/ lunes 7 de septiembre de 2020

Democracia sin demócratas

"La democracia es el peor régimen de gobierno excepto por todos los otros”

Winston Churchill



Existe un consenso más o menos generalizado en el mundo occidental que considera a la democracia como la mejor forma de gobierno a la que podemos aspirar los ciudadanos, sin embargo, no por ello significa que sea perfecta, como toda creación humana.


Es así cómo somos testigos de las variantes de un mismo sistema democrático Presidencialista en diferentes latitudes como Chile, Argentina, El Salvador, Uruguay, Estados Unidos, Nicaragua o México, por mencionar algunos. Dependiendo de la cultura cívica de cada país, será la calidad de su democracia y la fortaleza de las instituciones que la cimentan.


Y es que la democracia no sólo es un sistema que se agota en lo político electoral, sino una forma de vida y organización que se extiende al ámbito social de cada país, es decir, no puede haber democracia sin demócratas.


Los 3 valores básicos de una democracia moderna son: libertad, igualdad y fraternidad, como en la Revolución Francesa, de donde se desarticulan otros valores específicos que le dan sentido a la cultura democrática moderna, como la legalidad, pluralismo, honestidad, tolerancia, responsabilidad, respeto, etc.

¿De qué depende la calidad de la democracia de un país? De la fortaleza de sus instituciones y los valores democráticos que las hacen posibles.

Según los sociólogos March y Olsen “Una institución es un conjunto relativamente permanente de normas y prácticas organizadas, incrustado en estructuras que son relativamente invariantes y resistentes a los cambios en los individuos”, es decir, las instituciones proveen de estabilidad en el tiempo y predictibilidad independientemente de la voluntad de las personas.

En el 2018 el índice de democracia (Democracy Index) que mide el rango de democracia en 167 países, México ocupaba el lugar número 71 en la categoría de democracia imperfecta, siendo el primer lugar Noruega como democracia plena y el último, en el lugar 167 Corea del Norte, como el país con el régimen más autoritario del mundo.


De acuerdo al Latinobarómetro 2018 en México aumentó el número de ciudadanos que se declaran “indiferentes” al tipo de régimen. En el 2010, 49% de mexicanos apoyaban la democracia y en el 2018 sólo el 38% que resulta en uno de los porcentajes más bajos en la región.

Se trata de un grupo cada vez más importante de ciudadanos que no se sienten representados por los partidos políticos y no consideran que sus demandas estén siendo escuchadas y resueltas, descalifican con facilidad a las instituciones democráticas y el estado de derecho. Lo que resulta tierra fértil para regímenes populistas como el que abanderan el actual Presidente y su partido.

Hoy el INE ciudadano, institución garante de las elecciones libres y baluarte de nuestra incipiente democracia mexicana, sufre otra crisis después del 2006 y paradójicamente, un Déjà vu con los mismos actores 14 años después. Los argumentos que en su momento utilizó el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, son parecidos a los que hoy utiliza el Ex Presidente Felipe Calderón.

¿Quién tiene la razón? Descalificar al árbitro cuando no te beneficia, es lo más recurrido en las elecciones y en los partidos de fútbol. Sin embargo, el respeto a la Constitución es fundamental, pero no suficiente. Se necesita del ejercicio de aquellos valores democráticos de respeto, confianza, tolerancia y pluralidad que de uno y otro lado deben prevalecer. Contrario a lo que una vez más, ya escuchamos del lado del Ex Presidente en redes sociales y del Presidente en un video grabado en tono de burla, más parecido a un pleito personal que a un tema de estado y respeto al INE como institución autónoma.

El derecho a disentir es válido. Ahora la decisión recae en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). La pregunta es: ¿Acatarán el resultado, cualquiera que sea, en los dos bandos? O una vez más escucharemos: ¡Fraude! ¡Voto por voto, casilla por casilla!

"La democracia es el peor régimen de gobierno excepto por todos los otros”

Winston Churchill



Existe un consenso más o menos generalizado en el mundo occidental que considera a la democracia como la mejor forma de gobierno a la que podemos aspirar los ciudadanos, sin embargo, no por ello significa que sea perfecta, como toda creación humana.


Es así cómo somos testigos de las variantes de un mismo sistema democrático Presidencialista en diferentes latitudes como Chile, Argentina, El Salvador, Uruguay, Estados Unidos, Nicaragua o México, por mencionar algunos. Dependiendo de la cultura cívica de cada país, será la calidad de su democracia y la fortaleza de las instituciones que la cimentan.


Y es que la democracia no sólo es un sistema que se agota en lo político electoral, sino una forma de vida y organización que se extiende al ámbito social de cada país, es decir, no puede haber democracia sin demócratas.


Los 3 valores básicos de una democracia moderna son: libertad, igualdad y fraternidad, como en la Revolución Francesa, de donde se desarticulan otros valores específicos que le dan sentido a la cultura democrática moderna, como la legalidad, pluralismo, honestidad, tolerancia, responsabilidad, respeto, etc.

¿De qué depende la calidad de la democracia de un país? De la fortaleza de sus instituciones y los valores democráticos que las hacen posibles.

Según los sociólogos March y Olsen “Una institución es un conjunto relativamente permanente de normas y prácticas organizadas, incrustado en estructuras que son relativamente invariantes y resistentes a los cambios en los individuos”, es decir, las instituciones proveen de estabilidad en el tiempo y predictibilidad independientemente de la voluntad de las personas.

En el 2018 el índice de democracia (Democracy Index) que mide el rango de democracia en 167 países, México ocupaba el lugar número 71 en la categoría de democracia imperfecta, siendo el primer lugar Noruega como democracia plena y el último, en el lugar 167 Corea del Norte, como el país con el régimen más autoritario del mundo.


De acuerdo al Latinobarómetro 2018 en México aumentó el número de ciudadanos que se declaran “indiferentes” al tipo de régimen. En el 2010, 49% de mexicanos apoyaban la democracia y en el 2018 sólo el 38% que resulta en uno de los porcentajes más bajos en la región.

Se trata de un grupo cada vez más importante de ciudadanos que no se sienten representados por los partidos políticos y no consideran que sus demandas estén siendo escuchadas y resueltas, descalifican con facilidad a las instituciones democráticas y el estado de derecho. Lo que resulta tierra fértil para regímenes populistas como el que abanderan el actual Presidente y su partido.

Hoy el INE ciudadano, institución garante de las elecciones libres y baluarte de nuestra incipiente democracia mexicana, sufre otra crisis después del 2006 y paradójicamente, un Déjà vu con los mismos actores 14 años después. Los argumentos que en su momento utilizó el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, son parecidos a los que hoy utiliza el Ex Presidente Felipe Calderón.

¿Quién tiene la razón? Descalificar al árbitro cuando no te beneficia, es lo más recurrido en las elecciones y en los partidos de fútbol. Sin embargo, el respeto a la Constitución es fundamental, pero no suficiente. Se necesita del ejercicio de aquellos valores democráticos de respeto, confianza, tolerancia y pluralidad que de uno y otro lado deben prevalecer. Contrario a lo que una vez más, ya escuchamos del lado del Ex Presidente en redes sociales y del Presidente en un video grabado en tono de burla, más parecido a un pleito personal que a un tema de estado y respeto al INE como institución autónoma.

El derecho a disentir es válido. Ahora la decisión recae en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). La pregunta es: ¿Acatarán el resultado, cualquiera que sea, en los dos bandos? O una vez más escucharemos: ¡Fraude! ¡Voto por voto, casilla por casilla!