/ martes 9 de agosto de 2022

Cuacuila, un pueblo orgulloso de su raíces indígenas

Cada 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas y Cuacuila es uno de ellos

Para que una comunidad se identifique como indígena debe de auto percibirse de esta manera, en su población tiene que registrarse variedad lingüística, preservación de su etnia, además de seguir con las actividades artesanales y culturales. Todo esto alberga el pueblo nahua de Cuacuila, ubicado en Huauchinango.

Cuacuila significa en náhuatl “cima de gusanos”, su nombre se debe a que está rodeada de árboles y ahí suelen nacer los gusanos, pero los pobladores no lo ven como una plaga, al contrario, todo lo que se produce en sus tierras tiene un objetivo, ya sea curativo o comestible. Eso les enseñaron sus ancestros y ellos fueron arrastrando sus conocimientos desde la época prehispánica.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en esta comunidad hay 2 mil 988 habitantes, en su mayoría nahuas, que es una de las etnias con mayor población de hablantes a nivel nacional y estatal. En el 2020 se registraron en todo el territorio poblano 813 mil 917 hablantes de náhuatl.

Es por ello que este 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, El Sol de Puebla trae testimonios de esta comunidad, que no sólo es famosa por sus tejidos textiles, sino que también es cuna de un platillo que se remonta a la época prehispánica de México y un lugar que sigue creyendo plenamente en la existencia del Mictlán.

La heredera de los curanderos nahuas

Es una mujer que no rebasa los 32 años, una madre excepcional, una esposa amorosa y tiene conocimientos del medio rural, pero para efectos de esta entrega la llamaremos una curandera tradicional. Su nombre es Carmen Pérez Esteban.

Carmen lleva 12 años siendo curandera de Cuacuila, incluso los vecinos la señalan como la heredera de José Mata, quien está considerado como uno de los mejores curanderos nahuas de la Sierra Norte de Puebla. De acuerdo con los pobladores, “tiene el don” para sanar, proteger o intervenir con los espíritus.

Pero los espíritus no sólo son seres del más allá, sino que Carmen trabaja con las energías de los cerros, de las iglesias y de las cuevas, pues, para ella, toda planta, animal o criatura está viva y puede intervenir para una vida mejor.

Su familia no creía en los curanderos, pero debido a que se enfermaba mucho de niña optaron por pedir ayuda de los espíritus. Fue ahí donde empezó a adentrarse más en el tema y en este trayecto don José Mata sintió que Carmen tenía “el don”.

Este curandero se hizo su maestro, fue su guía y la preparó para que se convirtiera en su heredera. Cuando falleció pidió que su altar con todos sus espíritus se le entregaran y desde ese momento su vida la ha dedicado a curar gente.

Para Carmen, los curanderos son parte esencial de la vida diaria de los pobladores y muchos de los nahuas serranos optan por ir primero a un curandero que al doctor, pues sus abuelos les enseñaron que la gente, cuando se siente mal, puede solo tener aire, por lo que si van con los curanderos su tratamiento médico (que les da el profesional de la salud) será más exitoso.

Considera que estas creencias y rituales vienen de sus ancestros, pues ellos asumían firmemente la existencia del Mictlán, que es el inframundo de los mexicas y es el claro ejemplo de que hay otro universo y que, así como existe el bien, existe el mal.

“Para los nahuas esto nos representa y nos simboliza, es parte de nuestro ser indígena y es parte de lo que nos hace ser una etnia completa”, comentó.

En cuanto a la religión se podría pensar que los pobladores están peleados con el catolicismo por preferir estas actividades, pero no es así, los curanderos ocupan santos de esta religión para que intervengan en sus trabajos. El 80 por ciento de la población es católica, según el último censo de población.

En el centro de la comunidad hay una iglesia tradicional católica, a donde acuden algunos pobladores para rezar, y una iglesia más estricta, de nombre Santiago Apóstol, en donde prohíben a las mujeres entrar con falda corta, con pantalón de mezclilla, maquilladas o de manera “deshonesta”.

Carmen lleva 12 años siendo curandera de Cuacuila, incluso los vecinos la señalan como la heredera de José Mata. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

La ofrenda indígena que se convirtió en la base de su alimentación

La comida es fundamental para conocer el entorno de una comunidad y para los indígenas serranos, el tamal de hoja de patatla es la base de su alimentación. Para ellos, el tamalli, que significa “envuelto” en náhuatl, pasó de ser una ofrenda para sus deidades a una comida diaria para estar fuertes y sanos.

