/ sábado 2 de marzo de 2024

La Noria, de rancho a zona comercial de lujo en el siglo XXI | Los tiempos idos

Este rancho producía granos y productos lácteos que, a principios del siglo XX, distribuían en su camioncito repartidor

A partir de su fundación, la antigua Ciudad de los Ángeles comenzó a crecer rápidamente porque sus alrededores estaban colmados de tierras fértiles para la producción agrícola y la crianza de ganado, también para la molienda de trigo y maíz, por lo que gozó de una industria boyante.

Hacia el siglo XVII comenzaron a proliferar las estancias de ganado, que eran grandes extensiones de tierra y son el antecedente de ranchos y haciendas, que se establecieron en las inmediaciones de la ciudad, como la Ex Hacienda La Noria, que, hacia principios del siglo XX, todavía producía granos y lácteos. En la actualidad es un residencial y una zona comercial de lujo.


La antigua hacienda de La Noria se comenzó a fraccionar en 1931, cuando se liquidó la sociedad “Quintín Gómez Conde y Hermanos”, el 2 de diciembre de dicho año. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

Las tierras fértiles del valle

Como todas las urbes virreinales, la antigua Ciudad de los Ángeles fue trazada en torno a una Plaza Mayor (zócalo) en la que se establecieron los poderes coloniales y las casas de algunos de los primeros habitantes. Quedó delimitada, al oriente por el río de San Francisco, al lado poniente por la 7 Norte-Sur, hacia el sur se extendió hasta la 13 Oriente-Poniente, y al norte hasta la 20 Oriente-Poniente.

Pero la ciudad creció rápidamente y gozó de una industria boyante, porque los alrededores estaban colmados de tierras fértiles para la producción agrícola y la crianza de ganado, también para la molienda de trigo y maíz, porque el territorio era cruzado por tres importantes ríos: el Atoyac, el Alseseca y el de San Francisco, que sirvieron como fuente de energía para los molinos.

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Su ubicación, era cruce de caminos de entrada y salida, lo que favoreció el comercio al interior y exterior del territorio. De esta forma, la Ciudad de los Ángeles comenzó a concentrar gran parte de la riqueza económica del país y se convirtió en una de las capitales más importantes de la Nueva España.

Plano del rancho La Noria en 1751 (ID 51, Tomo 15). Se aprecia un polígono irregular de siete lados con veintiún mil seiscientas doce varas cuadradas de superficie, que hacen una huerta y un solar de mil seiscientas doce varas. Catalogación: Dra. Rosalba Loreto. Foto: Cortesía AGMP

Los primeros años del rancho

Las huertas, que proveían de hortalizas y cereales a los pobladores, se establecieron en la periferia de la traza urbana, principalmente en conventos. Los ejidos para pastoreo, cultivo o caballerías se daban a merced, de acuerdo a la importancia del vecino por sus servicios prestados a la Corona Española. Lo mismo las estancias de ganado, que eran extensiones de tierra más grandes y comenzaron a proliferar hacia el siglo XVII. Son el antecedente de los ranchos, que en comúnmente se incluían como propiedad de las haciendas, lo que hacía que el terreno tuviera una superficie mayor. Estos se establecieron en las inmediaciones de la ciudad, como los ranchos de Rementería, de Buena Vista o el de La Noria.



De acuerdo con información obtenida en el tomo 15, fojas 1-68, de la serie de “Expedientes” del Archivo General Municipal de Puebla (AGMP), el rancho de La Noria estaba situado al sur de la ribera del río de Atoyac, y a la linde del molino de Agua Azul, las tierras del cerro de San Juan y el camino real a Cholula; y como primer propietario de estas tierras que en un principio tenían una extensión pequeña, de aproximadamente 400 varas, figura Pedro Rosales.

Hacia 1751, perteneció a don José de Usurralde y Ovando colector de los diezmos, quien estaba casado con la señora Gertrudis Bañuelos Cabeza de Baca y en 1757 tuvieron un hijo a quien llamaron, José Agustín.


