocurrió la Conquista, en 1519, como objeto de devoción de un soldado de Hernán Cortés. Fue invocada como “patrona de las lluvias y temporales, defensora de los españoles, abogada de los indios, y conquistadora de México”.

La imagen presidió la primera misa celebrada por los conquistadores en la Villa Rica de la Vera Cruz, y cuando las tropas entraron a Tenochtitlán para tomar la ciudad, en 1521, Cortés ordenó colocar una cruz y la virgen en el Templo Mayor, donde fue venerada por los españoles ante el asombro de los indígenas.

“En sus cartas, fray Juan de Zumárraga relata que en el año de la fundación de la antigua Ciudad de los Ángeles (1531) se apareció la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac. Pero la devoción por la virgen surgió en Puebla hasta la primera mitad del siglo XVII, incluso en la ciudad de México”, expone el investigador David Ramírez Huitrón.

La Virgen de los Remedios fue la primera imagen mariana venerada en México. Llegó a estas tierras cuando ocurrió la Conquista, en 1519, fue invocada como “patrona de las lluvias y temporales, defensora de los españoles, abogada de los indios, y conquistadora de México”. Grabado de la Virgen de los Remedios de 1891. Foto: Wikipedia

Refiere que como buena ciudad española, Puebla era devota de la Virgen de los Remedios. Había una ermita dedicada a ella en el lindero sur de la ciudad, donde ahora está la iglesia de Nuestra Señora del Carmen.

“La ermita había sido levantada por el capitán Hernando de Villanueva hacia 1547, quien se encomendó a la Virgen de los Remedios cuando estuvo a punto de ser corneado por un toro. Por eso, como manda y con permiso del ayuntamiento, la construyó”, señala, y agrega que, antiguamente la zona del Carmen estaba deshabitada y ahí se acostumbraba hacer corridas de toros en redondeles portátiles y cada quien llevaba su silla para ver a los matadores hacer sus suertes.

Las ermitas eran sostenidas por particulares y la de Nuestra Señora de los Remedio estaba abandonada y lejos de la ciudad, por eso se les entregó a los carmelitas que fueron los últimos en llegar (1586), para que construyeran su iglesia y su convento.

En 1629, la ciudad de México quedó inundaba después de un diluvio, permaneció bajo el agua durante cinco años en los que el virrey pensó en trasladar la capital de la Nueva España a Puebla. Muchas personas se volvieron guadalupanas y el culto por la virgen se comenzó a expandir en la Nueva España. Foto: D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia

El diluvio de San Mateo

Como es de todos sabido, Tenochtitlán fue fundada en medio de un lago, y debido a su origen lacustre era común que sufriera inundaciones, pero ninguna como la que ocurrió del 21 al 22 de septiembre de 1629, cuando llovió sin parar durante 40 horas y la ciudad quedó sumergida.

“Se conoció como El diluvio de San Mateo y miles de personas perdieron la vida. El nivel del agua alcanzó un poco más de dos metros y la ciudad permaneció bajo el agua durante cinco años, hasta 1634. En la Plaza Mayor sobresalía un pedazo que se le llamó ´La isla de los perros´ porque hasta ahí nadaron para salvarse de la inundación. Las casas estaban inundadas y las familias solo podían estar en el segundo piso y entrar por las azoteas”, detalla.

Bajo la creencia de que las lluvias eran un castigo por los pecados de la ciudad, se comenzaron a oficiar misas en azoteas y balcones para que las personas la escucharan desde sus casas. En un hecho sin precedentes, el arzobispo Francisco Manso y Zúñiga, permitió que bajaran a la virgen en procesión.

“Bajaron a la Virgen de Guadalupe del Tepeyac en canoa hasta el centro de la ciudad de México. Entonces el agua comenzó a bajar y para la gente fue un milagro. La empezaron a considerar como la salvadora de México, muchas personas se volvieron guadalupanas y el culto por la virgen se comenzó a expandir en la Nueva España”, subraya.

En los años siguientes, la ciudad de México se mantuvo en condiciones insalubres y surgieron enfermedades que causaron la muerte de 30 mil personas. Además, la inundación provocó que muchas personas emigraran.

