/ domingo 8 de diciembre de 2019

Tarde o temprano, todo lo que sube…

“El hombre es libre en el momento que desea serlo.”

Voltaire


Me he preguntado si los gobernantes y filósofos de los sistemas de gobierno antiguos hubieran tenido la certeza de que sus sistemas fenecerían para alzarse otros diferentes, como forma de dominio socio-político-económico-cultural, hubieran modificado sus procedimientos; tomando en cuenta que en sus respectivos momentos (los monarcas, emperadores, califas) defendían a ultranza sus regímenes.

Posturas que por lo mismo fueron revirtiéndose y contribuyeron a sus desapariciones pese a durar siglos, como el caso de los imperios Persa, Romano, Árabe, Mongol, Britático, Ruso; también los imperios Inca, Maya y Azteca.

Todos fueron imperios fuertes, muy poderosos, pero desaparecieron; aunque todos hicieron aportes e inventos importantes que hoy nos permiten vivir como vivimos. Con todo lo bueno y lo malo que pudieran ser unos y otros, hoy somos fruto de aquellos.

En general podemos decir que los imperios no cayeron por las capacidades intelectivas y creativas con la que lograron progresar esas civilizaciones, pero sí fueron víctimas de su propia mezquindad humana por el poder, el mal trato, los desencantos; tal que provocaron las crisis políticas y las guerras por el dominio para sostenerse y preservar los privilegios de las familias.

En todos los sistemas se dio semejante: el egoísmo; mismo que desencadenó en otros factores que llevaron los sistemas a desaparecer. Las particularidades claro que existen, pero en general fue ese egoísmo y avaria por el poder derivado en malos tratos, esclavitud, sometimiento, abusos, estancamiento (iniquidad, hambre, insalubridad, corrupción) que acabó los sistemas.

En cada era histórica, los desgastes de las fuerzas políticas se fueron debilitando por su propia inersia. De ahí que quienes iniciaban los movimientos reaccionarios eran quienes estaban más cerca del poder. Cabe mencionar, por ejmplo, que en el caso del Imperio Romano la Iglesia Católica jugó un papel importante en el campo de las ideas y las traiciones.

No hay que olvidar que los imperados -en su generalidad- eran ignorantes en cuanto que no tenían acceso a la ilustración. Ser inteligente podría ser peligroso sino se era prudente. De hecho -aún- una forma de controlar el poder es a través de la ignorancia; puesto que un pueblo educado podría ser un peligro para los gobernantes del sub-desarrollo; para ellos, es mejor ignaros o mala educación.

Decía Simón Bolivar: “A la sombra de la ignorancia trabaja el crimen.” De manera que, el pueblo está en permanente estado de alerta para lo que se ofrezca. Lo digo con ironía. Más bien así se le tiene pensado, para el acarreo. Hasta que de pronto -en su cansancio- toma la sartén por el mango dando el vuelco político-social.

Pero luego, quienes lideran esculpen todo a cabalidad para su conveniencia y, otra vez, por mucho que se demore el sistema, cae; porque poco a poco se van tejiendo giros relevantes hasta lograr nuevos mecanismos de poder económico y político.

Es en esta parte donde el pensamiento ideológico, desde la Revolución Industrial (1740-1860) ha venido trabajando. Por lo que le es toral enquistarse en los gobiernos por las vías que sean. Aunque cada uno dice proponer lo mejor para el mayor aprovechamiento posible de la humanidad.

Sin embargo, las luchas no cesan, por el contrario se incitan; como he dicho en otras ocasiones, sea por la vía convencional o por la ruta silenciosa con las nuevas tecnologías mediante mecanismos de información a través de los diferentes medios de “comunicación social”. ¿Le suena?


*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; Twitter: @jdelrsf