Panorámica del rancho La Noria en 1923. De izquierda a derecha se aprecia el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, la Pirámide de Cholula, el rancho Las Ánimas y las faldas del cerro de San Juan. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

En 1816, el ayuntamiento realizó una averiguación acerca de los gravámenes que pagaba el capitán José García de Huesca, como propietario del rancho La Noria. Para dicho propósito, la autoridad se apoyó en la mensura de la propiedad (ubicación, medición, límites) y en los planos de fincas que el Juzgado de Tierras y Aguas, había realizado en los años 1751 y 1755.

El capitán José García de Huesca demostró al presentar las escrituras que, desde 1764, el rancho La Noria había sido propiedad de su familia. Con ello no solo aclaró que se habían hecho los pagos correspondientes, también desveló quien le había vendido dichas tierras.

El 19 de julio de 1816, el escribano del ayuntamiento corroboró que los García de Huesca llevaban siendo propietarios de la finca cincuenta y dos años. En el expediente se lee:

“En su cumplimiento hace manifestación de la escritura de venta de los Ranchos de San Miguel y La Noria que celebró don Joaquín Malpica, el veinte y seis de noviembre de mil setecientos sesenta y cuatro, a su difunto padre don Pedro García de Huesca”, describiendo además los gravámenes reportados hasta entonces y de los años subsecuentes.

Para el año de 1828, en el mismo expediente, como dueño del rancho San Miguel La Noria figura don Antonio Díaz Varela, quien era representado por el procurador de la curia eclesiástica, don José María Carreto.

Acueducto del rancho La Noria visto hacia el norte. A la derecha se aprecia la Catedral de Puebla y el antiguo hospital General, hoy facultad de Medicina de la BUAP, en la 31 Poniente y 13 Sur. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino


Acerca de la mensura y avalúo del rancho La Noria, en la foja 53 del mismo tomo del AGMP, fechada el 17 de enero de 1828, dice:

“Un pedazo de tierra situado sobre el carril que va de la Garita de Amatlán a la de Cholula, y linda por el noreste con el mencionado carril; por el oriente con el jaguey del rancho de la Virgen; y por el suroeste con tierras de la mencionada hacienda La Noria perteneciente a los propios de esta ciudad; forma un polígono irregular de siete lados con veintiún mil seiscientas doce varas cuadradas de superficie, que hacen una huerta y un solar de mil seiscientas doce varas”.


Arturo Córdova Durana, historiador analista del AGMP y miembro del consejo de la crónica de Puebla, expone que el 16 de abril de 1895, el presbítero Ramón Maldonado y sus hijos, Carlos y Alfonso, otorgan en arrendamiento el rancho de La Noria y el rancho anexo de Las Ánimas, de los que eran propietario, al señor Quintín Gómez Conde.

Agrega que, el 22 de noviembre de 1901, Carlos y Alfonso Maldonado le vendieron la hacienda de la Noria, el rancho anexo de Las Ánimas y el molino que en ella existía, a la sociedad de los señores “Quintín Gómez Conde y Hermanos”, a un precio de 57 mil antiguos pesos.

Una máquina del Molino de la Noria en la primera mitad del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

Vida en San Miguel La Noria

A principios del siglo XX, llegó a Puebla Adolfo Canales Coss, un español de la provincia de Palencia, España, con un futuro prometedor como comerciante y quien, durante la segunda década del siglo, administró el rancho y la hacienda de San Miguel La Noria, donde forjó su historia de vida en la Angelópolis, con sus padres, hermanos, y más tarde su propia familia.

“Mi bisabuelo llegó a México en 1909, me contaban que era administrador de unos almacenes de ropa en el centro de Puebla. Primero estuvo trabajando en la fábrica de Santa Elena en Tlaxcala, que es donde ahora está La Trinidad”, expone Joser Rovirola Pino, integrante de la cuarta generación de la familia Canales en la Angelópolis.

Refiere que, cuando Luis, el hermano menor de su bisabuelo murió a los 30 años, invitó a venir a vivir a México a sus papás (tatarabuelos) y a su hermano Ramón (tío abuelo) que vivía en Argentina, y así lo hicieron.

