/ jueves 12 de octubre de 2023

Café impulsa y empodera a las mujeres del municipio de Tlaxco

Las mujeres de este municipio se han rehusado a abandonar los predios y dejar de sembrar, ya que buscan continuar con el legado de sus ancestros

La cosecha y venta de café se ha convertido en el camino para el empoderamiento de las mujeres en el municipio de Tlaxco, Puebla. Aquí una taza de esta bebida no significa una cosa menor, pues representa el esfuerzo que han realizado para sobresalir en un trabajo que antes era encabezado solo por hombres y que hoy buscan sea liderado por el género femenino.

A cuatro horas y media de la capital poblana se encuentra esta comunidad que colinda con los estados de Veracruz e Hidalgo, lo que a decir de los casi 2 mil productores ha servido para que el café que se siembra tenga un sabor excepcional debido al clima. Por ello es que las mujeres del municipio se han rehusado a abandonar los predios y dejar de sembrar, ya que, aseguran, continuarán con el legado de sus ancestros.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Rural, en Puebla hay 54 municipios que se dedican a la producción de café, lo que ha llevado a que la entidad ocupe el tercer lugar a nivel nacional en superficie sembrada y el primer lugar en generación de recursos económicos en el país.

Tlaxco es una de las demarcaciones incluidas en ese conjunto privilegiado debido a que aquí se plantan 2 mil 040.5 hectáreas y se generan 45 millones 546 mil pesos al año por la venta del grano.

Migración y decesos de familiares acercaron a las mujeres al café

En entrevista con El Sol de Puebla, Beatriz Hernández Escárcega, integrante de la Alianza de Mujeres en Café, Capítulo México, y productora en el municipio de Tlaxco, comenta que este sitio no solo se distingue por la calidez de las personas, sino por el café que ahí se cosecha, al que han buscado impulsar y darle el valor que se merece luego de que en algunos casos los predios quedaron abandonados por familiares que fallecieron o emigraron al extranjero en busca de “una vida mejor”.

A propósito del Día Mundial del Café, que se celebró el pasado 1 de octubre, platica que durante décadas se había visto que los padres de familia se dedicaban a la caficultura, pero en los últimos años hay quienes prefieren buscar un empleo en otro país, principalmente Estados Unidos, en el tengan un salario estable, puesto que las ganancias en el campo no siempre son buenas.

Por lo anterior es que hay mujeres que actualmente cultivan, procesan y comercializan el café, lo que considera es una manera de empoderamiento, pues con el apoyo suficiente podrán darle una mejor calidad de vida a sus familias.

“Cuando las mujeres cultivamos, cosechamos, procesamos y comercializamos nuestro café y recibimos el ingreso del mismo, se impacta inmediatamente en la calidad de vida de nuestras familias. Siempre pensamos en el bienestar familiar, en la educación de nuestros hijos, en la salud de cada integrante de nuestra familia”, resalta.

Beatriz añade que con este cambio se ayuda a disminuir los índices de pobreza, pues si las mujeres sobresalen, las comunidades también pueden hacerlo.

Desde pequeña creció con la caficultura, por lo que al terminar sus estudios universitarios se integró de lleno en esta actividad y así visitar diferentes comunidades como Pahuatlán, Tlacuilotepec y Tlaxco para llevar el grano a Xicotepec y venderlo.

En 2017 la invitaron a integrarse a la Alianza de Mujeres en Café, Capítulo México, a fin de aportar experiencia sobre el tema y animar a las mujeres para no solo estar detrás del proceso de producción y venta, sino al frente. Para esto ha gestionado talleres que han coadyuvado en el emprendimiento.

Tras ver que mujeres viudas o madres solteras pudieron ayudarse con la marca de café “Yali” ahora invitan a que más féminas se sumen. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Marca de café hecha por mujeres

En ese sentido, Beatriz y otras 16 mujeres crearon la marca “Yali”, con la que buscan tener una caficultura justa, incluyente y solidaria. Doce integrantes se dedican a la cosecha, una al tostado y tres a la venta.

Con este proyecto han logrado que su café llegue a otros municipios y estados de la República Mexicana y como un primer avance que los kilos tengan un precio justo, que va de los 200 pesos en adelante, pues no son transgénicos.

Tras ver que mujeres viudas o madres solteras pudieron ayudarse con la marca de café “Yali” ahora invitan a que más féminas se sumen, pues considera que si el número de integrantes crece, la marca podrá ir al alza.

“Estamos trabajando 16 mujeres en el desarrollo de nuestra organización, ya que la política pública actualmente es de apoyos directamente a las productoras y el desafío ahora es trabajar en la promoción de nuestra marca para lograr que más mujeres se integren con nosotras por las características de nuestra región y porque se requiere aún más de un acompañamiento”, puntualiza.

