/ martes 6 de junio de 2023

La guerra de la percepción

Superadas las elecciones del Estado de México y Coahuila arreciará la intensidad del proceso electoral del 2024 y con ello, el juego de las percepciones de los actores interesados en ocupar los puestos más relevantes en las elecciones.

La estrategia de generar una idea de triunfo, de adhesiones, de respaldos, de ganador, se encuentra desde hace meses operando a favor de los aspirantes y en concreto para el caso de los contendientes a gobernador es más que evidente.

Ignacio Mier Velazco, el diputado federal morenista, le ha apostado a la idea de que es el más cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador y con su respaldo al secretario de Gobernación Adán Augusto López, tiene una carta que puede hablar en su favor al momento de las negociaciones internas tras la definición de la candidata o candidato presidencial.

La desventaja que tiene sobre los niveles de conocimiento la ha intentado atacar con un evidente despliegue propagandístico en espectaculares, que en otros tiempos pudo ser objeto de una mala percepción sobre derroche de recursos y compromisos contraídos en un eventual gobierno, pero parece que en tiempos de la Cuarta Transformación eso ya no es determinante ante un electorado casado con el lopezobradorismo.

Lo vimos en el Estado de México, donde los señalamientos sobre los diezmos descontados a sus trabajadores cuando fue alcaldesa de Texcoco, no fueron suficientes para descarrilar su candidatura y eso se lo debe al presidente Andrés Manuel López Obrador y su narrativa de que toda crítica o señalamiento hacia su movimiento no tiene otra intención más que la de intentar frenar la cuatroté, ante privilegios perdidos.

El senador Alejandro Armenta Mier, quien, me parece, va perdiendo punch local, se ha vendido como el puntero de las encuestas, aunque debe tener en cuenta que, sobre lo cuantitativo, el factor “cualitativo”, donde entraría la valoración, visto bueno, palomeo o dedazo del inquilino de Palacio Nacional, será determinante.

En su primera declaración, tras los resultados de Coahuila y Estado de México, el presidente del Senado destacó una frase en su llamado de unidad, la que, dijo, “no se decreta, se construye”. Cinco palabras que deben contener toda una intención.

¿Quién pudiera tener el poder o la fuerza para decretar que hubiera unidad en un proceso electoral? ¿De qué manera pudiera destruirse la unidad, desde la lógica del senador? ¿Una lectura de las encuestas, distinta a que él va en primer lugar? ¿Si no fuera el candidato ungido, pregonaría por la unidad?

Pero de regreso a las percepciones, de sobra está mencionar que Julio Huerta Gómez, secretario de Gobernación, busca proyectar que es el portador de la mejor estructura partidista en el estado y con ello posicionar la idea de que tiene posibilidades reales de buscar la candidatura al gobierno del Estado, al levantarle la mano a Claudia Sheinbaum, la “corcholata” que aparenta ser la favorita del “destapador”.

El problema para el funcionario estatal puede ser que, de quedar la jefa de gobierno con la candidatura presidencial, a la hora de las negociaciones, o “diálogo”, como ella prefiere llamarle, el reparto de espacios implique ceder las gubernaturas a sus adversarios.

Superadas las elecciones del Estado de México y Coahuila arreciará la intensidad del proceso electoral del 2024 y con ello, el juego de las percepciones de los actores interesados en ocupar los puestos más relevantes en las elecciones.

La estrategia de generar una idea de triunfo, de adhesiones, de respaldos, de ganador, se encuentra desde hace meses operando a favor de los aspirantes y en concreto para el caso de los contendientes a gobernador es más que evidente.

Ignacio Mier Velazco, el diputado federal morenista, le ha apostado a la idea de que es el más cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador y con su respaldo al secretario de Gobernación Adán Augusto López, tiene una carta que puede hablar en su favor al momento de las negociaciones internas tras la definición de la candidata o candidato presidencial.

La desventaja que tiene sobre los niveles de conocimiento la ha intentado atacar con un evidente despliegue propagandístico en espectaculares, que en otros tiempos pudo ser objeto de una mala percepción sobre derroche de recursos y compromisos contraídos en un eventual gobierno, pero parece que en tiempos de la Cuarta Transformación eso ya no es determinante ante un electorado casado con el lopezobradorismo.

Lo vimos en el Estado de México, donde los señalamientos sobre los diezmos descontados a sus trabajadores cuando fue alcaldesa de Texcoco, no fueron suficientes para descarrilar su candidatura y eso se lo debe al presidente Andrés Manuel López Obrador y su narrativa de que toda crítica o señalamiento hacia su movimiento no tiene otra intención más que la de intentar frenar la cuatroté, ante privilegios perdidos.

El senador Alejandro Armenta Mier, quien, me parece, va perdiendo punch local, se ha vendido como el puntero de las encuestas, aunque debe tener en cuenta que, sobre lo cuantitativo, el factor “cualitativo”, donde entraría la valoración, visto bueno, palomeo o dedazo del inquilino de Palacio Nacional, será determinante.

En su primera declaración, tras los resultados de Coahuila y Estado de México, el presidente del Senado destacó una frase en su llamado de unidad, la que, dijo, “no se decreta, se construye”. Cinco palabras que deben contener toda una intención.

¿Quién pudiera tener el poder o la fuerza para decretar que hubiera unidad en un proceso electoral? ¿De qué manera pudiera destruirse la unidad, desde la lógica del senador? ¿Una lectura de las encuestas, distinta a que él va en primer lugar? ¿Si no fuera el candidato ungido, pregonaría por la unidad?

Pero de regreso a las percepciones, de sobra está mencionar que Julio Huerta Gómez, secretario de Gobernación, busca proyectar que es el portador de la mejor estructura partidista en el estado y con ello posicionar la idea de que tiene posibilidades reales de buscar la candidatura al gobierno del Estado, al levantarle la mano a Claudia Sheinbaum, la “corcholata” que aparenta ser la favorita del “destapador”.

El problema para el funcionario estatal puede ser que, de quedar la jefa de gobierno con la candidatura presidencial, a la hora de las negociaciones, o “diálogo”, como ella prefiere llamarle, el reparto de espacios implique ceder las gubernaturas a sus adversarios.