Cuando Adolfo vivió en Tlaxcala, ya era novio de su abuela, Concepción Lobato Arenas, poblana, cuyos familiares tenían hacienda en Cuyoaco, Libres y en Xicalahuata. Y varias generaciones atrás estuvieron establecidas en Zacapoaxtla.

Adolfo Canales Coss administrador del rancho La noria a en los años 20 del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

“Mi bisabuelo se casó con mi bisabuela en 1914, y tuvieron cinco hijos, tres varones y dos niñas, mi abuela era Carmen Canales Lobato. Cronológicamente, él pasó de Santa Elena a la hacienda y molino San Miguel La Noria como administrador a principios de los años 20”, comenta.

Joser tiene un extenso registro fotográfico que da testimonio de la actividad productiva de San Miguel La Noria y del aspecto que tenía en ese momento el rancho, era campo abierto y pura vegetación llena de vacas pastando.

“En La Noria se producían trigo en un molino con maquinaria pequeña y tenían ganado, en las fotografías se ven los establos con las vacas que producían la leche que vendían en su camioncito repartidor. Las oficinas de la hacienda estaban en Avenida Reforma 719 y mis bisabuelos no vivían en el rancho, vivían en la calle 5 Norte”, detalla.

De igual forma, se aprecia que la familia Canales vivió gratos momentos de convivencia en la gran extensión de la propiedad que, de acuerdo a los archivos del AGMP, en ese momento, era propiedad de la sociedad “Quintín Gómez Conde y Hermanos”.

“Mi familia administró La Noria hasta los años 30 porque tengo unos documentos en los que se ve que mi abuelo puso una tienda de material eléctrico en Avenida Reforma 331”, dice Joser, quien concluye diciendo que, en los años 70 el rancho La Noria todavía repartía leche y fue cuando comenzó a urbanizarse la zona.

Transporte de la fábrica de Harina La Noria, primera mitad del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino


Se fracciona el rancho

La antigua hacienda de La Noria fue fraccionada en 1931, cuando se liquidó la sociedad “Quintín Gómez Conde y Hermanos”, el 2 de diciembre de dicho año, refiere el historiador Arturo Córdova.


En la Actas de Cabildo de 1930-1975, del AGMP, se lee que, la familia Gómez de Alvear, era propietaria del rancho San Miguel La Noria con su hacienda hacia 1931. En 1947, el gobierno pretendía expropiarles terrenos de la antigua hacienda para establecer ahí una colonia. Pretensión que no prosperó al informar el ayuntamiento que, para dicho propósito, en ese momento el lugar no reunía las condiciones que señalaba el código sanitario. Aunque más tarde, sí logro expropiar una parte.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la superficie de la hacienda, se fue reduciendo porque se comenzó a urbanizar. En 1973, los Gómez Castillo, le prestaron una parte de la hacienda a los alumnos y a la Junta de Gobierno de la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) para establecer ahí el primer plantel de la institución.


Instalaciones del Molino de la Hacienda La Noria a inicios del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

El 7 de mayo de 1973, se llevó a cabo la ceremonia oficial de inauguración de la UPAEP. Estuvieron presentes más de cuatro centenares de alumnos y maestros fundadores, además de empresarios y autoridades militares. Desocuparon la hacienda en 1975 cuando se cambiaron a la 9 Poniente 1508. Entonces, en dichas instalaciones de La Noria se ubicó el Colegio Schedar.

Córdova Durana puntualiza diciendo que, durante el siglo XX, gran parte de la Ex Hacienda La Noria fue adquirida por la familia Cenichiaro Maimone por la compra que de ella hizo don Blas Cernichiaro Schettino y su esposa Ida Maimone, a la señora Asunción Gómez de Alvear; aproximadamente 73 hectáreas, dentro de las que se encontraba el casco de la hacienda y el jagüey que alimentaba el río Atoyac.

El conjunto residencial y comercial que actualmente se conoce como Ex Hacienda La Noria, sigue siendo propiedad de la familia Cernichario Maimone.

