La madrugada del primero de julio de 1983 fue encontrado el cuerpo sin vida de un obrero de la empresa Volkswagen por vecinos de la calle 72 Poniente. El hombre había sido “cosido a puñaladas”, a pocos metros de su casa.
La viuda clamó justicia en una primera instancia y pidió clemencia después a los investigadores de la Policía Judicial del Estado, quienes resolvieron el caso a solo un mes de ser perpetrado. El primero de agosto de 1983 detuvieron a los asesinos confesos, entre ellos, la mujer del occiso.
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Lo que parecía un crimen pasional resultó ser un crimen por encargo, en el que la magia negra y la hechicería fueron un factor determinante.
El día de los hechos
“Cosido a puñaladas” es como fue hallado el cuerpo sin vida de un joven obrero de la planta armadora de Volkswagen, quien encontró la muerte a solo unos metros de su casa.
Fue la madrugada del primero de julio de 1983, cuando vecinos de la 72 Poniente descubrieron el cadáver de Carlos García Cabañas, quien recibió 69 perforaciones producidas por arma blanca en todas partes del cuerpo.
“Presumiblemente las causas que motivaron este crimen se encuentren en hechos pasionales, aunque esto no fue asegurado por las autoridades, pues en los robos y asaltos no es común atacar con tanta saña y maldad a las víctimas (…) Tanto que el reporte del Ministerio Público en el tercer turno, licenciado Guillermo Islas de la Peña, indica puñaladas hasta en los glúteos del hoy occiso”, se lee en la publicación impresa de este diario, El Sol de Puebla, del 2 de julio.
Carlos había salido de su domicilio, ubicado en la 72 Poniente 908 interior 14, entre 5 y 5:30 de la mañana, para dirigirse a la armadora, cuando fue interceptado por sus agresores a la altura del número 710.
Gloria Luna García, esposa del occiso, fue quien identificó el cadáver en medio de un mar de lágrimas. La mujer iba acompañada por sus tres hijos, los dos que procreó con el finado, Paul y Edith, de 9 y 7 años respectivamente, y Hugo, de 11 años, quien Carlos había adoptado como suyo pero era de otra relación que había tenido la mujer.
La esposa aseguró que él no tenía problemas con nadie por lo que solicitó a la autoridad que el homicidio de su marido no quedara impune. Incluso ofreció dinero a los agentes judiciales encargados de la investigación para que siguieran el caso hasta sus últimas consecuencias.
Las averiguaciones previas fueron integradas con el fin de realizar la investigación y determinar quién o quiénes fueron los culpables del homicidio. Los hechos quedaron asentados en el acta 11744.
Un hechizo al que le siguió la muerte
Después de un mes de perseguir pistas, los elementos de la policía judicial encargados de la investigación concluyeron que la esposa podía estar involucrada en el asesinato de su marido, porque según las averiguaciones ella tenía un amante y dos años atrás le había pedido el divorcio al occiso, pero este se lo negó.
De acuerdo con la investigación, en septiembre de 1981, Gloria había ido al domicilio de su vecina Guadalupe Sánchez de Rodríguez, quien vivía a unos metros de su casa, para que esta le aplicara una inyección.
Guadalupe era conocida por los vecinos como yerbera y hechicera, incluso decían que se dedicaba a hacer abortos. Además de yerbas, la policía encontró en su domicilio artificios de magia negra como colibríes, collares de ajo, culebras disecadas, y figuras de santos de cabeza y boca abajo.
En esa ocasión, Gloria le dijo a Guadalupe que tenía muchos problemas con su marido y se quería divorciar, pero él se negaba, incluso le dijo que maltrataba a su hijo mayor, el que había adoptado. Entonces Lupe se ofreció a hacer “un trabajo de hechicería” para que su marido se separara de ella, y para eso le pidió una fotografía y una prenda íntima usada de su marido.
Pasó el tiempo y al no ver resultados Gloria regresó con su vecina para reclamarle que el embrujo no había surtido efecto. Lupe señaló que Carlos estaba protegido por espíritus buenos porque él era una linda persona.
Para garantizar que su esposo se alejaría de su vida, Guadalupe le pidió la cantidad de 50 mil pesos por adelantado, y otro pago posterior por la misma cantidad. Gloria accedió, y el homicidio se desató.
Una muerte anunciada
Carlos tenía 30 años y era originario de Córdova, Veracruz. Había entrado a trabajar a la armadora como barrendero, después ascendió a obrero y acababa de ser promovido a un puesto de mayor responsabilidad. No tomaba, no fumaba y era enemigo de los problemas. El primero de julio se levantó a las 3:50 de la mañana para alistarse para el trabajo.
“Salió a la calle ajeno a que eran sus últimos minutos de vida siendo abordado por los dos sujetos, (…) lo lesionaron primeramente en la espalda, alcanzando el obrero a correr, cayendo a unos metros para ser rematado hasta que los presuntos asesinos sintieron que ya no se movía. En total le asentaron 69 puñaladas”, se lee en la publicación del 2 de agosto.
En su domicilio, Gloria se había concretado a ver cómo su marido se levantó y se preparó para ir al trabajo, estuvo acostada hasta que él se fue. A los pocos minutos llegó su madre, Gloria Luna, para avisarle que acababan de agredir a Carlos.
Un día antes del homicidio, los autores materiales del crimen se dedicaron a beber alcohol y cerveza. Por la tarde se fueron a la fayuca, a la 6 Poniente, para comprar dos navajas tipo muelle que fueron las que utilizaron para atacar a la víctima. Como conocían los detalles de la rutina del finado, siguieron la parranda y esperaron sobre la 72 Poniente a que Carlos saliera de su domicilio.
Tal y como la policía lo indicó, se trataba de un homicidio por encargo. La hipótesis de lo ocurrido fue que la viuda le pagó a la su vecina (100 mil pesos) y ella a su vez mandó a su hijo Miguel Ángel para que se ganara un dinero (50 mil pesos).
Cuatro detenidos confesos
Con una orden de aprehensión expedida por un juez y todos los dispositivos de seguridad, un mes después de que el homicidio de Carlos García Cabañas fuera perpetrado, el primero de agosto de 1983, los agentes judiciales procedieron a la detención de la viuda Gloria Luna García, de 29 años; la vecina Guadalupe Sánchez ,alias “Lolita”, de 44 años; el hijo de ésta, Miguel Ángel Rodríguez Sánchez, alias “May”, de 23 años, y Ricardo Ramírez González, de 26 años de edad.
“El homicidio en concreto fue ejecutado con las agravantes de premeditación, alevosía, ventaja y traición. Así que no es difícil que los 4 implicados pasen hasta 30 años de cárcel por su acción. Mientras tres niños quedan huérfanos de padre y desprovistos del cuidado de la madre, a quien obligadamente la ley debe despojar de la patria potestad”, señala la publicación.
Los dos hombres, Miguel Ángel y Ricardo, confesaron que a finales de junio, Gloria fue a visitar al “May” para pedirle que la conectara con un pistolero para que se encargara de asesinar a su marido porque ya no lo aguantaba. Pero ambos hombres quedaron en hacer el trabajo ellos mismos. La vecina Lupe fue solo cómplice.
Por la muerte de su esposo, la autora intelectual del crimen, Gloria Luna García, recibiría un seguro de más de 150 mil pesos por parte de Volkswagen, y otro seguro más por 2 millones de antiguos pesos.