Representar a Jesús en una procesión de Viernes Santo se traduce en sacrificio, afirma Osvaldo Coyotl, una de las personas más jóvenes en ocupar este papel en San Felipe Hueyotlipan. A sus 26 años, y pese al esfuerzo físico que exige esta encomienda, durante el día del viacrucis no consume ningún alimento, siguiendo el ayuno obligatorio que marca la religión católica.
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Es decir, pasa alrededor de 24 horas sin nada en el estómago, ya que su último alimento lo consume el jueves por la tarde, un poco antes de realizar la escena de la aprehensión de Jesús, hasta que concluye la obra, el viernes por la noche. Así, en ayuno, es capaz de cargar una cruz de 90 kilos durante casi tres kilómetros, bajo la exposición del Sol, mientras es golpeado. “Es la prueba más grande del año, el cansancio te pega, te pone a prueba físicamente, pero también pone a prueba tu fe”, admite.
Este no es el único que sacrificio que realiza para representar a Jesús por tercera vez consecutiva. Desde que inició con esta tarea, en 2021, dejó de consumir carne de puerco para que el pegamento de la barba postiza que usa se adapte al pH de su piel, ya que no tiene barba natural.
“Lo tomé como un tipo de sacrifico, pero al final del día no se vuelve pesado porque se hace con fe, también el refresco, las bebidas alcohólicas y las grasas los dejo por completo desde que inicia la cuaresma”, comparte.
En cuanto al entrenamiento físico, va al gimnasio diariamente desde el pasado mes de octubre y, a partir de enero de este año, intensificó su preparación. A esto le suma que sale a correr todas las tardes, cuando el Sol está en su punto de exposición más alto, “para que su cuerpo se acostumbre a lo que está por vivir”, señala.
“El recorrido sin duda es lo más difícil, son duros los golpes, sin embargo, todo está en la mente y es cierto, el dolor lo podemos soportar. La cruz significa un gran reto y la verdad es indescriptible el momento en que la cargas y empiezas a caminar, sientes cómo se te va clavando al hombro, es una experiencia dura pero muy hermosa, estoy muy agradecido por vivir esta gran oportunidad”, expresa.
Dedica este papel a su abuela
Este 2024 se convirtió en el año más especial para Osvaldo, no solo porque es el último en el que hará este papel, sino también porque su representación está dedicada a su abuela, Guadalupe Salazar, quien falleció a finales del 2023.
Me siento muy afortunado porque los dos años anteriores pude recibir su bendición antes de salir, y aunque sé que ya no está físicamente, desde el cielo va a estar intercediendo por mí para darme esa fuerza que necesito, a ella le dedico esta representación, la última comparte.
Su abuela, que lo acompañó desde la niñez, pudo ver de cerca su anhelo por ser Jesús en una de las tradiciones más importantes de su comunidad, señala. Especialmente el Viernes Santo de los dos años pasados, ella se preocupó mucho por él, ya que sería golpeado en todo su cuerpo.
Era reconfortante regresar, después de un día tan pesado lleno de muchas emociones, y abrazarla, recuerda.
“Ahora que no está me gustaría decirle, que lo logré y que estoy muy agradecido con ella por todo lo que hizo por mí, siempre me motivé en el recorrido para llegar bien con ella”, insiste.
La recuperación es lenta
Osvaldo describe al proceso de recuperación como uno de los más lentos, pero también el más satisfactorio, es saber que cumpliste con un propósito de la manera correcta.
El año pasado tardó en recuperarse de los golpes una semana y media. Recuerda que lo más difícil fue levantarse al día siguiente del viacrucis, en Sábado de Gloria, porque seguía inflamado, le costaba encontrar una posición ideal para caminar y tampoco se podía recargar sobre alguna pared porque estaba adolorido de la espalda, por lo que, durante los cinco días a su participación en la obra, durmió boca abajo para ayudarse a aminorar el dolor.
Las marcas de los golpes te quedan, pero deja de doler conforme va pasando el tiempo, queda sensible la piel, si llega una persona y te da una palmada en la espalda al mes o mes y medio todavía te duele un poco, pero básicamente nos recuperamos con pomada, eso es lo que tenemos y así se va quitando el golpe señala.
Aun con eso, no pausa sus actividades, trata de seguir con su vida normal. Mucho menos suspende su preparación espiritual, ya que asegura que este papel lo acercó más a la religión, por lo que no deja de asistir a misa, a orar y a encomendarse a Dios.
“Definitivamente somos pocos los que hemos tenido esta grandiosa oportunidad y creo que para poder representarlo primero tienes que amar la tradición, no buscamos los reflectores, sino conservar una tradición y trasmitir a las personas el mensaje más grande de amor de Jesús”, finaliza.
