/ jueves 18 de enero de 2024

Sin Prudencia | Los tiempos de Lalo y Armenta

Podrá debatirse si es ético o moral, pero algo en lo que Morena les ha sacado ventaja a sus rivales es en el dominio de los tiempos preelectorales, así como en los procesos de definición de los que serán sus abanderados más importantes a la Presidencia de la República y gubernaturas.

En Puebla no fue la excepción y aunque se esperaban turbulencias en el partido en el poder, al final, la designación de Alejandro Armenta Mier como el virtual candidato caminó con tranquilidad en un proceso que le permitió hacer un despliegue propagandístico en el territorio poblano.

Mientras que, en el bando contrario, encabezado por el PAN, solo había un tirador y presumían que ello sería una fortaleza, pero el hecho de que Eduardo Rivera Pérez se mantuviera en el encargo de alcalde lo limitó a no hacer propaganda fuera de la capital.

Aunque el 16 de octubre pasado, Armenta anunció que solicitaría licencia para separarse del cargo con el fin de ir con todo por la nominación de su partido y retar a Rivera Pérez a hacer lo mismo, lo cierto es que su intención de dejar su curul para “ser congruente con la ciudadanía” no se concretó para los tiempos que pretendía y solo se tradujo en que se separó del encargo del 25 de diciembre al 3 de enero durante esa efímera y desapercibida época de precampaña.

Lo que en apariencia suponía una licencia definitiva en el cargo quedó en algo de cuando mucho 15 días, pues el 8 de enero se reincorporó al Senado. Con ello, sus reflectores como senador y aparición en eventos públicos, como el de la inauguración del Centro de Innovación e Integración de Tecnologías Avanzadas, se reactivan sin que legalmente incurra en algún delito.

Insisto, otro asunto es si moral o éticamente es válida la argucia para ganar ventaja propagandística sobre sus adversarios. Y es ahí donde los integrantes del bloque opositor (PAN-PRI-PRD-PSI) intentan ganar atención al acusar que se violó el piso parejo prometido por el gobierno de Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

En su estrategia Rivera Pérez decidió separarse del cargo de alcalde de Puebla, desde el pasado 21 de diciembre, cuando, de haber querido pudo haberlo hecho hasta antes del 3 de marzo, y con ello seguir gozando de la proyección de su encargo municipal. En una de esas, de seguir, hubiera sido invitado al informe de Gabriela Bonilla, como ocurrió como con su sucesor Adán Domínguez Sánchez.

De manera particular, me parece que el panista necesitaba su licencia para recuperar tiempo en cuanto a la organizar estructuras, recorrer el territorio y sostener acuerdos con liderazgos locales para apuntalar su candidatura, cosa que no pudo hacer como alcalde, por temor a ser señalado de realizar actos anticipados de campaña o de valerse del cargo para ello.

Pero por desgracia y como es sabido, en una elección no gana el que más limpio juega, sino el que aprovecha de mejor manera y a su favor las circunstancias.

Tendrá mejores posibilidades el que trabaje mejor la percepción de los votantes: el que desalienta a los adversarios a salir a votar por el supuesto de que ya no hay nada que hacer o el que inspira a sus seguidores con el sí se puede.

Y por supuesto el dinero en campaña y las estructuras para movilizar más gente el día de las votaciones.

***

Recuerda al exconsejero del Instituto Electoral del Estado (IEE) Juan Pablo Mirón Tomé, ese que declaró al final de su encargo en 2021 que se iba con la frente el alto y que consideraba que recibía acusaciones en su contra por temas políticos.

Una fuente me asegura que pronto saldrá información que no lo dejará muy bien parado, ya que al pasar por el encargo electoral se habría hecho jugosas dádivas, productos de moches en contratos realizados con el órgano comicial.

Dicen que sus tajadas eran del 30 por ciento y que hay comprobantes de cada una de las “aportaciones” que le llegaron a este exfuncionario electoral.

