/ domingo 25 de febrero de 2024

La violencia, la pobreza y la maldad política

La obra de Alan Wolfe “La maldad política: qué es y cómo combatirla” expone la idea del mal en la esfera política, al igual que pensadores como Hannah Arendt, Reinhold Niebuhr o Arthur Koestler nos obliga a reflexionar sobre cómo se ha impuesto el crimen organizado como un sistema político satelital, marginal pero dominante en México. Los casos de genocidio, terrorismo, limpieza étnica y tortura, son analizados en el libro de Wolfe, pero no están lejos de nuestra realidad próxima.}

En los años 80 se vivió en América Latina el fenómeno del militarismo. Norberto Bobbio, politólogo italiano (1909-2004), refiere que esta intervención de los militares en la política se limitaba a “amputar la esfera política de algunos participantes -líderes, grupos y partidos no gratos- y a consignar el poder”. Además, no se sentían con capacidad para gobernar; aunque en los años 50, sobre todo en Brasil, Perú, Argentina, Chile, se iniciaron escuelas especializadas para oficiales del estado mayor por lo que un grupo de oficiales recibieron preparación política, económica, sociológica y técnica. Los temores no estaban infundados, pero sí registraron en los casos mencionados, mejores resultados que los gobiernos posteriores. Sucedió la década de democracia liberal triunfante en los 90, en esa transición con gobiernos que prometieron desarrollo y eliminación de la pobreza, los gobiernos socialdemócratas (socialismo con rostro neoliberal), por el contrario, la pauperización se agudizó.

En México no vivimos gobiernos militares desde el Gral. Manuel Ávila Camacho (1941-1946), último presidente de México con rango militar; llegamos al 2000 con un cambio de partido en el gobierno federal, arrastrando igual una pobreza infame que no se resolvió y siguió creciendo. Pero tal parece que en nuestro país se quiere experimentar con un ejército metido en la administración pública, aunque con la venia del gobierno actual, democráticamente elegido.

De entrada, la inseguridad que tiene rostro en las 14 organizaciones criminales que operan sólo en Guerrero (González, Juan Pablo, 30 sep 2021), según informes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno, luego la pobreza ¿Por qué no se pueden resolver los problemas fundamentales de los mexicanos que menos tienen? ¿Por qué los gobiernos militares tuvieron mejores resultados que los gobiernos socialdemócratas en América Latina de los 90?

A reserva de los fenómenos macroeconómicos, entre las causas de que avance la desigualdad en México sobresale el que no avanza el ingreso per cápita. ¿Qué hacer? Al menos John Scott, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) considera “aumentar la productividad y mejorar la rendición de cuentas en los estados para que la lucha contra la pobreza y los programas para ese fin tengan mayor impacto.” Pero he aquí la maldad política. Hay recursos, pero no hay solución porque no hay transparencia, no hay políticas públicas, entonces las acciones son perversas. Las políticas y programas asistenciales cumplen un objetivo de orden humanitario, son necesarias en tanto que existen carencias humanas; sin embargo, sus objetivos se tuercen en el camino al cruzarse con una elección política, y considero que ese es nuestro mal mayor.

En el siglo XX, Europa y Estados Unidos eliminaron casi toda su pobreza en menos de 100 años, mientras que en América Latina nuestra pobreza ya es hereditaria, que en México se suma a la inseguridad. ¿Qué con la violencia y la inseguridad en nuestro país? Al respecto la política es “abrazos, no balazos” y la consecuencia se pulsa en el estudio 2023 del Consejo para la Seguridad Pública y la Justicia Penal con Colima en la cabeza de las 50 ciudades más insegura del mundo, además de que 16 son mexicanas, mientras el Ejército mexicano diversificó sus funciones para ser administrador y constructor.

Así que, no es un asunto de sistema de gobierno, sino de sus gobernantes. La corrupción invadió las esferas del poder político, “donde la maldad humana llega a lograr los mayores niveles de sofisticación” según el profesor Wolfe, donde hay impunidad flagrante, violación sistemática a los derechos humanos, y ausencia de una elemental ética pública.

