/ martes 7 de noviembre de 2023

¿Cómo funciona la leptina, la hormona que ayuda a controlar el peso?

La leptina es una hormona que fluye hasta el hipotálamo para producir sensación de saciedad y detener la ingesta

Dentro de los mecanismos fisiológicos que intervienen para que alguien suba de peso y llegue a la obesidad, se debe entender cómo funciona el exceso de grasa, algo que se debe al aumento del tejido adiposo, uno compuesto por células especializadas y que secreta algunas como la leptina.

La hormona de la leptina es una que se describió por primera vez en 1994, una adipocina (el nombre que reciben las varias moléculas que secreta el tejido adiposo), que tiene la particularidad de que la cantidad que es liberada es directamente proporcional a la masa del tejido adiposo. También, actúa en el sistema nervioso central y regula parte de la conducta alimenticia y el balance de la energía.

De esta forma, existe una correlación positiva entre la cantidad de tejido adiposo en las personas y los niveles de leptina circundantes, en una relación que es: a más grasa, mayor es la concentración de esta hormona en la sangre.

Al ser una hormona anorexigénica tiene la capacidad de enviar una señal al cerebro para avisarle que ya no es necesario consumir más alimentos, al estar satisfechos los requerimientos energéticos del cuerpo. La leptina también regula el consumo energético aumentando el gasto de energía.

¿Cómo activar la leptina?

Dentro de los diversos estudios que hay de esta hormona, hay algunos en donde se asegura que hay formas de regular la leptina y que esta aparezca para ayudar con el metabolismo del cuerpo y que sus efectos como el control en la ingesta de alimentos aparezcan.

De poder llevar un control en los niveles de la leptina se podría frenar la acumulación de grasas, lograr la pérdida de peso y un mayor cuidado de la salud.

Entre los consejos que se tienen para lograr la regulación de la hormona, no son más que algunos para llevar un correcto estado de salud, con el fin de que no solo la leptina actúe, también el resto de sistemas que tienen un efecto positivo en el cuerpo. De esta forma se tiene que realizar:

Dejar de consumir alimentos procesados y apostar más al consumo de frutas y verduras.

Evitar el consumo de bebidas alcohólicas, ya que estas tienen calorías que aumentan el apetito.

Ingerir alimentos con proteínas como es la carne, el pescado, el huevo y las legumbres.

Procurar dormir lo suficiente, ya que la falta de sueño se encuentra asociada al aumento de apetito.

Realizar ejercicio de manera regular.

Tener un mayor manejo del estrés, algo que ayuda en todos los aspectos y en el caso de la leptina, a mayor cantidad de estrés se produce más cortisol y esta inhibe la producción de la hormona.

La leptina y su producción en cada tipo de persona

Dentro de las primeras pruebas que se realizaron con la leptina, en ratones se encontró que, al inyectarles la hormona, lograban perder peso de manera rápida y se veía como una posible solución a la obesidad, aunque esto no es así y su producción para ser diferente de persona a persona.

Diversos estudios muestran que, en personas delgadas, la leptina llega a funcionar cuanto más se come al producirse de mayor forma y crear el efecto de saciedad; mientras que, en las personas obesas, su ingesta en exceso de alimentos también la genera, pero no conduce a que se cree la sensación de estar lleno o que no se requiere más alimentos.

A esto se le conoce como un efecto de resistencia a leptina, por lo que administrarla como a los ratones podría no traer los resultados esperados. La causa de esta diferencia en la forma en que actúa se encuentra en como la hormona puede llegar hasta el fluido cerebroespinal y al hipotálamo.

El que se podría nombrar como el sistema de transporte para hacerlo parece no funcionar de la misma forma en obesos que en las personas delgadas, por lo que el problema no es que no se produzca, sino que el cuerpo no cuenta con los procesos para llevarla a su destino correcto.

Si bien se sabe que la leptina desempeña un papel vital en la coordinación del consumo de alimentos, el gasto energético y la utilización de nutrientes de los tejidos para diversas condiciones fisiológicas y patológicas, quedan mucho por investigar para saber cómo aprovecharla de mejor manera.

