/ domingo 11 de agosto de 2019

¡Camotes, camotes...ricos camotes! | Oficios que perduran

Con apenas 11 años de edad Mario es parte de esta tradición culinaria que se resiste a morir

A pesar de que el camote -al igual que el mole y los chiles en nogada- es considerado como uno de los símbolos más importantes de la cultura culinaria de Puebla, a la fecha, son pocas personas que conocen el sabor de este tubérculo debido a que el oficio del camotero -en su tradicional carrito- se ha ido perdiendo poco a poco, sin embargo, hay quienes se niegan a que este oficio de tradición, quede en el olvido.

Ejemplo de ello es Mario Martínez Ortega, un niño de 11 años que a pesar de su corta edad, sabe que este oficio es considerado de gran tradición y que además, es un trabajo que sigue vigente principalmente por la herencia que se da de generación en generación, tal y como fue su caso.

Su abuelito, Jesús Cosme Limón, durante más de 40 años se dedicó al negocio de los camotes, trabajo se lo compartió a sus hijos y más tarde a su nieto, quien, por mera curiosidad, le pidió que le enseñara todo el proceso para ayudarle en el negocio.

Es muy pesado, pero me gusta

dice con una sonrisa mientras alista el carrito para salir a vender.


"Primero hay que lavar el camote; hay que quitarle la tierra y la cáscara con un cuchillo. Después hay que cortar la leña con la que se va a cocer el fruto y después hay que salir a venderlos", comenta en menos de un minuto, sin embargo, es un proceso que se lleva casi cuatro horas, más las otras seis que invierten al recorrer las calles de las colonias para ofrecer su producto.

Mario asegura que uno de los procesos más importantes para lograr una buena cocción es la capa que le coloca a los cajones del carrito, la cual obtiene del tallo largo y verde del que se sostiene la penca del plátano que sirve para mantener húmedo el producto y evitar que los camotes se peguen al metal.

Cuando se cuece el camote, suelta un juguito que después lo vuelve a absorber el fruto y eso es lo que le da un sabor más rico agrega el niño.

Reconoce que dedicarse a la venta de camotes no es nada fácil, pero su gusto por continuar con la tradición heredada es más grande y es eso lo que lo motiva a empujar su carrito durante varios kilómetros, el cual fue elaborado por su propio abuelo.

El funcionamiento del carrito es peculiar: en su interior hay un pequeño horno de leña el cual brinda calor a los cajones donde se cuece la fruta y, aunque originalmente antes solo se vendía camote, actualmente ofrecen el tradicional plátano macho.

El tubo de lámina también es una parte muy especial, de ahí se deja salir el vapor para que el producto no se ahume y de donde además se produce el característico silbido que anuncia la llegada del camotero.

Aunque su abuelito aún sale a vender entre semana, Mario también lo hace, pero principalmente los fines de semana. Su recorrido es cansado, pues desde las cinco de la tarde empieza con su marcha dirigiendo el carrito. Aunque es mucho lo que camina, asegura que vale la pena con tal de llevar a los paladares de sus clientes un rico camote bañado en lechera, canela y azúcar: "además de ganar un dinero, lo que queremos es que no se pierda esta típica tradición. El camote es un dulce muy representativo de Puebla y no queremos que se olvide".

Para aquellos que deseen disfrutar de un dulce y tradicional camote, pueden contactar a Mario al 22 23 48 52 73 y buscarlo en alguna de las colonias que recorre.

A pesar de que el camote -al igual que el mole y los chiles en nogada- es considerado como uno de los símbolos más importantes de la cultura culinaria de Puebla, a la fecha, son pocas personas que conocen el sabor de este tubérculo debido a que el oficio del camotero -en su tradicional carrito- se ha ido perdiendo poco a poco, sin embargo, hay quienes se niegan a que este oficio de tradición, quede en el olvido.

Ejemplo de ello es Mario Martínez Ortega, un niño de 11 años que a pesar de su corta edad, sabe que este oficio es considerado de gran tradición y que además, es un trabajo que sigue vigente principalmente por la herencia que se da de generación en generación, tal y como fue su caso.

Su abuelito, Jesús Cosme Limón, durante más de 40 años se dedicó al negocio de los camotes, trabajo se lo compartió a sus hijos y más tarde a su nieto, quien, por mera curiosidad, le pidió que le enseñara todo el proceso para ayudarle en el negocio.

Es muy pesado, pero me gusta

dice con una sonrisa mientras alista el carrito para salir a vender.


"Primero hay que lavar el camote; hay que quitarle la tierra y la cáscara con un cuchillo. Después hay que cortar la leña con la que se va a cocer el fruto y después hay que salir a venderlos", comenta en menos de un minuto, sin embargo, es un proceso que se lleva casi cuatro horas, más las otras seis que invierten al recorrer las calles de las colonias para ofrecer su producto.

Mario asegura que uno de los procesos más importantes para lograr una buena cocción es la capa que le coloca a los cajones del carrito, la cual obtiene del tallo largo y verde del que se sostiene la penca del plátano que sirve para mantener húmedo el producto y evitar que los camotes se peguen al metal.

Cuando se cuece el camote, suelta un juguito que después lo vuelve a absorber el fruto y eso es lo que le da un sabor más rico agrega el niño.

Reconoce que dedicarse a la venta de camotes no es nada fácil, pero su gusto por continuar con la tradición heredada es más grande y es eso lo que lo motiva a empujar su carrito durante varios kilómetros, el cual fue elaborado por su propio abuelo.

El funcionamiento del carrito es peculiar: en su interior hay un pequeño horno de leña el cual brinda calor a los cajones donde se cuece la fruta y, aunque originalmente antes solo se vendía camote, actualmente ofrecen el tradicional plátano macho.

El tubo de lámina también es una parte muy especial, de ahí se deja salir el vapor para que el producto no se ahume y de donde además se produce el característico silbido que anuncia la llegada del camotero.

Aunque su abuelito aún sale a vender entre semana, Mario también lo hace, pero principalmente los fines de semana. Su recorrido es cansado, pues desde las cinco de la tarde empieza con su marcha dirigiendo el carrito. Aunque es mucho lo que camina, asegura que vale la pena con tal de llevar a los paladares de sus clientes un rico camote bañado en lechera, canela y azúcar: "además de ganar un dinero, lo que queremos es que no se pierda esta típica tradición. El camote es un dulce muy representativo de Puebla y no queremos que se olvide".

Para aquellos que deseen disfrutar de un dulce y tradicional camote, pueden contactar a Mario al 22 23 48 52 73 y buscarlo en alguna de las colonias que recorre.

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