El Marquesado de Monserrate fue el primer y único título nobiliario conferido al Valle de Puebla en 1692 por el rey Carlos II. Fue concedido a un aristócrata de la sociedad novohispana en distinción a su linaje: Francisco Javier de Vasconcelos Berrueco y Arellano.
El ilustre poblano, recibió el título de Marqués de Monserrate en 1692 y para 1695, él le había sumado el de Vizconde de la Manzanilla, porque sus propiedades y tierras abarcaban todo el nororiente de la ciudad.
Vasconcelos era descendiente de los Méndez Mont, que se vincularon en sucesión hereditaria con los Pérez de Salazar. Así fundaron un poderoso mayorazgo que permitió acrecentar su fortuna y propiedades en los siglos subsecuentes.
El Marqués de Monserrate y Vizconde de la Manzanilla heredó este título a sus hijos, nietos y bisnietos, hasta el siglo XIX, cuando él único heredero renunció a él.
EL TÍTULO NOBILIARIO
Durante la época colonial, los reyes concedieron diferentes títulos nobiliarios a integrantes de la sociedad de la Nueva España, también a milicianos que prestaron sus servicios al conquistar territorio y/o defender a la Corona, o a funcionarios reales para aumentar su prestigio. En el caso de Puebla existió solo un marquesado, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de la página de Facebook Puebla Antigua.
“El único título nobiliario del Valle de Puebla fue el de Marqués de Monserrate. Se dio durante el virreinato de Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza (1688-1696). Fue concedido por el rey Carlos II el 17 de enero de 1692, a don Francisco Javier de Vasconcelos Berrueco y Arellano, un aristócrata poblano novohispano con un linaje muy ilustre”, asegura.
Él era descendiente de los Méndez Mont, quienes se vincularon en sucesión hereditaria con los Pérez de Salazar. Así fundaron un poderoso mayorazgo que permitió acrecentar su fortuna y propiedades en los siglos subsecuentes.
Un “mayorazgo” era un sistema de reparto que beneficiaba al mayor de los hijos varones por sucesión hereditaria. Esto permitía que las propiedades y fortuna siguieran en la familia, no se diseminaran y se acrecentaran. De hecho, los Pérez de Salazar, han conservado su apellido y fortuna por más de tres siglos, se pueden encontrar en actas de cabildo desde el siglo XVII.
MARQUÉS Y VIZCONDE
Francisco Javier de Vasconcelos Berrueco y Arellano nació en 1667. Se casó con Nicolasa Plácida de Luna en 1687, ella era hija del deán de la Catedral. Fue alcalde de la ciudad en 1692.
Vasconcelos era familiar directo de María Carvajal, bisnieta de Juan Pérez de Arteaga, quien durante la Conquista fue conocido como “el Malinche” y fue uno de los 33 fundadores de la Ciudad de los Ángeles (Puebla).
Pérez de Arteaga fue el primer español que se interesó en aprender náhuatl. Era muy amigo de doña Marina (la Malintzin) y ella le enseñó poco a poco el idioma mexicano. Por eso siempre estaba cerca de ella y los otros conquistadores le pusieron ese mote, “el Malinche”.
El privilegio de un título honorífico es el tratamiento honorario que se le da a la persona y por vía de sucesión hereditaria es como se va confiriendo. De esta manera, el primer marqués de Monserrate, Francisco Javier de Vasconcelos Berrueco y Arellano, heredó su título a sus hijos, nietos y bisnietos.
Pero Francisco de Vasconcelos sumó otro título a su marquesado que fue el de “Vizconde de la Manzanilla”, aunque en el documento que confirma su cédula, expedido en Madrid el 26 de junio de 1695, fue nulificado.
A él no le importó y se hizo llamar Marqués de Monserrate y Vizconde de la Manzanilla, esto debido a que era propietario de la hacienda de San Diego de Manzanilla, situada cerca del pueblo de la Resurrección.
“El marquesado abarcaba todas las tierras al nororiente de la ciudad, desde las faldas de la Malinche, la Barranca Tliloxtoc, el Cerro del Marqués y el Bosque de Manzanilla. A parte de que eran dueños del molino de San Francisco”, señala.
PALACIO DEL MARQUÉS
La Casa del Marqués data del siglo XVI y se ubica en la 4 Norte 6. Fue hogar del canónigo de la Catedral de Puebla, Melchor Márquez de Amarilla.
