/ martes 4 de septiembre de 2018

La última y nos vamos

En lo que puede concebirse como un último intento de resarcir su muy deteriorada imagen y la de su gobierno que está por concluir, el presidente Enrique Peña Nieto mantiene vigente una intensa campaña propagandística, en la que pretende destacar aciertos, justificar decisiones y también –inevitablemente- reconocer errores.

Partiendo de la premisa de que “gracias a todos, México se ha transformado”, Peña Nieto asegura como ejes discursivos de sus mensajes que “pese a no haber alcanzado algunos de los objetivos planteados al inicio de su gestión, el México que entregaré el próximo 1 de diciembre es mejor que el de hace seis años”.

En tales mensajes, Peña Nieto aborda los temas más sensibles que indiscutiblemente causaron mayor estridencia y que marcaron su gestión: las reformas estructurales, la controvertida visita del aún candidato Donald Trump a México, el caso Ayotzinapa, la Casa Blanca, el gasolinazo y lo relativo a la seguridad, así como lo ocurrido en el reciente proceso electoral.

Respecto al paquete de reformas aprobadas en lo que se llamó el Pacto por México, lo que parecía el resorte de una gestión exitosa, Peña Nieto dice que “México es ahora un referente de éxito que otros países pretenden retomar, debido a la concreción de las reformas estructurales durante el sexenio por terminar”.

Tras preguntarse dónde estábamos hace 6 años y qué nos impedía crecer, afirma que “México demandaba cambios estructurales, por eso conformamos el Pacto por México…con 14 Reformas que han sentado las bases para que nuestro país genere mayores oportunidades para los mexicanos”.

“Las reformas son un medio para asegurar que el país tenga las condiciones para consolidarse como una gran potencia, porque ese es el destino de México”.

Y pese a que ambas están condenadas al exterminio, el aún Jefe de Ejecutivo sostiene que tanto la reforma educativa como la reforma energética “ofrecieron al país una mayor calidad en la educación y la posibilidad de que el sector privado pueda participar en la extracción de hidrocarburos, generando mayores ingresos para el Estado”.

En otro video, Enrique Peña Nieto dijo que la visita de Donald Trump a México fue un encuentro apresurado, pero que a la postre dejó algo positivo, al quedar abierta la puerta para tener un diálogo abierto con el Gobierno de Estados Unidos. “Ahí están hoy los resultados”, presume.

Respecto a Ayotzinapa, insiste en que las investigaciones realizadas por la PGR confirman la incineración de 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos. “Lamento el asesinato de los jóvenes; son hechos que nunca más se deben repetir en el país”.

En cuanto al escandaloso asunto de la “Casa Blanca”, millonaria propiedad comprada por su esposa Angélica Rivera a un destacado proveedor de su gobierno, Peña Nieto reconoció que el manejo no fue el correcto. “No debí permitir que mi esposa diera esa explicación”.

“…sobre lo cual, además, ofrecí una disculpa pública, no tanto porque se hubiese actuado equivocadamente, sino por cuando afectó la credibilidad de la institución presidencial y por cuanto afectó a la credibilidad del Gobierno”.

En este contexto, tras el vapuleo informativo, refiere que se mantuvo amplio respeto a los medios de comunicación y asegura que “en todo momento, el quehacer de este Gobierno ha sido enriquecido por la crítica y siempre hemos respetado la libertad de expresión”.

Respecto a la liberación de los precios de la gasolina, explicó que tomó esa decisión “pensando en el futuro del país, ya que era insostenible el subsidio que el gobierno realizaba. Para evitar recortes económicos a programas como Prospera e inversiones a la salud y la educación, entre otros, es que tomó esa decisión”.

Y por último, relativo al espinoso tema de la seguridad pública, Peña Nieto reconoció que su administración no logró el objetivo de garantizar la salvaguarda de la ciudadanía y darle a los mexicanos paz y tranquilidad en el territorio nacional.

Lamenta que si bien los índices delincuenciales se redujeron al inicio de su administración, estos repuntaron al final de su mandato, lo cual será un reto para la siguiente administración.

Y de colofón, en el tema electoral asume que la candidatura de José Antonio Meade “no funcionó”, consideró que el PRI, consciente del desgaste que tenía, buscó una opción no tradicional y modificó sus estatutos para dar espacio a un candidato ciudadano a la Presidencia de la República.

Sobre las causas del desplome del PRI y de su estrepitosa derrota electoral, el Presidente desestimó su baja popularidad como la razón principal y más bien lo atribuye al desgaste del ejercicio de gobierno y a que hay un clima antisistémico en el mundo.

Respecto a su relación con Andrés Manuel López Obrador, dijo que, a pesar de la cordialidad que hay en su trato mutuo, mantiene claras diferencias con el presidente electo y su proyecto.

Hasta ahí el balance sexenal.

Imposible juzgar ahora la posible efectividad de su estrategia mediática y qué tramo podrá recuperar de la percepción mayoritariamente adversa. Baste recordar que según los estudios más recientes, siete de cada diez ciudadanos reprueban su mandato, cifras que lo ubican como uno de los peores calificados de los tiempos modernos.

La historia, como él mismo lo refiere, lo juzgará.