Las mujeres lideres de las cosechas de la mujer enfrentan problemas como el que las minimicen como productoras y se le cierren algunas puertas para negociar. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Machismo, un obstáculo a vencer

Durante el trayecto para ser productoras, las mujeres se han enfrentado al machismo y la desconfianza de los hombres, pues hay quienes piensan que por ser del sexo contrario no podrán realizar tareas del campo o desconfían del sabor de su café.

Oliva Franco Tolentino, quien desde hace poco más de cinco años se dedica a la siembra de café, ha recibido comentarios negativos sobre su trabajo, pues ella sustituyó a su padre luego de que falleció. Aunque desde niña ya conocía este trabajo, quienes la vieron ser la cabeza del negocio la criticaron.

Por amor y como su única fuente de ingresos, decidió continuar con el legado de su progenitor y fue que se aventuró a la siembra. Al tener cosechas las vende al mejor postor, siempre y cuando los compradores sean de empresas nacionales.

“Cuando él murió (su papá) yo empecé a trabajar lo del café, hasta ahorita ahí la llevo poco a poco. Hay muchas personas que conocen más del café y piensan que una como mujer no puede aprender, pero eso es mentira porque a lo mejor no al cien por ciento lo sabemos trabajar, pero vamos aprendiendo”, refiere.

A la fecha ha tenido que lidiar con quienes la minimizan por ser productora y se le han cerrado algunas puertas para negociar, sin embargo, no se desanimó, por lo que ahora vende su producto a Agroindustrias Unidas de México (AMSA), donde, asegura, le pagan un mejor precio.

Las productoras piden que las autoridades estatales pongan una tabla de precios, en la que se valore el proceso de cosecha. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Falta valorar el café

Oliva Franco expone que la falta del valor al café es algo que se suma a las dificultades que atraviesan, pues a veces no reciben ganancias o si las hay son mínimas, mientras que, en algunos meses, los ingresos suben tanto que les alcanza para invertir en más cultivos. Al no haber un rango de precios que sean adecuados, la gente se desanima y abandona el campo.

“Se emocionan cuando el café sube y quieren sembrar todos. Yo no, valga o no valga, no me bajo, yo le sigo. Me han llegado a pagar 32 pesos como mínimo, pero en alguna ocasión hasta 72 pesos por kilo, lo que fue impresionante, pues me ayudó mucho”, externa.

Agrega que cuando no cuentan con la ayuda suficiente para cuidar de los cafetales, contratan jornaleros, como en su caso, que al ser la única que atiende sus cultivos no se da abasto y paga para que la ayuden a desyerbar y cortar los frutos, pero hay momentos en los que desembolsa más de lo que recibe.

Pone como ejemplo el hecho de que le compran en 35 pesos el kilo de café sin tostar y un trabajador pide 250 pesos por día, lo que se vuelve poco redituable. Si bien menciona que hay quienes tienen apoyos del gobierno del estado, ella no es una de las beneficiarias, por lo que lo que recibe de recursos por la venta de la cosecha debe servir para el pago de empleados, gastos familiares y la inversión para más siembra.

La mujer entrevistada pide que las autoridades estatales pongan una tabla de precios, en la que se valore el proceso de cosecha, pero también los nutrientes que tiene el grano para que no haya cabida a malbaratar el producto.

Al igual que ella, Lauriana Morales Mendoza, caficultora, menciona que le ha costado abrirse paso sola en el mercado del café, pues el clima ha ido cambiando debido a la contaminación ambiental, incluso este año la sequía le arrebató por lo menos la mitad de su cosecha, lo que le redujo sus ingresos.

“La sequía nos afectó y mucho, si antes sacábamos seis toneladas ahora son tres; la verdad nos las vimos negras y comprar pipas de agua no sale, no nos alcanzaría con lo que se vende”, argumenta.

Detalla que este 2023 el calor fue diferente, pues casi no llovió y las temperaturas se elevaron, lo que secó la tierra. Sin embargo, para que el café pueda tener frutos necesita de ambos factores. Menciona que en años pasados ya había notado algo parecido, pero no de tal magnitud.

Agrega que otra dificultad es vender en la zona, pues aunque le compran varios kilos a la semana, no se comercializa como pasa en la ciudad de Puebla o en otro estado del país. Por ello es que su marido viaja a la Ciudad de México de vez en cuando para dar a conocer su producto. Afortunadamente, ella sí fue beneficiaria de un tostador, lo que la ha apoyado en no desviar los recursos que ingresa por su trabajo.