La reina de la "Feria del Tamal" (que se realiza una vez al año, en junio) es la señora Elvira Santiago Simón, este reconocimiento lo ganó debido a que lleva haciendo tamales tradicionales desde hace 42 años. Elabora tanto productos de temoxtle como los más antiguos de esta comunidad, que son los de hoja de papatla.

“Los tamalli son fundamentales tanto en los rituales como en la alimentación del pueblo, ellos nos recuerdan nuestro origen indígena, que, aunque se han transformado, siempre están presentes para festejos, para nuestros antepasados, para llevarlos al panteón en Día de Muertos o en bautizo, es decir, que con ellos celebramos la vida y la muerte”, expresó.

El tamalli es una fuente de ingresos importante en este lugar, pues las mujeres apoyan económicamente a sus esposos haciendo este tipo de productos. En suma, los hombres o jóvenes también ganan dinero extra recolectando las hojas de papatla.

Por ejemplo, Francisco Victoriano trabaja en el campo y desde hace cuatro años recoge estas hojas para subsistir. Explicó que las vende a las señoras que hacen tamales, que son muchas en este pueblo, pero también a los comerciantes de los mercados, pues les sirve de envoltorio para mantener fresca la comida.

“Seguimos envolviendo las cosas con hojas como nuestros abuelos indígenas, son tradiciones que persisten, que nos gustan porque el sabor de la comida es más rico, es más sano y no contamina”, agregó.

De igual modo, hay otras mujeres que no sólo hacen tamales, sino que hacen gorditas y todo lo relacionado con el nixtamal, que es un proceso tradicional de esta etnia que se basa en enjuagar y moler el maíz para hacerlo como base de diferentes platillos.

Hilda Lechuga vende gorditas y “dobladas” en el mercado de Huauchinango, se levanta a las 4 de la mañana para hacer sus productos y llevárselos al centro de su municipio. Cree que el nixtamal es una fuerte tradición indígena que ni los españoles ni la urbanización pudieron doblegar.

Elvira Santiago Simón fue nombrada Reina en la Feria del Tamal al realizar los tamales tradicionales desde hace 42 años. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

Textiles artesanales son la muestra de que las comunidades indígenas siguen vivas

Los textiles artesanales de esta comunidad son un orgullo para las mujeres de Cuacuila, ya que no sólo están hechos con toda su pasión, sino que representan su pasado ancestral y también su presente religioso.

María Luisa Negrete se dedica desde hace 20 años a la elaboración de blusas artesanales, una actividad que viene de generación en generación y que para su familia representa llevar en su ropa las raíces y no avergonzarse de su ser indígena.

En los bordados que se hacían anteriormente representaban a sus dioses, pero hoy en día se hacen los santos o vírgenes del catolicismo. De igual modo, ya agregan animales o flores que sean vistosas. Es decir, combinan el pasado y el presente en una prenda.

“Me gusta hacerlas, me gusta diseñarlas y ya no sólo hago la vestimenta tradicional, sino que hago vestidos o guayaberas, todo lo que me pidan. Aquí (otras mujeres) se dedican mucho a bordar, pero sólo copian, yo diseño, yo combino colores y hago bordados específicos por pedidos”, relató.

María Luisa Negrete se dedica desde hace 20 años a la elaboración de blusas artesanales. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

Puebla tiene una población indígena que asciende a un 1.04 millones

Este 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, una fecha que tiene como objetivo preservar estas culturas y tomar conciencia sobre la pobreza, marginación y la exclusión que enfrentan estos pueblos originarios.

De acuerdo con el Gobierno de Puebla el estado tiene una población indígena que asciende a un 1.04 millones, con 501 mil 74 hombres y el resto mujeres, asimismo 113 mil personas se autodefinen como afromexicanos. En suma, Puebla cuenta con 58 municipios indígenas, es decir, que el 70 por ciento de su población se autodenomina de esta manera; en 17 hay presencia, ya que menos del 40 por ciento es parte de esta población; y en 142 hay población dispersa, ya que tienen menos de 5 mil personas en este rubro.

La lengua más hablada es el náhuatl, que tiene 813 mil 917 hablantes distribuidos en 182 municipios; le siguió el totonaco con 151 mil 307 hablantes en 83 municipios; el popoloca que lo hablan 25 mil 459 personas en 29 municipios; el mixteco con 19 mil 758 hablantes en 91 municipios; mazateco con 18 mil 510 hablantes en 46 municipios; el otomí con 14 mil 54 hablantes en 40 municipios y la lengua tepehua con 655 hablantes en 10 demarcaciones.

