Este año el agujero en la capa de ozono que se encuentra sobre la Antártida es uno de los más grandes jamás registrados por los científicos, al tener un tamaño de 26 millones de kilómetros cuadrados, informó la Agencia Espacial Europa (ESA).
Por medio de las mediciones del satélite Copernicus Sentinel-5P se pudo registrar el agujero que alcanzó una longitud que sería aproximadamente tres veces el tamaño de Brasil, al encontrarnos en la época donde el hoyo en esta capa de la Tierra alcanza su punto máximo.
En un comunicado, la ESA explicó que el tamaño del agujero de la capa de ozono fluctúa de manera periódica, por lo que de los meses de agosto a octubre es cuando comienza a aumentar de tamaño, para que entre mediados de septiembre y mediados de octubre alcance su punto máximo.
Esto se debe a que las temperaturas en lo alto de la estratosfera comienzan a aumentar en el hemisferio sur, de forma que el agotamiento del ozono se desacelera, el vórtice polar se debilita y termina por descomponerse. Es hasta finales de diciembre cuando los niveles de ozono retoman su normalidad, indicaron los científicos.
¿Qué originó el tamaño del agujero en la capa de ozono?
Más allá de las consecuencias negativas que ha generado el cambio climático y el calentamiento global para el medio ambiente, las afectaciones en la capa de ozono también se determinan por cuestiones naturales.
Al respecto, la ESA indicó que la variabilidad en el tamaño del agujero se debe en gran medida por la fuerza de una fuerte banda de viento que fluye alrededor de la zona de Antártida.
La banda de viento se genera como consecuencia directa de la rotación de la Tierra y por las fuertes diferencias de temperatura entre ambas latitudes polares. De igual forma, si la banda de viento es fuerte comienza a actuar como una barrera donde las masas de aire entre latitudes polares y templadas ya no pueden intercalarse. Estas masas terminan aisladas en las latitudes polares y se enfrían en el invierno.
Otro de los patrones inusuales que afectaron a la capa de ozono sería la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, el cual se ubica en una isla cerca de Tonga, y que ocurrió en enero de 2022.
“(La erupción) inyectó una gran cantidad de vapor de agua en la estratosfera, que solo llegó a las regiones del polo sur después del final del agujero de ozono de 2022”, indicó Antje Inness, científica senior del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS, por sus siglas en inglés). “El vapor de agua podría haber provocado una mayor formación de nubes estratosféricas polares, donde los clorofluorocarbonos (CFC) pueden reaccionar y acelerar el agotamiento de la capa de ozono”.
Los científicos de ESA en su comunicado explicaron que el impacto que habría tenido la explosión del volcán en Tonga en la capa de ozono se mantiene como un tema de investigación en curso al no tener casos anteriores en los que se inyectaran cantidades tan sustanciales de vapor de agua en la estratosfera dentro de las observaciones modernas.
“Nuestro servicio operativo de pronóstico y monitoreo del ozono muestra que el agujero de ozono de 2023 comenzó temprano y ha crecido rápidamente desde mediados de agosto. Alcanzó un tamaño de más de 26 millones de kilómetros cuadrados el 16 de septiembre, lo que lo convierte en uno de los mayores agujeros de ozono jamás registrados”, concluyó Antje Inness.
Como parte de sus conclusiones, los científicos de ESA recordaron que de acuerdo con el Protocolo de Montreal, creado en 1987 y que busca proteger la capa de ozono al eliminar de manera progresiva la producción y consumo de sustancias nocivas para ella, no será hasta el 2050 cuando la capa pueda alcanzar su estado normal.