El rancho La Noria contaba con su propio camión repartidor de lácteos, inicios del siglo XX. De lado izquierdo se aprecia el cerro de San Juan (La Paz) y en la punta la ermita. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

En 1973, se inauguró la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla en una parte del rancho La Noria que los Gómez Castillo le prestaron a los estudiantes. Foto: Cortesía UPAEP




A partir de su fundación, la antigua Ciudad de los Ángeles comenzó a crecer rápidamente porque sus alrededores estaban colmados de tierras fértiles para la producción agrícola y la crianza de ganado, también para la molienda de trigo y maíz, por lo que gozó de una industria boyante.

Hacia el siglo XVII comenzaron a proliferar las estancias de ganado, que eran grandes extensiones de tierra y son el antecedente de ranchos y haciendas, que se establecieron en las inmediaciones de la ciudad, como la Ex Hacienda La Noria, que, hacia principios del siglo XX, todavía producía granos y lácteos. En la actualidad es un residencial y una zona comercial de lujo.


La antigua hacienda de La Noria se comenzó a fraccionar en 1931, cuando se liquidó la sociedad “Quintín Gómez Conde y Hermanos”, el 2 de diciembre de dicho año. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

Las tierras fértiles del valle

Como todas las urbes virreinales, la antigua Ciudad de los Ángeles fue trazada en torno a una Plaza Mayor (zócalo) en la que se establecieron los poderes coloniales y las casas de algunos de los primeros habitantes. Quedó delimitada, al oriente por el río de San Francisco, al lado poniente por la 7 Norte-Sur, hacia el sur se extendió hasta la 13 Oriente-Poniente, y al norte hasta la 20 Oriente-Poniente.

Pero la ciudad creció rápidamente y gozó de una industria boyante, porque los alrededores estaban colmados de tierras fértiles para la producción agrícola y la crianza de ganado, también para la molienda de trigo y maíz, porque el territorio era cruzado por tres importantes ríos: el Atoyac, el Alseseca y el de San Francisco, que sirvieron como fuente de energía para los molinos.

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Su ubicación, era cruce de caminos de entrada y salida, lo que favoreció el comercio al interior y exterior del territorio. De esta forma, la Ciudad de los Ángeles comenzó a concentrar gran parte de la riqueza económica del país y se convirtió en una de las capitales más importantes de la Nueva España.

Plano del rancho La Noria en 1751 (ID 51, Tomo 15). Se aprecia un polígono irregular de siete lados con veintiún mil seiscientas doce varas cuadradas de superficie, que hacen una huerta y un solar de mil seiscientas doce varas. Catalogación: Dra. Rosalba Loreto. Foto: Cortesía AGMP

Los primeros años del rancho

Las huertas, que proveían de hortalizas y cereales a los pobladores, se establecieron en la periferia de la traza urbana, principalmente en conventos. Los ejidos para pastoreo, cultivo o caballerías se daban a merced, de acuerdo a la importancia del vecino por sus servicios prestados a la Corona Española. Lo mismo las estancias de ganado, que eran extensiones de tierra más grandes y comenzaron a proliferar hacia el siglo XVII. Son el antecedente de los ranchos, que en comúnmente se incluían como propiedad de las haciendas, lo que hacía que el terreno tuviera una superficie mayor. Estos se establecieron en las inmediaciones de la ciudad, como los ranchos de Rementería, de Buena Vista o el de La Noria.



De acuerdo con información obtenida en el tomo 15, fojas 1-68, de la serie de “Expedientes” del Archivo General Municipal de Puebla (AGMP), el rancho de La Noria estaba situado al sur de la ribera del río de Atoyac, y a la linde del molino de Agua Azul, las tierras del cerro de San Juan y el camino real a Cholula; y como primer propietario de estas tierras que en un principio tenían una extensión pequeña, de aproximadamente 400 varas, figura Pedro Rosales.

Hacia 1751, perteneció a don José de Usurralde y Ovando colector de los diezmos, quien estaba casado con la señora Gertrudis Bañuelos Cabeza de Baca y en 1757 tuvieron un hijo a quien llamaron, José Agustín.


Panorámica del rancho La Noria en 1923. De izquierda a derecha se aprecia el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, la Pirámide de Cholula, el rancho Las Ánimas y las faldas del cerro de San Juan. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

En 1816, el ayuntamiento realizó una averiguación acerca de los gravámenes que pagaba el capitán José García de Huesca, como propietario del rancho La Noria. Para dicho propósito, la autoridad se apoyó en la mensura de la propiedad (ubicación, medición, límites) y en los planos de fincas que el Juzgado de Tierras y Aguas, había realizado en los años 1751 y 1755.

