La asistencia fue inmejorable en el primer informe de trabajo del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina. El poder de convocatoria habló no solo del llamado natural de un ejecutivo estatal para revisar lo realizado en un año, reflejó también el buen ánimo que permea en estos momentos en el llamado círculo rojo y también es justo decirlo, en una buena parte de la entidad.
Ahí se reencontraron representantes de los tres poderes, de todas las fuerzas políticas, de todos los sectores, y de todos los tiempos (por inimaginables que fueran hace un par de años). La representación del presidente de la república corrió a cargo de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, quien por su actitud, podría decirse que hasta disfrutó su visita a Puebla.
Estuvieron presentes también los ex gobernadores del estado, aquellos a quienes la vida y la justicia les permitió asistir; acudieron también los gobernadores de Tabasco e Hidalgo, el Director del Instituto Politécnico Nacional, Arturo Reyes Sandoval, la poblana Ana Elizabeth García Vilchis, la familia nuclear del ejecutivo estatal y 5 mil personas de todas las regiones de la entidad.
Todos y todas, felices, sonrientes, efusivos, repartiendo abrazos apretados con palmadas y promesas incluidas, paseándose entre la asistencia con ese ánimo que trae el mes de diciembre, pero sobre todo, con la tranquilidad de saber que en estos momentos en Puebla se viven tiempos de conciliación, de calma, después de un muy inestable periodo de 7 gobernadores en apenas 10 años.
Del primer informe de Sergio Salomón Céspedes se pueden destacar varios logros, diferentes acciones y múltiples inversiones que arrancaron los aplausos, porras y gritos de: “gobernador, gobernador…”, sin embargo, en más de una hora de discurso, solo en tres ocasiones la Secretaria Federal y representante personal de AMLO tomó su pluma Bic para hacer apuntes y llevar los datos finos del informe a su jefe el presidente.
Esos momentos fueron solo cuando el mandatario poblano abrió el capítulo relativo a las acciones en materia de política social, donde como reza su eslogan: “por el bien de todos, primero los pobres”. Al iniciar con las cifras a detalle, Rosa Icela recobró la postura en su asiento y se puso a escribir los números que Céspedes Peregrina iba desglosando en el micrófono.
En 5 ocasiones la responsable de la seguridad nacional asintió con la cabeza en señal de aprobación y en una apuró el ritmo de sus apuntes y hasta la vuelta le dio a su tarjeta blanca; fue cuando el gobernador arrojó la cifra de los 27 mil millones de pesos invertidos en la política de apoyo dictada por López Obrador.
El segundo tema en el que Rosa Icela empuñó su bolígrafo plástico para tomar notas fue en el de la seguridad e inseguridad que viven a diario los poblanos de todas las regiones de la entidad, incluida su capital y zona metropolitana. El gobernador reconocía la labor de las y los policías de Puebla y la secretaria apuntaba, el ejecutivo hablaba del necesario incremento salarial a los uniformados y la secretaria apuntaba más rápido, el mandatario detallaba las estrategias conjuntas para bajar los índices delincuenciales y la funcionaria solo hacía pequeñas pausas para luego seguir escribiendo, vaya, hasta los riesgos que vive la entidad quedaron plasmados en la saturada tarjeta media carta de la invitada de honor.
Al cierre, los aplausos de Rosa Icela Rodríguez fueron notoriamente más efusivos, haciéndolo a la altura del pecho. Sin duda le agradó lo que escuchó y seguramente en ese mismo tono fue reportado al presidente Andrés Manuel López Obrador.
El primer informe de este circunstancial gobierno fue una rendición de cuentas para los poblanos, pero sobre todo, un mensaje bien armado y con dedicatoria especial para el líder de la 4T. De hecho, el discurso inició con un largo reconocimiento al ejecutivo federal y a su movimiento de transformación.
En ese lapso, se citó en más de 8 ocasiones el nombre del presidente y en otras 49 veces se proyectaron imágenes (muchas repetidas) de un López Obrador cercano a la gente y al gobernador poblano.
El informe de gobierno y el mensaje político fue muy claro: hoy por hoy Puebla es territorio obradorista. Y el tono del gobierno estatal lo hizo más que evidente en los colores del escenario, en los muy discretos arreglos florales y contados jarrones de talavera.
La austeridad republicana y la dignificación del servicio público es ya una política de administración comprendida y proyectada en el territorio poblano, donde de manera inequívoca esa será la línea a seguir para el 2024, cuando los poblanos que así lo decidan salgan a votar y elegir ni más ni menos el rumbo que tomará nuestro país y su sociedad.
“Un año juntos, un año presentes” es la frase con la que el gobernador se dirigió a los poblanos para rendirles cuentas, pero el enunciado que queda para la historia de la Puebla contemporánea es el que utilizó en un par de ocasiones el gobernador Sergio Salomón Céspedes, al llamar al presidente como “el líder social más emblemático de nuestro tiempo”.
La obligación y el propósito se cumplieron a cabalidad.