El tan ansiado 6 de junio ya es historia.
El proceso electoral terminó, unos grupos ya festejan y otros se lamentan como en cualquier juego donde hay un ganador y un perdedor o varios perdedores.
Después de tantos dimes y diretes, los ciudadanos ya eligieron a quien será el nuevo inquilino del Palacio Municipal de la ciudad de Puebla a partir del 15 de octubre. El mismo 6 de junio a las 20:00 horas Eduardo Rivera Pérez, de PAN, PRI, PRD, PSI y Compromiso por Puebla, festejó e hizo público su compromiso de trabajar por todo el municipio.
Pero también se esperaba ver a su principal rival y actual alcaldesa, aunque con licencia, Claudia Rivera Vivanco. ¿Aceptaría la evidente derrota? ¿Cómo se encontraba al conocer los resultados que la ponían abajo con más de 20 puntos porcentuales de diferencia?
Fue hasta ayer lunes, a las 9:30 horas, cuando dio la cara y habló con los medios de comunicación arropada por los integrantes de su equipo.
Se vio a una mujer fuerte, entera, una mujer que pese a haber sufrido un duro golpe de realidad no se dobló ni titubeó, una mujer que se dijo fiel a sus ideales y muy convencida de que seguirá luchando por ellos, sin saber por ahora desde dónde.
Se mostró como una mujer de ejemplo, que pese a los montones de basura política que recibió en campaña no cedió a ahogarse en ella. Rivera Vivanco fue un digno contrincante y hasta el último día lo demostró.
El 13 de junio volverá al encargo que en 2018 le dio la ciudadanía. Por el bien de la ciudad y sus habitantes, que estos cuatro meses que le restan al frente del ayuntamiento se le vea esa fuerza enfocada en trabajar a favor de las causas comunes.
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Si la noche del domingo cerramos la jornada electoral con la certeza de que los electores de los municipios de la zona centro del estado habían votado mayoritariamente a favor del PAN y sus partidos aliados, o en contra de Morena, que no es lo mismo, las primeras horas del lunes sirvieron para ver también que el partido del presidente López Obrador se había hecho de la mayor cantidad de diputaciones federales y locales.
La victoria de Morena en distritos tanto locales como federales ocurrió principalmente en zonas alejadas del centro del estado, sin embargo, consiguió el triunfo en dos de los locales y uno de los federales cuya cabecera se encuentra en el municipio de Puebla, donde el candidato panista a presidente municipal, Eduardo Rivera Pérez, arrasó a su rival Claudia Rivera Vivanco.
Eso lleva a una sola conclusión: el ejercicio de un voto diferenciado en la jornada electoral del domingo.
La capacidad y el ánimo del ciudadano para plantarse frente a una boleta electoral y decidir en función de cada candidato y no de una coalición o partido, parejo, refleja la existencia de un votante maduro, dispuesto a premiar o castigar políticos en función de los resultados.
Ese es un logro de la elección.
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En varios lugares del país ocurrieron ejemplos para ver también que ese electorado maduro optó por dar la espalda a candidatos sacados del mundo del espectáculo, muchas veces vacíos de propuestas y de pensamiento que solo aprovechan su popularidad entre las masas para hacerse de un lugar en política.
Puebla tuvo en esta elección uno de los casos más sonados, el de Nayeli Salvatori Bojalil.
La otrora locutora de radio consiguió llegar a la cámara de diputados a partir de la elección de 2018 gracias al fenómeno López Obrador y al apoyo de la familia Montero.
Tres años después, con incidentes personales reprobados por los ciudadanos, sin AMLO en la boleta y sin el respaldo de la familia dedicada a los negocios radiofónicos, sucumbió ante el Tigre Humberto Aguilar Coronado.
Qué bueno que los electores dejaron de engancharse con la “magia” del espectáculo para mirar el desempeño, la capacidad y las propuestas de los candidatos.
