El tiempo corre y el nuevo fiscal general del estado, Gilberto Higuera Bernal, no ha contribuido desde su ámbito de competencia para dar un castigo ejemplar a los responsables del doble linchamiento ocurrido en Acatlán a finales de agosto.
El 29 de ese mes, dos campesinos acusados de robachicos fueron quemados vivos por una turba que en el extremo de la sinrazón se atrevió a videograbar y transmitir en vivo los acontecimientos.
Más de un mes ha pasado desde entonces y solo dos personas han sido detenidas, una de las cuales falleció después del arresto.
La acostumbrada parálisis de la Fiscalía en asuntos de esta naturaleza ha contribuido a mantener vigente la agitación de aquellos que miran robachicos en todos lados y que, mezclada con la ignorancia de algunos y el comprensible temor de otros, ha derivado en tragedias como la de Acatlán.
En las últimas semanas se ha informado de la distribución masiva de volantes que incitan al linchamiento de delincuentes, pero principalmente robachicos, en Tochimilco.
El miércoles dos contratistas de la CFE salieron aterrorizados de Huejotzingo porque ya se les acusaba en redes sociales –sin pruebas- de husmear en escuelas del municipio para llevarse niños por la fuerza.
Así de caliente está el fenómeno en la entidad.
Es cierto que una sola persona no puede hacer la diferencia, pero Higuera Bernal, oficialmente encargado de despacho, está obligado a demostrar que es diferente a su antecesor, Víctor Carrancá Bourget, sobre todo en estos momentos en que su nombramiento pretende ser dinamitado por los 22 diputados locales de Morena, PT y PES.
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Gabriel Biestro Medinilla ya enfrenta su primera crisis como personaje público asentado en el poder.
El todavía dirigente estatal de Morena fue exhibido y criticado por el líder del Consejo Estatal del partido de López Obrador, Saúl Papaqui Hernández, y la casi presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, por haberles dado el cerrojazo en el inmueble del partido que serviría para sesionar la mañana de este domingo.
“Alguien” cambió las chapas de la sede de Morena y el Consejo Estatal ya no pudo sesionar para renovar cuatro de las secretarías de la dirigencia.
Por supuesto en todos los consejeros rondó el nombre de Biestro… y los más importantes de ellos actuaron en consecuencia.
Tanto Papaqui como Rivera criticaron que el dirigente siga ostentando ese cargo al mismo tiempo que ha asumido sus funciones como diputado local y presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política en el Congreso.
Parece que Biestro ahora sí tendrá que marcharse.
Aunque no quiera.
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Sin duda, al PRD le fue muchísimo peor que al PRI en la jornada electoral del 1 de julio.
No solo a nivel local sino nacional.
En ese contexto, y de visita en Puebla, un representante del Comité Ejecutivo Nacional del partido del sol azteca, Camerino Eleazar Márquez Madrid, anunció un proceso de depuración de militantes que obedece a una de las estrategias que este instituto va a emprender para tratar de superar la enorme crisis en que se encuentra.
“Tenemos mecanismos institucionales para hacer la depuración. Uno de ellos es el refrendo: cada militante está obligado a refrendar cada tres años su militancia; también está la cancelación de la membresía, que implica un acuerdo interno administrativo para aquellos que no cumplen con su obligación de militantes”, expuso.
Si sus dirigentes hacen eso, el PRD se va a quedar más famélico de lo que ya está.
Pero ese es su asunto.
Lo que llama la atención, y podría servir de ejemplo para el PRI que se encuentra también en un obligado momento de refundación, es que los dirigentes perredistas piensan además en un cambio de nombre y de estatutos.
Se entiende porque el PRD ya no tiene nada que perder.
Tocó fondo.
Pero los priistas, aunque no están en el mismo caso, no harían mal en valorar esas opciones.