Se necesitan apoyos del gobierno

Otra de las productoras es Lucila Fuentes Sánchez, quien urge a que los gobiernos federal y estatal lleven un censo sobre quiénes necesitan apoyos para la siembra, el tostado y la venta del café, así como verifiquen que realmente los aprovechen, ya que aunque ella se ha inscrito en varias ocasiones al programa “Sembrando Vida”, no ha recibido ayuda.

Precisa que no es la única, pues tiene varias conocidas que son madres solteras o no cuentan con muchos recursos para poder adquirir por cuenta propia las herramientas necesarias; pero pese a ello no han sido favorecidas.

La falta de fumigaciones o productos para evitar plagas como la roya son los que de igual manera hacen falta, puesto que ahora una planta dura aproximadamente tres años, mientras que antes su vida era de ocho años en adelante. Las enfermedades son las que las desgastan y por ello rinden menos.

“Antes no escuchábamos de muchas enfermedades que pueden pegarle al café, más bien nos platicaron que al renovar nos iba a ir mejor; hace unos años fue rentable, pero ahora ya no lo es porque hay muchas plagas. La planta se tiene que renovar cada tres años, se acaba muy rápido”, indica.

El 10 por ciento ha dejado de cosechar café

Debido a la intermitencia de los costos del café y las dificultades para producirlo, alrededor del 10 por ciento de las personas que antes eran productores dejaron de sembrar esta semilla, revela por separado el regidor de Desarrollo Rural del ayuntamiento de Tlaxco, Raúl Franco López, quien afirma que se dedican a otras actividades, que consideran tienen mejor paga.

Franco declara que hay mujeres que empezaron a abrirse puertas en este ámbito, pero al no ver ingresos desertaron y ahora se dedican al bordado de camisas, mientras que los hombres van a trabajar como obreros o cultivan otra cosa.

“Ya no se dedican al café, sino a otra cosa, a la costura, el bordado, y los demás a otros empleos. Ya no todos quieren sembrar por las complicaciones del café, pero estamos incentivando a que no lo dejen”, subraya.

Aunque han buscado que desde el ayuntamiento se entreguen más recursos, para el campo, no se ha logrado de la forma que esperan los ciudadanos, por eso buscan generar conciencia entre los pobladores para que no abandonen el campo y sigan con esta labor que caracteriza a Tlaxco y que hoy tiene en las mujeres uno de sus principales pilares.


La cosecha y venta de café se ha convertido en el camino para el empoderamiento de las mujeres en el municipio de Tlaxco, Puebla. Aquí una taza de esta bebida no significa una cosa menor, pues representa el esfuerzo que han realizado para sobresalir en un trabajo que antes era encabezado solo por hombres y que hoy buscan sea liderado por el género femenino.

A cuatro horas y media de la capital poblana se encuentra esta comunidad que colinda con los estados de Veracruz e Hidalgo, lo que a decir de los casi 2 mil productores ha servido para que el café que se siembra tenga un sabor excepcional debido al clima. Por ello es que las mujeres del municipio se han rehusado a abandonar los predios y dejar de sembrar, ya que, aseguran, continuarán con el legado de sus ancestros.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Rural, en Puebla hay 54 municipios que se dedican a la producción de café, lo que ha llevado a que la entidad ocupe el tercer lugar a nivel nacional en superficie sembrada y el primer lugar en generación de recursos económicos en el país.

Tlaxco es una de las demarcaciones incluidas en ese conjunto privilegiado debido a que aquí se plantan 2 mil 040.5 hectáreas y se generan 45 millones 546 mil pesos al año por la venta del grano.

Migración y decesos de familiares acercaron a las mujeres al café

En entrevista con El Sol de Puebla, Beatriz Hernández Escárcega, integrante de la Alianza de Mujeres en Café, Capítulo México, y productora en el municipio de Tlaxco, comenta que este sitio no solo se distingue por la calidez de las personas, sino por el café que ahí se cosecha, al que han buscado impulsar y darle el valor que se merece luego de que en algunos casos los predios quedaron abandonados por familiares que fallecieron o emigraron al extranjero en busca de “una vida mejor”.

A propósito del Día Mundial del Café, que se celebró el pasado 1 de octubre, platica que durante décadas se había visto que los padres de familia se dedicaban a la caficultura, pero en los últimos años hay quienes prefieren buscar un empleo en otro país, principalmente Estados Unidos, en el tengan un salario estable, puesto que las ganancias en el campo no siempre son buenas.

