/ martes 9 de enero de 2024

Sin Prudencia | El PRI ni se crea ni se destruye…

Los políticos con sangre priista han tenido la capacidad de sobrevivir a pesar de la paulatina debacle del instituto que les dio cargos y beneficios en el pasado.

Unos han migrado al partido de moda, Morena, para ser “redimidos” milagrosamente hacia el camino de la cuarta transformación y, como si fueran ajolotes en metamorfosis, pierden su cola de dinosaurio para aportar su capital político, pero sobre todo sus estructuras, en favor del movimiento que lidera el aún presidente Andrés Manuel López Obrador.

Los propios ideólogos y apasionados de la izquierda poblana son conscientes de que el partido guinda tiene un pendiente en la formación de sus propios cuadros que los ha obligado a recurrir a perfiles como el senador Alejandro Armenta Mier, virtual aspirante a la gubernatura de Puebla o al diputado federal Ignacio Mier Velazco, quien se perfila en la primera posición rumbo al Senado, ambos con militancia, cargos y referencias negativas a su paso por el PRI.

Ven, solo por abrir un breve paréntesis, que Abraham Quiroz Palacios, un académico de la BUAP que fue el primer candidato a la gubernatura de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), perdió una gran oportunidad para construir liderazgos, posterior a la elección del 2016, que ocho años más tarde pudieron estar perfilados para estas elecciones, pero al igual que otros fundadores, optó por esperar a ver qué obtenía solo por derecho de antigüedad.

Pero de regreso al PRI y como si se tratara de una analogía política con la ley de Lavoisier, parece que los priistas no se crean ni se destruyen, solamente se transforman.

Basta con imaginar la boleta a gobernador que recibiremos los mayores de 18 años, el próximo domingo 2 de junio. Sea cual sea su voto, usted estará haciéndolo por un perfil ligado con el defenestrado partido tricolor.

Armenta, como ya es más que sabido, fue dirigente estatal del PRI, secretario estatal en un gobierno tricolor, el de Mario Marín Torres, coordinador de campaña del candidato Enrique Peña Nieto y antes, alcalde de Acatzingo, diputado local y federal. Todo esto durante 24 años como priista.

El virtual abanderado de Movimiento Ciudadano, Fernando Morales Martínez, es hijo del exgobernador priista Melquiades Morales Flores, también fue dirigente estatal del ese partido, diputado local y federal, todo esto durante 29 años de militancia.

Paradójicamente, el menos priista de todos, porque no cuenta con antecedente de militancia e incluso que fue antagónico al PRI, el alcalde con licencia definitiva, Eduardo Rivera Pérez, será el único de los tres que llevará las siglas de ese instituto político en la boleta electoral donde el panista comparte coalición con ese partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Pacto Social de Integración (PSI).

Esto en el terreno de la gubernatura, pero si el ejercicio se replica, una vez definidas todas las candidaturas, veremos que el PRI representa una cantera de perfiles electorales.

Y algo puede ser cierto, el PRI como partido va perdiendo, pero al parecer, los priistas ganan.

*

Como propósito de año nuevo, el autor de esta columna regresa a este espacio con la intención de publicar los días martes y jueves.

Hasta la próxima.

Los políticos con sangre priista han tenido la capacidad de sobrevivir a pesar de la paulatina debacle del instituto que les dio cargos y beneficios en el pasado.

Unos han migrado al partido de moda, Morena, para ser “redimidos” milagrosamente hacia el camino de la cuarta transformación y, como si fueran ajolotes en metamorfosis, pierden su cola de dinosaurio para aportar su capital político, pero sobre todo sus estructuras, en favor del movimiento que lidera el aún presidente Andrés Manuel López Obrador.

Los propios ideólogos y apasionados de la izquierda poblana son conscientes de que el partido guinda tiene un pendiente en la formación de sus propios cuadros que los ha obligado a recurrir a perfiles como el senador Alejandro Armenta Mier, virtual aspirante a la gubernatura de Puebla o al diputado federal Ignacio Mier Velazco, quien se perfila en la primera posición rumbo al Senado, ambos con militancia, cargos y referencias negativas a su paso por el PRI.

Ven, solo por abrir un breve paréntesis, que Abraham Quiroz Palacios, un académico de la BUAP que fue el primer candidato a la gubernatura de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), perdió una gran oportunidad para construir liderazgos, posterior a la elección del 2016, que ocho años más tarde pudieron estar perfilados para estas elecciones, pero al igual que otros fundadores, optó por esperar a ver qué obtenía solo por derecho de antigüedad.

Pero de regreso al PRI y como si se tratara de una analogía política con la ley de Lavoisier, parece que los priistas no se crean ni se destruyen, solamente se transforman.

Basta con imaginar la boleta a gobernador que recibiremos los mayores de 18 años, el próximo domingo 2 de junio. Sea cual sea su voto, usted estará haciéndolo por un perfil ligado con el defenestrado partido tricolor.

Armenta, como ya es más que sabido, fue dirigente estatal del PRI, secretario estatal en un gobierno tricolor, el de Mario Marín Torres, coordinador de campaña del candidato Enrique Peña Nieto y antes, alcalde de Acatzingo, diputado local y federal. Todo esto durante 24 años como priista.

El virtual abanderado de Movimiento Ciudadano, Fernando Morales Martínez, es hijo del exgobernador priista Melquiades Morales Flores, también fue dirigente estatal del ese partido, diputado local y federal, todo esto durante 29 años de militancia.

Paradójicamente, el menos priista de todos, porque no cuenta con antecedente de militancia e incluso que fue antagónico al PRI, el alcalde con licencia definitiva, Eduardo Rivera Pérez, será el único de los tres que llevará las siglas de ese instituto político en la boleta electoral donde el panista comparte coalición con ese partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Pacto Social de Integración (PSI).

Esto en el terreno de la gubernatura, pero si el ejercicio se replica, una vez definidas todas las candidaturas, veremos que el PRI representa una cantera de perfiles electorales.

Y algo puede ser cierto, el PRI como partido va perdiendo, pero al parecer, los priistas ganan.

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Como propósito de año nuevo, el autor de esta columna regresa a este espacio con la intención de publicar los días martes y jueves.

Hasta la próxima.