/ lunes 19 de febrero de 2024

De democracia, ciudadanía y pragmatismo puro en Morena 

El premio Nobel mexicano, Octavio Paz, afirmaba al hablar de democracia que una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos, ni brazos.

Además de la sentencia del poeta, ensayista y diplomático mexicano habría que agregar que una sociedad sin ciudadanos responsables y comprometidos se reduce al status de ser un simple pueblo destinado a obedecer sin chistar.

Ayer decenas de miles de ciudadanos dejaron la comodidad de sus hogares para salir a marchar por una causa que consideran justa: la defensa de la democracia y la libertad de ejercer ese derecho ganado a través de la corresponsabilidad.

Sin embargo, millones de mexicanos prefirieron quedarse en casa a relajarse, ver un partido de futbol, hacer ejercicio o salir a pasear para disfrutar de su bien merecido domingo, dejando de manifiesto que para toda esa inmensa mayoría, así como están, están bien.

Ante esta realidad incuestionable no puede haber reclamo alguno, esto es justo lo que hay en materia de participación “ciudadana” en este México marcado por desigualdades, injusticias, inseguridad e indiferencia social.

Ayer quise ser testigo directo del real tamaño que como ciudadanos tenemos los poblanos, basta decir que en una capital y zona conurbada con cerca de dos millones de habitantes, solo se dieron cita al llamado no más de 3 mil personas. La gran mayoría mujeres y hombres de la tercera edad, muchos hombres y mujeres adultos con sus hijos y muy pocos jóvenes.

Los estacionamientos del centro histórico se vieron saturados desde las 9 de la mañana, los letreros de “cupo completo” fueron la constante hasta las 12 del día, cuando después de escuchar al orador desde la capital del país, los ahí presentes procedieron a cantar el himno nacional y en cosa de 10 minutos abandonar el primer cuadro de la capital, dejándolo solo con los paseantes y turistas de ocasión.

Está claro, ser ciudadano es mucho más que tener una credencial del INE y despotricar de manera constante contra la política, las autoridades y esa vida injusta que “nos tocó vivir” en este México de eternos contrastes.

Desde la óptica nacional, también miles fueron los que salieron este domingo 18 de febrero a expresar su defensa a la novel y frágil democracia mexicana. Miles también salieron a gritar diferentes mensajes sobre el México bronco que hoy se vive, pero tal vez la exigencia más importante a destacar, es que el próximo 2 de junio las y los mexicanos que deseen salir a votar, puedan hacerlo sin miedo y en libertad, por la opción que mejor les parezca, pero salir a decidir por voluntad y conciencia propias.

Previo a la movilización de este fin de semana, el ejecutivo federal sostuvo que esta manifestación estaba convocada y fraguada por Cludio X González (entre otros), a quien calificó como un franco defensor de la corrupción y uno de los principales interesados en que regrese el régimen corrupto que habría hundido a este país.

El Presidente puso en duda la legitimidad del movimiento reproducido en decenas de ciudades a lo largo y ancho del país, incluso en otros territorios, porque a decir del ejecutivo, en el fondo, a los convocantes lo único que no les interesa es la gente y la democracia, ya que habrían sido ellos mismos los que le robaron la presidencia en el 2006.

No obstante, la expresión pública expuesta ayer debe ser analizada en su justa dimensión, y bien podría ser vital también como una excelente oportunidad para leer y sentir a una parte de la sociedad que constituye esta nación y que con razón o sin ella, se quedarán en México porque este es su único hogar.

La pregunta es: ¿vale la pena dar por recibido el mensaje de miles de mexicanos aun cuando los organizadores carecen de toda legitimidad para el presidente?

A partir de hoy, faltan 105 días para la elección más importante en la historia de nuestro país, el próximo 2 de junio por la tarde, quedará definido el rumbo que habrá de tomar nuestro país para los siguientes años y ello significará, sin importar a la triunfadora, un reto de proporciones mayúsculas que requerirá de articular estrategias y acciones para apaciguar la balcanización que tiene sensiblemente dividido al país.

Y entonces van tres interrogantes tal vez inocentes, pero obligadas: ¿cómo se quiere arrancar una nueva administración desde el gobierno federal?, ¿desde la estratégica división y la protesta sistemática? ó ¿desde la apertura para alcanzar la consolidación de un movimiento transformador e incluyente?

Por último, pero no por ello menos importante, sobre la designación de Morena para que Pepe Chedraui sea el candidato que compita con Mario Riestra para buscar la capital, hay muy poco que agregar, el pragmatismo se impuso y ahora Puebla capital tiene una de las contiendas más reñidas en el país en esta históricas elecciones de junio 2.