Por lo anterior es que hay mujeres que actualmente cultivan, procesan y comercializan el café, lo que considera es una manera de empoderamiento, pues con el apoyo suficiente podrán darle una mejor calidad de vida a sus familias.

“Cuando las mujeres cultivamos, cosechamos, procesamos y comercializamos nuestro café y recibimos el ingreso del mismo, se impacta inmediatamente en la calidad de vida de nuestras familias. Siempre pensamos en el bienestar familiar, en la educación de nuestros hijos, en la salud de cada integrante de nuestra familia”, resalta.

Beatriz añade que con este cambio se ayuda a disminuir los índices de pobreza, pues si las mujeres sobresalen, las comunidades también pueden hacerlo.

Desde pequeña creció con la caficultura, por lo que al terminar sus estudios universitarios se integró de lleno en esta actividad y así visitar diferentes comunidades como Pahuatlán, Tlacuilotepec y Tlaxco para llevar el grano a Xicotepec y venderlo.

En 2017 la invitaron a integrarse a la Alianza de Mujeres en Café, Capítulo México, a fin de aportar experiencia sobre el tema y animar a las mujeres para no solo estar detrás del proceso de producción y venta, sino al frente. Para esto ha gestionado talleres que han coadyuvado en el emprendimiento.

Tras ver que mujeres viudas o madres solteras pudieron ayudarse con la marca de café “Yali” ahora invitan a que más féminas se sumen. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Marca de café hecha por mujeres

En ese sentido, Beatriz y otras 16 mujeres crearon la marca “Yali”, con la que buscan tener una caficultura justa, incluyente y solidaria. Doce integrantes se dedican a la cosecha, una al tostado y tres a la venta.

Con este proyecto han logrado que su café llegue a otros municipios y estados de la República Mexicana y como un primer avance que los kilos tengan un precio justo, que va de los 200 pesos en adelante, pues no son transgénicos.

Tras ver que mujeres viudas o madres solteras pudieron ayudarse con la marca de café “Yali” ahora invitan a que más féminas se sumen, pues considera que si el número de integrantes crece, la marca podrá ir al alza.

“Estamos trabajando 16 mujeres en el desarrollo de nuestra organización, ya que la política pública actualmente es de apoyos directamente a las productoras y el desafío ahora es trabajar en la promoción de nuestra marca para lograr que más mujeres se integren con nosotras por las características de nuestra región y porque se requiere aún más de un acompañamiento”, puntualiza.

Las mujeres lideres de las cosechas de la mujer enfrentan problemas como el que las minimicen como productoras y se le cierren algunas puertas para negociar. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Machismo, un obstáculo a vencer

Durante el trayecto para ser productoras, las mujeres se han enfrentado al machismo y la desconfianza de los hombres, pues hay quienes piensan que por ser del sexo contrario no podrán realizar tareas del campo o desconfían del sabor de su café.

Oliva Franco Tolentino, quien desde hace poco más de cinco años se dedica a la siembra de café, ha recibido comentarios negativos sobre su trabajo, pues ella sustituyó a su padre luego de que falleció. Aunque desde niña ya conocía este trabajo, quienes la vieron ser la cabeza del negocio la criticaron.

Por amor y como su única fuente de ingresos, decidió continuar con el legado de su progenitor y fue que se aventuró a la siembra. Al tener cosechas las vende al mejor postor, siempre y cuando los compradores sean de empresas nacionales.

“Cuando él murió (su papá) yo empecé a trabajar lo del café, hasta ahorita ahí la llevo poco a poco. Hay muchas personas que conocen más del café y piensan que una como mujer no puede aprender, pero eso es mentira porque a lo mejor no al cien por ciento lo sabemos trabajar, pero vamos aprendiendo”, refiere.

A la fecha ha tenido que lidiar con quienes la minimizan por ser productora y se le han cerrado algunas puertas para negociar, sin embargo, no se desanimó, por lo que ahora vende su producto a Agroindustrias Unidas de México (AMSA), donde, asegura, le pagan un mejor precio.

Las productoras piden que las autoridades estatales pongan una tabla de precios, en la que se valore el proceso de cosecha. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Falta valorar el café

Oliva Franco expone que la falta del valor al café es algo que se suma a las dificultades que atraviesan, pues a veces no reciben ganancias o si las hay son mínimas, mientras que, en algunos meses, los ingresos suben tanto que les alcanza para invertir en más cultivos. Al no haber un rango de precios que sean adecuados, la gente se desanima y abandona el campo.

“Se emocionan cuando el café sube y quieren sembrar todos. Yo no, valga o no valga, no me bajo, yo le sigo. Me han llegado a pagar 32 pesos como mínimo, pero en alguna ocasión hasta 72 pesos por kilo, lo que fue impresionante, pues me ayudó mucho”, externa.

