/ miércoles 4 de agosto de 2021

La nueva relación México Estados Unidos debe rodar en las cadenas productivas

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha ido, en el caso de la defensa y apoyo diplomático, político y económico a Cuba, más lejos que ningún mandatario mexicano lo hizo antes. Ha asumido idealista, intenso activismo con la esperanza que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ponga término a 62 años de embargo económico con que se ha querido someter al pueblo y gobierno cubano. Y signifique el final de la Organización de Estados Americanos (OEA), “organismo lacayo a Estados Unidos”. Inicie la verdadera integración de naciones americanas, como quería el libertador Bolivar.

En los sueños y luchas políticas de su desbordado y solidario panamericanismo, López Obrador sugiere a su homólogo estadounidense, poner término a la doctrina Monroe (“América para los Americanos”) de “más de dos siglos de invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia, de sanciones, de exclusiones, de bloqueos, de ocupaciones que a México le costaron la pérdida de medio territorio”.

El mandatario mexicano, portador de los sentimientos de los sojuzgados pueblos latinoamericanos, demanda la aplicación de los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Pide iniciar en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.

Lo que busca el tabasqueño es un cambio complejo y difícil, por la insuperable superioridad que Estados Unidos ha ejercido en los asuntos trascendentales del continente. Sin embargo, lo que Washington y estados americanos y del Caribe pueden construir con una nueva visión política y económica, es “algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”.

Con respecto a la pasiva actitud de las naciones sobre el embargo norteamericano a Cuba, no basta -afirma- con votar cada año en la Organización de Naciones Unidas (ONU) como lo hacen 184 naciones en contra del bloqueo, hay que unirse solidaria y humanitariamente, ayudar al pueblo cubano con alimentos y medicinas. Como lo hizo el gobierno mexicano al enviar a la isla varios navíos con alimentos y medicinas.

Lo que el mandatario pide a las naciones del continente es que emulen la política externa de México, y juntas traten de convencer y persuadir a Estados Unidos a “poner punto final a la política de dominio definida hace más de 200 años, la cual ya no funciona, no es buena para nadie”.

El ejecutivo mexicano no parte de cero en su propuesta diplomática, política y económica, la cual no es un mero idealismo, ni un sueño retórico. Parte de nuevas raíces, de bases y principios modernos, tangibles y realistas, localizados en la globalización económica, que dio lugar a la integración económica del continente.

Primero a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLACAN), y desde hace un año el T-Mec con Estados Unidos y Canadá, y más de 14 tratados de libre comercio con el resto de las naciones latinoamericanas. Se trata de una integración ordenada, respetuosa, mutuamente benéfica e indispensable, soberana, a través de las cadenas productivas. La economía y el comercio globalizados. Ya no es posible fraccionar los mercados, dividirlos, cerrarlos, ni aislarlos.

Por otra parte, la formidable competencia entre China y Estados Unidos por dominar los mercados mundiales, ponen a México en una situación geográfica y estratégica del lado estadunidense, pero como socio y amigo, no como subordinado.

China ha ganado en la globalización un gran avance en el dominio del comercio mundial, si no sobreviene una poderosa reacción de Estados Unidos, se estima que en los próximos 30 años controlaría el 65% del comercio mundial, y Estados Unidos únicamente el 10%.

En ese escenario de formidable competencia con los tigres asiáticos, a Estados Unidos conviene consolidar con México y Canadá, en un nivel de socios y amigos, el mercado de América del Norte. Conducir una relación respetuosa, ordenada, mutuamente benéfica e indispensable, soberana, que ruede sobre la integración de las cadenas productivas multinacionales. ESCUCHANOS DIARIAMENTE DE 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha ido, en el caso de la defensa y apoyo diplomático, político y económico a Cuba, más lejos que ningún mandatario mexicano lo hizo antes. Ha asumido idealista, intenso activismo con la esperanza que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ponga término a 62 años de embargo económico con que se ha querido someter al pueblo y gobierno cubano. Y signifique el final de la Organización de Estados Americanos (OEA), “organismo lacayo a Estados Unidos”. Inicie la verdadera integración de naciones americanas, como quería el libertador Bolivar.

En los sueños y luchas políticas de su desbordado y solidario panamericanismo, López Obrador sugiere a su homólogo estadounidense, poner término a la doctrina Monroe (“América para los Americanos”) de “más de dos siglos de invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia, de sanciones, de exclusiones, de bloqueos, de ocupaciones que a México le costaron la pérdida de medio territorio”.

El mandatario mexicano, portador de los sentimientos de los sojuzgados pueblos latinoamericanos, demanda la aplicación de los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Pide iniciar en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.

Lo que busca el tabasqueño es un cambio complejo y difícil, por la insuperable superioridad que Estados Unidos ha ejercido en los asuntos trascendentales del continente. Sin embargo, lo que Washington y estados americanos y del Caribe pueden construir con una nueva visión política y económica, es “algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”.

Con respecto a la pasiva actitud de las naciones sobre el embargo norteamericano a Cuba, no basta -afirma- con votar cada año en la Organización de Naciones Unidas (ONU) como lo hacen 184 naciones en contra del bloqueo, hay que unirse solidaria y humanitariamente, ayudar al pueblo cubano con alimentos y medicinas. Como lo hizo el gobierno mexicano al enviar a la isla varios navíos con alimentos y medicinas.

Lo que el mandatario pide a las naciones del continente es que emulen la política externa de México, y juntas traten de convencer y persuadir a Estados Unidos a “poner punto final a la política de dominio definida hace más de 200 años, la cual ya no funciona, no es buena para nadie”.

El ejecutivo mexicano no parte de cero en su propuesta diplomática, política y económica, la cual no es un mero idealismo, ni un sueño retórico. Parte de nuevas raíces, de bases y principios modernos, tangibles y realistas, localizados en la globalización económica, que dio lugar a la integración económica del continente.

Primero a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLACAN), y desde hace un año el T-Mec con Estados Unidos y Canadá, y más de 14 tratados de libre comercio con el resto de las naciones latinoamericanas. Se trata de una integración ordenada, respetuosa, mutuamente benéfica e indispensable, soberana, a través de las cadenas productivas. La economía y el comercio globalizados. Ya no es posible fraccionar los mercados, dividirlos, cerrarlos, ni aislarlos.

Por otra parte, la formidable competencia entre China y Estados Unidos por dominar los mercados mundiales, ponen a México en una situación geográfica y estratégica del lado estadunidense, pero como socio y amigo, no como subordinado.

China ha ganado en la globalización un gran avance en el dominio del comercio mundial, si no sobreviene una poderosa reacción de Estados Unidos, se estima que en los próximos 30 años controlaría el 65% del comercio mundial, y Estados Unidos únicamente el 10%.

En ese escenario de formidable competencia con los tigres asiáticos, a Estados Unidos conviene consolidar con México y Canadá, en un nivel de socios y amigos, el mercado de América del Norte. Conducir una relación respetuosa, ordenada, mutuamente benéfica e indispensable, soberana, que ruede sobre la integración de las cadenas productivas multinacionales. ESCUCHANOS DIARIAMENTE DE 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.