*Politóloga, Doctora en Gobierno, Gestión y Democracia, miembro de la Junta Nacional Directiva de amecip.com

La obra de Alan Wolfe “La maldad política: qué es y cómo combatirla” expone la idea del mal en la esfera política, al igual que pensadores como Hannah Arendt, Reinhold Niebuhr o Arthur Koestler nos obliga a reflexionar sobre cómo se ha impuesto el crimen organizado como un sistema político satelital, marginal pero dominante en México. Los casos de genocidio, terrorismo, limpieza étnica y tortura, son analizados en el libro de Wolfe, pero no están lejos de nuestra realidad próxima.}

En los años 80 se vivió en América Latina el fenómeno del militarismo. Norberto Bobbio, politólogo italiano (1909-2004), refiere que esta intervención de los militares en la política se limitaba a “amputar la esfera política de algunos participantes -líderes, grupos y partidos no gratos- y a consignar el poder”. Además, no se sentían con capacidad para gobernar; aunque en los años 50, sobre todo en Brasil, Perú, Argentina, Chile, se iniciaron escuelas especializadas para oficiales del estado mayor por lo que un grupo de oficiales recibieron preparación política, económica, sociológica y técnica. Los temores no estaban infundados, pero sí registraron en los casos mencionados, mejores resultados que los gobiernos posteriores. Sucedió la década de democracia liberal triunfante en los 90, en esa transición con gobiernos que prometieron desarrollo y eliminación de la pobreza, los gobiernos socialdemócratas (socialismo con rostro neoliberal), por el contrario, la pauperización se agudizó.

En México no vivimos gobiernos militares desde el Gral. Manuel Ávila Camacho (1941-1946), último presidente de México con rango militar; llegamos al 2000 con un cambio de partido en el gobierno federal, arrastrando igual una pobreza infame que no se resolvió y siguió creciendo. Pero tal parece que en nuestro país se quiere experimentar con un ejército metido en la administración pública, aunque con la venia del gobierno actual, democráticamente elegido.

De entrada, la inseguridad que tiene rostro en las 14 organizaciones criminales que operan sólo en Guerrero (González, Juan Pablo, 30 sep 2021), según informes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno, luego la pobreza ¿Por qué no se pueden resolver los problemas fundamentales de los mexicanos que menos tienen? ¿Por qué los gobiernos militares tuvieron mejores resultados que los gobiernos socialdemócratas en América Latina de los 90?

A reserva de los fenómenos macroeconómicos, entre las causas de que avance la desigualdad en México sobresale el que no avanza el ingreso per cápita. ¿Qué hacer? Al menos John Scott, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) considera “aumentar la productividad y mejorar la rendición de cuentas en los estados para que la lucha contra la pobreza y los programas para ese fin tengan mayor impacto.” Pero he aquí la maldad política. Hay recursos, pero no hay solución porque no hay transparencia, no hay políticas públicas, entonces las acciones son perversas. Las políticas y programas asistenciales cumplen un objetivo de orden humanitario, son necesarias en tanto que existen carencias humanas; sin embargo, sus objetivos se tuercen en el camino al cruzarse con una elección política, y considero que ese es nuestro mal mayor.

En el siglo XX, Europa y Estados Unidos eliminaron casi toda su pobreza en menos de 100 años, mientras que en América Latina nuestra pobreza ya es hereditaria, que en México se suma a la inseguridad. ¿Qué con la violencia y la inseguridad en nuestro país? Al respecto la política es “abrazos, no balazos” y la consecuencia se pulsa en el estudio 2023 del Consejo para la Seguridad Pública y la Justicia Penal con Colima en la cabeza de las 50 ciudades más insegura del mundo, además de que 16 son mexicanas, mientras el Ejército mexicano diversificó sus funciones para ser administrador y constructor.

Así que, no es un asunto de sistema de gobierno, sino de sus gobernantes. La corrupción invadió las esferas del poder político, “donde la maldad humana llega a lograr los mayores niveles de sofisticación” según el profesor Wolfe, donde hay impunidad flagrante, violación sistemática a los derechos humanos, y ausencia de una elemental ética pública.

*Politóloga, Doctora en Gobierno, Gestión y Democracia, miembro de la Junta Nacional Directiva de amecip.com