¿Qué hará el ayuntamiento de Chignahuapan para pagar la nómina y el mantenimiento de los servicios públicos en lo que resta del año, con solo 27 mil pesos disponibles en la tesorería para cumplir con esas obligaciones?
De momento no lo sabe ni el recién estrenado presidente municipal, Lorenzo Rivera Nava, pero se muestra confiado en la posibilidad de cubrir esos compromisos a partir de las participaciones que todavía puede recibir de parte de la Secretaría de Finanzas del gobierno del estado.
El punto es que, eso que pasa en Chignahuapan sucede en múltiples municipios del estado, donde el cambio de autoridades electas, llevado a cabo el pasado 15 de octubre, deja en la incertidumbre a los nuevos servidores públicos y, por tanto, el cumplimiento de sus deberes económicos.
Rivera Nava, emanado del PRI, dio a conocer que al llegar al ayuntamiento encontró con que su antecesor en el cargo, Javier Tirado Saavedra, del Partido Verde, le dejó solo 27 mil pesos para atender los gastos del ayuntamiento en los siguientes dos meses y medio.
¿¡Solo 27 mil pesos!?
Sí, solo eso.
Mientras el nuevo presidente municipal abre una investigación para saber qué ocurrió y si el edil anterior hizo buen o mal uso de los recursos públicos, él tiene que resolver la falta de dinero para poder pagarle a los trabajadores y seguir con el otorgamiento de los servicios públicos en Chignahuapan, porque la gente no puede quedarse sin nada.
Lo que es un hecho, como pasa cada cambio de periodo municipal, es que en los próximos días se irán conociendo casos similares, de municipios grandes y pequeños, que tendrán que batallar para resolver malas gestiones previas, por desgracia.
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Donde no habrá que mirar atrás para encontrar errores que justifiquen retrasos en el presente, y mucho menos en el futuro, es en la BUAP.
Casi tres semanas después de haber rendido protesta como rectora de la máxima casa de estudios del estado, ya con un panorama más o menos amplio de lo que existe en la institución, Lilia Cedillo Ramírez ha salido a decir que heredó una universidad estable por parte de su antecesor, Alfonso Esparza Ortiz, lo que le permitirá dedicarse de lleno en el trabajo hacia el futuro.
“Yo encontré una universidad muy estable, en lo económico, en lo académico y también en lo político, lo cual nos va a permitir arrancar con muchos proyectos y conseguir las metas que nos hemos planteado”, expuso en entrevista.
Precisamente para ir en esa ruta, en los próximos días realizará una consulta al interior de la universidad para recoger las inquietudes y necesidades de los estudiantes y los trabajadores, con el fin de construir el plan de desarrollo con el que habrá de trabajar en los cuatro años que durará su gestión.
El pronunciamiento es importante porque describe las condiciones en que se encuentra la BUAP al término de un periodo gobernado por Esparza Ortiz.
De la misma firma que ocurre en los ayuntamientos, una mala gestión universitaria podría generarle problemas relevantes al sucesor.
No ocurrió así.
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En el ayuntamiento de Puebla no dan por verdad todo lo que hasta ahora ha afirmado y declarado el secretario general del sindicato, Gonzalo Juárez Méndez, en torno al presunto robo que sufrieron las oficinas sindicales durante la madrugada del 18 de octubre.
No se lo han dicho al líder gremial abiertamente, pero los sabuesos del edil Eduardo Rivera Pérez en asuntos políticos desconfían de todo lo que ha expuesto el personaje después del acontecimiento, que entre algunos de estos personajes es considerado como un hecho fingido para obtener beneficios políticos en el comienzo de un nuevo periodo municipal.
Lo mismo piensan del escándalo que Juárez Méndez armó frente a la puerta del palacio municipal en la agonía del trienio de Claudia Rivera, por la entrega de 100 basificaciones. Puro teatro del dirigente, aseguran.
