“Es como si supieras que vas a morir, pero no puedes hacer nada”, describe Alejandro Trujeque Aldaco, de 48 años de edad, la sensación de representar el papel de Jesús en la procesión de Viernes Santo. Este 2024, por quinceava vez pero no consecutiva, ocupará este personaje en la obra “Rey de reyes” en el municipio poblano de Amozoc.
Pese a esto, representar este papel, en un territorio al que asisten miles de personas a la procesión, es impresionante, afirma. La emoción de transmitir la historia de Jesús, hace que el cargar una cruz de 180 kilos durante casi dos kilómetros, se convierta en un privilegio.
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“Todos somos hijos de Dios y todos podemos tratar de representar a Jesús, aunque nadie es digno yo me considero una persona normal como cualquier otra, no me diferencio de ninguna, todos somos iguales (…) Dios me dio la oportunidad de representar este papel, de tratar de hacerlo lo más apegado a su palabra y expresar ese sentimiento”, narra.
No solo eso, para esta encomienda debe prepararse mentalmente para recibir, durante varias horas, una serie de golpes en todo el cuerpo, sin contar la corona de espinas que debe portar durante el recorrido.
“Los golpes son bastantes, son reales, eso sí lo puedo asegurar”, subraya. En entrevista con esta casa editorial, explica que son diferentes escenas en las que debe ser golpeado por al menos cuatro soldados, quienes se relevan durante el recorrido porque llegan a cansarse. “¡imagínese, ellos se cansan!”, resalta.
Desde la escena de la aprehensión, una noche antes de Viernes Santo, empieza el martirio. La práctica en la obra le permite a los soldados aprender a golpearlo en esta escena en particular, a manera que se vean reales pero sin tanta fuerza, con el propósito de que no tenga inconvenientes para el día siguiente, donde las escenas sí requieren que los actores golpeen de verdad.
En dicha escena recibe golpes, durante casi 10 minutos, con varas de madera. Posteriormente, en el día de la procesión, los también llamados ‘flagelos’ son realizados con cintas de cuero trenzado, en las escenas del castigo, los 40 golpes, la coronación y el recorrido. “Considerando las escenas, sí es mucho tiempo”, sostiene.
La preparación, ¿física o mental?
“Mentiría si digo que me preparo mucho, pero mi trabajo me ayuda porque camino mucho todo el tiempo, me fortalece las piernas y con la voluntad salen adelante”, acepta.
Asegura que la preparación espiritual es más importante que la física, porque, incluso con la mejor condición corporal, puedes debilitarte y caer, pero con la mente concentrada en cumplir un objetivo, no.
“Espiritualmente es una guerra interna, es más espiritual y no se puede explicar, yo siempre he puesto a Dios por delante, por sobre todas las cosas, y en ocasiones sí me ha pasado que estoy a punto de concluir y llega el punto en el que ya no la puedo levantar (la cruz), pero Dios está por delante y es el que ayuda de esa manera, a sacarlo adelante”, comparte.
Empero, esto no se traduce en que descuide su salud física. Dos meses previos al día de la procesión deja de comer pan, tortillas, refrescos y trata de llevar una alimentación más sana.
Además, pese a que no es un requisito para participar en esta obra, no consume alcohol, no fuma y lleva una vida tranquila.
“Vivo una vida normal, cuando me hablan para pedirme nuevamente que salga en la representación cambia todo, en el aspecto psicológico y espiritual, algo te cambia porque estás con una idea diaria y llega otra, esto lo hago con el corazón”, expresa.
La recuperación de los golpes es rápida
Al tener experiencia participando con este papel, Alejandro comparte que, posterior a la procesión, la recuperación es sorprendentemente rápida, pese a los golpes que recibe durante casi dos días consecutivos.
Incluso, es capaz de irse a su casa caminando y levantarse temprano al día siguiente para ayudar a sus compañeros a desmontar la escenografía y el escenario en el zócalo del municipio, sede de esta representación.
“Sí me da el dolor, pero no estoy tan lastimado como se podría decir, ese mismo día me cuesta pero al siguiente ya estoy normal”, presume.
Lo más fuerte de terminar con esta obra no es la recuperación física, sino controlar la ola de emociones que llegan, las ganas de llorar, la emoción de haber logrado transmitir el mensaje de Dios y, sobre todo, de haber cumplido esta encomienda satisfactoriamente, señala.
“Todos tenemos la oportunidad de hacerlo, se puede, el único requisito que considero es que seamos honestos en nuestra forma de ser y en la manera de actuar, conocer la palabra de Dios y saberla entender internamente, no es difícil, toquen y se va a abrir la puerta”, finaliza.