/ martes 31 de julio de 2018

Cómo salvar al PRI

Si bien ha enfrentado situaciones de crisis extrema (la más severa tras el triunfo de Vicente Fox en el año 2000), el Partido Revolucionario Institucional está hoy sumido en el peor trance de su larga historia desde su fundación, hace casi 90 años.

En la elección del pasado 1 de julio el PRI perdió la presidencia y su candidato, José Antonio Meade, quedó en tercer lugar con poco más de nueve millones de votos ante el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, que obtuvo más de 30 millones. En el Congreso también fue desplazado, pues será minoría con 13 senadores de 128 y solo tendrá 44 diputados de 500.

Muy atrás quedaron los tiempos de la aplanadora tricolor.

Ante ese escenario catastrófico se habla ya de una refundación, incluso de un cambio de nombre ante el desgaste de la “marca”, que hasta hace poco era sinónimo de triunfo.

Pero mal empieza el supuesto proceso de renovación cuando de entrada se elige por el tradicional “dedazo” a la dirigente nacional, Claudia Ruiz Massieu, y luego, para fungir como próximos coordinadores parlamentarios, a Miguel Ángel Osorio Chong en el Senado, y a René Juárez Cisneros en la Cámara de Diputados.

Eso ocurre mientras dos grupos se disputan la carroña: César Augusto Santiago Ramírez ya formó la llamada Corriente Alternativa para “abrir un espacio en el PRI donde se recuperen los valores y principios originales”, mientras que el exgobernador oaxaqueño Ulises Ruiz encabeza por su lado una facción disidente, Democracia Interna, que por lo pronto ya desconoció a la dirigencia nacional.

¿Qué hacer ante la evidente involución?

He aquí algunas muy sugerentes líneas:

“Hoy y aquí debemos todos juntos iniciar una etapa en la vida del PRI. Una nueva etapa que debe caracterizarse por el aprovechamiento íntegro del impulso adquirido en el pasado para alcanzar nuevas metas y otear las exigencias del dinámico México de nuestros días”.

“Difícil por todos conceptos será esta nueva etapa, que por igual demanda sensibilidad, reflexión, estudio y acción ininterrumpida para conjugar el pensamiento que nos orienta con la realidad que debemos transformar, esto dentro de la legalidad y por la vía institucional. Contamos, sin embargo, con todo lo necesario para salir airosos en esta nueva etapa. Para aguijonearnos hagamos como si esta fuera nuestra última oportunidad para hacer todo lo que debemos hacer”.

“Las lecciones del pasado demuestran la facultad de nuestro partido para adaptarse a las variables condiciones del país y también para convertir estas en punto de partida para lograr condiciones nuevas”.

“Pacíficamente, fortaleciendo y depurando nuestras instituciones, podremos dominar, conjugando ideas, aquellas fuerzas que suicidamente creen que debilitando las instituciones nacionales, desprestigiándolas, pueden triunfar…”.

“Contamos con instituciones que en su vigencia, lejos de ser valladar para los cambios, los promueven. Defenderemos celosamente las instituciones nacionales, pues con ellas podemos cambiar cuanto sea necesario cambiar y conservar lo que debamos conservar. Con ellas, coincidiendo en lo fundamental -la subsistencia en la nación y la convivencia pacífica de los mexicanos-, cualquier ciudadano puede, mediante el convencimiento y la persuasión, pugnar por la sociedad que desee, por el futuro a que aspire. Coincidiendo en lo fundamental podemos discutir y hasta cuestionar todo lo demás y darle distintas opiniones a quien tiene que decidir: el pueblo. Con las instituciones, todo, incluso su cambio; contra ellas, nada”.

“Nuestra tarea fundamental es la actividad ideológica: desmantelar las fuerzas ideológicas de aquellos que se oponen al proceso revolucionario; vencer esas resistencias, no por intangibles menos fuertes; precisar y llevar a sus últimas consecuencias la concepción que nos guía y difundirla…”.

“Coloquio constante con todos, piensen como piensen… conquistar todas las trincheras ideológicas… aprovechar al máximo la fuerza de la política, que es, en el fondo, nuestra mayor fuerza; hagamos más, mucho más política y acabemos con la politiquería”.

“Hagamos, pues, política en todas partes: en el hogar, en el ejido, en la fábrica, en las escuelas, en los municipios, en los clubes y asociaciones; política en todas partes y a todas horas”.

“Tenemos mucho que hacer, pues perseguimos un enorme propósito: que nuestro partido sea el pueblo -revolucionario por antonomasia- unido y organizado. Para cumplir nuestras tareas todo nos podrá faltar, menos esperanzas. Estamos obligados a emprender numerosas acciones, pero con realismo, sin el enervante pesimismo ni el ingenuo optimismo. Con decisión, audacia y cautela, con un optimismo saludable, por realista, iniciamos una nueva etapa en la vida de nuestro partido”.

Hasta aquí la cita. El texto completo puede consultarse en el discurso pronunciado por Jesús Reyes Heroles al tomar posesión como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI… el 21 de febrero de 1972.