Agrega que cuando no cuentan con la ayuda suficiente para cuidar de los cafetales, contratan jornaleros, como en su caso, que al ser la única que atiende sus cultivos no se da abasto y paga para que la ayuden a desyerbar y cortar los frutos, pero hay momentos en los que desembolsa más de lo que recibe.

Pone como ejemplo el hecho de que le compran en 35 pesos el kilo de café sin tostar y un trabajador pide 250 pesos por día, lo que se vuelve poco redituable. Si bien menciona que hay quienes tienen apoyos del gobierno del estado, ella no es una de las beneficiarias, por lo que lo que recibe de recursos por la venta de la cosecha debe servir para el pago de empleados, gastos familiares y la inversión para más siembra.

La mujer entrevistada pide que las autoridades estatales pongan una tabla de precios, en la que se valore el proceso de cosecha, pero también los nutrientes que tiene el grano para que no haya cabida a malbaratar el producto.

Al igual que ella, Lauriana Morales Mendoza, caficultora, menciona que le ha costado abrirse paso sola en el mercado del café, pues el clima ha ido cambiando debido a la contaminación ambiental, incluso este año la sequía le arrebató por lo menos la mitad de su cosecha, lo que le redujo sus ingresos.

“La sequía nos afectó y mucho, si antes sacábamos seis toneladas ahora son tres; la verdad nos las vimos negras y comprar pipas de agua no sale, no nos alcanzaría con lo que se vende”, argumenta.

Detalla que este 2023 el calor fue diferente, pues casi no llovió y las temperaturas se elevaron, lo que secó la tierra. Sin embargo, para que el café pueda tener frutos necesita de ambos factores. Menciona que en años pasados ya había notado algo parecido, pero no de tal magnitud.

Agrega que otra dificultad es vender en la zona, pues aunque le compran varios kilos a la semana, no se comercializa como pasa en la ciudad de Puebla o en otro estado del país. Por ello es que su marido viaja a la Ciudad de México de vez en cuando para dar a conocer su producto. Afortunadamente, ella sí fue beneficiaria de un tostador, lo que la ha apoyado en no desviar los recursos que ingresa por su trabajo.

Se necesitan apoyos del gobierno

Otra de las productoras es Lucila Fuentes Sánchez, quien urge a que los gobiernos federal y estatal lleven un censo sobre quiénes necesitan apoyos para la siembra, el tostado y la venta del café, así como verifiquen que realmente los aprovechen, ya que aunque ella se ha inscrito en varias ocasiones al programa “Sembrando Vida”, no ha recibido ayuda.

Precisa que no es la única, pues tiene varias conocidas que son madres solteras o no cuentan con muchos recursos para poder adquirir por cuenta propia las herramientas necesarias; pero pese a ello no han sido favorecidas.

La falta de fumigaciones o productos para evitar plagas como la roya son los que de igual manera hacen falta, puesto que ahora una planta dura aproximadamente tres años, mientras que antes su vida era de ocho años en adelante. Las enfermedades son las que las desgastan y por ello rinden menos.

“Antes no escuchábamos de muchas enfermedades que pueden pegarle al café, más bien nos platicaron que al renovar nos iba a ir mejor; hace unos años fue rentable, pero ahora ya no lo es porque hay muchas plagas. La planta se tiene que renovar cada tres años, se acaba muy rápido”, indica.

El 10 por ciento ha dejado de cosechar café

Debido a la intermitencia de los costos del café y las dificultades para producirlo, alrededor del 10 por ciento de las personas que antes eran productores dejaron de sembrar esta semilla, revela por separado el regidor de Desarrollo Rural del ayuntamiento de Tlaxco, Raúl Franco López, quien afirma que se dedican a otras actividades, que consideran tienen mejor paga.

Franco declara que hay mujeres que empezaron a abrirse puertas en este ámbito, pero al no ver ingresos desertaron y ahora se dedican al bordado de camisas, mientras que los hombres van a trabajar como obreros o cultivan otra cosa.

“Ya no se dedican al café, sino a otra cosa, a la costura, el bordado, y los demás a otros empleos. Ya no todos quieren sembrar por las complicaciones del café, pero estamos incentivando a que no lo dejen”, subraya.

Aunque han buscado que desde el ayuntamiento se entreguen más recursos, para el campo, no se ha logrado de la forma que esperan los ciudadanos, por eso buscan generar conciencia entre los pobladores para que no abandonen el campo y sigan con esta labor que caracteriza a Tlaxco y que hoy tiene en las mujeres uno de sus principales pilares.


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