Hasta la próxima.

Podrá debatirse si es ético o moral, pero algo en lo que Morena les ha sacado ventaja a sus rivales es en el dominio de los tiempos preelectorales, así como en los procesos de definición de los que serán sus abanderados más importantes a la Presidencia de la República y gubernaturas.

En Puebla no fue la excepción y aunque se esperaban turbulencias en el partido en el poder, al final, la designación de Alejandro Armenta Mier como el virtual candidato caminó con tranquilidad en un proceso que le permitió hacer un despliegue propagandístico en el territorio poblano.

Mientras que, en el bando contrario, encabezado por el PAN, solo había un tirador y presumían que ello sería una fortaleza, pero el hecho de que Eduardo Rivera Pérez se mantuviera en el encargo de alcalde lo limitó a no hacer propaganda fuera de la capital.

Aunque el 16 de octubre pasado, Armenta anunció que solicitaría licencia para separarse del cargo con el fin de ir con todo por la nominación de su partido y retar a Rivera Pérez a hacer lo mismo, lo cierto es que su intención de dejar su curul para “ser congruente con la ciudadanía” no se concretó para los tiempos que pretendía y solo se tradujo en que se separó del encargo del 25 de diciembre al 3 de enero durante esa efímera y desapercibida época de precampaña.

Lo que en apariencia suponía una licencia definitiva en el cargo quedó en algo de cuando mucho 15 días, pues el 8 de enero se reincorporó al Senado. Con ello, sus reflectores como senador y aparición en eventos públicos, como el de la inauguración del Centro de Innovación e Integración de Tecnologías Avanzadas, se reactivan sin que legalmente incurra en algún delito.

Insisto, otro asunto es si moral o éticamente es válida la argucia para ganar ventaja propagandística sobre sus adversarios. Y es ahí donde los integrantes del bloque opositor (PAN-PRI-PRD-PSI) intentan ganar atención al acusar que se violó el piso parejo prometido por el gobierno de Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

En su estrategia Rivera Pérez decidió separarse del cargo de alcalde de Puebla, desde el pasado 21 de diciembre, cuando, de haber querido pudo haberlo hecho hasta antes del 3 de marzo, y con ello seguir gozando de la proyección de su encargo municipal. En una de esas, de seguir, hubiera sido invitado al informe de Gabriela Bonilla, como ocurrió como con su sucesor Adán Domínguez Sánchez.

De manera particular, me parece que el panista necesitaba su licencia para recuperar tiempo en cuanto a la organizar estructuras, recorrer el territorio y sostener acuerdos con liderazgos locales para apuntalar su candidatura, cosa que no pudo hacer como alcalde, por temor a ser señalado de realizar actos anticipados de campaña o de valerse del cargo para ello.

Pero por desgracia y como es sabido, en una elección no gana el que más limpio juega, sino el que aprovecha de mejor manera y a su favor las circunstancias.

Tendrá mejores posibilidades el que trabaje mejor la percepción de los votantes: el que desalienta a los adversarios a salir a votar por el supuesto de que ya no hay nada que hacer o el que inspira a sus seguidores con el sí se puede.

Y por supuesto el dinero en campaña y las estructuras para movilizar más gente el día de las votaciones.

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Recuerda al exconsejero del Instituto Electoral del Estado (IEE) Juan Pablo Mirón Tomé, ese que declaró al final de su encargo en 2021 que se iba con la frente el alto y que consideraba que recibía acusaciones en su contra por temas políticos.

Una fuente me asegura que pronto saldrá información que no lo dejará muy bien parado, ya que al pasar por el encargo electoral se habría hecho jugosas dádivas, productos de moches en contratos realizados con el órgano comicial.

Dicen que sus tajadas eran del 30 por ciento y que hay comprobantes de cada una de las “aportaciones” que le llegaron a este exfuncionario electoral.

Hasta la próxima.