“La ciudad de México se veía perdida y mucha gente se vino a Puebla, porque debido a esa crisis se pensó en trasladar la capital de la Nueva España a la Angelópolis. Pero el ayuntamiento dijo que costaba más dinero cambiar de lugar la capital que reconstruirla”, dice.

El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, ha sido la fortaleza del culto mariano en Puebla durante tres siglos, desde 1722. Foto: Cortesía Fotos de Puebla

Primer indicio del culto guadalupano

El primer indicio del culto mariano a la Virgen de Guadalupe llegó a Puebla en la segunda mitad de siglo XVII, cuando por su devoción, el obispo Diego Osorio de Escobar, construyó la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe al interior de la Catedral.

“Está del lado del evangelio, entrando por la calle 3 Oriente del lado izquierdo, es la primera. Las rejas son de forja con lámina de plata dorada, anteriormente eran de madera. Como todas las capillas de la Catedral, en la parte de arriba tiene un arco de medio punto, al que se le llama abanico, con una cruz papal y el símbolo de la Virgen María, que es una estrella de seis picos”, comenta Alejandro Flores Gómez, guía de turistas.

Refiere que es una capilla neoclásica renovada por José Manzo Jaramillo, que al centro tiene una pintura de la Virgen de Guadalupe, hecha por el oaxaqueño Miguel Cabrera, en 1756, quien tuvo en sus manos la original y la calcó.

“La pintura es idéntica en dimensiones a la original y tiene aplicada una corona de oro que se coloca en ocasiones especiales y es sostenida de manera simbólica por dos angelitos. Debajo de ella hay una urna con la ´Rosa de Oro´ que fue un regalo especial de Juan Pablo II en su visita a Puebla, en enero de 1979”, detalla.

“En la parte principal, frente al altar, descansan los restos del primer arzobispo de Puebla, Ramón Ibarra y González. La capilla permanece cerrada, pero se puede observar desde afuera”, puntualiza.

En el interior de la capilla se aprecian las esculturas Santa Catalina de Sena, San Juan Bautista, el Beato Bartolomé Gutiérrez y San Felipe de Jesús. También los lienzos de Lara acerca de las apariciones de la virgen, una pintura de San Andrés Apóstol y otra de la Sagrada Familia de Cristóbal de Villalpando, de finales del siglo XVII. De igual forma, un vitral de Juan Diego y un lienzo de la coronación de la virgen en la que aparece de pie sobre el mundo y es coronada por la Santísima Trinidad.

Acto cívico en las afueras de la iglesia de Guadalupe después del gran proyecto de restauración patrocinado por la Fundación Jenkins. Foto: Archivo General Municipal de Puebla

La fortaleza del culto mariano

Ubicado al poniente del centro histórico de la ciudad, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como La Villita, ha sido la fortaleza del culto guadalupano en Puebla durante tres siglos.

“Hay dos versiones acerca de su origen. La primera dice que la devoción del herrero y cohetero, Juan Antonio Martínez Peredo, hizo que este solicitara el permiso al obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, para construir un templo dedicado a la Virgen de Guadalupe. Fue autorizado en 1694, y lo comenzó a construir con ayuda de Alfonso de Dávila, cura de Tlatlauquitepec. Otra versión apunta al licenciado Marcos de Madrigal, quien administraba un mayorazgo y compró el terreno para construirlo con dinero propio y lo edificó con limosnas”, detalla Ramírez Huitrón.

Cuando la obra de la iglesia había concluido, en 1714, se le informó al entonces obispo Pedro Nogales Dávila, pero este se negó a autorizar el uso del templo. Argumentó que se había autorizado una capilla y no un santuario ostentoso.

“La devoción de la gente fue tal que aportaron mucho dinero y la iglesia pasó de ser el proyecto de una capilla a un santuario. En 1722, falleció Nogales Dávila y llegó el obispo Juan Antonio de Lardizabal y Elorsa, quien bendijo la iglesia el 12 de diciembre de 1722. Hubo una gran verbena en honor a la Virgen Guadalupe que se volvió tradición”, asegura.

“La construcción del santuario permitió que la ciudad comenzara a crecer hacia el lado poniente de la ciudad, porque los primeros 150 años a partir de la fundación, las construcciones solo llegaban hasta la 9 Sur-Norte. En 1744 se construyó la iglesia de San Javier, después la penitenciaria y todo lo del Paseo Bravo”, subraya.

