/ sábado 30 de enero de 2021

Esta es la historia de El Parián, el primer mercado de Puebla | Los tiempos idos

Actualmente este sitio alberga a 112 locales, los cuales ofrecen desde artesanías locales hasta nacionales

El Parián existe desde la fundación de la ciudad, funcionó como un mercado que abasteció a los pobladores de la Puebla de los Ángeles por siglos, hasta que, en el centenario de la Batalla del 5 de Mayo, el alcalde de la ciudad decide remover a los comerciantes que vendían artesanía en el zócalo capitalino, a este sitio.

“El Parián es el primer mercado que hubo en Puebla, aquí llegaba toda la mercancía del sureste del país y de aquí se distribuía, era una especie de Central de Abasto”, asegura el historiador Jorge Eduardo Zamora Martínez, mejor conocido como el Barón Rojo.

Comenta que aquí se podían encontrar productos del mar provenientes de Veracruz, productos del campo y todo lo que se vende en un mercado tradicional que venía de diferentes partes del estado. Dice que también llegaba mucha jarcería de la que se producía en Tehuacán, donde en el siglo pasado y hasta la Revolución, llegó a tener un auge tan grande que lo característico de cada jarcería era que tenía su caja fuerte porque vendía mucho.

“Así lo fue hasta que se construyó la estación de ferrocarril del interoceánico y del ferrocarril mexicano en la 11 norte, entonces fue cuando la actividad comercial se pasó a ese lado de la ciudad”, señala.

Zamora refiere que, antes de que este mercado fuera de artesanías, los vendedores estaban ubicados en el zócalo, en cado uno de los pilares de los portales había una especie de vitrinas o cajones que se desplegaban para ofrecer joyas, textiles y los dulces típicos de Puebla.

“Para finales de los años 50, el ayuntamiento tomó la decisión de retirar todas las vitrinas porque el espacio era insuficiente. Entonces los manda acá a la zona del Parián y aquí los pocos comerciantes del mercado que quedaban, cambian su giro a la artesanía”, señala.

En esta parte de la ciudad, la actividad turística surge desde el templo de San Roque (Juan de Palafox y Mendoza) hasta el Teatro Principal (8 oriente esquina 6 norte), asegura Zamora, quien dice que aquí se establece la Central de Autobuses de Oriente que permanece hasta el año 86, cuando se construye la Central de Autobuses de Puebla, CAPU.

“El diseño arquitectónico permaneció, fueron los mismos dos pasillos de locales con estilo colonial de marquesina abovedada en dos filas de cuartos. Cuando ya eran mercado de artesanías se construyen los locales de la calle y algunos comerciantes se pasan para allá, pero esos ya son nuevos”, concluye el historiador.

EL COMERCIO A TRAVÉS DE LOS AÑOS

Con 58 años de edad, Carmen Márquez recuerda que llegó al Parián cuando tenía 15 años, el 20 de mayo de 1962, “teníamos lo más barato que pudiéramos comprar para vender porque antes se vendía por 20 o 30 centavos, teníamos unas cuantas cositas de palma como cigüeñas o canastitos, después metimos pulseritas de madera y fuimos creciendo poco a poco”, asegura.

Roberto Reyes es la tercera generación de la familia de don José Toribio Domínguez, quien fue de los fundadores del Parián. “Mi abuelo tenía dos locales y se dedicaba a vender plata pero vendía muy poquito porque había poco turismo y con los años se empezó a diversificar. Hoy vendemos ropa típica, vestidos o blusas bordados, ropa para niños, camisas para caballero, y el 20% de lo que tenemos es artesanía de otros estados”, señala.

Foto: Archivo Histórico Municipal

Gracias a su labor como dirigente del mercado, Pedro Javier Gutiérrez Muñoz, es el representante de los locatarios del Parián desde el año 90. Él llegó en el 82 porque la familia de su esposa, María Elena Sánchez García, tuvo su local desde los inicios del Parián en el que vendían joyería, textiles, objetos de madera y dulces típicos.

Menciona que anteriormente, cuando era mercado tradicional se encontraban productos propios del mismo: cárnicos, verduras, flores, etcétera, pero cuando se decidió hacerlo de artesanías los locatarios fueron trasladados al Mercado La Victoria que estaba en auge.

Asimismo comenta que cuando los comerciantes fueron trasladados del zócalo al Parián, el ayuntamiento no les cobró nada, incluso le destinaron un local a quien quería ocuparlo. Pero asegura que sufrieron demasiado porque nadie lo conocía como mercado de artesanía y costó mucho acreditarlo.

“Lo que ayudó bastante es que en sobre la Maximino, que hoy es Juan de Palafox y Mendoza, estaba la terminal de los ADO que era de primera y el Parián era paso obligado de los camiones que venían del sureste, como Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca. La gente se acercaba por curiosidad y se daba cuenta que había un mercado de artesanía”, expone el dirigente.

Gutiérrez Muñoz señala que en la actualidad son 112 locales trabajando artesanía de Puebla y toda la República, ya que por interés propio, la incluyeron para vender más. Se pueden encontrar productos textiles y de cuero, talavera, cerámica, alfarería, madera, palma, joyería, cobre, muñecas de cera, vidrio soplado, platería y una gran cantidad de recuerdos, así como dulces típicos como el camote, los borrachitos, limones rellenos de coco, jamoncillos y las famosas tortitas de Santa Clara.