Si bien ha enfrentado situaciones de crisis extrema (la más severa tras el triunfo de Vicente Fox en el año 2000), el Partido Revolucionario Institucional está hoy sumido en el peor trance de su larga historia desde su fundación, hace casi 90 años.

En la elección del pasado 1 de julio el PRI perdió la presidencia y su candidato, José Antonio Meade, quedó en tercer lugar con poco más de nueve millones de votos ante el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, que obtuvo más de 30 millones. En el Congreso también fue desplazado, pues será minoría con 13 senadores de 128 y solo tendrá 44 diputados de 500.

Muy atrás quedaron los tiempos de la aplanadora tricolor.

Ante ese escenario catastrófico se habla ya de una refundación, incluso de un cambio de nombre ante el desgaste de la “marca”, que hasta hace poco era sinónimo de triunfo.

Pero mal empieza el supuesto proceso de renovación cuando de entrada se elige por el tradicional “dedazo” a la dirigente nacional, Claudia Ruiz Massieu, y luego, para fungir como próximos coordinadores parlamentarios, a Miguel Ángel Osorio Chong en el Senado, y a René Juárez Cisneros en la Cámara de Diputados.

Eso ocurre mientras dos grupos se disputan la carroña: César Augusto Santiago Ramírez ya formó la llamada Corriente Alternativa para “abrir un espacio en el PRI donde se recuperen los valores y principios originales”, mientras que el exgobernador oaxaqueño Ulises Ruiz encabeza por su lado una facción disidente, Democracia Interna, que por lo pronto ya desconoció a la dirigencia nacional.

¿Qué hacer ante la evidente involución?

He aquí algunas muy sugerentes líneas:

“Hoy y aquí debemos todos juntos iniciar una etapa en la vida del PRI. Una nueva etapa que debe caracterizarse por el aprovechamiento íntegro del impulso adquirido en el pasado para alcanzar nuevas metas y otear las exigencias del dinámico México de nuestros días”.

“Difícil por todos conceptos será esta nueva etapa, que por igual demanda sensibilidad, reflexión, estudio y acción ininterrumpida para conjugar el pensamiento que nos orienta con la realidad que debemos transformar, esto dentro de la legalidad y por la vía institucional. Contamos, sin embargo, con todo lo necesario para salir airosos en esta nueva etapa. Para aguijonearnos hagamos como si esta fuera nuestra última oportunidad para hacer todo lo que debemos hacer”.

“Las lecciones del pasado demuestran la facultad de nuestro partido para adaptarse a las variables condiciones del país y también para convertir estas en punto de partida para lograr condiciones nuevas”.

“Pacíficamente, fortaleciendo y depurando nuestras instituciones, podremos dominar, conjugando ideas, aquellas fuerzas que suicidamente creen que debilitando las instituciones nacionales, desprestigiándolas, pueden triunfar…”.

“Contamos con instituciones que en su vigencia, lejos de ser valladar para los cambios, los promueven. Defenderemos celosamente las instituciones nacionales, pues con ellas podemos cambiar cuanto sea necesario cambiar y conservar lo que debamos conservar. Con ellas, coincidiendo en lo fundamental -la subsistencia en la nación y la convivencia pacífica de los mexicanos-, cualquier ciudadano puede, mediante el convencimiento y la persuasión, pugnar por la sociedad que desee, por el futuro a que aspire. Coincidiendo en lo fundamental podemos discutir y hasta cuestionar todo lo demás y darle distintas opiniones a quien tiene que decidir: el pueblo. Con las instituciones, todo, incluso su cambio; contra ellas, nada”.

“Nuestra tarea fundamental es la actividad ideológica: desmantelar las fuerzas ideológicas de aquellos que se oponen al proceso revolucionario; vencer esas resistencias, no por intangibles menos fuertes; precisar y llevar a sus últimas consecuencias la concepción que nos guía y difundirla…”.

“Coloquio constante con todos, piensen como piensen… conquistar todas las trincheras ideológicas… aprovechar al máximo la fuerza de la política, que es, en el fondo, nuestra mayor fuerza; hagamos más, mucho más política y acabemos con la politiquería”.

“Hagamos, pues, política en todas partes: en el hogar, en el ejido, en la fábrica, en las escuelas, en los municipios, en los clubes y asociaciones; política en todas partes y a todas horas”.

“Tenemos mucho que hacer, pues perseguimos un enorme propósito: que nuestro partido sea el pueblo -revolucionario por antonomasia- unido y organizado. Para cumplir nuestras tareas todo nos podrá faltar, menos esperanzas. Estamos obligados a emprender numerosas acciones, pero con realismo, sin el enervante pesimismo ni el ingenuo optimismo. Con decisión, audacia y cautela, con un optimismo saludable, por realista, iniciamos una nueva etapa en la vida de nuestro partido”.

Hasta aquí la cita. El texto completo puede consultarse en el discurso pronunciado por Jesús Reyes Heroles al tomar posesión como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI… el 21 de febrero de 1972.