/ miércoles 22 de abril de 2020

Vivir en prospectiva

El futuro pertenece a cualquiera capaz de asumir el riesgo y de aceptar la responsabilidad de crearlo...

Robert Anton Wilson

Prospectiva, en algunos casos una palabra muy usual y para otros desconocida. Podría decir que en ella se anidan dos definiciones. Una tiene que ver con poner en una dimensión técnica lo científico, así como lo económico y lo social, desde la visión presente hacia el devenir; y, la otra acepción es relativa a la previsión, que es estar preparados para lo que viene. Ambas están vinculadas al futuro.

Aquí la pregunta es ¿estamos preparados para lo que viene? Inmediatamente, a la sazón de las circunstancias del COVID-19 alguien podría pensar que estoy hablando de si estamos preparados para la tercera fase (que inició oficialmente el 21 de abril) como anunció el Dr. Hugo López-Gatell, para el caso de México.

Pero no hablo de manera específica de ello, aunque tiene un raspe al respecto.

Es sobre si estamos preparados para morir. Palabra que puede aterrar, pero lo normal debiera ser hablar de ella como el estado natural al que -llegado el momento- se separe nuestra alma y espíritu del cuerpo.

Se trata de ubicarnos en esa dimensión no deseada pero inevitable; si estamos preparados para ello. No digo si queremos morir, sino si al morir estamos listos para trascender.

Yo estoy convenido que la vida es el paso necesario para transitar del estado actual corporal limitado, al estado superior espiritual ilimitado, donde unos se quedan en el pantano del ahora y otros ascenderán a una calidad sublime del después.

Y que, este momento nos está dando la oportunidad de construir esa trayectoria que tarde o temprano emprenderemos nos guste o no; lo queramos o no.

De tal manera que tomo del padre Alfonso Milagro, en sus reflexiones “Los Cinco Minutos de Dios”, el ubicarnos en la realidad de ese momento y nos toca el hombro para que nos detengamos un poquito para que evaluemos en perspectiva qué con nuestras vidas.

Cito: “Triste cosa es morir, sin haber sabido vivir; triste cosa es vivir, sin llegar a aprender a morir. Ambas cosas se relacionan a tanto entre sí, que es imposible separarlas; has de vivir sabiendo que vas a morir; has de llegar a morir con la alegría de haber sabido vivir.

“Vive de veras el que no centra en el momento presente lo que hace, sino que ha aprendido a darle un sentido de proyección hacia más adelante: el que quiere ser cada día un poco mejor, el que se esfuerza por ir mejorando las condiciones de su hogar, el que anhela un mundo mejor, unas relaciones más humanas y más cristianas entre los (seres humanos).

“El momento arrastra los lastres del pasado y se proyecta hacia el porvenir… Mira que importante es hacer bien lo que estás haciendo en este momento, pues tendrá proyección en el porvenir. Esto es lo que se llama “vivir en prospectiva”.

Pensé varias veces acerca de qué escribir para hoy dado que el tema es el COVID-19; las conferencias acerca de los patrones, las acciones y estrategias para el cuidado. O hacer un comparativo histórico de las pandemias (ya tocado por otros); o incluso pensé en hablar del plan mediático de relanzamiento electoral del presidente con el supuesto “desaguisado” de Javier Alatorre en TV-Azteca. Cosa que no creo.

Entonces mejor concluí, por ahora, en no perder tiempo en detenerme en una estrategia mediática y mejor, proponer que nos preparemos para, si, así como van las cosas, nos tocara emprende el camino sin retorno.

Este instante, como dije antes, es una buena ocasión, para ver con el corazón no solo con el cerebro. Ver desde el amor y no desde el tener. Es -ahora- vivir en prospectiva. ¿Le suena?

El futuro pertenece a cualquiera capaz de asumir el riesgo y de aceptar la responsabilidad de crearlo...

Robert Anton Wilson

Prospectiva, en algunos casos una palabra muy usual y para otros desconocida. Podría decir que en ella se anidan dos definiciones. Una tiene que ver con poner en una dimensión técnica lo científico, así como lo económico y lo social, desde la visión presente hacia el devenir; y, la otra acepción es relativa a la previsión, que es estar preparados para lo que viene. Ambas están vinculadas al futuro.

Aquí la pregunta es ¿estamos preparados para lo que viene? Inmediatamente, a la sazón de las circunstancias del COVID-19 alguien podría pensar que estoy hablando de si estamos preparados para la tercera fase (que inició oficialmente el 21 de abril) como anunció el Dr. Hugo López-Gatell, para el caso de México.

Pero no hablo de manera específica de ello, aunque tiene un raspe al respecto.

Es sobre si estamos preparados para morir. Palabra que puede aterrar, pero lo normal debiera ser hablar de ella como el estado natural al que -llegado el momento- se separe nuestra alma y espíritu del cuerpo.

Se trata de ubicarnos en esa dimensión no deseada pero inevitable; si estamos preparados para ello. No digo si queremos morir, sino si al morir estamos listos para trascender.

Yo estoy convenido que la vida es el paso necesario para transitar del estado actual corporal limitado, al estado superior espiritual ilimitado, donde unos se quedan en el pantano del ahora y otros ascenderán a una calidad sublime del después.

Y que, este momento nos está dando la oportunidad de construir esa trayectoria que tarde o temprano emprenderemos nos guste o no; lo queramos o no.

De tal manera que tomo del padre Alfonso Milagro, en sus reflexiones “Los Cinco Minutos de Dios”, el ubicarnos en la realidad de ese momento y nos toca el hombro para que nos detengamos un poquito para que evaluemos en perspectiva qué con nuestras vidas.

Cito: “Triste cosa es morir, sin haber sabido vivir; triste cosa es vivir, sin llegar a aprender a morir. Ambas cosas se relacionan a tanto entre sí, que es imposible separarlas; has de vivir sabiendo que vas a morir; has de llegar a morir con la alegría de haber sabido vivir.

“Vive de veras el que no centra en el momento presente lo que hace, sino que ha aprendido a darle un sentido de proyección hacia más adelante: el que quiere ser cada día un poco mejor, el que se esfuerza por ir mejorando las condiciones de su hogar, el que anhela un mundo mejor, unas relaciones más humanas y más cristianas entre los (seres humanos).

“El momento arrastra los lastres del pasado y se proyecta hacia el porvenir… Mira que importante es hacer bien lo que estás haciendo en este momento, pues tendrá proyección en el porvenir. Esto es lo que se llama “vivir en prospectiva”.

Pensé varias veces acerca de qué escribir para hoy dado que el tema es el COVID-19; las conferencias acerca de los patrones, las acciones y estrategias para el cuidado. O hacer un comparativo histórico de las pandemias (ya tocado por otros); o incluso pensé en hablar del plan mediático de relanzamiento electoral del presidente con el supuesto “desaguisado” de Javier Alatorre en TV-Azteca. Cosa que no creo.

Entonces mejor concluí, por ahora, en no perder tiempo en detenerme en una estrategia mediática y mejor, proponer que nos preparemos para, si, así como van las cosas, nos tocara emprende el camino sin retorno.

Este instante, como dije antes, es una buena ocasión, para ver con el corazón no solo con el cerebro. Ver desde el amor y no desde el tener. Es -ahora- vivir en prospectiva. ¿Le suena?