El Parián existe desde la fundación de la ciudad, funcionó como un mercado que abasteció a los pobladores de la Puebla de los Ángeles por siglos, hasta que, en el centenario de la Batalla del 5 de Mayo, el alcalde de la ciudad decide remover a los comerciantes que vendían artesanía en el zócalo capitalino, a este sitio.

“El Parián es el primer mercado que hubo en Puebla, aquí llegaba toda la mercancía del sureste del país y de aquí se distribuía, era una especie de Central de Abasto”, asegura el historiador Jorge Eduardo Zamora Martínez, mejor conocido como el Barón Rojo.

Comenta que aquí se podían encontrar productos del mar provenientes de Veracruz, productos del campo y todo lo que se vende en un mercado tradicional que venía de diferentes partes del estado. Dice que también llegaba mucha jarcería de la que se producía en Tehuacán, donde en el siglo pasado y hasta la Revolución, llegó a tener un auge tan grande que lo característico de cada jarcería era que tenía su caja fuerte porque vendía mucho.

“Así lo fue hasta que se construyó la estación de ferrocarril del interoceánico y del ferrocarril mexicano en la 11 norte, entonces fue cuando la actividad comercial se pasó a ese lado de la ciudad”, señala.

Zamora refiere que, antes de que este mercado fuera de artesanías, los vendedores estaban ubicados en el zócalo, en cado uno de los pilares de los portales había una especie de vitrinas o cajones que se desplegaban para ofrecer joyas, textiles y los dulces típicos de Puebla.

“Para finales de los años 50, el ayuntamiento tomó la decisión de retirar todas las vitrinas porque el espacio era insuficiente. Entonces los manda acá a la zona del Parián y aquí los pocos comerciantes del mercado que quedaban, cambian su giro a la artesanía”, señala.

En esta parte de la ciudad, la actividad turística surge desde el templo de San Roque (Juan de Palafox y Mendoza) hasta el Teatro Principal (8 oriente esquina 6 norte), asegura Zamora, quien dice que aquí se establece la Central de Autobuses de Oriente que permanece hasta el año 86, cuando se construye la Central de Autobuses de Puebla, CAPU.

“El diseño arquitectónico permaneció, fueron los mismos dos pasillos de locales con estilo colonial de marquesina abovedada en dos filas de cuartos. Cuando ya eran mercado de artesanías se construyen los locales de la calle y algunos comerciantes se pasan para allá, pero esos ya son nuevos”, concluye el historiador.

EL COMERCIO A TRAVÉS DE LOS AÑOS

Con 58 años de edad, Carmen Márquez recuerda que llegó al Parián cuando tenía 15 años, el 20 de mayo de 1962, “teníamos lo más barato que pudiéramos comprar para vender porque antes se vendía por 20 o 30 centavos, teníamos unas cuantas cositas de palma como cigüeñas o canastitos, después metimos pulseritas de madera y fuimos creciendo poco a poco”, asegura.

Roberto Reyes es la tercera generación de la familia de don José Toribio Domínguez, quien fue de los fundadores del Parián. “Mi abuelo tenía dos locales y se dedicaba a vender plata pero vendía muy poquito porque había poco turismo y con los años se empezó a diversificar. Hoy vendemos ropa típica, vestidos o blusas bordados, ropa para niños, camisas para caballero, y el 20% de lo que tenemos es artesanía de otros estados”, señala.

Foto: Archivo Histórico Municipal

Gracias a su labor como dirigente del mercado, Pedro Javier Gutiérrez Muñoz, es el representante de los locatarios del Parián desde el año 90. Él llegó en el 82 porque la familia de su esposa, María Elena Sánchez García, tuvo su local desde los inicios del Parián en el que vendían joyería, textiles, objetos de madera y dulces típicos.

Menciona que anteriormente, cuando era mercado tradicional se encontraban productos propios del mismo: cárnicos, verduras, flores, etcétera, pero cuando se decidió hacerlo de artesanías los locatarios fueron trasladados al Mercado La Victoria que estaba en auge.

Asimismo comenta que cuando los comerciantes fueron trasladados del zócalo al Parián, el ayuntamiento no les cobró nada, incluso le destinaron un local a quien quería ocuparlo. Pero asegura que sufrieron demasiado porque nadie lo conocía como mercado de artesanía y costó mucho acreditarlo.

“Lo que ayudó bastante es que en sobre la Maximino, que hoy es Juan de Palafox y Mendoza, estaba la terminal de los ADO que era de primera y el Parián era paso obligado de los camiones que venían del sureste, como Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca. La gente se acercaba por curiosidad y se daba cuenta que había un mercado de artesanía”, expone el dirigente.

Gutiérrez Muñoz señala que en la actualidad son 112 locales trabajando artesanía de Puebla y toda la República, ya que por interés propio, la incluyeron para vender más. Se pueden encontrar productos textiles y de cuero, talavera, cerámica, alfarería, madera, palma, joyería, cobre, muñecas de cera, vidrio soplado, platería y una gran cantidad de recuerdos, así como dulces típicos como el camote, los borrachitos, limones rellenos de coco, jamoncillos y las famosas tortitas de Santa Clara.

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