En el segundo tomo del libro “Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles”, escrito por Eduardo Merlo y Juan Antonio Quintana, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla, dice que, al inicio de la segunda mitad del siglo XVIII, se construyó un colegio contiguo al templo que fue ocupado por niñas en 1765, y se le llamó Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe.

El investigador dice que toda la manzana de la iglesia estaba rodeada por construcciones y se le conocía como “la Guadalupita”. Por su ubicación, el santuario fue testigo de revueltas, fusilamientos, manifestaciones y un sinfín de peregrinaciones.

Por su ubicación, el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe fue testigo de revueltas, fusilamientos, además de manifestaciones y un sinfín de peregrinaciones. En la litografía se aprecia la iglesia y los escombros de las construcciones a su alrededor durante el Sitio de Puebla de 1863. Foto: David Ramírez Huitrón

En defensa de la ciudad

Cuando los franceses tomaron la penitenciaria de San Javier, el 29 de marzo de 1863, las tropas mexicanas se reagrupan en la manzana de la Guadalupita, donde continuó la defensa de la ciudad.

De acuerdo con los relatos del oficial Francisco de Paula Troncoso Pancardo, en su “Diario de Operaciones Militares del Sitio de Puebla”, que escribió al ser testigo presencial de los hechos acontecidos durante la Segunda Intervención Francesa, por una inexplicable razón le ordenaron a los vigías del Ejército Mexicano que estaba atrincherado en Colegio de Guadalupe, que hicieran cambio de guardia a media noche. Eso permitió que los franceses se metieran a la manzana por los boquetes que se habían hecho en las paredes.

“Los soldados mexicanos no se habían dado cuenta que los franceses estaban adentro hasta que ya los tenían encima. La anécdota dice que alguien estornudó y un zuavo contestó: ´¡Salud!´, en francés, entonces comenzó el combate adentro del colegio. La manzana se perdió y las tropas mexicanas tuvieron que replegarse hacia la avenida Reforma y sobre la 11 Sur. El colegio quedó destruido y a la iglesia la tocaron sus cañonazos en la cúpula lateral, pero por la misma devoción a la virgen la repararon muy rápido”, detalla.

En el libro “Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles”, también se lee que: “Al producirse la leyes de Reforma, se vendieron la iglesia y el colegio en 1870 en la cantidad de 6 mil 400 pesos, hasta que en 1903, toma posesión del templo la orden de Misioneros Guadalupanos, creados por el primer arzobispo de Puebla, don Ramón Ibarra y González, dándose la última remodelación en 1922”.

“Manuel Toussaint, dice que en 1922, hicieron una renovación a la fachada, por ejemplo, la decoración de azulejos fue renovada con cintillos de talavera hechos en Uriarte, fue un cambio muy discreto. Pusieron un mini atrio frente a la iglesia, construyeron una especia de jardinera y dos fuentecitas”, narra.

“Pero exactamente frente a la iglesia, un particular construyó la Gasolinera los Virreyes de arquitectura estilo neocolonial. Tenía servicio automotriz, hacían cambio de neumáticos, lavado de autos, había baños, boleadores y una oficina turística. Tapaba completamente el santuario, y como se había instalado de forma ilegal, lo tiraron en 1964 para recuperar el espacio. También quitaron los comercios que estaban a los lados del templo y que lo afeaban”, agrega.

Esto se logró gracias al comité Pro Restauración de Monumentos y Zonas Típicas de Puebla, promovido por la Junta de Mejoramiento, Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla.

Hacia finales de la década de los sesenta del siglo XX, bajo el patrocinio de la Fundación Mary Street Jenkins, se llevó a cabo el gran proyecto de restauración de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.

“La iglesia estaba en muy mal estado y la renovaron completa. Estuvo cerrada parcialmente dos años, porque no suspendieron el culto. A través de un fideicomiso, que en aquel entonces eran 4 millones de pesos y ahora son como 60, la fundación Jenkins la reparó desde la punta de la torres hasta los cimientos. El Santuario de Guadalupe se abrió tal cual la conocemos actualmente, en diciembre de 1969”, concluye el investigador.

Aspecto actual del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe ubicado en avenida Reforma 1108, frente al Paseo Bravo de la ciudad de Puebla. Diciembre 2023. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

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