El capitán José García de Huesca demostró al presentar las escrituras que, desde 1764, el rancho La Noria había sido propiedad de su familia. Con ello no solo aclaró que se habían hecho los pagos correspondientes, también desveló quien le había vendido dichas tierras.

El 19 de julio de 1816, el escribano del ayuntamiento corroboró que los García de Huesca llevaban siendo propietarios de la finca cincuenta y dos años. En el expediente se lee:

“En su cumplimiento hace manifestación de la escritura de venta de los Ranchos de San Miguel y La Noria que celebró don Joaquín Malpica, el veinte y seis de noviembre de mil setecientos sesenta y cuatro, a su difunto padre don Pedro García de Huesca”, describiendo además los gravámenes reportados hasta entonces y de los años subsecuentes.

Para el año de 1828, en el mismo expediente, como dueño del rancho San Miguel La Noria figura don Antonio Díaz Varela, quien era representado por el procurador de la curia eclesiástica, don José María Carreto.

Acueducto del rancho La Noria visto hacia el norte. A la derecha se aprecia la Catedral de Puebla y el antiguo hospital General, hoy facultad de Medicina de la BUAP, en la 31 Poniente y 13 Sur. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino


Acerca de la mensura y avalúo del rancho La Noria, en la foja 53 del mismo tomo del AGMP, fechada el 17 de enero de 1828, dice:

“Un pedazo de tierra situado sobre el carril que va de la Garita de Amatlán a la de Cholula, y linda por el noreste con el mencionado carril; por el oriente con el jaguey del rancho de la Virgen; y por el suroeste con tierras de la mencionada hacienda La Noria perteneciente a los propios de esta ciudad; forma un polígono irregular de siete lados con veintiún mil seiscientas doce varas cuadradas de superficie, que hacen una huerta y un solar de mil seiscientas doce varas”.


Arturo Córdova Durana, historiador analista del AGMP y miembro del consejo de la crónica de Puebla, expone que el 16 de abril de 1895, el presbítero Ramón Maldonado y sus hijos, Carlos y Alfonso, otorgan en arrendamiento el rancho de La Noria y el rancho anexo de Las Ánimas, de los que eran propietario, al señor Quintín Gómez Conde.

Agrega que, el 22 de noviembre de 1901, Carlos y Alfonso Maldonado le vendieron la hacienda de la Noria, el rancho anexo de Las Ánimas y el molino que en ella existía, a la sociedad de los señores “Quintín Gómez Conde y Hermanos”, a un precio de 57 mil antiguos pesos.

Una máquina del Molino de la Noria en la primera mitad del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

Vida en San Miguel La Noria

A principios del siglo XX, llegó a Puebla Adolfo Canales Coss, un español de la provincia de Palencia, España, con un futuro prometedor como comerciante y quien, durante la segunda década del siglo, administró el rancho y la hacienda de San Miguel La Noria, donde forjó su historia de vida en la Angelópolis, con sus padres, hermanos, y más tarde su propia familia.

“Mi bisabuelo llegó a México en 1909, me contaban que era administrador de unos almacenes de ropa en el centro de Puebla. Primero estuvo trabajando en la fábrica de Santa Elena en Tlaxcala, que es donde ahora está La Trinidad”, expone Joser Rovirola Pino, integrante de la cuarta generación de la familia Canales en la Angelópolis.

Refiere que, cuando Luis, el hermano menor de su bisabuelo murió a los 30 años, invitó a venir a vivir a México a sus papás (tatarabuelos) y a su hermano Ramón (tío abuelo) que vivía en Argentina, y así lo hicieron.

Cuando Adolfo vivió en Tlaxcala, ya era novio de su abuela, Concepción Lobato Arenas, poblana, cuyos familiares tenían hacienda en Cuyoaco, Libres y en Xicalahuata. Y varias generaciones atrás estuvieron establecidas en Zacapoaxtla.