Viene lo mejor.


El premio Nobel mexicano, Octavio Paz, afirmaba al hablar de democracia que una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos, ni brazos.

Además de la sentencia del poeta, ensayista y diplomático mexicano habría que agregar que una sociedad sin ciudadanos responsables y comprometidos se reduce al status de ser un simple pueblo destinado a obedecer sin chistar.

Ayer decenas de miles de ciudadanos dejaron la comodidad de sus hogares para salir a marchar por una causa que consideran justa: la defensa de la democracia y la libertad de ejercer ese derecho ganado a través de la corresponsabilidad.

Sin embargo, millones de mexicanos prefirieron quedarse en casa a relajarse, ver un partido de futbol, hacer ejercicio o salir a pasear para disfrutar de su bien merecido domingo, dejando de manifiesto que para toda esa inmensa mayoría, así como están, están bien.

Ante esta realidad incuestionable no puede haber reclamo alguno, esto es justo lo que hay en materia de participación “ciudadana” en este México marcado por desigualdades, injusticias, inseguridad e indiferencia social.

Ayer quise ser testigo directo del real tamaño que como ciudadanos tenemos los poblanos, basta decir que en una capital y zona conurbada con cerca de dos millones de habitantes, solo se dieron cita al llamado no más de 3 mil personas. La gran mayoría mujeres y hombres de la tercera edad, muchos hombres y mujeres adultos con sus hijos y muy pocos jóvenes.

Los estacionamientos del centro histórico se vieron saturados desde las 9 de la mañana, los letreros de “cupo completo” fueron la constante hasta las 12 del día, cuando después de escuchar al orador desde la capital del país, los ahí presentes procedieron a cantar el himno nacional y en cosa de 10 minutos abandonar el primer cuadro de la capital, dejándolo solo con los paseantes y turistas de ocasión.

Está claro, ser ciudadano es mucho más que tener una credencial del INE y despotricar de manera constante contra la política, las autoridades y esa vida injusta que “nos tocó vivir” en este México de eternos contrastes.

Desde la óptica nacional, también miles fueron los que salieron este domingo 18 de febrero a expresar su defensa a la novel y frágil democracia mexicana. Miles también salieron a gritar diferentes mensajes sobre el México bronco que hoy se vive, pero tal vez la exigencia más importante a destacar, es que el próximo 2 de junio las y los mexicanos que deseen salir a votar, puedan hacerlo sin miedo y en libertad, por la opción que mejor les parezca, pero salir a decidir por voluntad y conciencia propias.

Previo a la movilización de este fin de semana, el ejecutivo federal sostuvo que esta manifestación estaba convocada y fraguada por Cludio X González (entre otros), a quien calificó como un franco defensor de la corrupción y uno de los principales interesados en que regrese el régimen corrupto que habría hundido a este país.

El Presidente puso en duda la legitimidad del movimiento reproducido en decenas de ciudades a lo largo y ancho del país, incluso en otros territorios, porque a decir del ejecutivo, en el fondo, a los convocantes lo único que no les interesa es la gente y la democracia, ya que habrían sido ellos mismos los que le robaron la presidencia en el 2006.

No obstante, la expresión pública expuesta ayer debe ser analizada en su justa dimensión, y bien podría ser vital también como una excelente oportunidad para leer y sentir a una parte de la sociedad que constituye esta nación y que con razón o sin ella, se quedarán en México porque este es su único hogar.

La pregunta es: ¿vale la pena dar por recibido el mensaje de miles de mexicanos aun cuando los organizadores carecen de toda legitimidad para el presidente?

A partir de hoy, faltan 105 días para la elección más importante en la historia de nuestro país, el próximo 2 de junio por la tarde, quedará definido el rumbo que habrá de tomar nuestro país para los siguientes años y ello significará, sin importar a la triunfadora, un reto de proporciones mayúsculas que requerirá de articular estrategias y acciones para apaciguar la balcanización que tiene sensiblemente dividido al país.

Y entonces van tres interrogantes tal vez inocentes, pero obligadas: ¿cómo se quiere arrancar una nueva administración desde el gobierno federal?, ¿desde la estratégica división y la protesta sistemática? ó ¿desde la apertura para alcanzar la consolidación de un movimiento transformador e incluyente?

Por último, pero no por ello menos importante, sobre la designación de Morena para que Pepe Chedraui sea el candidato que compita con Mario Riestra para buscar la capital, hay muy poco que agregar, el pragmatismo se impuso y ahora Puebla capital tiene una de las contiendas más reñidas en el país en esta históricas elecciones de junio 2.

Viene lo mejor.