Puebla es la cuarta entidad más importante del país por sus comunidades indígenas, pues alberga siete etnias: la nahua, totonaca, la de mazatecos, n'giwas, mixtecos, otomís y tepehuas.

Sin embargo, todas ellas son parte de las comunidades más marginadas del estado, las que tienen más rezago educativo y presentan dificultades para acceder a todos los servicios básicos, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Puebla tiene una población indígena que asciende a un 1.04 millones. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

¿En dónde se encuentra cada etnia?

En la página del Instituto Poblano de los Pueblos Indígenas se puede encontrar una descripción de cada etnia y los lugares en donde se ubican. En el caso de los nahuas, están distribuidos en la Angelópolis, así como en municipios de las regiones Sierra Norte, Sierra Negra y Sierra Nororiental; el Valle de Serdán, Atlixco, Matamoros y la Mixteca.

Los otomies se localizan principalmente en la Sierra Norte, en los municipios de: Honey, Pahuatlán, Pantepec, Tlaxco, Tlacuilotepec, Xicotepec, Venustiano Carranza, Francisco Z. Mena y Jalpan, cohabitando con poblaciones Nahuas, Tepehuas y Totonacas. Los n´giwas o popolocas habitan en el valle de Tehuacán y municipios como Tepeaca, Acatlán de Osorio, de la Mixteca.

Los totonacas se ubican principalmente en los municipios de Zapotitlán de Méndez, San Felipe Tepatlán, Tepango de Rodríguez, Zongozotla, Huehuetla, Olintla, Jopala, Ixtepec, Atlequizayán, Coatepec, Francisco Z. Mena, Huauchinango, Hueytamalco, Tenampulco, Hueytlalpan y Pantepec, entre otros.

Los mixtecos se encuentran ubicados en los municipios de Izúcar de Matamoros y Tehuacán, además de la Sierra Negra. Los mazatecos en los municipios de Coyomeapan, San Sebastián Tlacotepec, Santiago Miahuatlán y Tehuacán.

Mientras que los tepehuas están en la Sierra Norte, en los municipios de Pantepec y Francisco Z. Mena. Sobre esta última etnia hay que mencionar que está en peligro de extinción, pues aunque el Gobierno de Puebla indicó que hay 655 hablantes, en recorridos que ha hecho esta casa editorial sólo ha encontrado a 25 hablantes y a muchos de ellos les da pena considerarse como tepehuas.

Para que una comunidad se identifique como indígena debe de auto percibirse de esta manera, en su población tiene que registrarse variedad lingüística, preservación de su etnia, además de seguir con las actividades artesanales y culturales. Todo esto alberga el pueblo nahua de Cuacuila, ubicado en Huauchinango.

Cuacuila significa en náhuatl “cima de gusanos”, su nombre se debe a que está rodeada de árboles y ahí suelen nacer los gusanos, pero los pobladores no lo ven como una plaga, al contrario, todo lo que se produce en sus tierras tiene un objetivo, ya sea curativo o comestible. Eso les enseñaron sus ancestros y ellos fueron arrastrando sus conocimientos desde la época prehispánica.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en esta comunidad hay 2 mil 988 habitantes, en su mayoría nahuas, que es una de las etnias con mayor población de hablantes a nivel nacional y estatal. En el 2020 se registraron en todo el territorio poblano 813 mil 917 hablantes de náhuatl.

Es por ello que este 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, El Sol de Puebla trae testimonios de esta comunidad, que no sólo es famosa por sus tejidos textiles, sino que también es cuna de un platillo que se remonta a la época prehispánica de México y un lugar que sigue creyendo plenamente en la existencia del Mictlán.

La heredera de los curanderos nahuas

Es una mujer que no rebasa los 32 años, una madre excepcional, una esposa amorosa y tiene conocimientos del medio rural, pero para efectos de esta entrega la llamaremos una curandera tradicional. Su nombre es Carmen Pérez Esteban.

Carmen lleva 12 años siendo curandera de Cuacuila, incluso los vecinos la señalan como la heredera de José Mata, quien está considerado como uno de los mejores curanderos nahuas de la Sierra Norte de Puebla. De acuerdo con los pobladores, “tiene el don” para sanar, proteger o intervenir con los espíritus.

Pero los espíritus no sólo son seres del más allá, sino que Carmen trabaja con las energías de los cerros, de las iglesias y de las cuevas, pues, para ella, toda planta, animal o criatura está viva y puede intervenir para una vida mejor.

Su familia no creía en los curanderos, pero debido a que se enfermaba mucho de niña optaron por pedir ayuda de los espíritus. Fue ahí donde empezó a adentrarse más en el tema y en este trayecto don José Mata sintió que Carmen tenía “el don”.

