/ jueves 30 de marzo de 2023

La forma es fondo en la cultura política

Los mítines poseen un significado especial en el contexto de nuestra cultura política. De acuerdo a los académicos Larissa Lommitz, Claudio Adler e Ilya Adler (1990), se puede afirmar que la forma es fondo también; deje que les explique brevemente. En primer lugar, los míntines, como el que convocó el presidente López Obrador el pasado 18 de marzo con el propósito de conmemorar la Expropiación Petrolera, expresan y tratan de resolver problemas al interior del partido convocante. En este caso buscó conciliar a los distintos grupos conformados alrededor de los presidenciables. En otras palabras, trató de conciliar a las distintas facciones para evitar divisiones al interior de Morena.

En segundo lugar, los mítines buscan reafirmar la autoridad del presidente sobre el partido y la burocracia política. El evento en cuestión, buscó mostrar el liderazgo moral e ideológico de López Obrador sobre la militancia y los ciudadanos seguidores de la 4T, al defender el nacionalismo pese a las tendencias de la globalización que actualmente dominan los ámbitos políticos, económicos, culturales y tecnológicos.

En tercer lugar, señalan los autores referidos, que en los mítines se va construyendo la persona del nuevo presidente. No es casualidad que las únicas “corcholatas” que acompañaron al presidente en el templete fueron Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; con exclusión de Ricardo Monreal. Mandando así una señal del perfil que debe tener quien releve al ejecutivo federal.

En cuarto lugar, sirven para señalar el peso de cada persona dentro de su grupo político. Vemos en el evento que en el templete están, además de las “corcholatas”, sus colaboradores más cercanos como son Rocío Nahle, Octavio Romero, Luis Cresencio Sandoval, entre otros, indicando la relevancia que cada uno tiene dentro de las políticas lopezobradoristas.

Finalmente, estos eventos sirven para revitalizar los mitos nacionales a través de los discursos. El presidente habló una hora 10 minutos, para reafirmar el mito de Lázaro Cárdenas, señalando que, a diferencia de Francisco I. Madero, éste se apoyó en el pueblo. Además, destacando los tres puntos de la estrategia cardenista; la cual se basó en tres puntos; el reparto agrario; el apoyo a los obreros; y la expropiación petrolera, ubicando de esta manera a su gobierno dentro del ideario cardenista y reforzando la idea de que su gobierno cumple con las auténticas demandas del pueblo.

Los mítines del actual ejecutivo federal tienen la particularidad de que todos sus rasgos son de la cultura priista, que estuvo vigente hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, donde la forma era el fondo, y que en aquel entonces era lo más importante, pues todo giraba en torno a la figura presidencial, y no en lo que pensaba la mayoría. Así eran los mítines del pasado priista, en los que lo que más importaba eran las señales que daba el presidente.

Los estudios de opinión no eran relevantes, pues la realidad la definía el señor presidente, situación que podría ser realidad en 2024, cuando no importe lo que diga la mayoría de los mexicanos, sino lo que diga el señor de palacio nacional. ¿Usted que piensa estimado lector?

Los mítines poseen un significado especial en el contexto de nuestra cultura política. De acuerdo a los académicos Larissa Lommitz, Claudio Adler e Ilya Adler (1990), se puede afirmar que la forma es fondo también; deje que les explique brevemente. En primer lugar, los míntines, como el que convocó el presidente López Obrador el pasado 18 de marzo con el propósito de conmemorar la Expropiación Petrolera, expresan y tratan de resolver problemas al interior del partido convocante. En este caso buscó conciliar a los distintos grupos conformados alrededor de los presidenciables. En otras palabras, trató de conciliar a las distintas facciones para evitar divisiones al interior de Morena.

En segundo lugar, los mítines buscan reafirmar la autoridad del presidente sobre el partido y la burocracia política. El evento en cuestión, buscó mostrar el liderazgo moral e ideológico de López Obrador sobre la militancia y los ciudadanos seguidores de la 4T, al defender el nacionalismo pese a las tendencias de la globalización que actualmente dominan los ámbitos políticos, económicos, culturales y tecnológicos.

En tercer lugar, señalan los autores referidos, que en los mítines se va construyendo la persona del nuevo presidente. No es casualidad que las únicas “corcholatas” que acompañaron al presidente en el templete fueron Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; con exclusión de Ricardo Monreal. Mandando así una señal del perfil que debe tener quien releve al ejecutivo federal.

En cuarto lugar, sirven para señalar el peso de cada persona dentro de su grupo político. Vemos en el evento que en el templete están, además de las “corcholatas”, sus colaboradores más cercanos como son Rocío Nahle, Octavio Romero, Luis Cresencio Sandoval, entre otros, indicando la relevancia que cada uno tiene dentro de las políticas lopezobradoristas.

Finalmente, estos eventos sirven para revitalizar los mitos nacionales a través de los discursos. El presidente habló una hora 10 minutos, para reafirmar el mito de Lázaro Cárdenas, señalando que, a diferencia de Francisco I. Madero, éste se apoyó en el pueblo. Además, destacando los tres puntos de la estrategia cardenista; la cual se basó en tres puntos; el reparto agrario; el apoyo a los obreros; y la expropiación petrolera, ubicando de esta manera a su gobierno dentro del ideario cardenista y reforzando la idea de que su gobierno cumple con las auténticas demandas del pueblo.

Los mítines del actual ejecutivo federal tienen la particularidad de que todos sus rasgos son de la cultura priista, que estuvo vigente hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, donde la forma era el fondo, y que en aquel entonces era lo más importante, pues todo giraba en torno a la figura presidencial, y no en lo que pensaba la mayoría. Así eran los mítines del pasado priista, en los que lo que más importaba eran las señales que daba el presidente.

Los estudios de opinión no eran relevantes, pues la realidad la definía el señor presidente, situación que podría ser realidad en 2024, cuando no importe lo que diga la mayoría de los mexicanos, sino lo que diga el señor de palacio nacional. ¿Usted que piensa estimado lector?