Muchas personas toman sus teléfonos antes de dormir, ya sea para leer algún libro digital, preparar sus alarmas, revisar sus últimos mensajes o simplemente echarle un vistazo a las redes sociales, pero te has cuestionado si el modo nocturno de tu celular en verdad cumple su función de proteger tu descanso o por el contrario el daño persiste.
El objetivo de esta función es convertir la temperatura de color de la pantalla azul en un amarillo tenue, con la finalidad de que la luz del dispositivo no altere los patrones de sueño, aunque una investigación de la Universidad de Manchester, publicada en la revista Current Biology, arrojó que esto tiene un efecto contrario al esperado.
¿QUÉ ARROJÓ ESTA INVESTIGACIÓN SOBRE LA LUZ AMARILLA DE LOS CELULARES?
Los trabajos realizados por el doctor Tim Brown y su equipo, requirieron de un grupo de ratones y partieron de la idea que surgió hace más de dos décadas, de que la luz azulada perturba la conciliación del sueño, esto a causa de la melanopsina, que es una proteína que se encuentra en células ganglionares fotosensibles de la retina.
Esta sustancia tiene la tarea de detectar el brillo debido a que es sensible a la luz con longitudes de onda corta y se creía que se veía más afectado que le afectaba más la luz azulada, pues los conos también tienen un papel importante en los patrones de sueño, pero el reciente estudio arrojó que esto es completamente opuesto.
Lo que genera estas afectaciones es el nivel de luminosidad de la pantalla y no el tono, por lo que si ambos tonos se encuentran en el mismo nivel de luminosidad, la luz amarillenta resulta más nociva para el sueño, pues de manera natural, el día se encuentra rodeado de luz cálida o amarilla, en tanto que por la noche predomina el azul.
Para poder llegar a estas conclusiones se estableció un entorno de alojamiento que proporcionaba iluminación superior difusa a partir de fuentes de diodos emisores de luz (LED) controlables de forma independiente, utilizando primero el enfoque que evaluaba el impacto del color en el período circadiano bajo iluminación constante que posteriormente incluyó intensidades.
Cabe señalar que, en un determinado momento del experimento, también de moduló la luz natural del entorno, a fin de saber si esta también influye en el proceso en mayor o menor medida en comparación con la de los dispositivos electrónicos.
Por ahora las pruebas solo se han hecho con ratones, pero el doctor Brown y su equipo esperan que estas pruebas pronto sean aplicables en humanos, pues afirman que aún hay mucho por investigar para llegar a un resultado contundente.