Para 1572, la casa fue ocupada por el médico Juan Daza de Silva y su esposa María Pizarro, quienes se la regalaron a su hija Magdalena como parte de su dote matrimonial con el portugués Gaspar Gómez de Vasconcelos. Su hijo Juan la heredó y se casó con María López-Berrueco.
Así, la casa pasó a los descendientes de la familia hasta llegar a manos de Francisco Javier de Vasconcelos Berrueco y Arellano, por eso se conoció como el Palacio del Marqués de Monserrate.
En 1696 su esposa Nicolasa murió, y ese mismo año, el marqués se volvió clérigo diácono. Durante casi cinco décadas Vasconcelos pasó por diferentes cargos en la iglesia porque dedicó su vida al estado eclesiástico, hasta llegar a ser deán del obispado en 1744.
Después de la muerte de su yerno, José Pérez Salazar Méndez Mont, en 1738 compró por remate el molino de San Francisco que abarcaba una extensión considerable, y se mudó a vivir allá.
Al paso de los años, la casa de la 4 Norte se renovó, se amplió y desde 1985, es sede del bachillerato Emiliano Zapata de la BUAP.
El primer marqués murió a los 87 años de edad (1755) y su sepulcro está en el templo del Espíritu Santo. El molino, que era llamado Juan de Formicedo por su antiguo dueño, tomó el nombre de su nuevo propietario: Molino del Marqués de Monserrate. Hasta 1764 cuando sus herederos lo vendieron.
“Hacia 1850 el arquitecto Eduardo Tamariz, convirtió la casa del molino de San Francisco en palacete. Era muy bonita, estaba inspirada en arquitectura estilo morisco, como el Palacio de la Alhambra de Granada, en España. Su torres cae cayó en el terremoto del 2017”, lamenta el investigador.
SUCESIÓN HEREDITARIA DEL MARQUESADO
La condición de noble es transmitida a través del emparentamiento, así como los bienes, terrenos o títulos nobiliarios. Esto sucede por origen familiar, nacimiento y pertenencia sanguínea, o por matrimonios.
“El primer marqués de Monserrate y su esposa Nicolasa tuvieron dos hijos: Francisco Javier y Juan Gerónimo de Vasconcelos y luna. El primogénito nació en 1678 y murió 1755; y como no tuvo hijos heredó el título a su hermano menor que fue el tercer marqués”, advierte.
“Hubo un tercero, cuarto y quinto marqués. Los hijos primogénitos heredaban el nombre de su ancestro y el título, así hasta el siglo XIX. En 1856 Francisco Javier Vasconcelos, sexto marqués de Monserrate y Vizconde de Manzanilla, adoptó a Joaquín Colombres. El papá del niño era su amigo, pero murió junto con su esposa, parece que en una epidemia”, refiere.
EL ÚLTIMO DESCENDIENTE
“El marqués crio al niño Colombres como si fuera suyo, pero no tenía lazos de sangre con la familia por eso decidió no recibir el título de su benefactor, pero si heredó sus tierras y propiedades. Así se rompió la tradición de generaciones del marquesado”, subraya David.
Agrega que tampoco acepto el título nobiliario porque era liberal, fue ingeniero militar y participó en diferentes conflictos bélicos como la Guerra de Reforma, fortificó la ciudad contra las tropas del Sitio de Puebla, entre otros.
Joaquín Colombres se casó y tuvo tres hijos, Saúl, Esther y Raquel. Las hijas se casaron con dos hermanos alemanes, Pablo y Frederico Petersen, quienes llegaron a Puebla a finales del siglo XIX en busca de un futuro promisorio.
“Hoy la familia Petersen Colombres es prácticamente dueña del cerro de Amalucan y alrededores; sus descendientes siguen teniendo tierras al oriente de la ciudad. Cuando Joaquín Colombres murió en 1898, su esposa se dedicó a vender todo lo que tenía para mantener su estilo de vida. Ella introdujo en Puebla el culto a la Medalla Milagrosa, para eso transformó la Capilla del Cirineo, la de la quinta estación”, asegura.
“El artículo 12 de la Constitución Mexicana de 1824, prohibió los títulos nobiliarios, pero en la práctica eso nunca se llevó a cabo hasta la Guerra de Reforma, con la política de Juárez”, concluye Ramírez Huitrón.