Adolfo Canales Coss administrador del rancho La noria a en los años 20 del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

“Mi bisabuelo se casó con mi bisabuela en 1914, y tuvieron cinco hijos, tres varones y dos niñas, mi abuela era Carmen Canales Lobato. Cronológicamente, él pasó de Santa Elena a la hacienda y molino San Miguel La Noria como administrador a principios de los años 20”, comenta.

Joser tiene un extenso registro fotográfico que da testimonio de la actividad productiva de San Miguel La Noria y del aspecto que tenía en ese momento el rancho, era campo abierto y pura vegetación llena de vacas pastando.

“En La Noria se producían trigo en un molino con maquinaria pequeña y tenían ganado, en las fotografías se ven los establos con las vacas que producían la leche que vendían en su camioncito repartidor. Las oficinas de la hacienda estaban en Avenida Reforma 719 y mis bisabuelos no vivían en el rancho, vivían en la calle 5 Norte”, detalla.

De igual forma, se aprecia que la familia Canales vivió gratos momentos de convivencia en la gran extensión de la propiedad que, de acuerdo a los archivos del AGMP, en ese momento, era propiedad de la sociedad “Quintín Gómez Conde y Hermanos”.

“Mi familia administró La Noria hasta los años 30 porque tengo unos documentos en los que se ve que mi abuelo puso una tienda de material eléctrico en Avenida Reforma 331”, dice Joser, quien concluye diciendo que, en los años 70 el rancho La Noria todavía repartía leche y fue cuando comenzó a urbanizarse la zona.

Transporte de la fábrica de Harina La Noria, primera mitad del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino


Se fracciona el rancho

La antigua hacienda de La Noria fue fraccionada en 1931, cuando se liquidó la sociedad “Quintín Gómez Conde y Hermanos”, el 2 de diciembre de dicho año, refiere el historiador Arturo Córdova.


En la Actas de Cabildo de 1930-1975, del AGMP, se lee que, la familia Gómez de Alvear, era propietaria del rancho San Miguel La Noria con su hacienda hacia 1931. En 1947, el gobierno pretendía expropiarles terrenos de la antigua hacienda para establecer ahí una colonia. Pretensión que no prosperó al informar el ayuntamiento que, para dicho propósito, en ese momento el lugar no reunía las condiciones que señalaba el código sanitario. Aunque más tarde, sí logro expropiar una parte.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la superficie de la hacienda, se fue reduciendo porque se comenzó a urbanizar. En 1973, los Gómez Castillo, le prestaron una parte de la hacienda a los alumnos y a la Junta de Gobierno de la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) para establecer ahí el primer plantel de la institución.


Instalaciones del Molino de la Hacienda La Noria a inicios del siglo XX. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

El 7 de mayo de 1973, se llevó a cabo la ceremonia oficial de inauguración de la UPAEP. Estuvieron presentes más de cuatro centenares de alumnos y maestros fundadores, además de empresarios y autoridades militares. Desocuparon la hacienda en 1975 cuando se cambiaron a la 9 Poniente 1508. Entonces, en dichas instalaciones de La Noria se ubicó el Colegio Schedar.

Córdova Durana puntualiza diciendo que, durante el siglo XX, gran parte de la Ex Hacienda La Noria fue adquirida por la familia Cenichiaro Maimone por la compra que de ella hizo don Blas Cernichiaro Schettino y su esposa Ida Maimone, a la señora Asunción Gómez de Alvear; aproximadamente 73 hectáreas, dentro de las que se encontraba el casco de la hacienda y el jagüey que alimentaba el río Atoyac.

El conjunto residencial y comercial que actualmente se conoce como Ex Hacienda La Noria, sigue siendo propiedad de la familia Cernichario Maimone.

El rancho La Noria contaba con su propio camión repartidor de lácteos, inicios del siglo XX. De lado izquierdo se aprecia el cerro de San Juan (La Paz) y en la punta la ermita. Foto: Cortesía Joser Rovirola Pino

En 1973, se inauguró la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla en una parte del rancho La Noria que los Gómez Castillo le prestaron a los estudiantes. Foto: Cortesía UPAEP




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