Dentro de los mecanismos fisiológicos que intervienen para que alguien suba de peso y llegue a la obesidad, se debe entender cómo funciona el exceso de grasa, algo que se debe al aumento del tejido adiposo, uno compuesto por células especializadas y que secreta algunas como la leptina.

La hormona de la leptina es una que se describió por primera vez en 1994, una adipocina (el nombre que reciben las varias moléculas que secreta el tejido adiposo), que tiene la particularidad de que la cantidad que es liberada es directamente proporcional a la masa del tejido adiposo. También, actúa en el sistema nervioso central y regula parte de la conducta alimenticia y el balance de la energía.

De esta forma, existe una correlación positiva entre la cantidad de tejido adiposo en las personas y los niveles de leptina circundantes, en una relación que es: a más grasa, mayor es la concentración de esta hormona en la sangre.

Al ser una hormona anorexigénica tiene la capacidad de enviar una señal al cerebro para avisarle que ya no es necesario consumir más alimentos, al estar satisfechos los requerimientos energéticos del cuerpo. La leptina también regula el consumo energético aumentando el gasto de energía.

¿Cómo activar la leptina?

Dentro de los diversos estudios que hay de esta hormona, hay algunos en donde se asegura que hay formas de regular la leptina y que esta aparezca para ayudar con el metabolismo del cuerpo y que sus efectos como el control en la ingesta de alimentos aparezcan.

De poder llevar un control en los niveles de la leptina se podría frenar la acumulación de grasas, lograr la pérdida de peso y un mayor cuidado de la salud.

Entre los consejos que se tienen para lograr la regulación de la hormona, no son más que algunos para llevar un correcto estado de salud, con el fin de que no solo la leptina actúe, también el resto de sistemas que tienen un efecto positivo en el cuerpo. De esta forma se tiene que realizar:

Dejar de consumir alimentos procesados y apostar más al consumo de frutas y verduras.

Evitar el consumo de bebidas alcohólicas, ya que estas tienen calorías que aumentan el apetito.

Ingerir alimentos con proteínas como es la carne, el pescado, el huevo y las legumbres.

Procurar dormir lo suficiente, ya que la falta de sueño se encuentra asociada al aumento de apetito.

Realizar ejercicio de manera regular.

Tener un mayor manejo del estrés, algo que ayuda en todos los aspectos y en el caso de la leptina, a mayor cantidad de estrés se produce más cortisol y esta inhibe la producción de la hormona.

La leptina y su producción en cada tipo de persona

Dentro de las primeras pruebas que se realizaron con la leptina, en ratones se encontró que, al inyectarles la hormona, lograban perder peso de manera rápida y se veía como una posible solución a la obesidad, aunque esto no es así y su producción para ser diferente de persona a persona.

Diversos estudios muestran que, en personas delgadas, la leptina llega a funcionar cuanto más se come al producirse de mayor forma y crear el efecto de saciedad; mientras que, en las personas obesas, su ingesta en exceso de alimentos también la genera, pero no conduce a que se cree la sensación de estar lleno o que no se requiere más alimentos.

A esto se le conoce como un efecto de resistencia a leptina, por lo que administrarla como a los ratones podría no traer los resultados esperados. La causa de esta diferencia en la forma en que actúa se encuentra en como la hormona puede llegar hasta el fluido cerebroespinal y al hipotálamo.

El que se podría nombrar como el sistema de transporte para hacerlo parece no funcionar de la misma forma en obesos que en las personas delgadas, por lo que el problema no es que no se produzca, sino que el cuerpo no cuenta con los procesos para llevarla a su destino correcto.

Si bien se sabe que la leptina desempeña un papel vital en la coordinación del consumo de alimentos, el gasto energético y la utilización de nutrientes de los tejidos para diversas condiciones fisiológicas y patológicas, quedan mucho por investigar para saber cómo aprovecharla de mejor manera.

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