Este curandero se hizo su maestro, fue su guía y la preparó para que se convirtiera en su heredera. Cuando falleció pidió que su altar con todos sus espíritus se le entregaran y desde ese momento su vida la ha dedicado a curar gente.

Para Carmen, los curanderos son parte esencial de la vida diaria de los pobladores y muchos de los nahuas serranos optan por ir primero a un curandero que al doctor, pues sus abuelos les enseñaron que la gente, cuando se siente mal, puede solo tener aire, por lo que si van con los curanderos su tratamiento médico (que les da el profesional de la salud) será más exitoso.

Considera que estas creencias y rituales vienen de sus ancestros, pues ellos asumían firmemente la existencia del Mictlán, que es el inframundo de los mexicas y es el claro ejemplo de que hay otro universo y que, así como existe el bien, existe el mal.

“Para los nahuas esto nos representa y nos simboliza, es parte de nuestro ser indígena y es parte de lo que nos hace ser una etnia completa”, comentó.

En cuanto a la religión se podría pensar que los pobladores están peleados con el catolicismo por preferir estas actividades, pero no es así, los curanderos ocupan santos de esta religión para que intervengan en sus trabajos. El 80 por ciento de la población es católica, según el último censo de población.

En el centro de la comunidad hay una iglesia tradicional católica, a donde acuden algunos pobladores para rezar, y una iglesia más estricta, de nombre Santiago Apóstol, en donde prohíben a las mujeres entrar con falda corta, con pantalón de mezclilla, maquilladas o de manera “deshonesta”.

Carmen lleva 12 años siendo curandera de Cuacuila, incluso los vecinos la señalan como la heredera de José Mata. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

La ofrenda indígena que se convirtió en la base de su alimentación

La comida es fundamental para conocer el entorno de una comunidad y para los indígenas serranos, el tamal de hoja de patatla es la base de su alimentación. Para ellos, el tamalli, que significa “envuelto” en náhuatl, pasó de ser una ofrenda para sus deidades a una comida diaria para estar fuertes y sanos.

La reina de la "Feria del Tamal" (que se realiza una vez al año, en junio) es la señora Elvira Santiago Simón, este reconocimiento lo ganó debido a que lleva haciendo tamales tradicionales desde hace 42 años. Elabora tanto productos de temoxtle como los más antiguos de esta comunidad, que son los de hoja de papatla.

“Los tamalli son fundamentales tanto en los rituales como en la alimentación del pueblo, ellos nos recuerdan nuestro origen indígena, que, aunque se han transformado, siempre están presentes para festejos, para nuestros antepasados, para llevarlos al panteón en Día de Muertos o en bautizo, es decir, que con ellos celebramos la vida y la muerte”, expresó.

El tamalli es una fuente de ingresos importante en este lugar, pues las mujeres apoyan económicamente a sus esposos haciendo este tipo de productos. En suma, los hombres o jóvenes también ganan dinero extra recolectando las hojas de papatla.

Por ejemplo, Francisco Victoriano trabaja en el campo y desde hace cuatro años recoge estas hojas para subsistir. Explicó que las vende a las señoras que hacen tamales, que son muchas en este pueblo, pero también a los comerciantes de los mercados, pues les sirve de envoltorio para mantener fresca la comida.

“Seguimos envolviendo las cosas con hojas como nuestros abuelos indígenas, son tradiciones que persisten, que nos gustan porque el sabor de la comida es más rico, es más sano y no contamina”, agregó.

De igual modo, hay otras mujeres que no sólo hacen tamales, sino que hacen gorditas y todo lo relacionado con el nixtamal, que es un proceso tradicional de esta etnia que se basa en enjuagar y moler el maíz para hacerlo como base de diferentes platillos.

Hilda Lechuga vende gorditas y “dobladas” en el mercado de Huauchinango, se levanta a las 4 de la mañana para hacer sus productos y llevárselos al centro de su municipio. Cree que el nixtamal es una fuerte tradición indígena que ni los españoles ni la urbanización pudieron doblegar.

Elvira Santiago Simón fue nombrada Reina en la Feria del Tamal al realizar los tamales tradicionales desde hace 42 años. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

Textiles artesanales son la muestra de que las comunidades indígenas siguen vivas

Los textiles artesanales de esta comunidad son un orgullo para las mujeres de Cuacuila, ya que no sólo están hechos con toda su pasión, sino que representan su pasado ancestral y también su presente religioso.

