/ domingo 7 de enero de 2024

Lenguaje y dominación: ¿la cultura del siglo?

En una suerte de inculturación, en tan solo tres días comprendí otra veta de la cultura, a través del lenguaje y sus modismos, que se vive en el país de mi esposo. A través de mi hija Thariel, que vive con su familia en Panamá, las explicaciones fluyeron y también la alegría de entender expresiones que muestran una cultura.

Haciendo una reflexión acerca de la gran cantidad de modismos, que dan para escribir un diccionario, pudimos refrendar que la influencia de los medios masivos de comunicación es muchas veces determinante. Tal es el caso de programas como La Cáscara”, antes La Pepa TV, un programa televisivo humorístico presentado por Eddy Vásquez y dirigido por Ubaldo Davis, con la colaboración del caricaturista Delmiro Quiroga, creado por Rafael Williamson desde 1995. O el programa de los 70 en México, Ensalada de locos, un programa humorístico y de sátira política, o La Carabina de Ambrosio (1978-1987), de crítica y humor negro. ¿Qué quedó?

En Panamá se quedó el uso de una jerga que estigmatizó al burócrata, a la mujer territorial de los barrios más pobres, a los homosexuales en los carnavales de una provincia, y otros. En México, una crítica ácida que exhibió un sistema político corrupto. En ambos casos, la influencia de los medios se validó con la captura de la audiencia, la novedad que da un humor algunas veces negro, hasta incluso denigrar. Sin embargo, también muestra lo que atrae, tal vez fugarse de una realidad que no es factible evitar: sexo, violencia y escándalos de todo tipo.

¿Cuál es la responsabilidad de un medio de comunicación? Se abrió así el debate, por lo menos de los últimos 40 años, que no termina de precisar los límites, dado el avance tecnológico que paralelamente se produce. Además, con la pandemia, tuvimos que correr apresuradamente para entender cómo funcionaba el mundo virtual, y aquí estamos: entre los retos tecnológicos y la responsabilidad ética de los contenidos, para que no promuevan antivalores. Así entonces, a través de los años podemos entender el poder mediático, real y vigente.

El lenguaje y los modismos, como la frase “no hay, no hay” o “pregúntame ca…, pregúntame“, de personajes que ridiculizan y hacen escarnio del otro, quedan enclavadas en el inconsciente colectivo, con la penosa identificación que estigmatiza. Sin la intervención de fuerza, se da lugar a la "violencia simbólica" como la conceptualizó Bourdieu, como “la aceptación, la internalización por parte del dominado, de los esquemas de pensamiento y valoración del dominante”, que la hace invisible en esa relación de dominación. Así, se puede aplicar a ese efecto a largo plazo que introyecta una forma de lenguaje a través de modismos (dominantes). La comparación que ahora ofrezco, si bien es básica, pretende hacer hincapié en los elementos culturales que persisten a través del tiempo, con ciertos cambios: en el lenguaje y la identidad

¿Será que el lenguaje se empobrece o enriquece debido a la influencia de los medios masivos? Evoco los contenidos de tik tok, cortos y cargados de imágenes, entre más corto y simple podrá atraer y ganar más likes, pero solo si alude a los pensamientos que nos ofrece la cultura, esos que nos ligan al sexo, violencia o escándalos.

El siglo XXI nos revela la cultura mediática, el dominio de la imagen, que requiere de nosotros reflexión para no sucumbir a normalizar los efectos de la banalidad y del estigma que las tendencias de los medios nos ofrecen. Bienvenidos los propósitos de año nuevo para leer y leer más.

*Politóloga, Doctora en Gobierno, Gestión y Democracia; miembro fundadora de AMECIP

En una suerte de inculturación, en tan solo tres días comprendí otra veta de la cultura, a través del lenguaje y sus modismos, que se vive en el país de mi esposo. A través de mi hija Thariel, que vive con su familia en Panamá, las explicaciones fluyeron y también la alegría de entender expresiones que muestran una cultura.

Haciendo una reflexión acerca de la gran cantidad de modismos, que dan para escribir un diccionario, pudimos refrendar que la influencia de los medios masivos de comunicación es muchas veces determinante. Tal es el caso de programas como La Cáscara”, antes La Pepa TV, un programa televisivo humorístico presentado por Eddy Vásquez y dirigido por Ubaldo Davis, con la colaboración del caricaturista Delmiro Quiroga, creado por Rafael Williamson desde 1995. O el programa de los 70 en México, Ensalada de locos, un programa humorístico y de sátira política, o La Carabina de Ambrosio (1978-1987), de crítica y humor negro. ¿Qué quedó?

En Panamá se quedó el uso de una jerga que estigmatizó al burócrata, a la mujer territorial de los barrios más pobres, a los homosexuales en los carnavales de una provincia, y otros. En México, una crítica ácida que exhibió un sistema político corrupto. En ambos casos, la influencia de los medios se validó con la captura de la audiencia, la novedad que da un humor algunas veces negro, hasta incluso denigrar. Sin embargo, también muestra lo que atrae, tal vez fugarse de una realidad que no es factible evitar: sexo, violencia y escándalos de todo tipo.

¿Cuál es la responsabilidad de un medio de comunicación? Se abrió así el debate, por lo menos de los últimos 40 años, que no termina de precisar los límites, dado el avance tecnológico que paralelamente se produce. Además, con la pandemia, tuvimos que correr apresuradamente para entender cómo funcionaba el mundo virtual, y aquí estamos: entre los retos tecnológicos y la responsabilidad ética de los contenidos, para que no promuevan antivalores. Así entonces, a través de los años podemos entender el poder mediático, real y vigente.

El lenguaje y los modismos, como la frase “no hay, no hay” o “pregúntame ca…, pregúntame“, de personajes que ridiculizan y hacen escarnio del otro, quedan enclavadas en el inconsciente colectivo, con la penosa identificación que estigmatiza. Sin la intervención de fuerza, se da lugar a la "violencia simbólica" como la conceptualizó Bourdieu, como “la aceptación, la internalización por parte del dominado, de los esquemas de pensamiento y valoración del dominante”, que la hace invisible en esa relación de dominación. Así, se puede aplicar a ese efecto a largo plazo que introyecta una forma de lenguaje a través de modismos (dominantes). La comparación que ahora ofrezco, si bien es básica, pretende hacer hincapié en los elementos culturales que persisten a través del tiempo, con ciertos cambios: en el lenguaje y la identidad

¿Será que el lenguaje se empobrece o enriquece debido a la influencia de los medios masivos? Evoco los contenidos de tik tok, cortos y cargados de imágenes, entre más corto y simple podrá atraer y ganar más likes, pero solo si alude a los pensamientos que nos ofrece la cultura, esos que nos ligan al sexo, violencia o escándalos.

El siglo XXI nos revela la cultura mediática, el dominio de la imagen, que requiere de nosotros reflexión para no sucumbir a normalizar los efectos de la banalidad y del estigma que las tendencias de los medios nos ofrecen. Bienvenidos los propósitos de año nuevo para leer y leer más.

*Politóloga, Doctora en Gobierno, Gestión y Democracia; miembro fundadora de AMECIP