María Luisa Negrete se dedica desde hace 20 años a la elaboración de blusas artesanales, una actividad que viene de generación en generación y que para su familia representa llevar en su ropa las raíces y no avergonzarse de su ser indígena.

En los bordados que se hacían anteriormente representaban a sus dioses, pero hoy en día se hacen los santos o vírgenes del catolicismo. De igual modo, ya agregan animales o flores que sean vistosas. Es decir, combinan el pasado y el presente en una prenda.

“Me gusta hacerlas, me gusta diseñarlas y ya no sólo hago la vestimenta tradicional, sino que hago vestidos o guayaberas, todo lo que me pidan. Aquí (otras mujeres) se dedican mucho a bordar, pero sólo copian, yo diseño, yo combino colores y hago bordados específicos por pedidos”, relató.

María Luisa Negrete se dedica desde hace 20 años a la elaboración de blusas artesanales. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

Puebla tiene una población indígena que asciende a un 1.04 millones

Este 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, una fecha que tiene como objetivo preservar estas culturas y tomar conciencia sobre la pobreza, marginación y la exclusión que enfrentan estos pueblos originarios.

De acuerdo con el Gobierno de Puebla el estado tiene una población indígena que asciende a un 1.04 millones, con 501 mil 74 hombres y el resto mujeres, asimismo 113 mil personas se autodefinen como afromexicanos. En suma, Puebla cuenta con 58 municipios indígenas, es decir, que el 70 por ciento de su población se autodenomina de esta manera; en 17 hay presencia, ya que menos del 40 por ciento es parte de esta población; y en 142 hay población dispersa, ya que tienen menos de 5 mil personas en este rubro.

La lengua más hablada es el náhuatl, que tiene 813 mil 917 hablantes distribuidos en 182 municipios; le siguió el totonaco con 151 mil 307 hablantes en 83 municipios; el popoloca que lo hablan 25 mil 459 personas en 29 municipios; el mixteco con 19 mil 758 hablantes en 91 municipios; mazateco con 18 mil 510 hablantes en 46 municipios; el otomí con 14 mil 54 hablantes en 40 municipios y la lengua tepehua con 655 hablantes en 10 demarcaciones.

Puebla es la cuarta entidad más importante del país por sus comunidades indígenas, pues alberga siete etnias: la nahua, totonaca, la de mazatecos, n'giwas, mixtecos, otomís y tepehuas.

Sin embargo, todas ellas son parte de las comunidades más marginadas del estado, las que tienen más rezago educativo y presentan dificultades para acceder a todos los servicios básicos, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Puebla tiene una población indígena que asciende a un 1.04 millones. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

¿En dónde se encuentra cada etnia?

En la página del Instituto Poblano de los Pueblos Indígenas se puede encontrar una descripción de cada etnia y los lugares en donde se ubican. En el caso de los nahuas, están distribuidos en la Angelópolis, así como en municipios de las regiones Sierra Norte, Sierra Negra y Sierra Nororiental; el Valle de Serdán, Atlixco, Matamoros y la Mixteca.

Los otomies se localizan principalmente en la Sierra Norte, en los municipios de: Honey, Pahuatlán, Pantepec, Tlaxco, Tlacuilotepec, Xicotepec, Venustiano Carranza, Francisco Z. Mena y Jalpan, cohabitando con poblaciones Nahuas, Tepehuas y Totonacas. Los n´giwas o popolocas habitan en el valle de Tehuacán y municipios como Tepeaca, Acatlán de Osorio, de la Mixteca.

Los totonacas se ubican principalmente en los municipios de Zapotitlán de Méndez, San Felipe Tepatlán, Tepango de Rodríguez, Zongozotla, Huehuetla, Olintla, Jopala, Ixtepec, Atlequizayán, Coatepec, Francisco Z. Mena, Huauchinango, Hueytamalco, Tenampulco, Hueytlalpan y Pantepec, entre otros.

Los mixtecos se encuentran ubicados en los municipios de Izúcar de Matamoros y Tehuacán, además de la Sierra Negra. Los mazatecos en los municipios de Coyomeapan, San Sebastián Tlacotepec, Santiago Miahuatlán y Tehuacán.

Mientras que los tepehuas están en la Sierra Norte, en los municipios de Pantepec y Francisco Z. Mena. Sobre esta última etnia hay que mencionar que está en peligro de extinción, pues aunque el Gobierno de Puebla indicó que hay 655 hablantes, en recorridos que ha hecho esta casa editorial sólo ha encontrado a 25 hablantes y a muchos de ellos les da pena considerarse como tepehuas.

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